LIBRO:"LA GUERRA MODERNA"-CNEL. ROGER TRINQUIER (Parte 6)
6. Defensa del territorio (1/6)
Desde el momento en que el
objetivo principal de la guerra moderna es lograr el completo control
de la población, lo primero que hay que hacer es asegurar al pueblo su
protección, proporcionándole todos los medios de defensa posible contra
el terrorismo. Para hacer esto
debidamente, lo esencial es crear y preparar organizaciones capaces de
desviar la fuerza que pueda tener la política de nuestros enemigos, los
cuales tratarán de ganarse las simpatías del pueblo por cualquier medio a
fin de prepararlo después para su lucha.
Si
nuestra prevención falla y al iniciarse las hostilidades nuestros
enemigos logran establecer en gran proporción de nuestro territorio un
fuerte terrorismo y guerrillas, tenemos que combatirlo con los métodos
apropiados, que tienen necesariamente que ser mucho más efectivos que
los que pudiéramos emplear para eliminar perturbaciones en tiempos de
paz.
La organización de los habitantes
Las
escuelas militares encargadas de enseñar la clásica doctrina de la
guerra descansan en una serie de factores interesantes: la misión, el
enemigo, el terreno y los recursos. Pero, por lo general, omiten un
factor que nosotros consideramos esencial en la guerra moderna: el
habitante.
El
campo de batalla moderno ha dejado de ser un campo limitado. Ahora
tiene proporciones considerables y es capaz de envolver naciones
enteras. Y en esta lucha el habitante, en su casa, es el centro del
conflicto. Entre continuada
acción militar, no cabe duda que es el elemento más firme. Y, quiera o
no, los dos bandos pondrán en juego todos sus recursos para obligarle a
participar en la lucha. Esto tiene su justificación, porque, en cierto
sentido, el habitante es también un combatiente.
Es importante, por tanto, prepararle para el papel que va a desempeñar y
hay que acondicionarle de modo que pueda realizar ese papel con
efectividad a favor de nuestra causa.
Para
que el habitante evite las amenazas del enemigo, dejando de ser un
elemento aislado que ninguna fuerza policíaca pueda proteger, tenemos
que hacer que participe en su propia defensa. En cinsecuencia, tenemos
que invitarle a formar parte de una amplia estructuración que ha de
comprender, en distintas ramificaciones, a toda la población. Nadie debe
eludir este servicio, y toda persona, en todo momento, deberá estar
preparada para recibir órdenes de sus superiores e intervenir
activamente en la misión que se le señale.
El
control de las masas, a través de severa organización, algunas en
combinación con otras organizaciones semejantes, constituyen en estos
momentos el arma básica de la guerra moderna. Esto es lo que permite al
enemigo descubrir de inmediato cualquier elemento que no le sea afín
dentro de cualquier población que tenga medio controlada. únicamente
cuando hayamos creado una organización similar capaz de descubrir y
eliminar rápidamente a los espías que el enemigo trata de mezclar entre
nosotros, estaremos en disposición de pelear de igual a igual contra él.
La
creación de una organización de este tipo, sin embargo, podría tropezar
con una serie de dificultades, pero éstas no son tan insuperables como
para que el trabajo pueda descorazonarnos. Hay que contar de salida con
que el habitante no tendrá muchos deseos de cooperar. Y esta cooperación
hay que buscarla por medio del peligro. La experiencia de la batalla de
Argel nos demuestra que estas cosas pueden alcanzarse.