El denominado Diario de
Ana Frank es el punto más sensible de lo que constituye una auténtica
“industria de la lástima”, que gira en torno del mito del “holocausto”.
El contraste de la imagen inocente e infantil de la protagonista, frente
a sus intrínsecamente perversos captores, ha convertido a esta obra no
sólo en un best-seller mundial (con innumerables ediciones,
traducciones, teatralizaciones y adaptaciones cinematográficas), sino
además en otro muro de los lamentos, donde toda refutación sobre la
veracidad del “holocausto” es respondida con una bien estudiada campaña
de histeria y sensiblería.
El
historiador británico de renombre mundial, David Irving (hoy detenido
por negar el holocausto), el ex profesor de la Universidad de Lyon
(Francia) Robert Faurisson, y el estudioso austriaco nacionalizado
sueco, Ditlieb Felderer, han demostrado públicamente hasta el cansancio
la falsedad de los pretendidos manuscritos que se atribuyen a una niña
judía llamada Ana Frank, fallecida por una epidemia de tifus en 1945 en
el campo de Bergen Belsen.
Según
se dice, el comerciante judío Otto Frank de la ciudad de Frankfurt
(Alemania), huyó junto a su familia en 1933 a la ciudad holandesa de
Ámsterdam, debido a la llegada de Hitler al poder. Cuando durante la II
Guerra Mundial los alemanes ocupan Holanda, los Frank deciden refugiarse
en un escondite para salvarse de la “persecución nazi”. En 1944, toda
la familia es arrestada y deportada por la Gestapo, siendo el único
“sobreviviente” Otto Frank, quien fue enviado a Auschwitz, donde en vez
de ser “gaseado”, es hospitalizado a causa de una enfermedad. Terminada
la guerra, Frank retorna a Ámsterdam donde le entregan los originales
del Diario y publica su primera edición holandesa en 1947.
En
la presente nota, pondremos a consideración del lector los principales
argumentos y dudas que existen acerca de la autenticidad y veracidad de
lo contenido en dicho Diario. Es importante señalar que el mismo siempre
ha sido empleado como el más eficaz golpe bajo de la propaganda
sionista contra el Nacionalsocialismo alemán y la actual “Humillada
Alemania”.
Índice de Contenido
Pruebas y fundamentos
En
un artículo del investigador Enrique Aynat Eknes, publicado en la
revista española Revisión, encontramos los principales argumentos que
aquí citaremos. Destaquemos que este trabajo de Eknes tiene como base el
excelente libro de Dietleb Felderer titulado “Anne Frank’s Diary, a
Hoax” (“El Diario de Ana Frank, una mentira”). Nos detendremos en primer
lugar en análisis externos del manuscrito, para luego introducirnos en
el texto propiamente dicho.
Ante
todo, se debe saber que el estudio que un historiador hace de un
documento, como puede ser un diario personal, se realiza con mucho
detenimiento, con una pormenorizada descripción de sus características
externas tales como tamaño, tipo de papel, cantidad de hojas, cantidad
de páginas escritas, espacios en blanco, elemento de escritura,
encuadernación y múltiples detalles más. Todo ello permite verificar —
entre otras cosas –, si realmente fue redactado en el tiempo y lugar que
se le atribuyen, y no caer ingenuamente en un fraude. Este minucioso
trabajo, verdaderamente científico, es lo que nadie, hasta la llegada de
los revisionistas, había efectuado con los documentos vinculados a los
hechos de la Segunda Guerra Mundial. Anheléis Marie Frank nació en 1929
en Frankfurt, Alemania y muere a causa de una epidemia de tifus en el
campo de Bergen Belsenen en el año 1945. Respecto del llamado Diario de
Ana Frank es necesario saber que:
1.-Con
significativa obstinación, Otto Frank el padre de Ana (fallecido en
1980), siempre se negó a que el manuscrito de su hija fuera sometido a
un análisis exhaustivo a los efectos de verificar su autenticidad.
2.-En
1980, a consecuencia de un juicio contra Ernst Roemer — un jubilado de
setenta y seis años que se atrevió a negar la autenticidad del Diario –,
la Caja Alemana de Defensa Legal logró a pedido del Dr. Rieger que el
Departamento Criminal Federal sometiera a análisis los textos y constató
que gran parte de los mismos habían sido escritos con bolígrafo,
invento introducido en 1951, es decir, cuanto menos seis años después de
la muerte de Ana Frank. Minna Becker
3.-Sin
embargo, ya veinte años antes, en 1960, la perito calígrafa Minna
Becker había dictaminado judicialmente que todos los textos manuscritos
del Diario provenían de una sola caligrafía. Por lo tanto, quien hizo el
manuscrito puso los agregados con bolígrafo… lo que en términos claros
significa que ANA FRANK NO FUE LA AUTORA DEL DIARIO.
