LA GRAN TRIBULACION
«Porque
habrá entonces una tan Gran Tribulación cual no la hubo desde el
principio del mundo hasta ahora, ni la habrá, y, si no se acortasen
aquellos días, nadie se salvaría; mas por amor de los elegidos se
acortarán los días aquellos» (Mt 24, 21).
El 22 de diciembre del año 2012 comenzó el tiempo de la Gran Tribulación.
«Si
tratan de asumir que han sido capaces de discernir el año de Mi
Retorno, están muy tristemente equivocados. A nadie le será dada esta
fecha, ni siquiera a los ángeles del Cielo, ni a Mi Amada Madre. Pero
esto puedo revelar: la Tribulación comenzó hace un tiempo; la Gran
Tribulación empezará a finales del 2012» (MDM – 18 agosto 2011).
La Tribulación comenzó en el año 1967,
con la obra de la masonería eclesiástica dentro de la Iglesia Católica.
Ese grupo de falsos Obispos y sacerdotes se introdujo por todas partes
consiguiendo que la fe de muchos claudicara, y que el Rebaño comenzase a
dispersarse.
La Tribulación ha sido el comienzo de los dolores para toda la Iglesia, pero no fue su fin.
Muchos, al juzgar a todos los Papas, han anulado a la Iglesia,
convirtiendo sus vidas en una apostasía de la fe, creando su filosofía
de la Iglesia, su manera de pensar y de obrar en la Iglesia.
«La Iglesia, la Cátedra de San Pedro y el Papa, son una misma cosa» (San Juan Bosco – Visión de San Juan Bosco # 35, Año de 1862, M.B. Tomo VII, págs., 217 – 218).
No
se puede juzgar y condenar al Papa reinante sin juzgar y condenar a
toda la Iglesia. Por eso, todos aquellos que mantienen que, desde Juan
XXIII hasta Benedicto XVI, el Papado no existe, sino que todos son unos
antipapas, se dedican a dar sus fábulas a los que los quieren escuchar,
que son muchos católicos, los cuales siguen el error por su ignorancia
culpable.
«Mi
pueblo perece por falta de conocimiento; por haber rechazado tú el
conocimiento, te rechazaré Yo a ti del sacerdocio a mi servicio; por
haber olvidado tú las enseñanzas de Dios, Yo me olvidaré de tus hijos» (Os 4, 6).
Los
católicos perecen porque han recibido un conocimiento de la fe
totalmente tergiversado, amañado, por parte de muchos pastores y laicos.
Y porque no se han dedicado a conocer la verdad de su fe.
No
sólo han sido los sacerdotes los que, con sus predicaciones y vidas
dobles, han hecho de la Iglesia el desierto que vemos, sino también los
hombres que no tienen el poder para enseñar ni para gobernar la Iglesia,
los que más han trabajado para oscurecer la verdad en Ella.
Y
Dios rechaza del sacerdocio, tanto ministerial como común, a esas almas
que no han aprendido a discernir los tiempos del Espíritu en la
Iglesia.
Ahora, contemplamos una “Iglesia” sin norte, es decir sin Cristo, que es la Única Verdad. Y está por todas partes. Una “Iglesia” que llama al mundo a permanecer en su mentira para construir un Paraíso en la tierra.
Nadie se salva de esta Gran Tribulación, de «este tiempo de angustia, tal como no lo hubo desde que existen las naciones hasta ese día» (Dn 12, 1).
En
este tiempo ya no se trata de las aflicciones personales individuales,
que son oportunidades para el alma de purificar sus pecados, para
perfeccionarse en la vida espiritual.
La Tribulación, que comenzó en 1967,
era para cada alma, pero no para la Iglesia. La Iglesia continuaba bajo
el gobierno de Cristo en Su Vicario. El alma sólo tenía que seguir
obedeciendo la cabeza legítima de la Iglesia, al Papa, a pesar de ver
muchas cosas que oscurecían esa obediencia. Mucho se ha sufrido en la
Iglesia por mantenerse en la obediencia al Papa reinante. Los que no se
han sujetado al yugo de esa obediencia, han producido más sufrimientos
para todos, y han quedado ciegos para poder discernir los signos de los
tiempos.
