jueves, 14 de noviembre de 2019

LA ESENCIA ANTICATÓLICA DEL PERONISMO (Parte 1)

LA ESENCIA ANTICATÓLICA DEL PERONISMO (Parte 1)

El gobierno contra la Iglesia



El conflicto del gobierno nacional con la Iglesia Católica, ruidosamente promovido a fines de 1954, y confirmado con graves medidas oficiales de disímil importancia, no amainó luego de la pausa estival, que pudo hacer pensar que ese impulso se había aquietado luego de dictarse las resoluciones ya enumeradas.
La campaña contra la Iglesia, en efecto, se reanudó al comenzar 1955. 

De acuerdo con la ley 14.400 sancionada en diciembre, el Gobierno de La Rioja había impedido con la policía la tradicional procesión y encuentro entre las imágenes del patrono San Nicolás de Bari con la del Niño Alcalde, que se remontaba a los días de la colonia. Desde el exterior comenzaron a llegar mensajes de protesta hacia la conducta oficial y de adhesión al clero argentino. Como contrapartida, las misas dominicales y ceremonias religiosas dentro de los templos contaron con una concurrencia cada vez más numerosa, al cabo de las cuales comenzaron a realizarse espontáneas manifestaciones, disueltas por la policía en medio de corridas y gritos. Las detenciones aumentaron, así como también cesantías en cargos públicos -especialmente en la docencia-, no solo en la Capital sino sobre todo en Córdoba. El 21 de marzo el Gobierno tomó otra medida: por decreto del Poder Ejecutivo se suprimieron varias festividades religiosas, suplantadas por otras de neto carácter partidista. Fueron anuladas las celebraciones oficiales de Todos los Santos (1° de noviembre), Fieles Difuntos (2 de noviembre), Inmaculada Concepción (8 de diciembre), San Pedro y San Pablo (29 de junio) y Corpus Christi (11 de junio, movible); pero se incorporaron como compensación los feriados del 26 de julio (Día del renunciamiento) y 17 de octubre (Día de la lealtad), además de mantenerse las tradicionales conmemoraciones patrias del 25 de mayo y 9 de julio, más el 1° de mayo, fiesta universal del trabajo. El clima agresivo fue creciendo, y tuvo lugar durante la celebración del Día del Trabajo una elocuente muestra con el discurso del secretario general de la CGT, Vuletich, de desbordante virulencia anticlerical: -¡Nosotros los trabajadores preferimos al que nos habla en nuestro idioma, que entendemos, y no al que nos reza en latín, que no entendemos, que sigue de cara al Altar y de espaldas al pueblo! Vuletich acusó a los sacerdotes de "proteger a los mercaderes ricos" y los atacó por tener participación directa junto con el capitalismo y los oligarcas "en el dolor de los pueblos". Anunció que la Confederación General del Trabajo postularía la conveniencia de reformar la Constitución Nacional, "separando la Iglesia del Estado y aboliendo la enseñanza religiosa". El presidente Perón recogió la indicación:

" ¡Si el pueblo decide que se queden, se quedarán; si el pueblo decide que han de separarse, se separarán; y si el pueblo decide que han de irse, se irán!"

La revolución del 55 (Isidoro J. Ruiz Moreno)