¡Fuga de dólares y
peronistas!
Por: José M.García Rozado
Entre
el eslogan de “profundizar el modelo”
y el gigantesco dilema de “la frazada
corta” el cristinismo encara el final de su mandato ocupando como en el
2009 el “centro de la escena”, ante
una oposición inerte, callada y desmembrada; el síndrome del 2009 vuelve a
enseñorearse bajo la batuta de Capitanich–como ayer fuera de Cristina
Fernández-, un “inteligente y bicho”
Jefe de Gabinete que vuelve a manejar los hilos de la política desplazando la
discusión de cómo encarar los enormes problemas de la economía nacional. Faltan
exportaciones y por lo tanto divisas, sobran gastos del Estado y por lo tanto
no para de crecer el déficit fiscal. “¡El
desmadre como política oficial!”
De los cambios que Cristina Fernández
realizó en el gabinete puede deducirse que tomó nota de los dos problemas más
serios que enfrenta en este ciclo de “pato
rengo” que durará inexorablemente 24 meses, y terminará definitivamente el
10 de diciembre de 2015, y de qué para atenderlos –no enfrentarlos, porque no
lo ha hecho- necesita nuevas armas, que superen el “discurso-relato” y a un grupo de colaboradores (ministros,
secretarios, subsecretarios y directores de organismos descentralizados y
empresas del Estado, etc.) que muestren una seudo imagen de “cambio y renovación” gubernamental.
Esto, y no otra cosa, fue lo que llevó a cabo: “un cambio de medios” –echo a Moreno, Del Pont, Abal y corrió a Lorenzino-
para “no cambiar los fines”. Y aquí
debemos detenernos para ser muy explícitos y claros, porque de no explicar con
claridad la “movida de Cristina”, el
pueblo puede llamarse nuevamente a engaño, como lo hiciere durante todo el año
2011, ¡Y allí estuvieron las consecuencias!
Cristina Fernández “les enroscó la víbora” –como bien sabe graficar el común del
pueblo-, porque la Presidente no sólo no se retrotrajo a “cuarteles de invierno”, sino que por el contrario volvió, como
luego de la derrota de junio de 2009, a pisar el acelerador en esta marcha
enloquecida y autodestructiva que nos conduce inexorablemente y ante la apatía
y la inexplicable quietud de la oposición, hacia “un gigantesco precipicio”. En su “viejo y gastado discurso” del pasado miércoles 20 de noviembre,
ella despejó toda duda, y ante el clamor infantil de los camporistas dejó muy
en claro dios cosas: una que no modificará en nada el rumbo, y esto quedó muy
en claro al escuchar que “seguimos
profundizando el modelo” –más allá de las discusiones bizarras sobre el
sentido etimológico de la palabra utilizada para “marcar totalmente la cancha”-; y otra que está dispuesta a
cualquier cosa con tal de obtener los dólares necesarios para cumplir con la
primera y llegar al 2015 reteniendo el mayor poder posible. Para eso y contra
los cánticos que llenaban los patios de Balcarce 50 de “liberación” ella abierta y desembozadamente explicitaba que estaba
dispuesta porque “no tengo prejuicios, nos vamos a asociar con quien tengamos que
hacerlo. No tengo anteojeras, esto demanda capitales intensivos”.
Con el único bastardo objetivo de
contener la fuga de divisas en energía, que solo este año 2013 alcanza a US$ 13
mil millones, ella avaló tácitamente los acuerdos previos con la petrolera
Chevron y nos aleccionó sobre los “futuros acuerdos” –hoy ya nos
desayunamos con el primero, “el arreglo
con Repsol y Pemex”- con las grandes transnacionales del rubro. Por eso, es
que los cánticos juveniles desentonaban, es más, fueron “tan sordos” que “no
escucharon a su jefa” y al terminar ella, aplaudieron fervorosa y
efusivamente esta pragmática y ortodoxa definición presidencial que la alejaban
de Mosconi, Savio y Perón acercándola definitivamente a Néstor, Cavallo y Menem
de 1993. El objetivo sigue siendo “¡retener
el poder a como sea!” La pregunta que deberá hacerse rápidamente el pueblo
es si “¿está a tiempo, con estos cambios
para no cambiar, de alcanzar la meta?”, o si urgido como está el país de
inversiones, tipo e cambio competitivo, generación de empleo genuino,
productividad obrera y competitividad empresaria, entre otras variables tanto o
más importantes, es necesario que ella tome conciencia de que debería “¡haber cambiado también de objetivos!”