En este tiempo de la Gran Tribulación
se trata de la Iglesia, del Cuerpo Místico de Cristo: quitado el Papa
reinante, desaparece la Iglesia verdadera. Ya no se contempla, ni en
Roma, ni en las diferentes diócesis, la Iglesia en Pedro. Ha aparecido
una nueva iglesia, porque han puesto una nueva cabeza.
Dios
es siempre fiel a Su Palabra. Los que se dedican a hacer teología de la
historia, pierden de vista la teología de la Palabra de Dios, la única
importante, la única válida en la Iglesia.
«El
año noveno del reinado de Sedecías, el día diez del mes décimo,
Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino con todo su ejército contra
Jerusalén… La ciudad estuvo cercada….» (2 Re 25, 1.2).
El
mes décimo del antiguo calendario hebreo corresponde al mes de
diciembre del nuestro; y era para el hebreo el primer mes del invierno.
Los judíos observaban, después del cautiverio, cuatro días de ayuno,
recordando así los tiempos en que Jerusalén cayó a manos de los
enemigos: el ayuno del día diez del mes de diciembre rememoraba la toma
de Jerusalén por Nabucodonosor.
«Así
dice Yavhé Sebaot: el ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, y el
ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo se tornarán para la casa de
Judá en gozo y regocijo y en festivas solemnidades: amad, pues, la
verdad y la paz» (Zac 8, 19).
El
día diez del mes décimo, en el año 2012, corresponde al día 22 del mes
de diciembre. El Papa Gregorio XIII ordenó el cambio del calendario, de
tal manera que el día 5 de octubre de 1582 es el día 15 de octubre de
1582. Diez días se añadieron.
Por lo tanto, el 22 de diciembre de 2012 corresponde, antes del cambio del calendario, al 12 de diciembre de 2012.
La Gran Tribulación
comienza a finales de diciembre, es decir, comienza recordando el día
de una aparición mariana, la más importante. Comienza en invierno y en
la penitencia de la vida.
La
Virgen María se apareció a San Juan Diego el martes 12 de diciembre de
1531, un poco después de la luna nueva, marcando así el inicio del
cuarto reino que Daniel describe:
«La
cuarta bestia es un cuarto reino sobre la tierra, que se distinguirá de
todos los otros reinos y devorará la tierra toda y la hollará y la
triturará» (Dn 7, 23).
Este cuarto reino dura hasta el año 2031, según el cómputo de las semanas de años:
«Contará
siete semanas, siete veces siete años, viniendo a ser el tiempo de las
siete semanas de cuarenta y nueve años… y santificaréis el año
cincuenta…» (Lev 25, 8. 10).
El
hebreo no sabía contar los días con la precisión como el hombre moderno
lo hace. Pero sabía llevar el tiempo de los años. Dios habla de años a
los judíos, no de días. Los tiempos medidos que el sol, la luna y las
estrellas dan a los hombres son siempre imperfectos. El tiempo es una
medida para el hombre, pero nunca para Dios.
Desde el 12 de diciembre del año 1531, la Virgen marca el tiempo del Apocalipsis:
«Apareció
en el cielo una señal grande: una Mujer envuelta en el sol, con la luna
debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas» (Ap 12, 1).
Todo este cuarto reino de la bestia «terrible, espantosa, sobremanera fuerte, con grandes dientes de hierro» (Dn
7, 7) es conducido por las apariciones de la Virgen en todo el mundo.
Ella marca el camino de la Iglesia: es la Mujer siempre el camino para
los hombres de la Iglesia. Y muchos Obispos y sacerdotes no creen en las
apariciones marianas, quedándose así ciegos para dirigir al Rebaño, que
no pueden hacerlo sólo con la gracia del Sacramento. Necesitan ayudas
extraordinarias, que sólo pueden tener a través de los carismas, dones y
gracias extraordinarias.