4.-Una
de las pruebas presentadas por David Irving, fue el contraste entre dos
documentos, uno conteniendo la caligrafía auténtica de Ana Frank,
correspondiente a las cartas enviadas por ella en esa misma época, y
otro con las anotaciones del Diario, cuya caligrafía que no se
corresponde en absoluto con el de la niña de trece años.
5.-Un
folleto de la “Fundación Ana Frank de Amsterdam”, afirma que los amigos
holandeses de la familia hallaron un cuaderno de ejercicios con tapas
de cartón y de pequeño tamaño. El diario sueco Expressen del 10 de
octubre de 1976, publica una fotografía de Otto Frank sosteniendo un
volumen considerable que en nada se parece al cuaderno mencionado. El
historiador Felderer con relación al texto en sí mismo, señala que éste
es un mar de contradicciones.
6.-Resulta
poco creíble que en un estrecho refugio, en el que permanecieron
durante casi dos años, ninguna de las ocho personas que se encontraban
en él supieran que Ana Frank redactaba un diario durante ese lapso
(junio 1942 – agosto 1944). El padre dice que se entera después de
retornar de Auschwitz.
7.-La
necesidad de silencio en el refugio, para no llamar la atención y
evitar ser capturados (23/03/1943), se contrasta con las descripciones
de las “riñas terroríficas” (02/09/1942), “peleas escandalosas”, “gritos
y alaridos, golpes e insultos que habría ni que imaginarlos”
(29/10/1943), así como las prácticas de danza de Ana cada noche
(12/01/1944).
8.-Es
curioso, según el Diario, que los Frank para escapar a la persecución
hayan elegido las mismas oficinas y el mismo almacén de Otto Frank para
esconderse (09/07/1942).
9.-También
es contradictorio cuando dice que Lewin, “un pequeño judío químico y
farmacéutico, trabaja para el Sr. Kraler en la cocina” (01/10/1942).
¿Cómo?, ¿Un judío trabajando pacíficamente cuando se pretende que los
judíos sufren una brutal persecución por parte de las autoridades?…
10.-Son
reveladoras, nos dice E. Aynat, las tendencias sexuales de esta niña de
¡trece años!: “Recuerdo que cuando he dormido con una amiga, he sentido
el fuerte deseo de besarla… No he podido dejar de ser terriblemente
inquisitiva sobre su cuerpo… Le pregunté, si como prueba de nuestra
amistad, podíamos acariciarnos mutuamente los senos, pero rehusó. Llego
al éxtasis cada vez que veo la figura desnuda de una mujer, como una
Venus, por ejemplo. Me afecta de tal modo que me es difícil impedir que
me caigan las lágrimas. ¡Si por lo menos tuviera una amiga!”
(05/01/1944) En fin, ¿un poco de pornografía para una mejor venta?… ¿Es
éste el lenguaje y las inquietudes de una niña de trece años?… ¿Es ésta
una niña sana?…
11.-Según
una entrevista a Otto Frank en 1956, las persianas siempre estuvieron
bajas y las ventanas nunca se abrieron, pero Ana afirma que mirar el
cielo “es mejor que las píldoras Valeria y el bromo” (15/06/1944) contra
la ansiedad y la depresión. Este volante se da a los visitantes en la
casa de Anne en Amsterdam.
12.-Finalmente,
queda en evidencia el objetivo de este Diario: su germanofobia
manifiesta: “Serán permitidas todas las lenguas civilizadas, excepto el
alemán” (17/11/1942). “Los alemanes son las bestias más crueles que han
pisado la faz de la tierra” (19/11/1942). Esto no ha impedido que las
autoridades “alemanas” de posguerra hayan introducido el Diario como
libro de lectura obligatoria en las escuelas, para auto-denigración de
las nuevas generaciones.
El
Instituto de Revisionismo Histórico de los Estados Unidos (IHR),
ofreció nuevamente U.S. $ 25,000.00 de recompensa a quien pruebe que el
Diario de Ana Frank fue escrito por ella. Ni la propia fundación
constituida sobre este fraude literario se animó a reclamar tan generosa
oferta.