El “modelo”
iniciado en enero de 2002 y sostenido posteriormente por Néstor Kirchner
–heredado de Eduardo Duhalde- implicaba cinco ejes fundamentales, a saber: “superávit gemelos, tipo de cambio
competitivo, desendeudamiento, acumulación de reservas y baja inflación” El
resultado de éste “plan rector, o seudo
modelo”, fue un muy fuerte y sostenido aumento del consumo, la inversión y
las exportaciones con precios relativos sustentables. Así, se incubó un plan
populardesarrollista de “sustitución de
importaciones” generándose empleo genuino, disminución de la pobreza y
achicamiento progresivo de la exclusión y el hambre, o sea la indigencia, que
la crisis de diciembre de 2001 –cavallodelaruista- habían generado. Todo esto
en el marco del “plan de cinco (5) patas”
ya descripto, donde mediante la diligente intervención de la Iglesia –el
entonces cardenal Jorge Bergoglio a la cabeza- se obtiene una muy importante
colaboración del sector agropecuario, a la sazón el más productivo y además el
mejor retribuido, mediante la fijación de “retenciones
–por acuerdo y consenso- a las exportaciones de granos, carnes y lácteos.”
Es este modelo exportador, con sustento en el consumo interno, el que lleva a
la Argentina a un sostenido “crecimiento”,
fase preliminar e imprescindible, de un futuro y necesario segundo paso: “¡El Desarrollo!”
Este “plan o seudo modelo”, es el que realmente en 2008 bajo la
presidencia de Cristina Fernández, “sin
previo aviso es cambiado”; aparece uno muy distinto que se concentra en la “expansión del consumo” y se utilizan
algunos precios relativos –tipo de cambio y tarifas de servicios- para contener
una inflación, que como efecto de la expansión del consumo, sin la contraparte
de “inversiones de capitales productivos”,
se desata irremediablemente. Aparecen, como consecuencia –a veces como causas-,
el déficit fiscal y en cuenta corriente, crece la deuda pública, aumenta a dos
dígitos la inflación, se retrasa exprofeso el tipo de cambio y afloran muy
serias restricciones y deficiencias por el lado de la “oferta” –divisas, capacidad productiva, insuficiencia de
infraestructura de servicios (energética, ferroviaria y caminos, puertos,
etc.)-, explotando en el corto plazo (2008-2010) la burbuja artificialmente
creada con este seudo “plan o modelo”
contrario al iniciado en 2002. El resultado de este plan-modelo es muy distinto
al de los años iniciales, y el PBI aumenta apenas un 0,9% en 2012 y un pobre 3%
(cifras del INDEC) en 2013, no se crea empleo privado, es más se pierde este y
se aumenta el estatal y la inflación pasa a ser del 25% en 2012 y casi del 28
al 30% en este 2013. Si se comparan estas cifras con las del período 2002-2008,
donde el crecimiento real del PBI pasó de un 6% a un 9% en los últimos cuatro
años manteniéndose el mismo en forma sustentable y pareja.