Muchos
confunden la autoridad del Espíritu Santo con la autoridad de sus
sacerdocios. Y se creen superiores a Dios en sabiduría y en gobierno.
No
es la fe lo que lleva al hombre a Dios, sino que es el Espíritu Santo
el que desciende sobre el hombre para que pueda ir a Dios, para que
pueda encontrar el camino que le marca la fe en Cristo y en Su Iglesia.
Y
Dios sólo entra en las almas humildes, con un corazón puro, vacías de
orgullo y de arrogancia. En un clero lleno de soberbia y de orgullo es
imposible guiar las almas hacia Dios, encontrar el camino de la Voluntad
de Dios en la Iglesia.
El tiempo de la Gran Tribulación tenía que empezar con la Virgen María y con el ayuno. Es un tiempo de sufrimientos para todo hombre.
La Virgen María es la Estrella, es la Mujer, es la Iglesia que da a luz al Hijo Glorioso en medio de las grandes pruebas.
El tiempo de la Gran Tribulación es distinto a la última semana de Daniel.
Dios tiene sus tiempos. Y el demonio trabaja en los tiempos de Dios.
«Mi
muy querida y amada hija, los tres y medio años restantes en el período
de la Tribulación, comienzan en diciembre del 2012. Este es el período
cuando el Anticristo emergerá como un héroe militar» (20 de julio del 2012).
Después de tres años y medio, emerge el Anticristo como un héroe militar.
Tres años y medio desde el 22 de diciembre de 2012 dan la fecha: 21 Junio de 2016, 1278 días.
El Anticristo es la bestia que sube «de la tierra, y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como un dragón» (Ap 13, 11).
Sube de la tierra: emerge de debajo de la tierra
El Cordero en el Apocalipsis no tiene dos cuernos, sino siete: «Vi
en medio del Trono y de los cuatro vivientes, y en medio de los
ancianos, un Cordero, que estaba en pie como degollado, que tenía siete
cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios, enviados a
toda la tierra» (Ap 5, 6).
El cuerno representa el poder:
una bestia con dos poderes: el del mundo (poder terrenal) y el de la
iglesia universal (poder religioso). Una bestia con dos caras, con dos
cabezas: la del Falso Profeta y la del Anticristo.
El ojo representa la sabiduría:
es una bestia sin ojos, sin ninguna sabiduría. Es decir, lo que habla,
lo que piensa, lo que medita en su corazón es sólo abominación. Es una
bestia sin sentido común, sin lógica en el pensamiento humano.
El Cordero tiene siete ojos, es decir, tiene la plenitud del saber: humano, espiritual y divino.
Antes de que el Anticristo emerja, se ha dado el tiempo del primer sello, que es el tiempo del falso profeta:
«Miré
y vi un caballo blanco, y el que lo montaba sobre él tenía un arco, y
le fue dada una corona, y salió vencedor y para vencer aún» (Ap 6, 2).
El primer sello ha sido ya abierto.
El caballo blanco representa el espíritu del falso profeta, que está ya actuando en todo el mundo.
Es
un espíritu de seducción, de maldad, de perversión. Está dentro de la
Iglesia Católica como fuera de Ella, en las otras iglesias, arrebatando
las almas que viven de la verdad.
Está
dentro del mundo, que ya pertenece al demonio, pero que sella con la
mentira perfecta la perversión de las mentes y de las vidas de los
hombres en el mundo
Desde
el inicio del gobierno horizontal del falso profeta (13 abril de 2013),
desde que fue elegido por los hombres para ocupar la Silla que no le
pertenece, nuevas creencias y doctrinas religiosas, que son todas
falsas, han surgido en la Iglesia: «sabrán que este es el tiempo para que el primer sello sea revelado» (MDM 7 de marzo 2012).
¿Qué ha sido revelado? La Gran Apostasía de la verdad de la fe dentro de la Iglesia Católica, que marca la Gran Tribulación.
«El
primer sello es la apostasía, vista no sólo entre los no creyentes,
sino entre aquellos que profesan conocerme y aquellos que públicamente
proclaman su amor por Mí» (Ib).
Es la apostasía oficial: no es la apostasía de estos cincuenta años, que muchos sacerdotes, Obispos y fieles han obrado dentro de la Iglesia.
Es la apostasía que viene de una cabeza oficial, de una jerarquía unida a esa cabeza oficial, a la cual llaman su papa, sin serlo. Es la Gran Apostasía del falso profeta.
Lo
que diga Bergoglio no es lo que dice un Papa; sino que es lo que dice
un hombre que ha apostatado de la verdad de la fe, y que sólo se dedica a
manifestar, a irradiar su apostasía, a todos los demás.
Bergoglio
vive de su cuento en la Iglesia: su gran apostasía. Y negocia con su
cuento, y hace caminar a muchos por la misma vida que él ha vivido toda
su existencia humana.
La Jerarquía, que obedece a Bergoglio como su papa,
vive de esta obra seductora en la Iglesia: vive para engañar a las
almas haciendo que obedezcan la palabra mentirosa de un falso pastor. Y
sólo por un fin: levantar una nueva iglesia que sirva a los intereses
del mundo, que son los intereses de una élite mundial, es decir, de unos
pocos hombres.
La verdadera fe, el magisterio de la Iglesia, ha sido torcida con una doctrina light,
acorde a los tiempos que se viven. Una falsa doctrina que tiene una
corona: el Sínodo. La reunión de la Jerarquía, que ha apostatado de la
fe, porque obedece a un impostor de la fe, de la verdad, de Cristo y de
su Iglesia, para aprobar el pecado como ley en la Iglesia.
El Sínodo es el comienzo oficial, público, del cisma:
«Esta
ya próximo el gran y último cisma para Mi Iglesia, pues muchas leyes
nuevas os querrán imponer, leyes que serán proclamadas bajo una falsa
Misericordia para todos los hombres; pero estas nuevas leyes van en
contra Mia, van contra Mi Palabra, que es Inmutable…» (Jesús a un alma escogida).
El espíritu del falso profeta se presenta al mundo y a la Iglesia de blanco: viene montado en el caballo de la paz. Es un guerrero de la falsa paz.
Trae un arco sin flechas que representa la palabra engañosa, la habilidad para negociar la paz sin derramar una gota de sangre.
Es un guerrero experto en la palabra que engaña, que crea una unión ficticia con el diálogo, que hace ver como bueno el pecado de muchos.
«…
voy a poner Yo en la tierra un pastor que no se cuidará de que
desaparezcan, y no buscará a las descarriadas ni curará a las heridas,
ni alimentará a las fuertes, pero se comerá a las gordas, y les romperá
las uñas» (Zac 11, 16).
A
esto se ha dedicado Bergoglio desde que lo pusieron en la Silla de
Pedro: a hablar de paz haciendo ver a los pecadores como justos, como
santos. Predicando una doctrina sin conversión, una falsa misericordia,
en la que Dios ama a los hombres y no les exige cambiar de vida,
arrepentirse de sus pecados.
Se ha enarbolado la doctrina propia del falso amor al hombre y a la creación.
«
¿Miren alrededor y qué ven? Religiones que rinden homenaje a nuevos
dioses de los que ustedes nunca oyeron. Religiones basadas en ciencia
ficción las cuales suman un sin sentido y que están vacías de
substancia. Entidades espirituales que no son de este mundo, pero que
muchos creen que representan el Reino Celestial de Mi Padre. Presten
atención ahora, porque ustedes están viviendo en una fantasía» (Jesús a un alma escogida).
La
Iglesia Católica, con Bergoglio, está viviendo una fantasía: nuevas
ideas, doctrinas, que son las que en el mundo hacen furor, aparecen
dentro de la Iglesia y son seguidas por la mayoría de la Jerarquía y de
los fieles.
¡Un
gran engaño! Y no hay manera de convencer a la gente que el ecologismo,
los extraterrestres, el evangelio de la falsa alegría que predica
Bergoglio, son engaños, son ilusiones, son doctrinas para pasar el
tiempo y caminar en la condenación en vida.
«Dos
terceras partes de las estrellas del cielo, hará que caigan, y
arrastrará con su cola, quedando sólo unos cuantos sacerdotes, puros y
limpios en su fe, limpios de toda contaminación y engaño…» (Ib).
Estamos en el tiempo de la Gran Tribulación: «… y vi un gran Dragón… con su cola arrastró la tercera parte de los astros del Cielo, y los arrojó a la tierra» (Ap 12, 4).
Bergoglio
hará caer dos terceras partes de la Jerarquía, de lo mejor de la
Iglesia. Y la corrupción de lo mejor es la peor corrupción.
Pero muchos otros que han salido de la Iglesia, hacen el mismo papel que Bergoglio:
«Otros
tantos falsos testigos hay que conducen a un gran número de almas al
camino de la perdición, quedando estas almas en manos de impostores, por
haber salido del Verdadero Rebaño, y muchas de estas almas difícilmente
podrán salir de las tinieblas para volver a entrar en Mi Luz» (Ib).
Difícil
es salir de un tradicionalismo cismático lefebvriano, de un
tradicionalismo herético sedevacantista, de un tradicionalismo radical,
de un tradicionalismo ciego, que vive de la papolatría, de la palabra
oficial, de un estado de optimismo injustificado, en donde la gente no
se percata de que todos los males de la Iglesia es por causa de la falsa
jerarquía, no del Concilio Vaticano II. Hay muchos falsos testigos que
llevan a las almas sin el discernimiento espiritual, que quieren
defender parte de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia, pero que
no están unidos espiritualmente con el Papa legítimo y verdadero, que
sigue siendo Benedicto XVI.
Muchas
almas están en manos de impostores, a imitación de Bergoglio, que ya no
pertenecen a la Iglesia, aunque sigan yendo a misa y comulgando, porque
han destrozado la cabeza de la Iglesia. Y quien no obedece al Papa no
puede comulgar con Cristo ni construir la Iglesia en Pedro.
Todas
estas almas están en la corrupción de la fe; es decir, no poseen la fe
verdadera. Han caído a la tierra y así viven, buscando la mentira como
alimento para sus almas: «muchas de estas almas difícilmente podrán salir de las tinieblas para volver a entrar en Mi Luz».
Esta Gran Apostasía, propia de la Gran Tribulación,
que el espíritu del falso profeta, el guerrero blanco con el arco sin
flechas, irradia por todas partes, conduce al cisma en la Iglesia:
«En
pocos días terrenales, corto tiempo, cuando las hojas de los arboles
caigan por tierra, anunciando que también caerá la desgracia sobre Mi
Iglesia, será el Cisma, y tras este grande acontecimiento, toda la
creación entera se verá afectada. Seguirá, tras el grande Cisma, una
serie de acontecimientos y catástrofes mundiales, ya profetizadas para
estos días. Fenómenos en toda la tierra, naturales y sobrenaturales,
señales en el cielo que anuncian Mi llegada como Juez Justo». (Jesús a un alma escogida).
Cuando las hojas de los árboles caigan: en Septiembre; es la señal natural que anuncia un signo espiritual: la desgracia sobre la Iglesia.
Toda la Iglesia caerá en el Sínodo. Caerá en el gran engaño. Esta es la desgracia: la corrupción de lo mejor. La Gran Corrupción.
La
Jerarquía ya cayó en el engaño al aceptar a un impostor como su papa;
pero ahora seguirá en el engaño, no sólo confiando en la mente de ese
impostor, sino aceptando oficialmente la doctrina de ese impostor.
Y este gran engaño, esta corrupción de lo mejor, llevará al Cisma, el grande Cisma.
Bergoglio se convertirá en una autoridad humana con una doctrina llena
de herejías, con la cual podrá levantar una nueva iglesia que se pondrá
por encima de la autoridad divina. Y esto es el cisma.
