Blasfemias de Bergoglio : "Jesús se hizo serpiente" - Alejandro Sosa Laprida
« El Papa después indicó que el Señor le dijo a Moisés
que hiciera ‘una serpiente de bronce’: quien la mirara se habría salvado. Esta,
añadió, es una figura, pero también ‘una profecía, es una promesa, una promesa
que no es fácil comprender’, porque Jesús mismo explicó a Nicodemo que ‘como
Moisés erigió la serpiente en el desierto, así tendrá que ser elevado el Hijo
del hombre, para que quien crea en Él tenga vida eterna’. Esa serpiente de
bronce era, pues, ‘una figura de Jesús elevado en la Cruz’. ‘Pero, ¿por qué el
Señor tomó esta figura tan fea, tan mala? Simplemente porque Él vino para
cargar sobre sí todos nuestros pecados y Él
se convirtió en el pecador más grande sin haber cometido ninguno.
Y
Pablo dice: ‘Él se hizo pecado por nosotros’, retomando la figura ‘Él se hizo serpiente’. ¡Es feo!
Él se hizo pecado para salvarnos, esto significa el mensaje de la liturgia de
la Palabra de hoy, el recorrido de Jesús. » (http://vaticaninsider.lastampa.it/es/vaticano/dettagliospain/articolo/santa-marta-43341/)
Jamás en la historia de la Iglesia alguien a dicho que
Jesús se hubiera convertido en « el pecador más grande », y mucho menos que se
hubiese hecho « una serpiente ». Ningún Papa, ningún Padre de la Iglesia,
teólogo, místico, santo o autor eclesiástico ha sostenido algo por el estilo.
Es más, ni siquiera entre los incontables herejes que registran los anales
pueden hallarse tamaños desvaríos. En dos mil años de historia, a nadie pues se
le cruzó por la cabeza la idea de calificar a Jesús de « más grande pecador ».
En dos mil años de cristianismo, nadie había tenido la demencial ocurrencia de
llamar « serpiente » a Jesús. Nunca. Nadie. En ninguna parte…
Hasta que apareció Bergoglio. El « Papa del fin del mundo
». Decimejorge, para los amigos…
Jorge Bergoglio, alias « Francisco ». El inefable Bergoglio, el del « tango en
el altar » tras celebrar Misa, siendo Cardenal Primado de Argentina y Arzobispo
de Buenos Aires. El mismo que, ya devenido inquilino misericordioso y muy humilde de la Casa Santa Marta lanzaría imperturbable que « no existe un Dios
católico », que no le interesa la educación cristiana de los niños, que él no
es quien para « juzgar » a los gay y que el primer paso hacia la felicidad
consiste nada menos que en « vivir y dejar vivir »…
Bergoglio, el mismo que afirma con un desparpajo a toda
prueba que habría que bautizar a los marcianos y que los musulmanes deberían
buscar sostén espiritual en el Corán. Bergoglio, el « Papa » de las «
periferias existenciales », el inenarrable profeta de la « cultura del
encuentro », el blasfemador inveterado que no desperdicia ocasión alguna para
derramar su veneno espiritual sobre todas las realidades sagradas que encuentra
a su paso. A un ritmo frenético. Compulsivamente. Como si quisiera aprovechar
cada minuto de su nefando « pontificado » para causar el mayor daño posible en
las almas, para provocar el mayor escándalo posible en los cristianos que
ingenuamente creen ver en él al « Santo Padre », al « Vicario de Jesucristo »,
al « Dulce Jesús en la tierra »…
Demolición sistemática de la doctrina, abolición en regla
de la moral y profanación metódica de lo sacro efectuadas a un ritmo
vertiginoso, caracterizado por un caudal incesante de palabras huecas y
engañosas, en un torbellino ensordecedor de insensateces sin fin, incontinencia
verbal hecha carne, logorrea crónica diseminada a los cuatro vientos, como si
supiera que su tiempo está contado y que debe ejecutar su misión maligna y
disolvente con premura, antes de volverse el objeto de la justicia divina, antes
de ser arrojado vivo al estanque de fuego y azufre, junto a aquel a quien
allana el camino con notable esmero desde aquel fatídico 13 de marzo de 2013 y
su inaudito « buona sera », inconcebible saludo profano en boca de un «
pontífice » y sombrío augurio de todos los males que su llegada habría de
acarrear a la Iglesia y al mundo…
Un breve comentario acerca de las citas bíblicas detrás
de las que pretende escudarse « Francisco » para insultar a Jesucristo.