Es muy difícil definir “el modelo económico” para poder evaluar
qué implicaría su profundización porque ha venido mutando en el tiempo; en sus
primeros años había cinco factores que compensaban el supuesto efecto negativo
que causaban políticas altamente “intervencionistas”
–populardesarrollista, con un marcado sesgo nacionalista sustentado en una
política de ”sustitución de
importaciones”-. Un tipo de cambio muy depreciado desde la visión ortodoxa,
“competitivo” para los heterodoxos,
superávits fiscal y comercial, que sumados a un notable desendeudamiento,
especialmente en divisas mediante la renegociación de la deuda en 2005, la
acumulación de reservas que desde aquellos US$ 2,5 mil millones –increíbles-,
dejadas por el gobierno aliancista se llega hasta los US$ 52 mil millones de
2008; y una inflación que nunca superó (en el peor momento) el 9% anual, Estos
elementos positivos que generaron un sostenido y sustentable “crecimiento económico” del país se
fueron perdiendo de la mano de una fenomenal expansión del gasto estatal,
producto de trastocar una política popular, nacionalista y de mejora de los
estándares sociales, en otra ampliamente clientelar y prebendaria (con amplios
bolsones de corrupción y enriquecimiento de funcionarios y gobernantes). Como
consecuencia de esta política allá por 2009, “llegó entonces la hora de manotear los stocks”: primero le tocó el
turno a los fondos del ANSeS, luego de la renacionalización de las AFJP, luego
el de las reservas del Banco Central y como corolario se llegó a la etapa de la
nacionalización-estatización mediante la expropiación de algunas empresas
emblemáticas (AA y Austral, YPF, los ferrocarriles -Sarmiento, San Martín,
Belgrano, etc.-).
Estos problemas económicos generaron
que, en lugar de volver al “modelo-plan
original”, se respondiere con el control (desbarajuste e intromisión) de las estadísticas, importaciones,
mercado de cambios y de precios, y los fondos del BCRA y del ANSeS se
utilizaron para financiar el creciente y descomunal déficit fiscal y
energético. El resultado del “modelo” de
la gestión cristinista teniendo en cuenta que hasta octubre de 2010 fue
manejada por Néstor Kirchner, fue un elevado déficit fiscal, alta inflación
–entre el 19% y el 28% anuales-, una pérdida notable y v significativa de
reservas aún en condiciones externas muy favorables –podemos afirmar que las
más favorables de los últimos 100 años- fugándose más de US$ 80 mil millones
(solo en lo que va de la aplicación del cepo cambiario se fugaron US$ 15 mil
millones), y graves problemas de precios relativos, al más notorio el atraso
cambiario (hoy con un dólar de $ 6,06 cuando en noviembre de 2012 era de $
5,10). Cuando existen “cambios
ministeriales” de la magnitud del presente, es normal que se generen “nuevas y amplias expectativas”,
expectativas que se centran en pensar en salidas más o menos heterodoxas, pero
no puede obviarse en este momento la parte ortodoxa del programa, o sea que “hay que ajustar los números fiscales para
bajar la emisión monetaria y corregir las enormes distorsiones de precios”,
pero esto no necesariamente significa un “ajuste”
en la forma ortodoxa, esa que Cristina Fernández siempre demoniza para cubrir
su incapacidad e inexperiencia.
Ante los cambios parciales y cosméticos
llevados a cabo por la Presidente y el anuncio de “la profundización del modelo” que contradice todas y cada una de
las posibles correcciones para salir del atolladero, donde el cambio del modelo
implementado por el régimen cristinista desde 2008, nos ha metido; en términos
de medidas estructurales –impuestos, coparticipación federal de aquellos,
transformación del Estado para brindar servicios de excelencia, mecanismos
para aumentar la competitividad,
reducción de la informalidad laboral- se seguirá sin hacer nada. Y en la
macroeconomía, intentarán seguir incentivando solo el consumo, que nunca ha
servido para crecer, sólo para generar “una
ficticia opulencia transitoria” que deviene en profundas crisis económicas
y sociales –en base a precios relativos que no son sustentables en el tiempo y
generan cada vez más problemas-. Se requiere que la depreciación del peso
(devaluación) supere el crecimiento en los costos laborales, sin que incida en
los precios de las mercancías, implicando no una reducción del salario en
términos del consumo básico y alimentario, sino una reducción de los costos a
nivel productivo para volverse competitivo siempre acompañado de tecnificación
productiva, capacitación obrera y productividad empresaria. La transición puede
y debe suavizarse si se coloca deuda externa (directa o indirecta por medio de
las empresas públicas o provinciales, tanto como por las privadas especialmente
en el rubro tecnificación), o si se atraen inversiones productivas
internacionales, dentro de un marco regulatorio y legal, que además de ser
creíble y sustentable en el tiempo (no pueden cambiarse las reglas de juego
arbitrariamente o con retroactividad) para los inversores, sean productivas y
beneficiosas para el país y el pueblo argentino.
