El Diablo, el Anticristo y los judíos y el triunfo final de Cristo – Por el Padre Julio Meinvielle
Es evidente que ni el mal ni el bien son
patrimonio de ningún pueblo no de ningún hombre pero el diablo puede tener sus
predilecciones como Dios y Cristo tienen las suyas. No olvidemos que el diablo
es dios invertido, de suerte que imita en todo, las coas de Dios para
ridiculizarlas.
Ahora bien, es sorprendente el paralelismo
que se puede establecer entre el diablo, el anticristo y los judíos.
Del Diablo nos dice San Juan en el
Apocalipsis (XII, 9): Así fue abatido
aquel dragón descomunal, aquella antigua serpiente, que se llama Diablo, y
también Satanás que andaba engañando al orbe del universo.
Del Anticristo se dice: Aquel inicuo que vendrá con el poder de Satanás, con toda suerte de
milagros, de señales y de prodigios falsos y con todas las ilusiones que pueden
conducir a la iniquidad a aquellos que se perderán, por no haber recibido y
amado la verdad a fin de salvarse. Por eso Dios les enviará el artificio del
error con que crean a la mentira (II Tes. II, 9-11)
De los judíos dice el mismo Cristo en San
Juan VIII, 44: Vosotros sois hijos del
diablo y así queréis satisfacer los deseos de vuestro padre: él fue homicida
desde el principio y así no permaneció en la verdad; y así no hay verdad en él;
cuando dice mentira, habla como quién es, por ser de suyo mentiroso y padre de
la mentira.
Es evidente que si existe una estrecha
intimidad para la perpetración del mal en el mundo entre el diablo, el
Anticristo y los judíos, no han de faltar ellos en la gran tarea de deshacer la
obra de Dios que es la Santa Iglesia. Y así vemos con que furia estos tres
enemigos de la Cristiandad han acometido la empresa de destruir la admirable
civilización milenaria que edificó el cristianismo. Aunque la culpa de esta
destrucción no la tienen ellos sino los mismos cristianos que fueron infieles
al espíritu de Cristo. Porque para los pueblos vale lo que para las almas:
nadie sucumbe a la tentación si no quiere. Fiel
es Dios – dice San Pablo (I Cor. X, 13) – que no permite que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino
que de la misma tentación os hará sacar provecho para que podáis sosteneros.
Los enemigos declarados del hombre cristiano comenzaron a tener éxito en su
criminal empresa cuando los cristianos comenzaron a debilitarse en el espíritu
de su vida interior. He aquí, por otra parte, lo que confirma la historia de
aquellos tiempos bochornosos del fin de la edad media, en que el clero católico
olvidó que debía se la sal de la tierra y
la luz del mundo, con lo que las costumbres se relajaron vergonzosamente y
la fe se debilitó en los pueblos, mientras los poderes temporales se afirmaban
en su soberbia de dominación…
El
triunfo final de Cristo
... Los judíos, que se habrán ido
convirtiendo en gran número, en muchas regiones de la tierra, por donde se
hallarán diseminados, también se irán haciendo más satánicos en el núcleo
judaico central que se irá estrechando. Y así los últimos residuos de Israel
dominarán fuertemente a los pueblos y prepararán la entronización a su Mesías,
que será entronizado probablemente en Jerusalén.
Y
entonces se dejará ver aquel perverso, a quien el Señor Jesús matará con el
soplo de su boca destruirá con el esplendor de su presencia: A aquel inicuo que
vendrá con el poder de Satanás, con toda suerte de milagros, de señales y de
prodigios falsos, y con todas las ilusiones que pueden conducir a la iniquidad… (II Tes. II, 8-11).
Lo que venga entonces y después, solo Dios lo
sabe, como asimismo solo él sabe cuándo.
Pero luego después de la tribulación de
aquellos días (que han de abreviarse por amor a los escogidos (Mat. XXIV, 22)),
el sol se oscurecerá, la luna no alumbrará, y las estrellas caerán del cielo la
señal del Hijo del hombre a cuya vista todos los hombres de la tierra
prorrumpirán en llantos: y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del
cielo con gran poder y majestad. (Mat. XXIV, 23-30)
Y el Hijo del Hombre vendrá en la gloria del
Padre con sus ángeles y dará a cada uno según sus propias obras. (Mat. XVI, 28). La siega es el fin del mundo: los segadores
son los ángeles. Y así como se recoge la cizaña y se quema en el juego así
sucederá al fin del mundo: enviará el Hijo del hombre a sus ángeles, y quitarán
de su reino a todos los escandalosos, y a cuantos obran la maldad: y los
arrojarán en el horno del fuego. Allí será el llanto y el crujir de dientes.
Al mismo tiempo los justos
resplandecerán como el sol en el reino de su padre. (Mat. XIII, 37-43)
Padre Julio
Meinvielle – “Los tres pueblos bíblicos en su lucha por su dominación del mundo” Ed. Dictio. Pags.274-275 y 307-308
Nacionalismo Católico San Juan Bautista