Comencemos con la de San Pablo en 2 Corintios 5, 21 : « Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que
nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. » San Pablo no dice en
absoluto que Cristo hubiese sido hecho « pecador », ya que por definición un «
pecador » es alguien que comete pecados, lo que Cristo no hizo. Dice « pecado
», queriendo significar « ofrenda por el pecado », « sacrificio » u « hostia »
inmolada por el pecado de la humanidad rescatada por Cristo en la Cruz,
asumiendo sobre sí mismo la pena debida a nuestras faltas, mas no la culpa.
Cito el luminoso comentario que de este pasaje paulino
hace Santo Tomás:
« […] según la costumbre del Antiguo Testamento al
sacrificio por el pecado se le llama pecado. Comen los pecados de mi pueblo
(Os. 4, 8), esto es, las oblaciones por los pecados. Y entonces el sentido es
éste: Lo hizo pecado, esto es, hostia, o bien sacrificio por el pecado. De otro
modo, porque pecado se toma a veces por semejanza del pecado, o bien por pena
del pecado. Envió Dios a su Hijo en semejanza de pecado (Rm 8, 8), o sea, que
en semejanza de pecado condenó al pecado. Y entonces el sentido es éste: Lo
hizo pecado, esto es, hizo que El asumiera la carne mortal y pasible. De un
tercer modo, porque a veces se dice que una cosa es esto o lo otro, no porque
lo sea, sino porque los hombres opinan que así es. Y entonces el sentido es
éste: Lo hizo pecado, esto es, hizo que se le tomara por pecador. Ha sido
confundido con los facinerosos (Is 53, 12). » (http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/es/jkl.htm#a4)
El siguiente comentario de Cornelio a Lápide sintetiza
magistralmente la doctrina católica sobre la expiación de nuestros pecados en
la persona de Cristo, la Víctima sin tacha que amorosamente entregó su vida en
el madero de la Cruz para salvación nuestra:
« Vers. 21. - Him who knew no sin. Experimentally,
says S. Thomas, Christ knew no sin, though by simple knowledge He did, for He
did no sin. Hath made Him to be sin for
us. For us, says Illyricus, who were sin; because, he says, sin is the
substance and form of our soul. But to say this of ourselves is folly, of
Christ blasphemy. (1.) The meaning is that God made Christ to be the victim
offered for our sin, to prevent us from atoning for our sins by eternal death
and fire. The Apostle plays on the word sin, for when he says, “Him who knew no
sin,” he means sin strictly speaking; but when he says, “He made Him to be sin
for us,” he employs a metonymy. So Ambrose, Theophylact, and Anselm. In Ps. XL
12, Christ calls our sins His. (2.) Sin
here denotes, says S. Thomas, the likeness of sinful flesh which He took, that
He might be passible, just as sinners who are descended from Adam are liable to
suffering. (3.) Sin, in the sense of being regarded by men as a noteworthy
sinner, and being crucified as a malefactor. So the Greek Fathers.