Sin una estrategia razonable, no se
puede aumentar la inversión productiva, ni las exportaciones manufactureras,
tampoco contener la inflación que carcome los salarios y los ingresos de los
más pobres –hoy un 25% del pueblo con un 11% de indigencia luego de 10 años
(una década que de ganada no tiene nada) de crecimiento importante durante 6
años y cuatro de amesetamiento, pero nunca de decrecimiento que lo justifique-, ni sostener las reservas (hoy en un nivel
peligroso de US$ 31 mil millones) o evitar el deterioro de los salarios reales,
cuando no la pérdida del empleo. Utilizar, como viene realizándose desde hace
años, el dinero de los jubilados para tomar “deuda
entre privados”, como llegó a escucharse en estos días, es una verdadera
animalada, pues no garantiza el futuro de estos dineros de los jubilados, antes
de que se corrija el atraso cambiario existente. El financiamiento
internacional de obras de infraestructura requiere de estabilidad política y
económica, pues nadie vendrá a realizar obras y aportar fondos a un Estado no
creíble, el riesgo es que además del cambio de reglas, como hasta el momento,
la depreciación imprescindible para el saneamiento económico, incidan en el
repago o los costos de las mismas. Las actuales medidas cosméticas –impuesto a
los autos suntuarios, recargo a las tarjetas de crédito por compras en el
exterior, trabas a las importaciones de ciertos productos- no ahorran muchas
divisas reales, pues el consumo se corre hacia otros estamentos, que implican
también gastos en divisas, o aumento descontrolado de la inflación por aumentos
internos producidos por aquel corrimiento. El desdoblamiento cambiario es
alivio pasajero si se diseña para generar recursos fiscales, pero al costo de
potenciar la acción de lobbies para acceder a las condiciones más favorables.
Las estimaciones para 2014 seguirán
siendo de muy bajo o nulo crecimiento (1% a lo sumo) con muy alta inflación, y
desperdiciándose las excelentes oportunidades que brindan nuestros recursos
nacionales y el muy favorable contexto internacional, que debe dejarse en
claro, fue el que posibilitó prolongar a vida del actual modelo-plan
verdaderamente agotado. Recortar subsidios a la industria y al comercio es muy
poco visible y realista en esta encrucijada, pues presionará los costos
internos y en definitiva los precios teniendo además un costo muy alto sobre
los costos de los sectores que aún compiten con el resto del mundo, aunque
recortarlos a los servicios –luz, gas, agua corriente- y al transporte
verdaderamente produciría un efecto muy sólido en las cuestas estatales, pero
influiría negativamente en la apreciación de los votantes. Reconociendo que
esta quita debe ser paulatina y gradual, ella es indispensable para sanear las
deficitarias cuentas del “gasto público”
hoy totalmente descontroladas. El escenario que se le presenta al gobierno
Cristina Fernández no es todo lo promisorio que ella, Kicillof –su ministro de
economía- y Capitanich, el Jefe de Gabinete que llegó para “cambiarle la cara, para que nada cambie”, pretenden inculcar a un
pueblo bastante desprevenido por lo general. Pero ahora, además debe enfrentar
un nuevo problema que se le suma a “la
fuga de reservas del Central”, y esto es “la fuga de peronistas hacia el disenso”.
