Oberdan Rocamora para JorgeAsisDigital.com. Jueves, 30 julio , 2015.
        
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              Pulsera negra en Costa Salguero
Silencio entre los patriotas guionados del macricaputismo, con o sin Síndrome de TN.
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
para JorgeAsísDigital
En el caso -altamente probable- que el macricaputismo celebre otra 
vez en Costa Salguero, habría que reconsiderar la cuestión divisoria de 
las pulseras.
Son las pulseritas de varios colores. Cada uno marca la magnitud ideológica del acceso. Amarilla, por ejemplo, es para saltar entre los globitos de la hinchada.
La verde sirve para estar en el corralito, de 15 por 18, con derecho a subir a la euforia del baile si lo autorizan.
Son las pulseritas de varios colores. Cada uno marca la magnitud ideológica del acceso. Amarilla, por ejemplo, es para saltar entre los globitos de la hinchada.
La verde sirve para estar en el corralito, de 15 por 18, con derecho a subir a la euforia del baile si lo autorizan.
Por supuesto, quien luzca la pulsera negra puede socializar también con la señora Juliana, La Bella Paisana. Como con el gerente sustancial, Marquitos Peña, El Pibe de Oro, el verdadero instrumentador de las vibrantes alucinaciones conservadoras del otro gerente, el pensador Jaime Durán Barbas, El Equeco.
Además
 portan la pulsera negra algunos otros gerentes de menor nivel en la 
empresa, como Horacio Rodríguez Larreta, El Geniol, o Diego Santilli, El
 Rojo Romántico, o la señora Gabriela Michetti, La Novicia Rebelde, o la
 señora María Eugenia Vidal, La Chica del Flores de Girondo (releer 
Veinte poemas para el tranvía, de don Oliverio).
También los portadores de la pulsera negra pueden rozarse con algunos parientes del combo, Tagliaferro y Tonelli incluidos. Y determinados jóvenes lozanos, patovicas del pensamiento que activan en el equipo de comunicación que orienta Marquitos. Chicos que son contemplados, según nuestras fuentes, con cierta envidia y perceptible desasosiego, diría Fernando Pessoa, ese gran poeta inventado por Santiago Kovadloff, Predicador del Country.
También los portadores de la pulsera negra pueden rozarse con algunos parientes del combo, Tagliaferro y Tonelli incluidos. Y determinados jóvenes lozanos, patovicas del pensamiento que activan en el equipo de comunicación que orienta Marquitos. Chicos que son contemplados, según nuestras fuentes, con cierta envidia y perceptible desasosiego, diría Fernando Pessoa, ese gran poeta inventado por Santiago Kovadloff, Predicador del Country.
Patriotas guionados
Sin embargo, a estos patriotas guionados del macricaputismo apenas les alcanza para portar la pulserita verde. La que tiene -infortunadamente- el acceso restringido al sector VIP. Que es donde están los que tienen la pulsera negra y donde todos quieren estar para que los vean los portadores de las otras pulseritas, amarillas, lilas, fucsia o policromáticas.
El
 tema de las pulseras para Costa Salguero deriva en tensiones oscuras 
porque está en juego el poder. Y a esta altura no basta con 
responsabilizar, del armado y de la escenografía fragmentada, a la 
señora Bárbara Diez de Geniol. Se trata de una marginación política que 
incita, a venerables macricaputistas -portadores o no del Síndrome TN- a
 destacarse sólo por la ausencia.
“Si yo voy a celebrar, quiero estar cerca de Macri, decirle algo, que me registre”, confirma la Garganta. Suele participar de las reuniones de análisis de los lunes, en la meritoria Fundación Pensar, donde se piensa gratuitamente y al boleo porque siempre los que deciden son los dos accionistas. En la mesa chica del poder, apenas una mesa ratona, con sitio sólo para dos.
“Me siento forreado por Marquitos y los pendex que lo rodean”, prosigue otra Garganta. Irritado porque, aunque la gestione, nunca puede ligar la pulsera negra. Y a duras penas le consiguen la pulsera verde.
Pero las Gargantas exageran el resquemor contra El Pibe de Oro. Porque si no son merecedores de calzar la pulsera negra no es por culpa de Marquitos ni de la señora Bárbara. Es la decisión de uno de los dos máximos accionistas. El que quiere ser presidente.
