miércoles, 20 de noviembre de 2019

LIBRO:"LA GUERRA MODERNA"-CNEL. ROGER TRINQUIER (Parte 6)

LIBRO:"LA GUERRA MODERNA"-CNEL. ROGER TRINQUIER (Parte 6)

6. Defensa del territorio (1/6)
Desde el momento en que el objetivo principal de la guerra moderna es lograr el completo control de la población, lo primero que hay que hacer es asegurar al pueblo su protección, proporcionándole todos los medios de defensa posible contra el terrorismo. Para hacer esto debidamente, lo esencial es crear y preparar organizaciones capaces de desviar la fuerza que pueda tener la política de nuestros enemigos, los cuales tratarán de ganarse las simpatías del pueblo por cualquier medio a fin de prepararlo después para su lucha.

 
Si nuestra prevención falla y al iniciarse las hostilidades nuestros enemigos logran establecer en gran proporción de nuestro territorio un fuerte terrorismo y guerrillas, tenemos que combatirlo con los métodos apropiados, que tienen necesariamente que ser mucho más efectivos que los que pudiéramos emplear para eliminar perturbaciones en tiempos de paz.
La organización de los habitantes
Las escuelas militares encargadas de enseñar la clásica doctrina de la guerra descansan en una serie de factores interesantes: la misión, el enemigo, el terreno y los recursos. Pero, por lo general, omiten un factor que nosotros consideramos esencial en la guerra moderna: el habitante.
El campo de batalla moderno ha dejado de ser un campo limitado. Ahora tiene proporciones considerables y es capaz de envolver naciones enteras. Y en esta lucha el habitante, en su casa, es el centro del conflicto. Entre continuada acción militar, no cabe duda que es el elemento más firme. Y, quiera o no, los dos bandos pondrán en juego todos sus recursos para obligarle a participar en la lucha. Esto tiene su justificación, porque, en cierto sentido, el habitante es también un combatiente. Es importante, por tanto, prepararle para el papel que va a desempeñar y hay que acondicionarle de modo que pueda realizar ese papel con efectividad a favor de nuestra causa.
Para que el habitante evite las amenazas del enemigo, dejando de ser un elemento aislado que ninguna fuerza policíaca pueda proteger, tenemos que hacer que participe en su propia defensa. En cinsecuencia, tenemos que invitarle a formar parte de una amplia estructuración que ha de comprender, en distintas ramificaciones, a toda la población. Nadie debe eludir este servicio, y toda persona, en todo momento, deberá estar preparada para recibir órdenes de sus superiores e intervenir activamente en la misión que se le señale.
El control de las masas, a través de severa organización, algunas en combinación con otras organizaciones semejantes, constituyen en estos momentos el arma básica de la guerra moderna. Esto es lo que permite al enemigo descubrir de inmediato cualquier elemento que no le sea afín dentro de cualquier población que tenga medio controlada. únicamente cuando hayamos creado una organización similar capaz de descubrir y eliminar rápidamente a los espías que el enemigo trata de mezclar entre nosotros, estaremos en disposición de pelear de igual a igual contra él.
La creación de una organización de este tipo, sin embargo, podría tropezar con una serie de dificultades, pero éstas no son tan insuperables como para que el trabajo pueda descorazonarnos. Hay que contar de salida con que el habitante no tendrá muchos deseos de cooperar. Y esta cooperación hay que buscarla por medio del peligro. La experiencia de la batalla de Argel nos demuestra que estas cosas pueden alcanzarse.