domingo, 17 de noviembre de 2019

El gran mal de Argentina.




El gran mal de Argentina. Por Roberto Cachanosky

Desde entonces, el aumento de precios registra un alza de 256.710.707.160.756.000%. Pese a semejante descontrol monetario, el titular de la UTA, Roberto Fernández, le aconseja al presidente electo, Alberto Fernández, “darle a la maquinita y después vemos
Mientras el titular de la UTA, Roberto Fernández, le aconsejaba a Alberto Fernández “darle a la maquinita y después vemos”, por otro lado, Marcó del Pont, ex presidente del BCRA, sostuvo alegremente que hay que desdolarizar la economía Argentina.
Hay dirigente y economistas que todavía parecen no advertir que hace rato que Argentina no tiene moneda propia y que la gente eligió el dólar como su moneda de reserva de valor e incluso para hacer transacciones. Dudo que alguien  vaya a publicar a la venta su propiedad poniendo el precio en pesos y recibiendo esos pesos al momento de la escritura.


Utilizando la serie de precios al consumidor de Dos Siglos de Economía Argentina de la Fundación Norte y Sur que dirige Orlando Ferreres, datos del INDEC e inflación Congreso en el período que estuvo intervenido el INDEC con sus datos distorsionados, armé una serie de IPC para el período 1935-2018 de precios al consumidor. Tomé 1935 como punto de partida porque fue el año en que fue creado el BCRA. En esos 83 años que van desde 1935 hasta 2018 la inflación promedio anual fue del 53,3%, lo que significa que la inflación acumulada entre 1935 y 2018 fue del 256.710.707.160.756.000%. Aclaro que por redondeo del promedio anual no va a dar exacta la cuenta porque el promedio anual es de 53,3401739557989733 y sigue. Para entender el número, si es que alguien puede entenderlo, la inflación acumulada entre 1935 y 2018 fue de 256.711 billones por ciento, redondeando el dato.

Imaginar este número en términos de inflación se hace complicado, pero es suficiente como para advertir que con semejante inflación los argentinos no tenemos moneda.

Recordemos que desde que fue creado el BCRA se destruyeron: 1) el peso moneda nacional, 2) el peso ley 18.188. 3) el peso argentino, 4) el austral y 5) este que está agonizando. Un peso actual es igual a 10.000.000.000.000 de pesos moneda nacional, es decir, 10 billones de pesos moneda nacional.

Para tener una idea de comparación, en el mismo período, Estados Unidos tuvo una inflación promedio anual del 3,5%, o sea que nosotros tuvimos una inflación anual 15 veces más grande que ellos, y la inflación acumulada en esos 83 años fue del 1.732% en Estados Unidos, la inflación acumulada de Canadá fue del 1.740%, Irlanda 6.134%, aclarando que todos estos datos surgen la base de datos del Bank for International Settlements.

¿A qué se debe esta destrucción monetaria en Argentina? En los 83 años que van desde 1935 a 2018 solo en 22 años hubo superávit fiscal financiero, en varios de ellos por estar en default. Es decir, solo en el 26,5% de los últimos 83 años hubo superávit fiscal y en déficit fiscal financiero estuvimos el 73,5% del tiempo.

El déficit fiscal llevó a expansiones monetarias continuas para financiar el déficit fiscal, además del constante incremento de impuestos, del endeudamiento interno, de la confiscación de depósitos y de la deuda externa tomada para financiar el gasto y  luego defaulteada.

Lo que hay que entender es que Argentina agotó todos los mecanismos posibles de financiamiento del gasto público. El primero que agotó fue el de darle a la maquinita y después vemos.

Cualquiera que haya estudiado historia de la moneda, sabe que la moneda es una mercadería más que fue utilizada para facilitar las transacciones. En vez de hacer trueque, la gente empezó a hacer intercambio indirecto por el cual la gente vendía sus bienes y servicios a cambio de esa mercadería llamada moneda y con esa moneda luego compraba los bienes y servicios que necesitaba. Como moneda se usaron la sal, los clavos, el cobre, la pimienta y en los campos de prisioneros de guerra los cigarrillos también se utilizaron como moneda. La condición básica para que una mercadería pueda ser utilizada como moneda es que sea ampliamente aceptada como medio de intercambio y que sea reserva de valor.

Desde que en 1971, Richard Nixon declaró la inconvertibilidad del dólar al oro, todas las monedas que circulan en el mundo son pedazos de papel que solo tienen como respaldo la confianza que la gente pueda tener en la dirigencia política del país emisor y de la calidad de las instituciones jurídicas, políticas y económicas de ese país.

No hace falta abundar en detalles para advertir que la gente no cree en el peso como moneda porque la calidad de la dirigencia política y de las instituciones jurídicas, políticas y económicas es de tan mala que no sirven como respaldo de unos papeles impresos en la Casa de Moneda.

De manera que cuando al dirigente sindical se le ocurre proponer “démosle a la maquinita y después vemos” no tiene idea que billete que sea mandando al mercado, billete que se va a ir a comprar dólares en el mercado marginal si hay control de cambios y/o a bienes que cubran contra la inflación. Por ejemplo insumos que no pierdan valor con el paso del tiempo. Pero el peso no lo quiere nadie.

Y cuando alguien pretende desdolarizar la economía, lo que propone es obligar a la gente a consumir una mercadería que no quiere. En definitiva el BCRA produce una mercadería llamada moneda que nadie quiere. Pretender imponerla es como pretender que alguien que produce una hamburguesa de mala calidad y nadie se la compra quiera obligar a la gente a consumirla. El peso es como esa hamburguesa de mala calidad que nadie quiere. La gente se intoxica si tiene pesos perdiendo parte de su salario por efecto de la inflación.

En definitiva, nuestro problema es que tenemos un nivel de gasto público tan alto y de tan mala calidad que ya no hay mecanismos para financiarlo. Llegamos a tener una inflación de 256.711 billones por ciento porque la emisión monetaria fue uno de los mecanismos que más se utilizó para financiar ese gasto público creciente. Como los políticos se niegan a enfrentar el problema del gasto público, salen con propuestas insólitas como decir, en plena caída de la demanda de moneda, “dale a la maquinita y después vemos” o hay que desdolarizar la economía. Cosas totalmente insólitas que muestran el grado de desesperación para tratar de seguir sosteniendo un gasto público que la gente no quiere pagar.

Hay que aceptarlo, el peso está muerto y a pesar de eso hay quienes dicen: dale a la maquinita que recién vamos por el 256.711 billones por ciento de inflación.
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