El caso de Ana Frank
El
mito, ¿o tendríamos que decir el timo de Anne Frank?, es probablemente
ambas cosas a la vez, a raíz de las investigaciones que hemos podido
resumir al respecto. Conocida en el mundo entero por su famoso Diario,
Anne Frank es sin duda la “víctima del Holocausto” más celebrada. En lo
que se refiere a su impacto en el público -afirma el “caza nazis” judío
Simón Wiesenthal-, el Diario de Anne Frank es “más importante que los
juicios de Nüremberg” (The Washington Post, 1 de Abril de 1979, pág. H3)
(1).
Organizaciones
de influencia y la mayoría de los medios de comunicación occidentales,
promueven un culto casi religioso por Anne Frank. El mensual británico
History Today (edición de Marzo de 1995), afirma que “El impacto del
‘Diario’ ha sido inmenso, especialmente en las jóvenes generaciones,
niños de colegio, adolescentes y estudiantes. En Alemania desarrollaron
una especie de culto a Anne Frank en los años cincuenta similar a los
movimientos despertados por Santa Teresa y Santa Bernadette.
En
1957, la emoción de masas fue canalizada en un peregrinar de dos mil
jóvenes, desde Hamburg a Bergen-Belsen, incluso lloviendo, durante la
ceremonia en la que se depositaron flores en las fosas comunes, en una
de las cuales fue enterrada Anne Frank” (2). Pero lo cierto es que el
caso de Anne Frank no es diferente al de muchos otros judíos sujetos a
la política de medidas antisemitas en tiempo de guerra llevadas a cabo
por las potencias del Eje, no en menor medida justificada por la
declaración de guerra que la nación judía realizó contra Alemania ya en
1933, es decir seis años antes de iniciarse el conflicto bélico (3).
Como
parte del programa de evacuación de los judíos de Europa occidental, la
niña de 14 años y otros miembros de su familia fueron trasladados por
tren de Holanda al campo de trabajo de Auschwitz-Birkenau (actualmente
en el sur de Polonia). Varias semanas más tarde, ante el avance del
ejército soviético -junto a otros muchos deportados judíos- fue evacuada
en ferrocarril de Auschwitz más de 400 kms. dirección occidente, al
campo de Bergen-Belsen en Alemania del Norte.
Fue
allí donde junto a otros compañeros del campo, Anne cayó enferma de
tifus, enfermedad de la que murió a mediados de Marzo de 1945. No fue
ejecutada ni asesinada. Anne Frank pereció -al igual que millones de no
judíos en Europa durante los meses finales del conflicto-, como otra
víctima indirecta de la guerra más devastadora. Su padre, Otto Frank,
cayó igualmente enfermo de tifus y fue transferido por los alemanes a la
enfermería del campo de Auschwitz, donde se recuperó.
¿Si los estaban exterminando cómo es que les dedicaban enfermerías y los cambiaban de hospital en hospital?
Finalmente
formó parte de los miles de judíos que débiles o enfermos quedaron allí
al abandonar los alemanes el campo, cuando en Enero de 1945 los
soviéticos arrollaron el mismo. Otto Frank murió en Suiza en Agosto de
1980. Pero si la política alemana hubiera sido realmente la de asesinar a
Anne Frank y a su padre, nunca hubieran sobrevivido a Auschwitz. Su
caso, todo lo trágico que se pueda considerar, no merece ser falseado
por intereses políticos y económicos.
La opinión de Churchil
La
primera víctima de la guerra fue la verdad, cuya tergiversación era
utilizada como arma de guerra psicológica. “No sé cuánto tiempo más
podremos mantener que los alemanes están matando judíos en cámaras de
gas. Es una mentira grotesca, como la de que los alemanes en la I Guerra
Mundial fabricaban mantequilla con los cadáveres de sus enemigos”… “Se
trata de una mentira que puede poner en peligro nuestra propaganda”.
Esta
fue la respuesta del jefe de la propaganda británica a Winston
Churchill, desaconsejándole firmar dicha acusación contra Alemania,
propuesta por el P.W.E. (Political Warfare Executive), departamento
inglés responsable de la “guerra psicológica”. La idea fue recogida
inicialmente según los rumores propagados por polacos y judíos en agosto
de 1942. “El ‘Foreign Office’ enseguida se dio cuenta de que se trataba
de una mentira, pues los polacos y los judíos siempre estaban mintiendo
para predisponer a Inglaterra contra Alemania” (4).
