miércoles, 11 de septiembre de 2019

Marranos


  Marranos
EL PROBLEMA SECULAR DE LAS CONVERSIONES FICTICIAS; RELACIONADO CON  EL PROBLEMA POLÍTICO DE LA DOBLE NACIONALIDAD, TAMBIÉN FICTICIA.

El autor, Padre Jean-Michel Gleize, nos presenta la actitud típica de un marrano, con la descripción de uno encumbradísimo en nuestros días, que sólo el estado deplorable del Vaticano (Juan Pablo II), pudo consentir y promocionar a las altas esferas de la Jerarquía católica.  
¡POBRE FRANCIA, AGREDIDA E INDEFENSA!   ¡POBRE CATEDRAL USURPADA!                                                                                                                   (A continuación unas frases tomadas del artículo: “Algunas fuerzas ocultas que manipularon el Vaticano II”, publicado en SÍSÏNONO; enero 2012).




“El marrano era y sigue siendo hoy más “inquietante y exasperante”, por usar las palabras de Poliakov, que el judío declarado, porque parece ser un cristiano mientras que, en realidad, es un enemigo de Cristo. Y aquí se plantea una cuestión inquietante bastante reciente”. P. J-M. Gleize.


El cardenal Jean-Marie Lustiger, judío de nacimiento y “convertido” al catolicismo en 1940, concedió una entrevista, cundo era cardenal, a la Agencia Telègrafique Juive, que luego fue reproducida por Documentation Catholique del 1º de marzo de 1981. Expresó en dicha entrevista posiciones teológicas que es imposible no dudar de la sinceridad de su “conversión”.



Empieza por afirmar que “la decisión de hacerme cristiano no me pareció una negación de mi identidad judía, sino una afirmación de la misma”. Lustiger habría debido distinguir aquí, aunque no lo hizo, entre el judaísmo mosaico, cuya consumación se da en el cristianismo, y el judaísmo postcristianio y, por ende, anticatólico, negador de Cristo, en cuanto tal, han abjurado los judíos cuya conversión sea sincera (“no se puede servir a dos señores”, dijo Jesús).



Lustiger afirma en segundo lugar: “¡Proselitismo no! [de la Iglesia para con los judíos, se entiende]. Carece de todo sentido (…)- Tanto la fe judaica como la cristiana son una llamada de Dios”. Esta última aseveración, que sitúa en el mismo plano al judaísmo y al cristianismo, es patentemente contraria a la fe católica, que profesa la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, una divinidad negada por el judaísmo postcristiano, por lo que sólo una de dichas “fes” puede ser verdadera al oponerse contradictoriamente la una a la otra. En cuanto al “proselitismo”, que, al decir de Lustiger, “carece de todo sentido” para los judíos, quienes disponen, según parece de un corredor privado y privilegiado para llegar a la salvación, observemos lo siguiente: ¿Qué hizo personalmente Nuestro Señor sino evangelizar a los judíos? ¿Qué hizo san Estaban al precio de su martirio? ¿Qué hizo san Pablo antes de volverse hacia los gentiles? El “proselitismo” entre los judíos lo inició Jesucristo y lo continuaron sus Apóstoles y sucesores, a quienes había ordenado practicarlo (Lc.27,47). Y entonces ¿cómo puede un cardenal de la santa Iglesia Romana afirmar que el proselitismo  entre los judíos “carece de todo sentido”?



Lustiger prosigue: “La vocación de Israel es traer luz a los “goyim” (los no judíos), (…). Creo que el cristianismo es una manera de llegar a ello”. ¡No! La luz es Nuestro Señor Jesucristo! (“Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá luz de vida”), y la “vocación de Israel” se cumplió ya con el “pequeño resto” que creyó en Él. El cristianismo es la única vía para llegar a Él, mientras que el actual judaísmo anticristiano, que rechazó y sigue rechazando al Mesías y la luz que vino a traernos (el evangelio y la Iglesia), “anda en tinieblas” y no puede iluminar a nadie.



Después de haber subordinado al cristianismo a la “vocación” de Israel, que para él sigue estando vigente, monseñor Lustiger persevera in crescendo en su aseveraciones: “Pienso que, siendo discípulo de Cristo a mi manera (“á ma facon”)…”. Así, el mismo a quien Juan Pablo II creó cardenal de la Iglesia Católica, hace aquí una declaración explícita de herejía (del griego airesis: elección), de ser cristiano “a su manera, no como Dios manda, eligiendo en el cristianismo lo que le agrada y rechazando lo que no le gusta o lo que no se aviene con su pensamiento. Esta fe sui generis, que objetivamente no es la virtud sobrenatural de la fe teologal, sino la “fe” de todos los herejes, estriba sobre todo, como Lustiger lo dijo poco antes, en considerar que el cristianismo es sólo una vía para llegar a la luz que emana del judaísmo.



Ahora bien, es propio del marrano profesar abiertamente una religión mientras practica otra en secreto: de ahí que sea más que lícito preguntarse sobre la sinceridad de la conversión del cardenal Lustiger, que quiso seguir siendo judío (o mejor dicho, un híbrido) incluso en la muerte, como que había pedido antes de morir que se recitara sobre su ataúd, en la catedral de París, la plegaria judía por los difuntos. (v. SÍSÍNONO, ed. italiana, 15/XII/2007).



[…].



Comentario nacionalista: Lustiguer es un caso típico del marrano, que sobrevive a través de los siglos en el judaísmo. Esta odiosa postura de doblez moral, de aparentar ser lo que no se es, les permite inclusive hasta renegar públicamente del judaísmo, manteniéndose interiormente judío; y practicando su religión secretamente. La profesión de marranos no la adoptan solamente ante persecuciones, pues, como es comprensible la simulación les ofrece varias maneras de obtener privilegios, en cualquier tiempo y lugar. Tal el caso, tan vigente, del “marranismo” político de la doble nacionalidad.  Pero según los rabinos  hay tres prohibiciones para abjurar; en caso de asesinato, de idolatría o de incesto. En los restantes casos el judío tiene plena libertad para fingir lo que no es, tornándose, de esta manera, un elemento “inquietante y exasperante” para la paz social.