P. Basilio Méramo-
LA DEVOTIO MODERNA NOMINALISTA VOLUNTARISTA Y SU ORIGEN GNÓSTICO
Es de suma importancia ver la relación entre la llamada Devotio Moderna,
cuyo máximo exponente místico espiritual fue Tomás de Kempis
(1380-1471), y la mística alemana (renana), cuyo maestro (y de ahí el
nombre) es el dominico Eckhart (1260-1328), comúnmente conocido como el
Maestro Eckhart. Dicho autor es un gran místico, pero lamentablemente su
pensamiento es gnóstico cabalístico, a tal punto que se lo puede
considerar filosóficamente como el gran metafísico de la Gnosis.
Liturgia de las Horas (manuscrito) de Gerardo Groote
La Devotio Moderna
es una corriente espiritual de la baja Edad Media, nacida en los Países
Bajos (Holanda), a finales del siglo XIV. Los orígenes vienen con la
obra de Gerardo Groote (1340-1384) , quien fundó una organización
femenina llamada Hermanas de la Vida Común; un seguidor y colaborador,
Florencio Radewijns (1350-1400), que se hizo sacerdote a instancias del
mismo Groote y continúa la obra de su maestro fundando una congregación
masculina con el nombre de Hermanos de la Vida Común, en 1378 inaugura
en Windeshein en Alemania, un monasterio formado por clérigos y laicos,
dando nacimiento a la comunidad de canónicos regulares de San Agustín.
La espiritualidad es voluntarista, antiespeculativa, nominalista y
moralista.
Nadie puede desconocer que el fundador de la Devotio Moderna,
Gerardo Groote tuvo la influencia del Maestro Eckhart; tampoco se puede
además ignorar que el protestantismo tuvo su caldo de cultivo en la Devotio Moderna, pues
personajes como Erasmo de Róterdam (1466-1536), Juan Calvino y Gabriel
Biel (1410-1495), fueron influidos por este movimiento, y este último
llegó a ser director de una de los centros de estudio de esta
congregación y que tuvo gran influencia en Lutero.
Tampoco se puede ignorar que la Devotio Moderna, está
íntimamente ligada al voluntarismo teológico de Duns Scoto (1265-1306) e
incluso al nominalismo de Guillermo de Ockham (1295-1350).
El daño que
el nominalismo, surgido de la vieja disputa escolástica de los
universales haciendo de las esencias puros nombres (de ahí el nombre de
nominalismo), causó a la teología y al pensamiento filosófico que aún
hoy sufrimos, no se puede ignorar.
El mismo concepto de Devotio Moderna, está
señalando la impronta de Ockham, que se contraponía a la Escolástica de
la escuela antigua. Ockham, como es sabido, es la figura del
nominalismo que se remonta a Roselino (1050-1121) y a Abelardo
(1079-1142); y para que nos demos una idea de su funesto voluntarismo
nominalista, basta recordar lo que decía “si Dios mandaba a adorar a una burra, ese acto sería bueno”,
ya que todo el orden moral en su acendrado voluntarismo, dependía de la
libérrima voluntad de Dios y lo que Dios decretara, voluntaria y
libremente, es lo bueno, y lo contrario es lo malo, es decir, que el
bien y el mal dependen no de la sabiduría, sino de la voluntad de Dios.
“Lo que
Dios quiere es necesariamente justo y bueno, precisamente porque lo
quiere, de esta voluntad procede la ley y todo valor o calificación
moral. (…) Dios puede cambiar el primer mandamiento y, por ejemplo,
llevando las cosas al extremo, ordenarle a un hombre a odiarlo, de
suerte que tal acto vendría a ser bueno. (…) Igualmente el odio al
prójimo, el robo, el adulterio serían meritorios si Dios lo manda”. (P. Servais Pinckaers O. P. , ed. du Cerf, Paris 1993. p. 256).
Habrase
visto mayor estupidez y aberración conceptual- mental a la cual se pueda
llegar, y todo gracias al voluntarismo nominalista de un hijo de
Albión, de un anglosajón en todo su esplendor.
Este
voluntarismo atroz ya había sido refutado antecedentemente por Santo
Tomás de Aquino, cuando tildaba de blasfemo el considerar que Dios al
crear las cosas por un acto voluntario, no lo hacía considerando su
inteligencia y sabiduría. Y así dice: “Dios obra voluntariamente por ordenación de su sabiduría”. (I-II, q. 79-3).
Y más aún, además de erróneo, es blasfemo: “Decir
entonces que la justicia depende de la simple voluntad, es decir que la
divina voluntad no procede según el orden de la sabiduría, lo cual es
blasfemo”. (De Ver. q.23, a.6). Con esto tenemos la condenación del voluntarismo teológico, por Santo Tomás de Aquino.
El Padre Cornelio Fabro, del cual el Padre Meinvielle dijera: “¿Es
posible, que después de siete siglos de tomismo, tan sólo el P. Fabro
haya vuelto a entender el acto de ser? ¿Es posible…?”. (Elvio
Fontana, In Memoriam Cornelio Fabro, ed. Verbo Encarnado San Rafael
-Mendoza, Argentina- 1995, p.31); pues lamentablemente la escuela
tomista, a partir de Cayetano y Bañez, fue más cayetanista y bañeciana,
que tomista. El P. Fabro después de referirse al nominalismo protestante
de inspiración agustiniana y tras catalogar al nominalismo como la
tragedia espiritual más grande en que ha caído la razón humana y de
fideísmo absoluto, que desvirtúa la fe verdadera, pretendiendo que el
que cree no entiende nada, no razona, lo cual corresponde a una óptica
nominalista de la cual nació el protestantismo, advirtiendo, a pesar
suyo, sobre el nominalismo del autor de la Imitación de Jesucristo,
Tomás de Kempis, pero dando una gran luz para ponernos en guardia: “El
autor de la Imitación de Cristo -un autor desconocido sin duda muy
profundo-pero nominalista: ‘¿Qué es lo que me importa a mi saber de la
Trinidad? A mí me basta rezar a la Trinidad, qué me importa de hecho
discutir sobre las personas de la Santísima Trinidad, cuando no tengo la
rectitud mediante la cual agrado a la Trinidad?”. (La Crisi della
Ragione nel Penseiro Moderno, Cornelio Fabro, ed. Forum, Udine, Italia
2007, p.43). Aquí vemos como el P. Fabro señala el nominalismo del
famoso Kempis.
El P. Servais Pinckaers, O.P. muestra cómo el nominalismo afectó la teología moral diciendo: “Con el nominalismo, una fosa profunda se cavó entre los moralistas modernos y la tradición patrística”. (Ibídem, p.262), y además dice: “Dios
es para Ockham la realización absoluta de la libertad, gracias a su
omnipotencia. Dios no está luego sometido a ninguna ley, incluso moral;
su voluntad libre es la única causa y origen de la moral”. (Ibídem, p.261). Y muestra la gran influencia que tuvo: “Las
doctrinas de Ockham conocieron una muy larga difusión y dieron
nacimiento al nominalismo que influenciará profundamente el pensamiento
occidental en este tiempo final del medioevo”. (Ibídem, p.251).
El mismo autor al referirse al Kempis manifiesta: “También
los espirituales, como por ejemplo Tomas de Kempis en la Imitación de
Jesucristo, pondrán con frecuencia a sus lectores en guardia contra la
vanidad de las especulaciones teológicas”. (Ibídem, p.265).
Conviene
también decirlo y recordarlo, que toda la filosofía moderna tiene una
gran impronta nominalista, además de gnóstico- cabalística. El Maestro
Eckhart, no hay que olvidarlo, fue condenado poco después de morir, por
sus proposiciones heréticas y aun así goza de gran fama como autor
espiritual y místico, siendo él, junto con sus dos discípulos Susón y
Taulero, el triduo de la mística alemano-renana y al cual habría que
asociar a Ruysbroeck (Rusbroquio 1293-1381) considerado por Groote y
Tomás de Kempis como su maestro, y sobre el cual influye el Maestro
Eckhart.
En su libro De la Cábala al Progresismo, el P. Meinvielle dice: “Abellio en La Structure Absolue
nos dice repitiendo la tesis de la Cábala, que ‘el problema de lo
Indeterminado, llamado Supremo Brahma por los hindúes, Tem (el que no
existe en forma) por los egipcios, Ain-Sof por los judíos, deidad de
Dios por el Maestro Eckhart y Undgrund por Jacobo Boehme, se confunde
con el de la infinidad de los posibles, y la suprema contingencia
aparece allí como resultado de una determinación absoluta… La deidad nos
aparece como la equivalencia de un lleno absoluto y de un vacío
absoluto’. Por aquí aparece que las gnosis, tanto antiguas como
modernas, son una mezcla de los misterios de todas las religiones y
tradiciones con un barniz de elementos también cristianos, todas tienen
una misma y única estructura, calcada sobre el hinduismo, parsismo,
religiones caldeas y egipcias, hermetismo, e infaltablemente, el molde
fundamental de la gnosis cabalista”. (De la Cábala al Progresismo, ed. Calchaquí, Salta 1970, p.294).
El Padre
Fabro, sin entrar en la cuestión de la gnosis ni de la cábala, refuta al
Maestro Eckhart, por su concepción filosófica y metafísica y que por
ende contamina su teología: “La tesis correspondiente de Eckhart es
dada por la doctrina aviceniana bien conocida: ‘ab uno non procedit nisi
uno’. De Dios, intelligere puro, todo lo múltiple creado procede
necesariamente y de manera unitaria. Eckhart es consciente de que se
aleja de Santo Tomás, y lo dice: ‘Primo, dato quod Deus agat necessitate
naturae tunc dico: Deus agit et producit res per naturam suam, scilicet
Dei. Sed natura Dei est intellectus, et sibi esse est intelligere, igitur producet res in esse per intellectum’. Como Hegel, Eckhart ignora en Dios el momento de la libertad de elección con respecto a lo finito”. (Participación y Causalidad según Santo Tomás de Aquino, ed. Eunsa, Pamplona 2009, p.522). (Primeramente,
dado que Dios obra necesariamente por su naturaleza, digo entonces:
Dios obra y produce las cosas por su naturaleza, a saber, la de Dios.
Pero la naturaleza de Dios es intelectual, y su ser es inteligir, por
consiguiente, produce las cosas en el ser por el intelecto). Por
esto Dios crea por su naturaleza intelectual tan necesariamente como
piensa. Por lo cual Dios crea necesariamente (y no libremente), pues lo
hace tan necesariamente como piensa, dada su naturaleza intelectual.
Y más adelante expresa: “…
para Eckhart (y para Avicena), el esse es el flujo de Dios y no entra
en composición con la esencia según la manera del acto y la potencia”. (Ibídem, p. 523).
El esse
que constituye y hace ser al hombre es un flujo divino, es lo que hay
de la divinidad en el hombre, la chispa divina como profesa la cábala y
la gnosis.
Puesto que:
“El esse en la criatura es alio con respecto a la esencia, pero no con
respecto al esse divino, y la esencia es nihil con respecto al esse”. (Ibídem, p.524).
Se tiene así que: “En
la concepción de Eckhart (Avicena), el esse es la formalidad suprema,
poseída totalmente por Dios, y que abarca las cosas como un flujo, una
luz, el éter. (…) Así, el esse, que es Dios, es completamente igual en
todas las cosas. (…) Es evidente que esta concepción no tiene nada en
común con la distinción tomista de esse y esencia ni con la doctrina de
causalidad que sigue de ella”. (Ibídem, p.524, 525).
Según lo expuesto por el P. Fabro, para Eckhart el ser (esse)
es un flujo divino en el hombre, es lo que el hombre tiene de divino y
esto es lo mismo, que por otra parte, enseña la gnosis y la cábala;
luego metafísicamente hablando no se puede dar un mayor soporte
filosófico a la gnosis cabalista que hace del hombre un ser divino, y es
justamente esto lo que caracteriza a la gnosis cabalista, como lo hace
ver muy bien el Padre Julio Meinvielle. Por esto mismo Jean Borella que
es quizás el gnóstico más grande de todos los tiempos, superando incluso
a René Guenón que terminó sufita, es decir gnosis musulmana, mientras
que él permanece aparentemente católico, trinitario, pues compagina la
patrística y el misterio de la Santísima Trinidad con la Gnosis; tiene
una gran admiración por el Maestro Eckhart.
El hecho de
relacionar el nominalismo con el Kempis, como hace el Padre Fabro, es de
gran importancia para comprender la influencia del nominalismo en la
espiritualidad de la Devotio Moderna, de la cual el Kempis es el máximo exponente o su quintaesencia.
Otro gran
gnóstico y considerado padre de la Filosofía Alemana es Nicolás de Cusa
(1401-1464) que llegó a ser Cardenal, fue un gran gnóstico cabalista y
uno de los discípulos de la Devotio Moderna educado por los Hermanos de la Vida Común.
El P. Julio Meinvielle dice de él: “Nicolás de Cusa recibió la influencia de la cábala, al menos indirecta, en varias corrientes”. (De la Cábala al Progresismo, p. 230). Y prosigue diciendo: “Para
Nicolás de Cusa, en la esencia divina coinciden, se confunden,
armonizan e identifican todos los contrarios: el todo y la nada, el ser y
el no ser, el existir y el no existir, lo creado y por crear. (…) No
sin razón el teólogo Juan Wenck, aristotélico de Heidelberg, reprochó a
Cusa esta y otras frases de sabor panteístas parecidas a algunas que se
hayan en Eckhart”. (Ibídem, p.231).
Por esto el P. Fabro afirma: “Eckhart nos conduce directamente hasta Nicolás de Cusa”. (Ibídem, p.507).
Luego, si
Nicolás de Cusa es considerado el padre de la filosofía alemana, la cual
culmina en Hegel como fruto, el Maestro Eckhart vendría a ser el
abuelo.
Otro personaje de la Devotio Moderna,
el sacerdote Gabriel Biel, que llegó a ser de los Hermanos de la Vida
Común y forma parte de ellos, llegando a ser uno de sus superiores; fue
además discípulo de Guillermo de Ockham y seguidor de Duns Scoto,
teniendo gran influencia sobre Lutero, aprendiendo los textos casi de
memoria.
El famoso
humanista Erasmo de Rótterdam y que podríamos considerar precursor de
Lutero, fue alumno en Deventer, de los Hermanos de Vida la Común y entra
a los dieciocho años en el monasterio de Emaús de Steyn (cerca de
Gouda) de los canónicos regulares de San Agustín, que participaban
igualmente de la espiritualidad de la Devotio Moderna; los escritos de Erasmo ayudaron tal como Lutero lo pregonaba a los cuatro vientos.
En medio de
todo este ambiente nominalista, voluntarista y gnóstico, surge la figura
del Kempis con su Imitación de Jesucristo que tras un fondo espiritual y
piadoso responde a estos lineamientos, dada la impronta tan marcada que
tiene sobre la Devotio Moderna y el Kempis, del voluntarismo nominalista y la mística gnóstica del Maestro Eckhart.
El nominalismo de Guillermo de Ockham, penetra en la Devotio Moderna de manera innegable y reconocible, como podemos ver aquí: “La
Devotio moderna. Sobre este fondo, con más sombras que luces de la vida
consagrada durante los siglos XIV y XV, destaca un movimiento singular
que iba a tener notable influencia: el movimiento de la Devotio moderna.
Este es el nombre que se utiliza para designar el movimiento espiritual
que partió a fines del siglo XIV de los países bajos (Holanda) y, en el
curso del siglo XV, se propagó por toda Europa, señaladamente en
Alemania. Moderna es esta piedad en la importancia que da a la
experiencia, en la activación de las fuerzas afectivas y en la formación
del propio dominio. Esta piedad prefiere ‘sentir la compunción, que no
saber su definición’ (Im. Chr. I, 1, 9) Por este rasgo empírico sitúa la
Devotio moderna en la línea de la vía moderna del nominalismo de la
escolástica tardía…”. (Alfredo López Amat, S.J. El Seguimiento Radical de Cristo, Vol. I, ed. Encuentro, Madrid 1987, p.261).
Ya decía el
P. Pinckaers en su obra que hemos citado y que fue galardonada con el
Premio del Principe de Liechthenstein en 1985 atribuido por la
Universidad de Friburgo: “El pensamiento de Ockham difundido por el
nominalismo constituye una etapa de importancia capital en la historia
de la teología moral. (…) La moral de Ockham es la primera moral de
obligación, decimos nosotros. Hasta entonces, tanto de parte de los
filósofos como de los Padres y de los teólogos, la cuestión moral era
aquella de la felicidad, la búsqueda de la verdadera felicidad. (…) Con
el nominalismo, un abismo profundo se cava entre los moralistas modernos
y la tradición patrística. (…) Con el nominalismo asistimos a una
verdadera revolución en el universo moral, en las estructuras mentales
que sirven al pensamiento. (…) Se puede hacer comenzar el periodo
moderno en teología moral con Ockham, a partir del siglo XIV. El
nominalismo, como nosotros lo hemos visto, ha provocado una ruptura
profunda con las ideas morales de la tradición anterior y ha puesto las
bases de las concepciones y sistematizaciones de los siglos venideros,
concentando la moral sobre la idea y el sentimiento de la obligación”. (Les Sources … , p. 260, 262, 263, 264).
La impronta gnóstica de la mística alemana del Maestro Eckhart, sobre la Devotio Moderna y su fundador Groote, es innegable, tal como lo podemos ver en los siguientes textos: “Casi
todas las obras que recorren la historia dela literatura devocional de
la Edad Moderna, comienzan su relato en un pequeño rincón de Europa,
situado en las orillas del Bajo Rhin a finales de la Edad Media
surgieron dos corrientes espirituales fundamentales de las que, con el
correr del tiempo, nacerían las tendencias devocionales de mayor
difusión durante los siglos XVI y XVII. Estas dos corrientes fueron: la
conocida como tradición mística renano-flamenca y, por otro lado la
Devotio moderna, que, hasta cierto punto, se derivó de la corriente
anterior, aunque también estaba enraizada en las enseñanzas de los
Hermanos de la vida común y los canónigos de Windesheim. Esta eclosión
espiritual dejó como legado un gran número de obras, ninguna de ellas
tan importante como la Imitación de Cristo, atribuida actualmente a
Tomás de Kempis (1380-1471), si bien durante mucho tiempo se pensó que
había sido escrita por Jean Gerson (1363-1429). El núcleo de dicha obra
–que acabaría convirtiéndose en un clásico de la literatura devocional
más editados y traducidos– está centrado en lograr el desarrollo de una
vida interior para el espíritu y en fomentar el desapego hacia el mundo,
un hondo conocimiento de los propios estados de conciencia y una
inmersión completa del creyente en Jesucristo”. (La Traducción Cultural en la Europa Moderna, Peter Burke y R. Po-Chia Hsia, ediciones Akal, 2010, Madrid, p.101).
