FRANCISCO EL GRAN ENGATUSADOR
[Artículo enviado por la Hna. María de Luján:
El jesui-peronismo de Bergoglio
Buen análisis de “Panorama Católico Internacional”.]
El Gran Engatusador
Marcelo González
Por momentos resulta divertido ver los esfuerzos que realizan los analistas religiosos para entender a Francisco. Recientemente, Michael Matt y Chris Ferrara, en uno de los micro programas televisivos de The Remnant volvían a manifestar su sana perplejidad ante la carta que el susodicho envió a Mons. Rino Fisichella, Presidente de Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, a propósito del Año Santo de la Misericordia.
Por momentos resulta divertido ver los esfuerzos que realizan los analistas religiosos para entender a Francisco. Recientemente, Michael Matt y Chris Ferrara, en uno de los micro programas televisivos de The Remnant volvían a manifestar su sana perplejidad ante la carta que el susodicho envió a Mons. Rino Fisichella, Presidente de Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, a propósito del Año Santo de la Misericordia.
Ahora -se cuestionaban- nos presenta como novedoso algo que no lo
era: los sacerdotes pueden perdonar la culpa de quienes han participado
en abortos… lo cual siempre ha sido así.
Pero no se dice palabra de la
pena que está reservada al obispo de la diócesis (excomunión latae
sententiae). Esta parte ¿sigue vigente? Y si sigue vigente ¿qué cambió?
En la realidad nada, en la apariencia, para los medios, todo ha
cambiado.
Los miembros de la FSSPX podrán confesar válida y lícitamente a
partir de 8 de diciembre del corriente año, y hasta fecha equivalente
del año próximo. Esto último será mandatorio en virtud de una orden
personal del papa (así lo expresa con raro énfasis el texto), orden que
se manifiesta no en una exhortación, bula, encíclica o documento
magisterial formal, aunque sea de ínfima formalidad, sino en una carta a
un arzobispo de la Curia romana, a cargo de organizar el Año Santo.
¿Qué valor jurídico tiene esta orden? Recordemos que los sacerdotes de
la FSSPX están suspendidos a divinis (curiosamente sus obispos no). ¿Es
un levantamiento provisorio de la suspensión? ¿Un levantamiento parcial y
de plazo fijo? No se sabe.
El único analista internacional que conozco haya encontrado el rumbo
para entender el estilo de Francisco es Sandro Magister, cuando dice que
Bergoglio es peronista y actúa como tal.
Antes de que algunos juzguen precipitadamente lo que esto implica hay
que aclarar que esto no es un juicio de valor sobre Perón o el
peronismo en ningún sentido. No soy analista políticos. Es una mera
referencia histórica.
Bergoglio, cuyos contactos reservados con dirigentes peronistas y su
“militancia” críptica ya no lo son tanto, sin duda ha adoptado el estilo
de “conducción” del viejo líder. O sea, la indefinición. Perón decía
las cosas a medias, en especial cuando estaba en el llano. Y trataba de
producir un guiño especial para cada uno, a fin de retener a todos bajo
su tutela política, aunque en ese amplio paraguas se refugiaran personas
de las más opuestas convicciones.
Hace poco un importante ex funcionario peronista, muchas veces
“reconvertido” en auténtico peronista, según los vientos del momento,
definía con mucha sagacidad la herencia de Perón: fue un bígamo, o
trígamo, decía el analista de referencia, que al morir no pudo evitar el
encuentro de sus diversas esposas (o sea, las diversas tendencias
ideológicas acurrucadas bajo el mote de “peronistas”). Ellas, en lugar
de pelear por la herencia durante el velorio, o al menos después de
pelear y no lograr nada, decidieron compartirla alternativamente, de
donde hay peronismos de derecha, de izquierda, de centro y de todo tipo,
que se alternan en el poder. Todos herederos legítimos. Todos
usufructuarios del poder y del nombre: del primero con alternancia, del
segundo en forma permanente.
Francisco gobierna según los postulados de este moderno Maquiavelo
que fue el General Perón. Acoge a todos en los discursos, hace guiños a
izquierda y derecha. Y gira en redondo… porque él va donde quiere ir.
¿Dónde quiere ir Francisco?
Un misterio. Tal vez a ningún lado. Tal vez ya esté donde quiere ir,
pero no puede seguir estando sin la ayuda de los elementos que componen
la base de su “poder” (difícilmente Francisco crea en la eficacia de los
poderes petrinos para este fin).
Estos elementos son la popularidad y el show. Bajo cuerda manda con
mano de hierro, generalmente para despejar el horizonte de personas a
las que detesta o que no se someten a sus juego. Pero en el nivel en el
que se muestra el “poder”, opera según el más rancio estilo peronista: a
cada uno le dice lo que quiere oír.
Alienta tendencias contrarias, y a la vez las desalienta, como no
podría ser de otro modo por la lógica de los hechos. Más con gestualidad
que con realidades. Cuando una fuerza se va imponiendo y comienza a
tener un poder de decisión o una velocidad mayor de los que él considera
prudente, produce una reacción, o una ilusión contraria.
Para decirlo de otro modo: Francisco nos muestra la imagen de lo que
quiere hacer por partes, como si fuese un rompecabezas. Pero no nos
muestra meramente las piezas del “puzzle” que él quiere, sino peor,
trampea más, usando partes que pertenecen a figuras distintas. Por eso
ni el más imaginativo puede armar mentalmente el dibujo. Porque no es un
solo dibujo: son dos, o más.
Inclusive puede sospecharse que las piezas a partir de las cuales
reconstruimos las imágenes, sean de una Iglesia según la concepción de
los cardenales Marx y Kasper, o según la de los cardenales Müller y
Sarah, que han respondido con severidad casi violenta a los anteriores,
ambas imágenes no son las únicas cuyas partes nos muestra.
En efecto, utiliza otras piezas: las que conforman una imagen más
bien no figurativa, abstracta. Esta es su imagen preferida, aquella en
la que cada uno tiende a ver lo que desea y se lo atribuye, a lo que él
responde con una sonrisa complaciente y un guiño, como el viejo general.
Este es Francisco, el gran simulador, el maestro consumado en el arte
de engatusar, como decimos coloquialmente en español, o sea de halagar
para conseguir voluntades. O también “hechizar”.
Siempre es saludable recordar que como jesuita puede tener -en la
exageración de este rasgo- un atenuante por “deformación profesional”.
Aunque no parece prudente olvidar la relación de estas prácticas con la
mentira. Ni con su Padre.
Digo, con el Padre de la Mentira.
Post Scriptum para la meditación:
Los Plateros, “El G
e Bergoglio
Buen análisis de “Panorama Católico Internacional”.]
El Gran Engatusador
Por Marcelo González
Por
momentos resulta divertido ver los esfuerzos que realizan los analistas
religiosos para entender a Francisco. Recientemente, Michael Matt y
Chris Ferrara, en uno de los micro programas televisivos de The Remnant volvían
a manifestar su sana perplejidad ante la carta que el susodicho envió a
Mons. Rino Fisichella, Presidente de Pontificio Consejo para la Nueva
Evangelización, a propósito del Año Santo de la Misericordia.
Ahora
-se cuestionaban- nos presenta como novedoso algo que no lo era: los
sacerdotes pueden perdonar la culpa de quienes han participado en
abortos… lo cual siempre ha sido así. Pero no se dice palabra de la pena que
está reservada al obispo de la diócesis (excomunión latae sententiae).
Esta parte ¿sigue vigente? Y si sigue vigente ¿qué cambió? En la
realidad nada, en la apariencia, para los medios, todo ha cambiado.
Los miembros de la FSSPX podrán confesar válida y lícitamente a partir de 8 de diciembre del
corriente año, y hasta fecha equivalente del año próximo. Esto último
será mandatorio en virtud de una orden personal del papa (así lo expresa
con raro énfasis el texto), orden que se manifiesta no en una
exhortación, bula, encíclica o documento magisterial formal, aunque sea
de ínfima formalidad, sino en una carta a un arzobispo de la Curia
romana, a cargo de organizar el Año Santo. ¿Qué valor jurídico tiene
esta orden? Recordemos que los sacerdotes de la FSSPX están suspendidos a divinis (curiosamente
sus obispos no). ¿Es un levantamiento provisorio de la suspensión? ¿Un
levantamiento parcial y de plazo fijo? No se sabe.
El
único analista internacional que conozco haya encontrado el rumbo para
entender el estilo de Francisco es Sandro Magister, cuando dice que
Bergoglio es peronista y actúa como tal.