No
obstante el P.W.E. decidió utilizar y ampliar estas historias como base
en la guerra propagandística contra los alemanes. Es dentro de este
contexto de “guerra psicológica” y de “propaganda de atrocidades” en el
que hay que enmarcar la historia de Anne Frank. Pero no únicamente. Como
bien indica Felderer (5) en su momento no sólo ha servido para denigrar
a Hitler y la Alemania nacionalsocialista, también se ha demostrado
útil a la causa de los israelíes en Medio Oriente, otorgándoles la
sensación de que sus pretensiones sobre Palestina eran legítimas. Anne
era el símbolo de los niños judíos perseguidos. Harwood añade que con
ésta y otras historias similares, se ha pretendido acobardar todo
nacionalismo (6), a partir de ese momento siempre sospechoso de
criminal, en favor de un internacionalismo útil a las pretensiones de
las Altas Finanzas de un gobierno mundial.
¿Quién fue el autor del “Diario”?
Pero…
¿Quién escribió el Diario de Ana Frank? Se dice que “inicialmente, la
publicación del Diario fue rechazada por numerosos editores”. Desde
1952, en que fue editado por vez primera en París — la primera edición
holandesa apareció en el verano de 1947 –, se han hecho más de cincuenta
ediciones en todos los idiomas importantes, contabilizando hasta la
fecha más de 25 millones de ejemplares vendidos, muchos de ellos a la
fuerza, amén de una hollywoodense película de gran éxito, obras de
teatro y numerosas adaptaciones transmitidas por radio y televisión.
Pretende
ser el verdadero diario íntimo de una niña judía de Ámsterdam, de 12
años de edad, escrito durante la ocupación alemana, mientras permanecía
escondida con su familia en los fondos de una casa; posteriormente
fueron arrestados (4 de agosto de 1944) y trasladados a campos de
concentración, donde Ana Frank falleció en marzo de 1945, víctima de una
epidemia de tifus que se extendió en la zona. Señalemos aquí que la
detención de los Frank la llevó a cabo la policía holandesa (Policía
Verde) y que Ana Frank fue trasladada primeramente al campo de tránsito
para deportados judíos de Westerbork (Holanda), posteriormente, el 2 de
septiembre de 1944, al campo de trabajo de Auschwitz-Birkenau y en
diciembre del mismo año a Bergen-Belsen, donde el fin de la guerra y el
caos inherente producido por los bombardeos aliados sobre ciudades y los
medios de comunicación y avituallamiento llevarían al hambre y el
tifus. (Táctica muy empleada por los aliados y que consiste en generar
un sitio a la usanza de las antiguas guerras en que se rodeaban la
ciudadelas, no permitiendo que nadie entre y nadie salga, impidiendo
incluso la entrada de ayuda humanitaria, para lo que se destruyen
primeramente los caminos de acceso, puentes, aeródromos, aeropuertos
etc. Recordemos como lo hicieron los estadounidenses en las primeras
semanas de la invasión a Irak.)
Es
decir que fue paseada por toda Europa… Según Otto Frank, el “Diario”
fue encontrado por casualidad, por él mismo, escondido en una cavidad
que, casualmente, se hallaba entre una viga y el techo del lugar donde
habían estado recluidos, antes de caer en poder de los alemanes. Ese
encuentro fortuito ocurrió, según Otto Frank, bastante después de
finalizada la guerra, en 1952, si bien esta fecha no coincide con la de
publicación de las primeras ediciones (1947). Para Wolfgang Benz el
diario fue hallado por Miep Gies, una vecina de los Frank en las
Prinsengracht 263 de Amsterdam, el mismo 04/08/1944, día de la
detención.
Se
dice que Ana Frank escribió su diario a escondidas. Así lo afirma en su
prólogo George Stevens, quien afirma no sólo que el diario era pequeño,
sino también “que del pequeño diario sólo Ana tenía conocimiento”. Aquí
surge un problema, ¿cómo es que un libro que, según las ediciones,
tiene unas 230, 240 ó 290 páginas, puede ser incluido en un diario
pequeño que podía ser escondido detrás de unas libretas de apuntes del
colegio?
