Jorge Doré: Presenciando la puesta en escena
En el palco de la historia
“Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino;
y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares”. (Mateo 24:7)
y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares”. (Mateo 24:7)
Estamos presenciando en toda Europa el
choque de dos ideologías históricamente hostiles y cuyas diferencias
entre ambas hace prácticamente imposible su coexistencia pacífica: el
cristianismo y el islamismo. Ambas están destinadas a resolver sus
diferencias y a luchar por su primacía en una sangrienta conflagración
social en el escenario europeo, pero es predecible que ninguna de las
dos salga victoriosa. La victoria será la de una tercera ideología que
dirige los hilos de las dos anteriores y que es la responsable de la
confrontación de éstas: el sionismo.
Mientras Europa estalla en guerras
intestinas, Israel permanece sentado en el palco de la historia
corroborando la genial efectividad de sus movimientos en el tablero del
ajedrez mundial. Sólo tiene que sentarse a esperar a que la violencia en
el viejo continente alcance niveles críticos para que sus agentes y
siervos declaren que únicamente la intervención de una fuerza global
puede controlar el caos intencionalmente sembrado por ellos mismos,
siendo ésta la excusa perfecta para implantar el represivo totalitarismo
del nuevo orden mundial.
En el protocolo número IX del ciertamente diabólico documento Los protocolos de los sabios de Sión, encontramos las siguientes directrices que describen los acontecimientos que hoy presenciamos a nivel mundial:
“Todas las naciones
experimentan convulsiones y reclaman tranquilidad; están prontas a
sacrificarlo todo a cambio de un poco de paz; pero esa paz anhelada no
se la daremos mientras no reconozcan nuestro super-gobierno abiertamente
y con completa sumisión. El pueblo todos los días está gritando que es
necesario dar una solución a la cuestión social por medio de un acuerdo
internacional en la materia. La división del pueblo en partidos lo ha
puesto en nuestras manos, pues para sostener una lucha es indispensable
dinero, y el dinero somos nosotros los que lo tenemos en nuestro poder”.
No llegaría el nuevo orden mundial sin
declarar –tarde o temprano– la necesidad de eliminar el antagonismo
religioso y anunciar la solución de una única religión mundial en la que
“one size fits all” (una talla sirve a todos). Para cuando eso ocurra,
los que aún creen seguir siendo católicos porque conservan su cordón
umbilical unido a la apostasía de Roma, ya estarán habituados a obedecer
cualquier orden que el antipapa de turno, –y siervo de la sinagoga–,
les dé. El hábito adquirido de aceptar cambios incesantes provenientes
de la maquinaria modernista, les impedirá ver el abismo hacia el que
serán arrastrados. Toda ligadura une.
Repasemos algunas de las directrices del Protocolo XIV:
“Al advenimiento de
nuestro reinado no reconoceremos la existencia de ninguna religión
fuera de la de nuestro Dios único, con el que nuestros destinos están
ligados íntimamente, porque somos el pueblo elegido, por el cual este
mismo destino está unido a los de todo el mundo. Por esto tenemos que
destruir todas las creencias. Si éstas han podido dar origen al Ateísmo
contemporáneo, este estado transitorio no perjudica nuestros objetivos,
sino que servirá de ejemplo a las generaciones que oirán nuestras
predicaciones sobre la religión mosaica, cuyo sistema estoico y
perfectamente concebido nos ha dado por resultado la conquista de todos
los pueblos de la tierra”.
Contra Cristo y la Cruz
El odio del judío talmúdico y cabalista
hacia el cristianismo es invencible. Su obcecación por perseguir las
huellas de Cristo y borrarlas es insaciable. Ellos, que en la actualidad
exigen a cristianos e incrédulos mirar por el microscopio de la mutua
tolerancia, llevan siglos alimentando una aversión hacia el catolicismo
que derivó en la planificación del dominio mundial y la segunda muerte
de Cristo: la de su Cuerpo Místico. El evangelio de este odio se
encuentra registrado en las intolerantes, racistas y políticamente
incorrectas páginas del Talmud, que predican todo lo contrario de lo que
sus hipócritas seguidores exigen al mundo. He aquí tres citas de este
satánico compendio de odios:
“Los judíos son llamados humanos de condición, pero los no judíos no son humanos. Ellos son bestias.” (Babamezia, 114 b)
“El no judío es una basura; un excremento”. (Schulkman Arukh, con las palabras del rabino Josef Caro).
