domingo, 2 de septiembre de 2018

Feminismo Tremolan trapos rojos y otros multicolores para acabar con la familia

 

Feminismo
Tremolan  trapos rojos y otros multicolores para acabar con la familia .

Luego de mi notita “Los trapos rojos” donde aclaro que. aunque el periodismo cómplice quiera disimular la ideología de los piqueteros que tremolan los trapos rojos, estos son plenamente comunistas o compañeros de ruta. Los periodistas son personajes muy peligrosos que, por escrúpulos o hipocresía, u obligados por sus amos, disimulan su apoyo al marxismo o al progresismo, acompañando la política subversiva clasista, desde la vereda de enfrente.
En la España roja, aún antes de 1931, el periodismo tuvo una incidencia fundamental en la divulgación del odio marxista; tal cual está sucediendo en nuestro país. La política subversiva es idéntica. Si lo mismo sucede en todas las latitudes, ¿Quién maneja entonces el periodismo mundial?
Los mismos piqueteros flameando los mismos trapos rojos, se prenden con cualquier pretexto, en cualquier manifestación, con tal de provocar disturbios. También se prenden, por supuesto, las “chicas” que manifiestan su liberalidad con los pechos al aire, orgullosamente prostituidas.
 
Estas damas -¡si al menos fuesen bonitas, y no pintarrajeadas para tratar de disimular su vetustez, que exhiben tanto las  jóvenes como las  maduras pasaditas de edad- se proponen liberarse de todas las trabas, o sea de todo lo que no sea su egoísmo infernal. Quieren quitarse de encima marido, hijos –abortando- (o que se los crie la abuela), familia, decencia y dignidad, sus obligaciones patrias, y fundamentalmente a Dios, o sea la moral católica; la gloria de ser mujer. Pretenden subvertir la vida entera desde la intimidad.