A
pesar de hallarse en un desván relativamente pequeño, ninguno de los
acompañantes la vio escribir, lo cual no deja de ser difícil, teniendo
en cuenta que se trataba de un escrito voluminoso. Otros autores no
coinciden sobre este punto.
Según
el historiador catalán Joaquín Bochaca, que una niña de doce años
escriba, en la segunda página de su diario, un ensayo filosófico sobre
las razones ontológicas que la impulsan a hacerlo; así como que una niña
de tan corta edad sea capaz de redactar una historia de la familia
Frank, sin notas a la vista; que confinada en una buhardilla esté al
corriente de la legislación y las medidas antisemitas de los “nazis”,
incluyendo fechas, números de decretos y nombres propios; supone un caso
impar en la historia de la literatura universal. El mismo autor hace
notar que las ediciones inglesa y alemana del “Diario” difieren tan
fundamentalmente, que las diferencias no pueden ser atribuidas,
racionalmente, a criterios de traductor.
“La
verdad sobre el diario de Ana Frank fue revelada, inicialmente, por la
publicación sueca “Fria Ord”, en 1959, en una serie de artículos diarios
aparecidos en marzo de 1959. El 15 abril de aquel mismo año, la revista
americana “Economic Council Letter” resumió los artículos de su colega
sueco, con la siguiente gacetilla: “La historia nos proporciona muchos
ejemplos de mitos que tienen una vida más rica y más larga que la
verdad, y que, sin duda, pueden llegar a ser más efectivos que la
verdad”. Nuestras dudas aumentan cuando leemos en el “New York Times”
del 2 de octubre de 1955, que en el diario de Ana Frank “sólo figuraban
aproximadamente 150 inscripciones” donde se consignaban
“cronológicamente las sensaciones e impresiones de una adolescente”
(“mamita me trata a veces como un bebé, lo que no puedo soportar”) y
“adicionalmente muy pocas que no podrían considerarse como
pertenecientes a esa categoría” (“temo mucho que nos descubran y que
seamos fusilados”).
No
obstante ello, continúa Richard Harwood, el “Diario” publicado consta
de 293 páginas y su texto no concuerda con la relación, que acabamos de
citar, entre numerosas inscripciones propias de una adolescente y “muy
pocas” de mayor o menor referencia política. De hecho, no sólo las
observaciones de carácter político del diario, sino su contenido general
y su estilo, presuponen un conocimiento de interrelaciones históricas,
juicio y arte de la expresión poco comunes incluso entre adultos.
La
edición “original” del “Diario” nunca fue publicada, puesto que el
padre, Otto Frank, decidió expurgar el mismo de fragmentos escabrosos de
una adolescente o de críticas a la madre de Ana.
Más tarde éste debió
admitir que además de la escritora judía Anneliese Schütz e Isa Cauven
“para colmar algunas lagunas en el diario debió requerir los servicios
del periodista holandés Albert Cauven”. Incluso el poco sospechoso
semanario “Der Spiegel”, instrumento principal en la “reeducación” del
pueblo alemán, debía admitir que “el ‘Diario’ en su conjunto no es
auténtico”. Para el Spiegel queda claro que “aquello que ha hecho
emocionar al mundo, no proviene enteramente de la mano de Ana Frank”.
“En la edición el ‘Diario’ ha sido transformado por numerosas
manipulaciones…”.
La
investigación oficial llevada a cabo por la Dra. Hübner deduce que el
“Diario” publicado está compuesto de 177 capítulos (cartas), que
proceden de cuatro diferentes fuentes: 4 del Diario, 5 de un libro de
relatos, 69 de dos diarios, que la Dra. Hübner define como primera
elaboración del Diario, 99 procedentes de hojas sueltas, que la
investigadora define como segunda elaboración del “Diario”.
Juicio esclarecedor
Mayores
sospechas nos asaltan, lógicamente, al estudiar el pleito en que se
enzarzaron el conocido escritor judío norteamericano Meyer Levin y el
padre de Ana Frank. El juicio transcurrió entre 1956 y 1958 ante el
“County Court House” de la ciudad de Nueva York, obteniendo el
demandante Meyer Levin un fallo a su favor que condenaba a Otto Frank a
abonarle una indemnización de 50,000 dólares de la época por “fraude,
violación de contrato y uso ilícito de ideas”; el pleito, que se arregló
privadamente después de la sentencia por obvio mutuo interés, versaba
sobre la “dramatización escenográfica” y venta del “Diario”. El juez,
así mismo judío, era Samuel L. Coleman, quien dictó sentencia en el
sentido de que Otto Frank debía pagar a Meyer Levin “por su trabajo en
el diario de Ana Frank”.