Of these three
interpretations the first is the more full, significant, and vigorous, and the
one more consonant with the usage of Scripture, which frequently speaks of an
expiatory victim as sin. Cf. Hosea IV 8; Lev. IV 24 and 21; Ezek. XLIV 29. The
reason of this metonymy is that all the punishment and guilt of the sin were
transferred to the expiatory victim, and so the sin itself might seem to be
also transferred to it. In token of this the priest was accustomed to lay his
hands on the victim, and call down on it the sins of the people; for by the
hands are signified sinful actions, which are for the most part executed by the
hands, as Theodoret says in his notes on Leviticus i. Therefore the laying of
hands on the victim was both a symbol of oblation and a testimony of the
transference of guilt to the victim, showing that it was expiatory, and that it
bore the sin itself, with all its burden of guilt and punishment. In this way
the high-priest on the great Day of Atonement turned a goat into the
wilderness, having imprecated on it the sins of the whole people. Cf. Lev. XVI
20. » (http://www.catholicapologetics.info/scripture/newtestament/2ndcor45.htm)
Veamos ahora la cita de San Juan, capítulo 3, versículo
14 : « Y como Moisés levantó la serpiente
en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. »
Cito al respecto la Catena Aurea compilada por Santo
Tomás de Aquino :
« Muchos morían en el desierto por las mordeduras de las
serpientes. Y por ello Moisés, por orden de Dios, levantó en alto una serpiente
de bronce en el desierto; cuantos miraban a ésta, quedaban curados en el acto.
La serpiente levantada representa la muerte de Cristo, de la misma manera que
el efecto se significa por la causa eficiente. La muerte había venido por medio
de la serpiente, la que indujo al hombre al pecado por el cual había de morir;
mas el Señor, aun cuando en su carne no había recibido el pecado, que era como
el veneno de la serpiente, había recibido la muerte, para que hubiese pena sin
culpa en la semejanza de la carne del pecado, por lo cual en esta misma carne
se paga la pena y la culpa. » (San Agustín, De
peccat. mer. et remiss. cap. 32)
« Véase aquí la figura y la realidad. En el primer caso
se lee la semejanza de la serpiente con todas sus cualidades de animal, mas
privándola del veneno; en el segundo caso Jesucristo, a pesar de estar libre
del pecado, asumió la semejanza de la carne del pecado. » (Teofilacto)
« El Señor invita con estas palabras al maestro de la Ley
mosaica a que comprenda su sentido espiritual, recordándole la historia
antigua, y demostrándole que ésta era figura de su pasión y de la salvación
humana. » (Beda)
« Hay una diferencia entre la figura y la realidad, y es
que aquellos eran curados sólo de la muerte temporal volviendo a una vida
material, mas éstos obtienen la vida eterna. » (San Agustín, In
Ioannem tract., 12) (http://www.hjg.com.ar/catena/c670.html)
Es decir que la serpiente de bronce expuesta por Moisés
para que fuesen salvados de la muerte temporal quienes habían sufrido las
picaduras de las serpientes del desierto es una figura del sacrificio redentor
de Cristo elevado en la Cruz para que quienes hemos sufrido la mordedura
venenosa de la Serpiente seamos salvados, no ya de la muerte temporal, sino de
la condenación eterna. La serpiente de bronce salvaba sin contener veneno, así
como Cristo, en el altar del Calvario, oblación pura e inmaculada, libre del
veneno del pecado, nos devuelve la vida de la gracia, prenda de la eterna
bienaventuranza, padeciendo la pena que nuestras faltas merecieron, si
dirigimos con fe y amor hacia El nuestra mirada.
De este modo queda claro que Nuestro Señor en su acto
redentor no se volvió « pecador » ni mucho menos aún se hizo « serpiente »,
salvo en el espíritu perverso de Jorge Mario Bergoglio, alias « Papa Francisco
», el cual merece ciertamente el mote de Blasfemoglio, ya que, disimulado
bajo la apariencia del Cordero (Santo Padre, Vicario de Cristo, Soberano
Pontífice, etc.), habla en realidad como un Dragón (Ap. 13, 11), desempeñando
escrupulosamente su papel de Supremo Blasfemador y de Precursor del Anticristo,
a la espera de que llegue la hora por Dios fijada de poner un término a su
impiedad desenfrenada…
«
Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para
guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia
fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las
señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la
bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de
un lago de fuego que arde con azufre. » (Ap. 19, 19-20)
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista