Excelente recordatorio de un argentino BIEN NACIDO a otra de las muchas víctimas que los VERDUGOS "derechos humanistas", transformandose sin verguenza alguna, en HIPOCRITAS Y SUPUESTOS "VENGANDORES" de asesinos. El Cap. Scheller, fue un SOLDADO DE LA PATRIA, seguramente, otro de los caídos por defender nuestro suelo oponiéndose al COMUNISMO ATEO Y MARXISTA. Nuestros gobernantes, que de eso no hablan, ni nada recuerdan, pero mucho aportan complotados al "poder mundial" preparando su entrega. La actitud de Palma un ejemplo a imitar. Rogamos por el descanso del militar argentino y saludamos en su dolor a familiares, camaradas y amigos.
Homenaje al Cap. Scheller por Horacio Palma en Ramos Generales ( Honestamente no lo conocía, ni sabía lo ocurrido )
Falleció otro Preso Político de Argentina...
Dos y dos.
Dos tarjetas de
amigos que se fueron. Y dos tarjetas de amigos que aún están. Aunque en
realidad, estar… están todos.En cualquier
momento, una tarjeta de papel barato con foto carnet y plastificado berreta,
es apenas eso. Pero en las muy malas… una tarjeta de papel barato, foto carnet
y plastificado berreta con un cartel que dice Visita y otro que aclara Amigo…
significa muchas muchas cosas.Significa haber
pensado en el otro. Significa haberle dedicado tiempo al otro. Significa
haberse sacrificado por el otro. Significa… estar con el
otro.
En las buenas casi
todos. En las malas muy pocos.
Esa es la ley de
la traición en la que yo no creo.
Como antes Julio…
ahora Raúl. “Don Scheller” le decía yo desde mi más sincera y respetuosa
civilidad. Como antes Julio, ahora se fue Don Scheller, Marino, y se fue
peleando hasta el último aliento. Contra la enfermedad y contra un Régimen que
lo sentenció a muerte. El lunes al mediodía me asomé tras la puerta de la
terapia intensiva pero no me animé a entrar. Tantos años y tantas muertes aún
no me han curtido de espanto.
Recé desde la
puerta. Adentro, dos médicos lo atendían detrás de un
biombo.
Se fue Don
Scheller. Marino, un caballero del que nunca escuché un mal modo, el que nunca
perdió la compostura ni su don de gente, aún estando en una situación tan
vulnerable de encierro, de dolor… y sufrimiento.
Un abandono de
parte del estado, una indiferencia social inexplicable, y un encono de parte
de la justicia que lo persiguió hasta la muerte, me hicieron descreer para
siempre de nuestra República, de la democracia y sus poderes. Nadie me lo
contó. Yo lo viví.
Don Scheller fue
uno de los miles de Presos Políticos que tuvo y que tiene mi Argentina. A don
Shceller lo persiguieron con especial ahínco durante una década. Don Scheller
andaba de cárcel en cárcel, de hospital en hospital, a los tumbos con su
salud, abandonado a su suerte.
Aún recuerdo el
día en que me enteré que lo habían trasladado desde el Penal en el que estaba
detenido hacia un hospital de Buenos Aires. Llegué muy temprano un día de fin
de semana. Abrí la puerta y sus huesos casi sin carne sonrieron agradecidos.
“Hola Horacio… mirá cómo estoy”, me dice mostrándome su esqueleto. Era verano,
y Scheller llegó deshidratado al Hospital Fernández después de un tortuoso
deambular por hospitales del conurbano, en una camioneta del Servicio
Penitenciario que ni siquiera tenía un asiento decente. Alguien le sacó una
foto en pantalón corto, pensando lo peor. Pero lo peor aún no
llegaba.
Con encono
incomprensible, el Régimen Kirchnerista se ensañó con él, y solo lo liberó
cuando ese Estado soberbio y despiadado supo que su salud era irreversible.
Don Scheller sin
embargo nunca perdió sus buenos modos, ni su don de gente, nunca se olvidó de
un “gracias” o un “por favor”.
Ni el Régimen ni
los dolores profundos lo doblegaron. Esa ha sido su
victoria.
Protagonista de
los violentos años 70, cuando la Patria asaltada por el terrorismo pasó lista,
Don Scheller dijo Presente para defenderla!! Mientras la mayoría gritó miedo.
Pasaron los años,
y los terroristas de los 70 volvieron por la venganza. Raúl Scheller sufrió
estoico la persecución y el encierro por aquello… mientras casi todos gritaron
indiferencia.
Tuve el honor que
Don Scheller me aceptara en su mesa de encierro, compartir café y charlas, y
que me despidiera tras cada visita con un “adiós amigo, gracias por la
visita”. Tengo la tranquilidad de no haber abandonado nunca la lucha para
verlo libre. Y aunque en esto de la libertad nos ganó el destino, ambos
sabemos que no nos doblegaron.
CAPITÁN DE
NAVÍO RAUL SCHELLER, hasta siempre Soldado, descanse en paz… un abrazo
enorme y gracias por todo.
Horacio R.
Palma