Así
pues, la sentencia del juez — y juez judío — en el sentido de que el
autor del “Diario” es Meyer Levin y no la niña, existe. Lo que interesa
hacer notar es que de la lectura de la numerosa correspondencia privada
de Otto Frank y de Meyer Levin que fue aportada al juicio como prueba de
las partes, surge la grave presunción “juris tantum” de que el “Diario”
“es substancialmente una falsificación”, y que el autor material de esa
falsificación fue el igualmente judío Meyer Levin.
Levin,
en legítima defensa de sus derechos de autor, además de demandar a Otto
Frank por varios millones de dólares por su labor de parafrasear el
manuscrito “para el fin que tenía que cumplir…”, pleiteó igualmente
contra el productor de cine Kiermit Bloombarden, pues en la película —
del mismo título que la obra — aparecen también escenas escritas por él y
que no estaban contenidas en el Diario original. Meyer Levin había sido
corresponsal en España durante la guerra civil de 1936 a 1939 y más
tarde enviado de la “Agencia Telegráfica Judía” durante los
enfrentamientos con los palestinos entre 1945 y 1946.
Un bolígrafo prematuro
Pero
no acaba aquí todo, y nuestra duda de legitimidad se convierte en
certeza de falsedad cuando descubrimos, como lo ha hecho el historiador
británico David Irving tras su investigación, que en el “Diario” de Ana
Frank había tinta de bolígrafo. Así lo determinaron unos expertos que
acudieron expresamente a Suiza para comprobar el manuscrito original en
posesión de Otto Frank. Según estos, parte de los diarios habían sido
escritos con bolígrafo – algo imposible al haber fallecido Ana Frank de
tifus en 1945. (Propaganda comercial en una revista argentina de 1945,
promocionando la primera birome).
Tal
vez el lapicito le cayó del cielo (Lazlo Biro inventor y periodista
húngaro nacionalizado argentino, patentó el bolígrafo– birome, nombre
compuesto de los apellidos de Biro y su socio Meyn– el 10 de junio de
1943 en Argentina. En seguida se comenzó a usar en Buenos Aires. En
plena guerra, el gobierno británico compró los derechos de la patente de
Biro para el esfuerzo bélico. La Real Fuerza Aérea Británica necesitaba
un nuevo tipo de pluma, que no goteara en los aviones de combate a
grandes alturas, como lo hacía la pluma fuente. Poco después, la Fuerza
Aérea de los Estados Unidos hizo un pedido de 20,000 plumas y cuya
aparición en el mercado para venta masiva data con posterioridad al
término de la II G.M.)
Dos
ciudadanos alemanes, Edgar Geiss y Ernst Roemer, pusieron públicamente
en duda, una vez más, la autenticidad del famoso “Diario”. Ante ello el
Tribunal del Distrito de Hamburgo encargó a la Oficina Federal Criminal
Alemana (B.K.A.) un examen de los textos para determinar científicamente
si la escritura de éstos se había llevado a cabo durante los años 1941 a
1944, basándose en los análisis del papel y la escritura del manuscrito
original.
Este
análisis químicotécnico fue llevado a cabo en abril de 1981, bajo la
dirección del Doctor Werner. A pesar de su publicación, la ley del
silencio de los “mass-media” intentó dar la menor publicidad posible a
los resultados de los análisis. Sí lo hizo el New York Post del 9 de
octubre de 1980 mencionando el hecho. Según este análisis, las
correcciones, comentarios y añadidos en las hojas de parte del
manuscrito fueron hechas en tinta azul, negra, roja, a lápiz y en
BOLÍGRAFO de tinta negra, verde y azul. Como comentarios y texto
principal son de una misma mano, recordémoslo, el libro fue escrito por
alguien después de la guerra o cuando menos lo finalizó pasada la
contienda. El original consta de tres libretas encuadernadas y 324
páginas sueltas.
Diferencias en la escritura
Un
calígrafo pudo comprobar, además, que todo había sido escrito por la
misma mano y que, por tanto, no podía ser la de Ana Frank. Se trata de
Minna Becker, perito calígrafo judía, quien afirmó ante el juez,
repetidamente, que toda la escritura del diario pertenece a una misma
mano. Para dilapidar este tema sólo ha hecho falta acceder a las cartas
auténticas que Ana Frank escribió de niña a unas amigas, publicadas en
los Estados Unidos; la letra de estas cartas sí tiene el aspecto normal
de una niña de 10 ó 12 años, lo que no es el caso del “manuscrito
original”, que nos revelan a un autor de mayor edad.