Es una odiosa subversión típica comunistas, “intrínsecamente perversa”. Pero el periodismo nunca menciona, cuando transmiten sus alborotos con los trapos rojos y los multicolores, el grado de abyección en que han caído estas furias, promoviendo, según la doctrina comunista, la materialización del amor familiar. Sólo menciona que luchan por conquistar “derechos” conculcados.
En el prólogo al libro “El comunismo en la Argentina”, del meritorio profesor nacionalista Carlos M. Silveyra, escrito en el lejano 1937, pero que mantiene actualidad porque el mismo enemigo se cierne sobre nuestra Patria encarnizadamente, desde diversos frentes, el Padre Virgilio Filippo le dedica una semblanza al autor, de donde tomo estas pocas palabras, para recordarlo mejor, quizá olvidado por algunos y desconocido por los más jóvenes: “con carácter constante, decidido, ilustrado sacrificado y tenaz, se ha constituido en el heroico abanderado del ejército reducido, pero tesonero, y por lo mismo victorioso, encargado de combatir la más satánica de las empresas disciplinadas: el Comunismo, cuya misión consiste en liquidar los más preclaros valores del individuo, de la familia, de la sociedad, de las nacionalidades y de la religión”.
Uno de los  frentes dialécticos del comunismo es el feminismo, o sea la campaña bélica contra lo más excelso de la mujer, promovida por el progresismo del 1º mundo, para destruir la familia cristiana; pues encanallando a la mujer se subvierten los valores familiares; y a ella, pobrecita, se la abandona en la disipación violenta en las calles, en las oficinas, en las fábricas; en el tráfago de ganarse la vida, cuando ella es el sostén de la familia, la estabilidad, la unión amorosa, el ama de la casa, la reina, que vela  y ama por todo y por todos los suyos. ¿Qué queda de la familia sin ella? De la familia nada, se desintegra, y de ellas, nada más que mujeres resentidas e histéricas, proletarizadas, para integrar el ejército comunista. Esta es la misión de las manifestaciones de los “trapos rojos” y de las chicas con los pechos al aire: difundir e incitar al libertinaje sexual. Y el fin de esta operación es eliminar la última barrera, la sociedad familiar, contra el Estado omnipotente progresista  y totalitario, dejando al ser humano desamparado, en la más extrema soledad.
El profesor Silveyra reproduce en su libro, “la palabra de toda una autoridad en la materia, la del ‘compañero’ Riazanov, Director del ‘Instituto Marx-Engels’ de Moscú en su estudio titulado ‘Comunismo y matrimonio’”; de donde extraigo estas breves citas:  “Después de coincidir con la compañera Kolantay sobre el concepto de propiedad privada, que se asigna según los comunistas a las mujeres, dentro de nuestro régimen social, expresa: ‘Las mujeres serán entonces libertadas de todas las ataduras que le son impuestas por la sociedad burguesa. La tiranía doméstica desaparecerá. La mujer no estará encadenada al hogar. La educación de los niños llegará a ser una obra social; …”
La compañera Kolantay, agrega: “El amor es un sentimiento de orden orgánico… Para el logro de las tareas del proletariado, es completamente igual que el amor tome la forma de unión estable o que no tenga más importancia que la de una unión pasajera…Esta multiplicidad del sentimiento de amor, facilita el triunfo de amor en las relaciones sexuales, que se forman y cristalizan ya, en el seno mismo de la clase obrera: el amor-camaradería”. O sea fornicar a troche y moche con todos los camaradas que se le pongan delante, por las buenas o por las malas.
Las citas podrían mostrarse hasta el cansancio, pero más importante que ellas es que, durante la Cruzada española de 1936, las camaradas “señoronas” de la política roja, simples meretrices, como la Pasionaria y la Nelken; pusieron en práctica entusiastamente el amor libre, al punto de no saber quién era el padre de sus hijos. Mientras que las prostitutas proletarias constituían una plaga de enfermedades venéreas entre la soldadesca, que enfurecía a Lister.  En fin, dando el ejemplo, querían hacer del amor libre la forma normal de la sexualidad, o sea legalizar la prostitución, que es simplemente caer bajo el yugo masculino, para imponerla a toda la sociedad. En nuestros días las camaradas feministas de los pechos al aire, luchan por la vigencia de la doctrina comunista en las relaciones sexuales.  La coincidencia entre doctrina y vivencia es evidente. Viven el materialismo sexual. Las feministas de los pechos al aire actúan como comunistas, porque lo son; aunque el término produzca escozor a la hipocresía liberal, puritana y farisaica .
No se entiende como las chicas liberalizadas actúan tan agresivamente en nuestro país, donde tienen piedra libre para manifestar públicamente el repertorio de sus obscenidades, si no fuera porque, más que luchar por ciertos “derechos”, (que de lograrlos las ultimarína a ellas mismas), pretenden destruir la moral católica, ensañándose contra la Iglesia, y contra la Santísima Virgen, dedo acusador que no soportan. Impulsadas por odio se sumergen en el abismo del más infernal egoísmo; evadiendo las naturales normas éticas católicas, cayendo bajo el poder de un tirano implacable e insaciable, su propio egoísmo, que nunca se sacia y obliga a cometer las fechorías y las inmoralidades que las degradan. Y socialmente caen sometidas por el mismo poder del que querían evadirse, el de los abusos sexuales de los camaradas y el de los jerarcas del Estado marxista.
El Comunismo es una doctrina que se esconde tras numerosas versiones “progresistas”, válido mientras sostenga ciertos principios subversivos como ateísmo, materialismo, dialéctica…  Los comunistas más peligrosos no necesariamente están afiliados al Partido, por lo que se encuentran comunistas tanto en liberales como en capitalistas. El poder dirigente, que dirige y se beneficia con el comunismo, es una fuerza internacional anónima y oculta, que actualmente lucha por decidir los destinos del mundo.
Como era previsible, la Campaña llamada ‘feminista’, contra la mujer, contra sus virtudes cristianas y su dignidad eminente, cuenta con el apoyo de una propaganda diaria, insistente, imposible de evadir, la que observan cándidamente las familias en los programas y películas de Hollywood, en la TVBasura. Demostrando en todas las actividades, y no sólo en las políticas, que capitalistas y comunistas coinciden en su propósito de erradicar la religión y la moral católica; pues sin ellas acabarían con la mujer y la familia y los hijos.
Hoy día esta Campaña demoledora cuenta, además, con las enseñanzas del Obispo de Roma y de infinidad de Obispos obsecuentes, que parecen decididos a aplicar la cómoda e irresponsable moral “de situación”, para evitar reprimendas del periodismo ¡La convivencia pacífica con el Mundo ante todo! ¡Jamás defender con hombría las verdades sagradas y humanas! ¡Siempre a la defensiva, para no originar reyertas! Y como no tienen firmes convicciones, se desentienden de exponer y defender la verdad de la excelencia de la mujer católica. +