Y en la página siguiente veremos la impronta gnóstica del Maestro Eckhart y con él, de la mística renano-flamenca: “Las
obras de los discípulos del Maestro Eckhart (1260-1327) -Johanes Tauler
(1300-1361), Heinrich Suso (1295-1366) y Jan van Ruysbroeck
(1293-1381)- también gozaron de una presencia importante durante las
primeras décadas de existencia de la imprenta; todas ellas compartían un
mismo rango: la convicción de que en lo más hondo de cada persona
residía la chispa divina, un pequeño espacio de unidad ontológica con
Dios que solo podría ser reconocido y experimentado a través del
alejamiento del mundo. Posteriormente, las enseñanzas de los tres
discípulos del maestro Eckhart fueron popularizadas por Hendrik Herp o
Harphius (m. 1477), un divulgador de gran talento cuyas obras alcanzaron
enorme éxito al ser publicadas tanto en latín como en varias lenguas
vernáculas europeas. Otra buena parte del mérdestilación y transmisión
de dichas obras le corresponde a Denis Rijckel (1394-1471) –más conocido
como Dionisio el Cartujo–, un autor de textos devocionales muy popular y
prolífico, que llegó a contar no menos de siete tratados fundamentales
en su haber. (…) En torno a la fecha de la muerte de Harphius y de
Dionisio el Cartujo, los estudios bíblicos comenzaron a renacer, por lo
que no resulta sorprendente que un estudiante perteneciente a los
Hermanos de la vida común profundamente influido por la Devotio moderna,
se convirtiese tiempo después, en el principal estudioso de la Biblia
de su época: Erasmo de Rotterdam (1469-1536)”. (Ibídem, p.102). Con esto, ya se ve la conexión con Lutero, pues entre el uno y el otro no hay más que un paso.
Otro autor dice: “Las
regiones renanas de Alemania occidental y de los países bajos,
constituyen el foco principal de esta corriente de misticismo, cuya
primera figura fue el maestro Eckhart (1260-1327). Fue un gran místico
especulativo y formuló una doctrina oscura y profunda sobre las
relaciones de Dios con el alma, en la que existen proposiciones de
indudable sabor panteísta, una de las cuales fueron condenadas después
de su muerte”. (José Orlandis, Historia de la Iglesia, ed. Palabra, Madrid 2012, p.312).
Y más adelante continúa exponiendo: “Por
la misma época en que florecía la mística alemana, surgió en los países
bajos otra corriente espiritual, fruto también de aquel clima propicio a
una religiosidad más interior y personal, que fue típico del final de
la Edad Media: la Devotio moderna. La mística y la Devotio tuvieron
entre sí evidentes relaciones y puede considerarse a Ruysbroeck el
Admirable (12936-1381), muy influido por el maestro Eckhart e inspirador
a su vez de Gerardo Groote, como el eslabón intermedio entre la una y
la otra”. (Ibídem, p.312).
Hay que recordar lo que dice otro autor sobre la influencia mística de Eckhart en la posterior Devotio Moderna: “A
la espiritualidad del Maestro se le ha dado indistintamente los nombres
de dominicana y alemana. Dominicana, porque dominico fue él, domínicos
sus primeros y más influyentes discípulos, y dominicanas la filosofía,
la teología y religiosidad institucional que contribuyeron a la
inspiración y construcción del edificio doctrinal eckhartiano. Y
alemana, porque en Alemania especialmente se propagó y desde Alemania
pasó a otras naciones de Europa, señaladamente a los países bajos, donde
fue incansablemente divulgada por el beato Juan Ruysbroeck, religioso
agustino, a través del cual se trasvasaron a la Devotio moderna notables
influencias eckhartianas. Aunque actualmente se dice y escribe con
bastante frecuencia que la Devotio moderna nació del resultado de una
actitud contestataria a la mística alemana, parece suficientemente
probado que no fue así”. (Estampas de Místicos, Familia Dominícana, Vol III, ed. OPE, Caleruega, Burgos-España, 1986, p.71).
Con todo
esto queda claro todo lo que afirmamos acerca de la influencia mística
del Maestro Eckhart que era gnóstico-cabalística y sobre la Devotio Moderna.
Basilio Méramo