La Gran Tribulación tiene que traer el Gran Cisma.
Gran Cisma es lo que viene en el Sínodo.
«Él profanará Mi Sagrada Eucaristía, y dividirá Mi Iglesia por la mitad, y luego a la mitad otra vez» (MDM – 8 de marzo del 2013).
La
primera división: el gobierno horizontal, puesto en abril del 2013. Y
resultan dos cabezas: una cabeza que gobierna con un poder humano, con
un consejo de ocho falsos Obispos; y otra cabeza verdadera, la que posee
el poder divino, que gobierna sin gobierno oficial.
La
primera división: dos Papas en Roma. Uno, más falso que Satanás,
Bergoglio; otro, el verdadero y al cual todos tienen que comulgar con él
si quieren salvarse, si quieren pertenecer a la Iglesia en Pedro.
Al
haber dos Papas en Roma, se da el inicio del Cisma: un cisma encubierto
por toda la Jerarquía. Les conviene tener dos cabezas porque quieren
resolver la falsa doctrina que la Iglesia no puede aceptar.
Para
ponerla oficial, primero tienen que dividir la cabeza, como han hecho.
Después, tienen que dividir la doctrina, que es lo que harán en el
Sínodo. Y esa división, tanto en la cabeza, como en la doctrina, llevará
al Gran Cisma: se levantará una nueva
iglesia, con una nueva doctrina, con un nuevo credo, con falsos
sacramentos, que se pondrá oficialmente por encima de toda Autoridad
Divina.
La
segunda división: la doctrina aprobada en el Sínodo, que será puesta en
leyes, con los cambios en todas las cosas. Es una doctrina llena de
herejías, que producirá la huida de muchos:
«Dentro
de los seis meses de que la herejía haya sido introducida dentro de Mi
Iglesia, muchos que ignoraron Mi Llamado, huirán y buscarán a aquellos
que permanecieron fieles a Mi Santa Palabra» (MDM – 20 octubre 2013).
Todavía hay tiempo para huir antes de que emerja el Anticristo. Todavía hay camino de salvación, pero muy pocos lo descubrirán.
Sin
embargo, multitudes seguirán el camino de la falsa iglesia, porque ya
siguen al falso papa, ya comulgan con su mente pervertida. Quien comulga
con un falso papa construye una falsa iglesia y cree en un falso
cristo.
Esa
nueva iglesia ya tiene sus cimientos: un falso papa, un falso pastor,
una falsa cabeza, que sólo puede enseñar la mentira y la falsedad como
norma de la vida. Pero tienen que levantarla, edificarla con una
doctrina universal, herética por los cuatro costados, que sea impuesta a
todos.
«Cuando
la abominación eche raíces, los cambios serán repentinos. El Anuncio
por parte de él, para crear una Iglesia Católica unificada, por la
vinculación con todos los credos y otras religiones, vendrán poco
después» (Ib).
Esto no podrá hacerse sin la apertura del segundo sello: «Salió
otro caballo, bermejo, y al que cabalgaba sobre él le fue concedido
desterrar la paz de la tierra y que se degollasen unos a otros, y le fue
dada una gran espada» (Ap 6, 4).
Si
el Anticristo emerge como héroe militar, es que el mundo está
atribulado por las guerras. Es el inicio de la guerra mundial, que
durará cinco años, siendo su final en el Gran Castigo.
Vientos
de guerra es lo que viene al mundo. Guerra nacida de una crisis
económica ficticia, inventada por la élite que maneja el mundo a su
carpicho.
Después del Sínodo es el Gran Cisma: «Él dirigirá la nueva religión mundial, y reinará sobre las religiones paganas» (Ib).
La
Iglesia verdadera será abandonada por los Sacerdotes y Obispos, que
sólo creen en las falsas doctrinas que adoptan para la nueva religión
mundial. Ellos producirán el Cisma. Y lo harán público, a través de
todos los medios de comunicación.