Antes
de que algunos juzguen precipitadamente lo que esto implica hay que
aclarar que esto no es un juicio de valor sobre Perón o el peronismo en
ningún sentido. No soy analista políticos. Es una mera referencia
histórica.
Bergoglio,
cuyos contactos reservados con dirigentes peronistas y su “militancia”
críptica ya no lo son tanto, sin duda ha adoptado el estilo de
“conducción” del viejo líder. O sea, la indefinición. Perón decía las
cosas a medias, en especial cuando estaba en el llano. Y trataba de
producir un guiño especial para cada uno, a fin de retener a todos bajo
su tutela política, aunque en ese amplio paraguas se refugiaran personas
de las más opuestas convicciones.
Hace poco un importante ex funcionario peronista, muchas veces “reconvertido” en auténtico peronista,
según los vientos del momento, definía con mucha sagacidad la herencia
de Perón: fue un bígamo, o trígamo, decía el analista de referencia, que
al morir no pudo evitar el encuentro de sus diversas esposas (o sea,
las diversas tendencias ideológicas acurrucadas bajo el mote de
“peronistas”). Ellas, en lugar de pelear por la herencia durante el
velorio, o al menos después de pelear y no lograr nada, decidieron
compartirla alternativamente, de donde hay peronismos de derecha, de
izquierda, de centro y de todo tipo, que se alternan en el poder. Todos
herederos legítimos. Todos usufructuarios del poder y del nombre: del
primero con alternancia, del segundo en forma permanente.
Francisco
gobierna según los postulados de este moderno Maquiavelo que fue el
General Perón. Acoge a todos en los discursos, hace guiños a izquierda y
derecha. Y gira en redondo… porque él va donde quiere ir.
¿Dónde quiere ir Francisco?
Un
misterio. Tal vez a ningún lado. Tal vez ya esté donde quiere ir, pero
no puede seguir estando sin la ayuda de los elementos que componen la
base de su “poder” (difícilmente Francisco crea en la eficacia de los
poderes petrinos para este fin).
Estos
elementos son la popularidad y el show. Bajo cuerda manda con mano de
hierro, generalmente para despejar el horizonte de personas a las que
detesta o que no se someten a sus juego. Pero en el nivel en el que se
muestra el “poder”, opera según el más rancio estilo peronista: a cada
uno le dice lo que quiere oír.
Alienta
tendencias contrarias, y a la vez las desalienta, como no podría ser de
otro modo por la lógica de los hechos. Más con gestualidad que con
realidades. Cuando una fuerza se va imponiendo y comienza a tener un
poder de decisión o una velocidad mayor de los que él considera
prudente, produce una reacción, o una ilusión contraria.
Para
decirlo de otro modo: Francisco nos muestra la imagen de lo que quiere
hacer por partes, como si fuese un rompecabezas. Pero no nos muestra
meramente las piezas del “puzzle” que él quiere, sino peor, trampea más,
usando partes que pertenecen a figuras distintas. Por eso ni el más
imaginativo puede armar mentalmente el dibujo. Porque no es un solo
dibujo: son dos, o más.
Inclusive
puede sospecharse que las piezas a partir de las cuales reconstruimos
las imágenes, sean de una Iglesia según la concepción de los cardenales
Marx y Kasper, o según la de los cardenales Müller y Sarah, que han
respondido con severidad casi violenta a los anteriores, ambas imágenes
no son las únicas cuyas partes nos muestra.
En
efecto, utiliza otras piezas: las que conforman una imagen más bien no
figurativa, abstracta. Esta es su imagen preferida, aquella en la que
cada uno tiende a ver lo que desea y se lo atribuye, a lo que él
responde con una sonrisa complaciente y un guiño, como el viejo general.
Este
es Francisco, el gran simulador, el maestro consumado en el arte de
engatusar, como decimos coloquialmente en español, o sea de halagar para conseguir voluntades. O también “hechizar”.
Siempre
es saludable recordar que como jesuita puede tener -en la exageración
de este rasgo- un atenuante por “deformación profesional”. Aunque no
parece prudente olvidar la relación de estas prácticas con la mentira.
Ni con su Padre.
Digo, con el Padre de la Mentira.
Post Scriptum para la meditación:
Los Plateros, “El G