“Todos los niños gentiles son animales”. (Yebamoth 98 a).
Con el advenimiento de las logias
masónicas, creación judía basada en gran parte en la Cábala hebraica,
los judíos, muy astutamente, lograron poner a los mismos que deseaban
conquistar a trabajar para su oculta causa: la destrucción de la
civilización cristiana. Es en los altos grados de las logias donde se
planeó y se inició la metódica infiltración de la sociedad cristiana con
miras a su destrucción; ahí comenzó ésta a secularizarse en nombre del
progreso y del avance hasta culminar en la separación de estado e
Iglesia, imprescindible triunfo para facilitar la destrucción de ambos
tal como se destruye un ser humano cuando su cuerpo y su alma se
separan.
Influido por las semillas heréticas que
el judaísmo talmúdico y cabalista esparcía en universidades, seminarios,
gobiernos, y a través de los medios de comunicación, el cristiano tibio
se dejó seducir por la trinidad diabólica de la igualdad, libertad y
fraternidad: tres imposibles, tres mentiras, tres engaños mortales
resumidos en un sedicioso lema de tres palabras que, por no razonarse,
han causado un mar de sangre en la tierra del que, como ejemplo, puede
citarse la revolución francesa de 1789.
Protocolo IX
“Hemos corrompido,
embrutecido y prostituido la juventud cristiana por una educación
cimentada en principios y teorías que sabemos que son falsos y que no
obstante han sido inspirados por nosotros. Además, las leyes existentes,
sin mudarlas en su esencia, las hemos desfigurado con interpretaciones
contradictorias, obteniendo resultados admirables”.
Una vez que estas semillas de herejía
arraigaron y crecieron, el espíritu de las logias fructificó en los
seminarios, llegando la influencia de su veneno hasta los altos cargos
de la jerarquía eclesiástica y, a partir del nefasto conciliábulo
Vaticano II, la Iglesia pasó a ser regida por la masonería y la sinagoga
judía. El “Daos fraternalmente la paz” de las sacrílegas misas actuales
es una obvia muestra de ello.
Corrupción de las naciones
El sionismo no ha cesado de adoctrinar a
los pueblos metódicamente sustituyendo la mentalidad y los valores
cristianos por un neopaganismo y por la inducción de las insidiosas
virtudes de la tolerancia incondicional, la corrección política y el
amor al multiculturalismo, “virtudes” cuyas verdaderas funciones son
proteger la corrupción, amordazar a quien la denuncie y destruir las
identidades nacionales, respectivamente
Según conocidos documentos masónicos, la
meta final de esta luciferina secta ha sido corromper la sociedad
cristiana y carcomer todos los valores de occidente. En ello está
incluido el patrimonio cultural. La destrucción y denigración de las
artes que acompaña a la corrupción de la moral, ha traído como
consecuencia la cultura del mal gusto y la deconstrucción y últimamente,
expuesta con plena claridad, del explícito satanismo, como puede
apreciarse en los espectáculos de Madonna, Lady Gaga y otras
consuetudinarias ofensoras y ofensores de Cristo y de la Virgen. La
decadencia general es manifiesta a todo el que tenga dos dedos de frente
y rechace asimilarla.
Esta falsa virtud de la tolerancia,
apoyada por la idea de que una “mente abierta” es necesaria en el mundo
moderno, mezclada con religiones y cultos paganos orientales, colaboró a
derrumbar las defensas cristianas de occidente y alentar, en su lugar,
una suicida piedad hacia el enemigo, quienquiera que éste fuera. “Peace
and Love” sería el maligno lema que sustituiría el sólido mandato de
Cristo: “Velad”. Despreciando el consejo de nuestro
Divino Maestro, de una negligente e infausta dicotomía, muchos
cristianos hemos escogido ejercer el papel de mansas palomas mientras
nuestros enemigos han optado por la astucia de las serpientes. Eso
explica la situación actual.
La efectividad del adoctrinamiento
sionista para estupidizar a occidente y neutralizar cualquier respuesta a
un peligro nacional y a cualquier delación de la verdad, es
sorprendente. Tanto es así, que hoy vemos una Europa totalmente incapaz
de reaccionar ante la ocupación enemiga, ante su propia aniquilación,
porque gran parte de su población ha sido programada con el mantra de la
tolerancia mutua a tal extremo que se ha vuelto incapaz de responder
con los anticuerpos de su inteligencia a la gangrena que la devora, por
absurda caridad hacia la pudrición.
