“La Fabula del Holocausto”
Arthur R. Butz.
1. Nunca hubo 6 millones de judíos en el área efectivamente ocupada por las tropas alemanas.
2. De los judíos que vivían en las áreas ocupadas, no todos fueron
arrestados y de aquellos que sí lo fueron, la enorme mayoría ha
sobrevivido. De los que murieron, la casi totalidad falleció por
enfermedad, vejez u otras causas naturales.
3. El gas “Zyklon B” con el que supuestamente fueron “gaseadas” las
víctimas del ”holocausto”, fue usado desde la I Guerra Mundial no sólo
por las autoridades militares sino hasta por las civiles ya que el gas
en cuestión era un poderoso insecticida y desinfectante. Fue usado en
los campos de concentración solamente para los fines específicos para
los cuales fue fabricado.
5. Es sabido que, poco después del cese de hostilidades de la II
Guerra Mundial, todo judío que no pudo ser inmediatamente localizado, o
que no se registró ante las autoridades aliadas, fue automáticamente
considerado muerto por exterminio. Debido a este procedimiento
absolutamente arbitrario se llegaron a producir casos bastante
ridículos. Uno de ellos es el de Simone Veil, quien fuera Ministra de
Salud Pública del gobierno francés de postguerra y hasta llegó a ser
presidenta del Parlamento Europeo. Se puede ver su nombre en la página
519 de la “Memoria de la Deportación de los Judíos de Francia”, en dónde
esta buena señora figura como persona ejecutada en la cámara de gas. Su
resurrección sigue siendo un misterio.
6. Nadie, en ninguna parte, ha podido, hasta el día de hoy, localizar
a persona alguna que realmente haya visto “gasear” un sólo ser humano
por los alemanes. Además y esto es lo realmente decisivo nadie, nunca,
en ninguna parte, ha sido arrestado y OFICIALMENTE acusado de ”gasear “
prisioneros en los campos de concentración !!!
7. El total de individuos que en absoluto fue registrado en Auschwitz
asciende a tan sólo 300.000 individuos. Los registros del campo fueron
tomados intactos por los aliados.
8. Hasta el último mes de la guerra, la Cruz Roja Internacional
inspeccionó regularmente los campos de concentración y los halló en
estado satisfactorio hasta que el control aliado del espacio aéreo
impidió los suministros básicos.
9. A los prisioneros de Auschwitz siempre se les permitió recibir
paquetes de ayuda provenientes de sus familiares, tanto de Alemania como
del extranjero. Además, los parientes y amigos de las personas
internadas podían visitar a los reclusos y esto difícilmente se condice
con los procedimientos usuales para un campo de exterminio.
10. El limitado testimonio de “gaseos” que existe, ha sido obtenido, o
bien por falsificación de documentos (como el caso Poliakov), o bien
por tortura de personas involucradas directa o indirectamente en los
campos de concentración. Destacados miembros de Comisiones
Investigadoras del Congreso de los EE.UU.
han atestiguado que los prisioneros alemanes en institutos aliados
fueron frecuentemente maltratados con salvajismo por interrogadores
judíos. Se les rompieron las mandíbulas, se martillaron sus testículos,
se les quebraron los dientes y se les arrancaron las uñas para obtener
“confesiones”. También es de público conocimiento que en múltiples
oportunidades los ciudadanos alemanes fueron amenazados por miembros de
las tropas aliadas de ocupación con la pérdida de sus cartillas de
racionamiento, con la violación de sus esposas por los negros del
ejército norteamericano, con la ejecución lisa y llana o con su entrega a
los rusos, si no “confesaban” determinados crímenes listados y
tabulados de antemano.
En el “Archipiélago Gulag”, Alexander Solzhenitsyn apunta el caso de Jupp Aschenbrenner, un bávaro que fue obligado por los soviéticos a firmar un documento en el que admitía haber trabajado sobre supuestos “vagones de gas”. No fue hasta muchos años más tarde que pudo probar que, en la época en cuestión, se hallaba en Munich estudiando el oficio de soldador.
La obtención de confesiones por torturas está a la orden del día en prácticamente todos los conflictos armados. Durante la guerra de Corea, nada menos que 38 pilotos norteamericanos hechos prisioneros por los coreanos, “confesaron” haber usado armas bacteriológicas. Por supuesto, nadie ha tomado en serio jamás las “confesiones” de estos pilotos. Solamente las “confesiones” arrancadas a ex miembros de las SS son presentadas como documentos de valor histórico.