Y
el Cisma traerá grandes acontecimientos para toda la Creación, para
todas las naciones de la tierra. Porque es primero lo espiritual;
después, lo material. Es primero el castigo espiritual a la Iglesia;
después viene el castigo material.
«El
cisma será cruel y una guerra sobrevendrá entre la verdad y las
mentiras. Derribará a la Iglesia Católica, hasta que parezca un montón
de piedras, pero la Única Verdadera Iglesia permanecerá de pie, mientras
Mis siervos fieles construyen Mi Armada Remanente. Ellos lucharán hasta
el fin más amargo para defender la Santa Palabra de Dios» (Jesús a un alma escogida).
«Es más fácil engañar a la gente que convencerla que ha sido engañada» (Mark Twain).
Fue
fácil, para Bergoglio, engañar y seguir engañando a la gente; es
difícil convencer a la gente que ha sido y sigue siendo engañada por
Bergoglio.
¡Qué
difícil es hacer comprender a toda la Jerarquía que no se embarquen en
el Sínodo! ¡Que cumplan con el magisterio de la Iglesia excomulgando a
Bergoglio y a todos sus compinches!
Esto nadie lo quiere creer, nadie lo quiere escuchar, nadie lo quiere leer, nadie lo quiere obrar.
Es más fácil engañar, seguir con el engaño, seguir en el engaño, porque eso da dinero y poder a muchos sacerdotes y Obispos.
Bergoglio «seduce a muchos y ha logrado engañar a muchas almas, a un gran número de Mis Elegidos, Mis Predilectos» (Jesús
a un alma escogida), porque es el impostor de la verdad, el que trueca
la verdad por su mentira. Coge la Palabra de Dios, la tergiversa, y
declara su mentira como si fuera verdad. De esta manera, seduce con una
palabra mentirosa, llena de engaño, que es la maldad que ese hombre
tiene en su corazón.
«Muchos
están ya bajo su engaño, muchas naciones, hombres de todas las
creencias. Os digo: que nadie os engañe, pues es un lobo vestido con
piel de oveja. Sus palabras están llenas de engaño; en él sólo hay
falsedad y mentira» (Ib).
¡Qué
difícil es convencer a la gente que en las palabras de Bergoglio, en su
mente, en sus escritos, en sus homilías, charlas, discursos, sólo se
puede encontrar falsedad y mentira!
Que nadie os engañe:
Bergoglio es un lobo vestido de oveja. No es Papa, no es Obispo, no es
sacerdote. Es un lobo: pertenece a la falsa jerarquía, que nunca fue
llamada por Cristo, ni nunca escogida, y que siempre perseveró en su
maldad.
Bergoglio es un lobo: ¡qué difícil convencer a la gente de esta verdad!
Estamos en el tiempo de la Gran Tribulación, que es también el tiempo de la Gran Misericordia. Por eso, antes de que se inicie el Reinado del Anticristo, viene la Gran Misericordia, el Gran Aviso.
Pero viene con dolor. Y las señales son claras: lo que suceda en la
creación: la llegada de un cometa que chocará con la tierra; las aves y
los animales se refugiarán; cambios climáticos por todas partes, que
presagian el castigo.
Todo
está a la vuelta de la esquina, pero hay que seguir viviendo haciendo
la Voluntad de Dios, que eso es lo único que importa en la vida.
«Hija
mía, el hombre debe seguir su vida como lo ha hecho hasta ahora: con su
ir y venir, con sus proyectos y todas sus ansias de vivir. No debe
sentarse a esperar que yo castigue, pues sería una actitud necia y
estúpida por parte de la persona humana…Cuando dices: El Señor no me
dice nada del futuro, dices algo cierto. Pues Yo sólo quiero prepararte
para lo venidero, pero no quiero angustiarte. Tu misión es salvar almas;
no es pregonar el futuro. Es bueno que os preparéis en conciencia y que
estéis advertidos, pero no quiero que viváis con angustias y mucho
menos sin esperanza» (Jesús a Dolores – 15 de marzo 1998).