Las
cartas fueron adquiridas por el “Instituto Simon Wiesenthal” y, siempre
según David Irving, sí son auténticas, no así el diario. Bochaca
confirma asimismo, como han hecho posteriormente otros autores,
refiriéndose a Paul Rassinier, que la escritura que se afirma es la de
Ana Frank, reproducida en el libro Spur eines Kindes, de Ernst Schnabel,
difiere totalmente de la escritura de Ana Frank en el manuscrito
original. El Profesor Faurisson, de la Universidad de Lyon, cuya
especialidad es la crítica de textos y documentos, y que mantuvo varias
conversaciones personales con el padre de Ana Frank, insiste en este
tema otorgándole el peso suficiente para llevar al escepticismo sobre el
“Diario” de Ana Frank.
Su
primer trabajo sobre el caso fue publicado en francés en 1980. Una
traducción del mismo apareció en el verano de 1982 en el volumen del
“The Journal of Historical Review” con el título “Is the Diary of Anne
Frank Genuine?” (“¿Es el diario de Ana Frank genuino?” págs. 147-209).
Entonces señalaba dos ejemplos de la letra manuscrita atribuida a Ana
Frank, ambos escritos cuando esta contaba aproximadamente 13 años, pero
extrañamente la primera (datada el 12 de junio de 1942) parece mucho más
madura y similar a la de un adulto que la supuestamente escrita sólo
cuatro meses más tarde (10/10/1942).
Respondiendo a dicho
escepticismo sobre la autenticidad del “Diario”, el “State Institute for
War Documentation de Amsterdam” (Rijksinstituut voor
Orloogsdocumentatie — RIOD), publicaba un libro en 1986 que incluía el
facsímil de una carta supuestamente escrita por Ana el 30 de julio de
1941.
El
descubrimiento en los EE.UU. de otros varios ejemplos de la letra
manuscrita fue anunciado en 1988. El mismo incluía dos cartas fechadas
el 27 y el 29 de abril de 1940 y una postal, escritas a alguien en
Danville (Iowa). Estas últimas, como las del 12/06/1942 y 10/10/1942,
creaban un nuevo problema al “Instituto de Documentación de Guerra de
Amsterdam”, dado que la letra manuscrita que aparece en ellas es
completamente diferente que la escritura de adulto de la carta del 30 de
julio de 1941, así como la mayor parte del manuscrito en cuestión.
Estos
descubrimientos confirman la creencia del Profesor Robert Faurisson de
que la letra manuscrita de “adulto” atribuida a Ana es, en realidad, muy
parecida a la letra manuscrita de una de las personas que oficialmente
“ayudaron” a Otto Frank a preparar el “Diario” para su publicación
después de la guerra. Para Mª Paz López y su artículo en “La
Vanguardia”, estas diferencias de escritura son normales (!) en un
adolescente.
12.-El
milagro inexplicado de los cambios de letra de Anna Frank, en dos
documentos fechados el mismo año: El famoso”diario” (izquierda) y una
carta dirigida a una amiga (derecha). Reproducción del artículo del “New
York Post” del 9.10.1980 donde se confirma que Anne Frank no pudo haber
escrito con tinta de bolígrafo su Diario, porque todavía ¡no había sido
inventado el bolígrafo! Igualmente soslaya, al tratar el tema del
informe pericial encargado por el RIOD, el tema de la escritura a
bolígrafo, mencionando exclusivamente las anotaciones a lápiz del padre.
Podemos concluir pues, que no se trata de un “Diario”, sino de una
novela, basada en un manuscrito escrito después de la guerra por Otto
Frank o sus colaboradores, y redactado por Meyer Levin, con algunos
añadidos posteriores del holandés Albert Cauven.
El
historiador alemán Udo Walendy es definitivo: “El Diario de Ana Frank —
durante años lectura recomendada tabú para escuelas y público — es una
falsificación”. La portada de la edición del 15 de septiembre de 1958 de
Revista Life. Ésta se supone parece ser otra muestra de la caligrafía
de Anne. Compare con las las demás imágenes. Otro ejemplo del cursivo de
Anne; esta vez de la edición alemana del diario. Compare con los otros
estilos. De Kindlers Literatur Lexikon, Kindler Publishers, Zurich,
1965, volumen 1, página 64. Ésta se supone para ser una reproducción de
la primera página del diario original de Anne.
