El día que los medios de comunicación dejaron de hacer periodismo. Por Alexander Beglenok
El pasado 21 de agosto el diario digital
argentino Infobae anunció la creación de un nuevo cargo: editora de
género. Este, según informaron desde el multimedio, tiene como objetivo
“asegurar la perspectiva de género en todas las áreas del medio”[i].
Esta noticia se suma a lo ocurrido en
noviembre de 2018 cuando Daniel Hadad, fundador y CEO de Infobae,
firmara el pacto mundial de la ONU. “Es un enorme placer y un gran
orgullo haber sido incorporados al Capítulo Argentino del Pacto Global
de Naciones Unidas. En el trabajo de cada día intentamos acercarnos a
esas diez condiciones básicas que Naciones Unidas desea y promueve y
trabajamos activamente en la Argentina y, desde hace algunos años,
también fuera del país. Compartimos los valores a los que apunta esta
red”[ii] dijo el empresario en el encuentro que tuvo lugar en el barrio de Palermo, Buenos Aires.
En otras palabras, Infobae proclamó que
pondrá por encima de la función principal de periodismo como lo es
informar, la difusión de la agenda de género y controlara a sus
empleados para que el contenido se adecúe a los intereses de la misma.
Cabe aclarar que tomo el caso Infobae
por la cercanía en el tiempo, pero que bien podría estar hablando de El
País de España, Grupo Clarín en Argentina o de CNN, New York Times y The
Washington Post en Estados Unidos.
Obviamente, no cuestiono esta decisión
en el marco empresarial ya que están en todo su derecho de adherir y
difundir las ideas que crean convenientes para su negocio. Lo que si
hago, y deberíamos hacer todos, es cuestionar esta iniciativa en
términos periodísticos, ya que la propagación de una agenda política
internacional va en discordancia con el ejercicio adecuado de la
profesión.
En el punto número uno del Código Internacional de Ética Periodística de
la UNESCO se establece que “El pueblo y las personas tienen el derecho a
recibir una imagen objetiva de la realidad por medio de una información
precisa y completa, y de expresarse libremente a través de los diversos
medios de difusión de la cultura y la comunicación”[iii].
Mientras que en el punto número dos se hace mención a que “La tarea
primordial del periodista es proporcionar una información verídica y
auténtica con la adhesión honesta a la realidad objetiva, situando
conscientemente los hechos en su contexto adecuado, manifestando sus
relaciones esenciales -sin que ello entrañe distorsiones-, y empleando
toda la capacidad creativa del profesional a fin de que el público
reciba material apropiado que le permita formarse una imagen precisa y
coherente del mundo, donde el origen, naturaleza y esencia de los
acontecimientos, procesos y situaciones sean comprendidos de la manera
más objetiva posible”.[iv]
En
este sentido, realizar un trabajo periodístico honesto se vuelve
imposible en el momento que por encima del deber se encuentra el tener
que impartir una agenda política con dudoso sustento científico. Más
difícil aún es hablar de información precisa y objetiva.
Hago un paréntesis para hacer mención al
hecho de que, si situamos al profesional de la comunicación (un ser
humano) en el centro de la noticia, hablar de objetividad es cuanto
menos cuestionable en tanto quien produce noticias tiene prejuicios,
valores, gustos e intereses personales. Parece prudente entonces, hablar
de responsabilidad periodística y no de objetividad, ya que el trabajo
periodístico implica tomar decisiones que van a estar condicionadas por
la percepción personal pero que, en todo momento, deberán ser fieles a
los hechos y datos comprobables científicamente.
Siguiendo con lo mencionado en el
párrafo anterior, la injerencia de las opiniones personales en la
comunicación periodística y la necesidad de diferenciarlas de las
noticias (difusión de hechos concretos sin juicio de valor) es tan
importante que tiene un apartado en el Código Deontológico Europeo de la Profesión Periodística aprobado
en 1993, “El principio básico de toda consideración ética del
periodismo debe partir de la clara diferenciación, evitando toda
confusión, entre noticias y opiniones. Las noticias son informaciones de
hechos y datos, y las opiniones expresan pensamientos, ideas, creencias
o juicios de valor por parte de los medios de comunicación, editores o
periodistas”.[v]
Por otro lado, que la agenda mencionada
sea una bajada de línea de organismos políticos supranacionales como la
ONU no es casualidad. Más aún, dichos entes elijen pactar directamente
con empresas para promover sus ideas a sabiendas de la capacidad que
estas tienen de influir en la coyuntura nacional de un país, tal vez
incluso más que un político. Esto lo explica el economista Ignacio Tesón
en su ensayo Progresismo Sistémico cuando dice que las
empresas “En principio, son capaces de sentarse con el gobierno de turno
a raíz de su importancia relativa en el mercado de trabajo (gran
cantidad de empleados), su importancia sistémica (proveen un
bien/servicio esencial) o incluso un gran porcentaje de la recaudación
fiscal. El compendio de estas empresas se transforma entonces en una
estructura de lobby para con el gobierno de turno, presuntamente también
financiado durante la campaña puesto que estas estructuras financian a
prácticamente todos los candidatos -con chances- de ganar”[vi].
A esta “estructura de lobby” que tienen las empresas, hay que agregarle
que un medio masivo de comunicación puede tener impacto directo en la
opinión pública y generar una presión social por sobre el poder
político.
Estas posibles intromisiones ya eran advertidas en el Código Deontológico mencionado
algunos párrafos atrás, primero al considerar en el punto ocho que los
ciudadanos deben reclamar que “la información que se da desde el
periodismo se realice con veracidad en las noticias y honestidades en
las opiniones sin INGERENCIAS EXTERIORES, TANTO DE LOS PODERES PÚBLICOS
como de los sectores privados”[vii]. Y en el punto nueve que lleva como nombre “los poderes públicos no deben considerarse propietarios de la información” [viii] donde hacen hincapié en la libertad de expresión, el derecho a la información y la censura previa.
Advertir entonces que los medios de
comunicación dejan incidir a organismos políticos internacionales a la
hora de decidir la agenda mediática y que, además, creen cargos con el
único fin de controlar que los contenidos publicados obedezcan a dichas
ideas es autoritario y una clara muestra de que harán lo que sea para
imponer sus ideas, incluso si eso implica violentar la libertad de
expresión de periodistas o el libre acceso a información de los
ciudadanos.
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[i]https://www.infobae.com/sociedad/2019/08/21/infobae-incorpora-la-figura-de-editora-de-genero-y-capacita-a-su-equipo-completo/
[ii]https://www.infobae.com/sociedad/2018/11/26/infobae-se-incorporo-al-pacto-global-de-las-naciones-unidas/
[v]http://www.asociacionprensa.org/es/images/Codigo_Deontologico_Europeo_de_la_Profesion_Periodistica.pdf
[vii]http://www.asociacionprensa.org/es/images/Codigo_Deontologico_Europeo_de_la_Profesion_Periodistica.pdf
[viii]http://www.asociacionprensa.org/es/images/Codigo_Deontologico_Europeo_de_la_Profesion_Periodistica.pdf
*La imagen que ilustra el artículo fue dibujada y producida por el artista independiente Juan Manuel Metelskyj.
*Alexander Beglenok Belchior es Director del área de Prensa y Comunicación de la Fundación Libre.