Con el abandono a Cristo, se han ido
apagando las luces de todas las naciones que, llevadas en tinieblas por
la mano del adoctrinamiento sionista, han quedado castradas,
paralizadas, incapaces de reaccionar ante la catástrofe. Están a punto
de sucumbir bajo un caos planificado y hasta cínicamente anunciado:
Sabido es que los judíos, haciendo hábil
uso de los poderes y del secretismo de la masonería, fueron ocupando
posiciones claves en todos los gobiernos del mundo, consolidando su
poder e influencia social. Expertos en la usura, establecieron los
grandes bancos centrales que hoy controlan las economías de todas las
naciones del mundo.
“Estamos al borde
de una transformación global. Todo lo que necesitamos es una gran crisis
y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial”. (David Rockefeller en
una cena con embajadores de la ONU).
Y todavía no consiguen ni siquiera
identificar al enemigo que tiene el cuchillo en sus gargantas porque
están preocupadas por pulirle el acero de la hoja al verdugo. Así han
sido mentalmente programadas. Cuando despierten, quienes logren
sobrevivir, lo harán como esclavos
Adoctrinamiento y programación psicológica
Nuestras sociedades han sido
intencionalmente bombardeadas e imbuidas de un complejo de culpa en
todos los niveles: religioso, racial y social. En el nivel religioso,
durante el falso papado del santo súbito Wojtyla, la espuria Iglesia
Católica del Vaticano II se arrodilló ante el mundo a pedir perdón por
los males cometidos a través los siglos. Con este gesto se arrodillaba
también ante la sinagoga judía que contemplaba con complacencia como
finalmente escalaban de la perfidia al triunfo. Y en lo racial y lo
social, la herramienta de la corrección política hace imposible
identificar un mal y llamarlo por su nombre so pena de que nos cuelguen
el ominoso cartel de cualquier fobia al cuello.
Nuestras sociedades han sido fragmentadas
con la rivalidad de las minorías para impedirnos responder de manera
efectiva a los males que nos devoran. Cualquier protesta suscita una
contra-protesta de otra minoría que garantiza que ninguna unidad
amenazadora atentará contra los planes demoledores de nuestros poderosos
enemigos
Estos cerebros maléficos han convertido
Roma en una sucursal de logia masónica, en una letrina de herejías y
apostasía, en un circo de la fe cuya única semejanza con la verdadera
Iglesia son los templos que ésta abandonó cuando el mal se apoderó de
ellos. Afortunadamente, cuando el humo de Satanás comenzó a filtrarse
por las crecientes grietas, los fieles a Cristo y a la Tradición huyeron
de inmediato al percibir la gran estafa espiritual que se avecinaba.
¿Jaque mate mundial?
El sionismo ha logrado corromper
grandemente el cristianismo y exacerbar la crueldad del corazón del
islamismo. Y ahora los enfrenta en el campo de batalla de una Europa
enferma, paralítica y adoctrinada por el liberalismo que ellos llevan
inculcándole durante décadas y que repudia todo lo que huele a Cristo y
aprueba todo lo que se le opone. Mientras tanto, la perfidia judía se
sienta a contemplar desde el palco de la historia, la batalla que los
librará de sus piedras de tropiezo para obtener la dominación del mundo.
Los judíos tienen la convicción de que el
choque entre Cristo y Mahoma precipitará la llegada del mesías tan
esperado por ellos, que no es otro que el hijo de perdición, el seductor
del mundo, quien se dará a la labor de convencer a los pueblos de que
la paz mundial sólo puede alcanzarse con la renuncia a la religión
propia, con el fin del nacionalismo y con la voluntaria entrega de
libertades individuales.
El falso mesías será el promotor de la
homogeneidad del mal, de la abominación de la desolación. Así lo
anunciaba Cristo a quienes tanto lo repudiaban en vida:
“Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis”. (Juan 5:43)
Ante un tablero de ajedrez geopolítico se
juegan los destinos de la humanidad, y el sionismo se siente cada vez
más cerca de ganar la partida.
Pero no concibe, como nosotros, la súbita
aparición de la Virgen María vestida de sol, con la luna bajo sus pies,
lista para cumplir la promesa del triunfo de su Inmaculado Corazón.
Tras lo cual, todas las cosas se restaurarán en Cristo Rey, el único y verdadero Mesías.