sábado, 30 de noviembre de 2013

EL DIABLO, EL ANTICRISTO Y LOS JUDIOS

El Diablo, el Anticristo y los judíos y el triunfo final de Cristo – Por el Padre Julio Meinvielle

 

  Es evidente que ni el mal ni el bien son patrimonio de ningún pueblo no de ningún hombre pero el diablo puede tener sus predilecciones como Dios y Cristo tienen las suyas. No olvidemos que el diablo es dios invertido, de suerte que imita en todo, las coas de Dios para ridiculizarlas.
  Ahora bien, es sorprendente el paralelismo que se puede establecer entre el diablo, el anticristo y los judíos.
  Del Diablo nos dice San Juan en el Apocalipsis (XII, 9): Así fue abatido aquel dragón descomunal, aquella antigua serpiente, que se llama Diablo, y también Satanás que andaba engañando al orbe del universo.
  Del Anticristo se dice: Aquel inicuo que vendrá con el poder de Satanás, con toda suerte de milagros, de señales y de prodigios falsos y con todas las ilusiones que pueden conducir a la iniquidad a aquellos que se perderán, por no haber recibido y amado la verdad a fin de salvarse. Por eso Dios les enviará el artificio del error con que crean a la mentira (II Tes. II, 9-11)
  De los judíos dice el mismo Cristo en San Juan VIII, 44: Vosotros sois hijos del diablo y así queréis satisfacer los deseos de vuestro padre: él fue homicida desde el principio y así no permaneció en la verdad; y así no hay verdad en él; cuando dice mentira, habla como quién es, por ser de suyo mentiroso y padre de la mentira.
  Es evidente que si existe una estrecha intimidad para la perpetración del mal en el mundo entre el diablo, el Anticristo y los judíos, no han de faltar ellos en la gran tarea de deshacer la obra de Dios que es la Santa Iglesia. Y así vemos con que furia estos tres enemigos de la Cristiandad han acometido la empresa de destruir la admirable civilización milenaria que edificó el cristianismo. Aunque la culpa de esta destrucción no la tienen ellos sino los mismos cristianos que fueron infieles al espíritu de Cristo. Porque para los pueblos vale lo que para las almas: nadie sucumbe a la tentación si no quiere. Fiel es Dios – dice San Pablo (I Cor. X, 13) – que no permite que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que de la misma tentación os hará sacar provecho para que podáis sosteneros. Los enemigos declarados del hombre cristiano comenzaron a tener éxito en su criminal empresa cuando los cristianos comenzaron a debilitarse en el espíritu de su vida interior. He aquí, por otra parte, lo que confirma la historia de aquellos tiempos bochornosos del fin de la edad media, en que el clero católico olvidó que debía se la sal de la tierra y la luz del mundo, con lo que las costumbres se relajaron vergonzosamente y la fe se debilitó en los pueblos, mientras los poderes temporales se afirmaban en su soberbia de dominación…
El triunfo final de Cristo
  ... Los judíos, que se habrán ido convirtiendo en gran número, en muchas regiones de la tierra, por donde se hallarán diseminados, también se irán haciendo más satánicos en el núcleo judaico central que se irá estrechando. Y así los últimos residuos de Israel dominarán fuertemente a los pueblos y prepararán la entronización a su Mesías, que será entronizado probablemente en Jerusalén.
  Y entonces se dejará ver aquel perverso, a quien el Señor Jesús matará con el soplo de su boca destruirá con el esplendor de su presencia: A aquel inicuo que vendrá con el poder de Satanás, con toda suerte de milagros, de señales y de prodigios falsos, y con todas las ilusiones que pueden conducir a la iniquidad… (II Tes. II, 8-11).
  Lo que venga entonces y después, solo Dios lo sabe, como asimismo solo él sabe cuándo.
  Pero luego después de la tribulación de aquellos días (que han de abreviarse por amor a los escogidos (Mat. XXIV, 22)), el sol se oscurecerá, la luna no alumbrará, y las estrellas caerán del cielo la señal del Hijo del hombre a cuya vista todos los hombres de la tierra prorrumpirán en llantos: y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y majestad. (Mat. XXIV, 23-30)
  Y el Hijo del Hombre vendrá en la gloria del Padre con sus ángeles y dará a cada uno según sus propias obras. (Mat. XVI, 28). La siega es el fin del mundo: los segadores son los ángeles. Y así como se recoge la cizaña y se quema en el juego así sucederá al fin del mundo: enviará el Hijo del hombre a sus ángeles, y quitarán de su reino a todos los escandalosos, y a cuantos obran la maldad: y los arrojarán en el horno del fuego. Allí será el llanto y el crujir de dientes.
Al mismo tiempo los justos resplandecerán como el sol en el reino de su padre. (Mat. XIII, 37-43)
Padre Julio Meinvielle – “Los tres pueblos bíblicos en su lucha por su dominación del mundo” Ed. Dictio. Pags.274-275 y 307-308

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