“Si yo voy a celebrar, quiero estar cerca de Macri, decirle algo, que me registre”, confirma la Garganta. Suele participar de las reuniones de análisis de los lunes, en la meritoria Fundación Pensar, donde se piensa gratuitamente y al boleo porque siempre los que deciden son los dos accionistas. En la mesa chica del poder, apenas una mesa ratona, con sitio sólo para dos.
“Me siento forreado por Marquitos y los pendex que lo rodean”, prosigue otra Garganta. Irritado porque, aunque la gestione, nunca puede ligar la pulsera negra. Y a duras penas le consiguen la pulsera verde.
Pero las Gargantas exageran el resquemor contra El Pibe de Oro. Porque si no son merecedores de calzar la pulsera negra no es por culpa de Marquitos ni de la señora Bárbara. Es la decisión de uno de los dos máximos accionistas. El que quiere ser presidente.
La forma condiciona el fondo
Entonces
 ocurrió un episodio desagradable con cierto empresario que aporta 
dinerillos (supuestamente) destinados a la campaña. El hombre quiso 
chapear influencia, e importancia personal, con otros dos empresarios, y
 con la fascinada esposa de uno de ellos. El grupete anhelaba saludar a 
Mauricio. Al menos mirarlo de cerca, improvisar unos pasitos, 
notificarles el apoyo espiritual y posiblemente algo del efectivo 
materialismo histórico. Pero en la puerta fueron implacables. Por más 
que el empresario aportador getoneara, apenas logró que le alcanzaran 
una pulserita amarilla. Para estar entre la hinchada. Y a los 
acompañantes fascinados no los dejaron siquiera pasar. El grupete 
terminó en El Mirasol de La Recova. Mollejas amargas.
La forma, en estética, marca el fondo. Lo condiciona. Y el fondo es, 
en realidad, casi imperceptible. Sobre todo cuando se asiste apenas a 
una superposición de formas que ocultan un fondo que cuesta, en 
definitiva, encontrar.
Con
 instructivos informáticos. Con las despampanantes explicaciones de El 
Equeco, ante el Grupo “avellutiano” El Manifiesto. Con entrevistas al 
Pibe de Oro que daba la cara, para instalar que “los subestimaban”.
Mientras tanto, los otros sensatos del PRO, los patriotas guionados, o los portadores sanos del Síndrome TN, prefieren utilizar los atributos del silencio. El consejo más sabio de El Equeco. Alude a la importancia de callar.
Entonces callan. No emiten el menor quejido crítico ante la pifiada porque están a siete días del final de la campaña.
Mientras tanto, los otros sensatos del PRO, los patriotas guionados, o los portadores sanos del Síndrome TN, prefieren utilizar los atributos del silencio. El consejo más sabio de El Equeco. Alude a la importancia de callar.
Entonces callan. No emiten el menor quejido crítico ante la pifiada porque están a siete días del final de la campaña.
Agosto, octubre o 2019
Carecen en el macricaputismo de la audacia, sin ir más lejos, del adversario cristinista. Los que admirablemente no vacilaron en festejar, con ademanes, un tercer puesto. Sin que les interese el ridículo.
Al contrario, los macricaputistas tienen mayor sensibilidad. Se les percibe el desencanto en el rostro. Aunque acepten, sólo en voz baja, que el principal accionista pifió. Justo cuando todos lo contemplaban.
De todos modos, el macricaputismo siempre merece celebrar. En poco tiempo, desde un esquema urbano y vecinal, se constituyeron como alternativa. Hasta auto-considerarse los emblemáticos representantes del cambio. Aunque les aparezca a menudo otro sorpresivo. Que represente otra versión del cambio. De verdad.
En 2013 fue Sergio Massa, El Renovador de la Permanencia. Fue quien representó la novedad y era trece años menor que Mauricio, el joven que estaba para oxigenar la política.
Y
 cuando Mauricio -en colaboración con su amigo Daniel- logró atenuar la 
figura de Massa, hasta reducirlo, se le apareció, de repente, Lousteau. 
Es once años menor y lo espera en el estratégicamente lejano 2019.
Lo recomendable, si vuelven a celebrar en agosto -lo cual es improbable-, en noviembre, o en 2019, es modificar un aspecto de fondo. El límite de clase, como lo llamaba Abelardo Arias. La diferencia. La frontera en materia de gravitación. La pulsera negra.
Lo recomendable, si vuelven a celebrar en agosto -lo cual es improbable-, en noviembre, o en 2019, es modificar un aspecto de fondo. El límite de clase, como lo llamaba Abelardo Arias. La diferencia. La frontera en materia de gravitación. La pulsera negra.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com
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