En el “Archipiélago Gulag”, Alexander Solzhenitsyn apunta el caso de Jupp Aschenbrenner, un bávaro que fue obligado por los soviéticos a firmar un documento en el que admitía haber trabajado sobre supuestos “vagones de gas”. No fue hasta muchos años más tarde que pudo probar que, en la época en cuestión, se hallaba en Munich estudiando el oficio de soldador.
La obtención de confesiones por torturas está a la orden del día en prácticamente todos los conflictos armados. Durante la guerra de Corea, nada menos que 38 pilotos norteamericanos hechos prisioneros por los coreanos, “confesaron” haber usado armas bacteriológicas. Por supuesto, nadie ha tomado en serio jamás las “confesiones” de estos pilotos. Solamente las “confesiones” arrancadas a ex miembros de las SS son presentadas como documentos de valor histórico.
11. Los procedimientos de “gaseo” y de cremación, descritos por los
supuestos testigos, son inconsistentes y físicamente imposibles. Por
ejemplo, se afirma que el personal de los campos entraba inmediatamente
en las cámaras de gas, sin ningún tipo de protección especial, para
extraer a los cadáveres. El procedimiento, de ser cierto, hubiera
significado la muerte segura de ese personal ya que el ZykIon B
precisamente por ser un pesticida de alto rendimiento tiene un gran
poder letal residual.
Por otra parte, en cualquier libro de medicina forense se puede
constatar que se necesitan aproximadamente 40 horas para cremar un
cuerpo humano usando madera o petróleo como combustible. Haciendo
abstracción de la crónica falta de combustible de las fuerzas de combate
alemanas, esto significa que para cremar 6 millones de cuerpos se
necesitan nada menos que 240 millones de horas de cremación. Suponiendo
que se cremasen simultáneamente tanto como 1000 personas, aún tenemos
que hubieran hecho falta 240.000. horas para cremar 6.000.000 de
cuerpos. Doscientas cuarenta mil horas son, exactamente, 10.000 días, o
sea: poco más de ¡veintisiete años! Si los alemanes hubieran cremado
1000 judíos, simultánea, incesante, eficiente e ininterrumpidamente a
partir de 1940, hubieran terminado de cremar al último de los 6 millones
de judíos recién en ¡1967!!! .
Además, las cenizas que quedan luego de cremar un cuerpo humano,
pesan entre 2,5 y 4,5 Kg. Para 6.000.000 de cuerpos esto significa que,
en alguna parte, debería haber entre 15 a 27 millones de kilos de
cenizas sin calcular los residuos del combustible empleado. ¿Dónde están
estas 27.000 TONELADAS de restos???
12. Según el “World Almanac” del American Jewish Committee (Almanaque
Mundial del Comité Judío Norteamericano) había, en 1938, tanto como
15.688.259 judíos en todo el mundo. Según el New York Times, en un
artículo publicado por W. Balswin, en 1948 la población mundial judía
ascendía a 18.700.000 personas. Si de los 15 millones de 1938 restamos
los supuestos 6 millones del “holocausto” nos quedan apenas 9 millones.
Es absolutamente imposible que estos 9 millones hayan podido
reproducirse para constituir los 18 millones de 1948. Ninguna población
del mundo es capaz de duplicar su número en tres o cuatro años. Ni
siquiera en 10 años sería posible tal crecimiento demográfico.
13. La cifra de judíos muertos y desaparecidos durante II Guerra
Mundial nunca pasó de las 250.000 personas. Esta cifra es la que manejó
oficialmente tanto la ONU como la Cruz Roja Internacional. En esta cifra
están incluidos tanto los judíos que murieron de muerte natural como
los que simplemente desaparecieron y, reaparecieron sanos y salvos, como
en el ya visto caso de Simone Veil.
Nadie discute la posibilidad, ni aún la probabilidad, de la
existencia de irregularidades y brutalidades cometidas por algunos
miembros de las SS. Elementos sádicos y anormales hubo, hay y habrá en
todas las tropas del mundo. Las matanzas de los Boers por los ingleses,
las matanzas de Katyn por los rusos, la matanza de My Lai por los
norteamericanos en Vietnam, son sólo muestras para ilustrar el punto.
Nadie pretende afirmar que nunca un judío fue muerto o maltratado por un
alemán. Pero 6 millones de judíos no murieron jamás en los campos de
concentración. Jamás hubo orden de exterminarlos. Jamás los alemanes
practicaron oficial, oficiosa o sistemáticamente el genocidio. El Tan
manoseado “holocausto” nunca tuvo lugar, El famoso “Holocausto”, bien
mirado, no es sino un colosal “Holocuento” utilizado por los israelíes
para cobrar sumas siderales en concepto de indemnizaciones. Esa es la
verdad: el “holocausto” no es más que un siniestro negocio.