¿Si
éste era el tamaño de la escritura de Anne, es posible que un “poco
diario (manuscrito)” podría contener la misma cantidad de material que
un libro impreso 237 páginas? También, mirada en las correcciones y
alteraciones en otro cursivo. ¿Cuyo es él? ¿Por qué estas correcciones
fueron hechas? http://abbc.net/annefrank/figures.htm
Este “ejemplo posterior” del cursivo de Anne se toma del librete
oficial publicado por edición franca de la fundación de Anne la 5ta
(designada adjunto AFFA), página 36. La edición impresa nunca termina
con “Anne M. Frank” pero con “la tuya, Anne.” ¿Quién la cambió?
Ana Frank a la fuerza
Conviene
advertir aquí que para evitar dudas y desbancar las crecientes
sospechas sobre la autenticidad del libro, fue impuesto por las
autoridades alemanas actuales como “lectura obligatoria” en las escuelas
(¡increíble negocio para los propietarios de derechos — Fondo Ana Frank
— y editores!) y se llegó al extremo de adoptar medidas disciplinarias
(retiro de la “venia docendi”) contra maestros y profesores que osaran
manifestar sus dudas al respecto. El Profesor Stielau, de Hamburgo, fue
expulsado de su cátedra, en 1957, por el mero hecho de haber osado poner
en duda la autenticidad del Diario. ¡Increíble!. Todavía en 1976, el
padre de Ana, Otto Frank, lleva a cabo acciones y denuncias contra Heinz
Roth, de Odenhausen, en un juicio tendente a prohibir publicaciones que
sostengan que el diario, tal como se publicó, no puede haber sido
escrito por una niña de 12 años.
¿Quién llora por estos niños?
Cerramos
esta nota — que solamente ha ilustrado los principales detalles de esta
gigantesca mentira publicitaria — con las certeras palabras del
revisionista británico Richard Harwood, quien a propósito del Diario
dijo lo siguiente: “Es justo reconocer que las consideraciones que
exponemos son hasta cierto punto ociosas. En efecto, no importa
demasiado que el Diario sea falso o verdadero. Los eventuales
sufrimientos de una niña judía no son más significativos por el hecho de
que haya escrito un diario, que los sufrimientos tanto o más terribles
de otros niños judíos; o que las desgracias de los infinitamente más
numerosos niños alemanes, italianos, japoneses, polacos o de otras
nacionalidades que han sufrido horriblemente, despedazados o quemados
vivos, mutilados o inválidos por toda la vida a causa de los bombardeos
aliados a ciudades abiertas; abandonados en medio del caos por la muerte
o desaparición de sus padres; violados o corrompidos por la barbarie de
las tropas enemigas.
“¿Pero
quién se acuerda de estos horrores?, ¿quién llora por el niño alemán
que corre aullando envuelto por el fuego inextinguible del fósforo
líquido?, ¿quién por la niña alemana violada hasta la muerte por una
sucesión de bestias soviéticas?, ¿o por los niños japoneses de
Hiroshima y Nagasaki?…” “Porque de todos estos innumerables casos horrendos nadie habla.
No
hay best-sellers, no hay dramatizaciones, no hay 40 ediciones, no hay
cine, ni teatro, ni radio ni televisión. La falsedad del mito de Ana
Frank va mucho más allá, es muchísimo más profundo que la eventual
falsificación del texto. Reside en la unilateralidad y en la recurrencia
infinita del tema. Una especie de Bolero de Ravel de la propaganda, una
perfecta aplicación política del viejo tema de la niña inocente
atrapada por la maldad, pero que triunfa aún después de la muerte:
Blancanieves perseguida por la madrastra perversa, la débil doncella
prisionera en el torreón medieval o la inocente heroína que en los
filmes del Far West el cow-boy bueno salva en la cabalgata final. Y así,
el mito de Ana Frank, por la fuerza de su impacto sobre la sensibilidad
colectiva, se convierte no sólo en símbolo de la inocente nación
perseguida, sino más aún y contra todas las reglas de la lógica, en
prueba indiscutible de la maldad intrínseca, irredimible, de los
perseguidores…”