El disenso o simplemente “la franca oposición” al régimen
Cristina Fernández, algo que ella nunca creyó que sucedería, tal como se lo
planteaba hasta ayer nomás Juan Manuel Abal Medina, hijo, y que nunca imaginó
que podía tener que resignarse a acordar con Scioli, opinión compartida por
Máximo y Zaninni que como ella ahora, ante la derrota contundente opinan que deben ir hacia el peronismo pero con “una red de salvataje” que incluye
acercarse con un “mediador-candidato”
afín, que le permita recomponer el cerco destruido alrededor de la fortaleza
oficialista, con los “leales adentro”
–La Cámpora, Nuevo Encuentro, Movimiento Evita, Kolina, Unidos y Organizados, y
los Kunkel, los Diana Conti, los Bettini, etc.-, los “enemigos enfrente” y lo más visibles posible dejando a “los tibios” –Scioli, Insaurralde, Gioja
(si se recuperare), Pichetto, etc.- hirviéndose en el aceite que ella y sus
acólitos aplaudidores atizarán con fruición.
Pero como sigue controlando todo, aunque parezca haber dejado el día a
día en manos del “Coqui”, a la fuga
de reservas y divisas ella desconfía de las recetas que le acercaron Boudou y
Lorenzino del crédito externo, ni las de reducir la emisión y moderar la
inflación que, en su forzosa retirada le aconsejare Marcó del Pont. Por el
contrario y en su camino de “profundizar
el modelo” apostará todas las fichas a endurecer los controles y aumentar
los costos de salida, mientras aplica subas en los combustibles para achicar el
déficit energético (hoy la nafta Premium alcanza o supera los $ 10, y el gas
oil ronda los $ 9), a la vez que intenta inventar algún premio o retribución
para quien se atreva a entrar divisas al país.
La política de Cristina Fernández se
encuadra en el “¡que se arregle el que
venga después para administrar las gangrenas y los cánceres, junto a las
prebendas y los seudo derechos que resulten de ellos!”. ¡No nos engañemos
argentinos: el look susanesco estilo “la
Chona” que imprimió a “su regreso”
no puede confundirnos! Cristina ahora no piensa ni en un solo minuto en “reinar sin gobernar”, todo lo contrario,
ella está más decidida que nunca a “retener
el poder sea como sea”, y en esto no existe ningún tipo de retroceso de su
parte. Kicillof y Capitanich son apenas dos peones en su macabro juego de
ajedrez, uno pondrá la cara en la economía y el otro pretenderá ser más
democrático y republicano que ella, pero sólo es una fantochada más de “la Reina”. Sigue en la búsqueda de
retener el poder, ante todo porque ambas metas: retener dólares y peronistas,
en alguna medida van de la mano –imposible convencer a nadie del elenco oficialista que se puede llegar a
ganar en 2015 si las reservas se evaporan, y por lo tanto la gobernabilidad-,
pero a su vez se contraponen –para ahorrar divisas en cierta medida, bastante
importante, se requiere de reducir y ajustar los gastos públicos-, todo, pero “todo lo contrario de lo requiere para
seducir al pueblo y a los peronistas”. Le hará falta a Cristina Fernández,
si desea convertir en pasos, aunque sea mínimos y consistentes o creíbles, el
giro realizado hasta hoy sólo en los nombres; y que por eso mismo nada está
resultando tan difícil de traducir a medidas concretas y que le sean popularmente
aceptables.
Dos años atrás –noviembre de 2011- las
cosas hubieren sido mucho más fáciles, claro, pero en ese entonces ella y sus
acólitos aún creían en “el ¡vamos por
todo!”, ese tiempo para Cristina Fernández, aunque pretenda volver a
detentar y retener el poder sea como sea, ¡está irremediablemente perdido, y no
existe posibilidad de retroceso! ¡Por suerte para la Patria…!
¡Como bien dice Julio María Sanguinetti:
“no hay peor tiranía que aquella que se
ejerce a la sombra de las leyes!” Y nosotros agregaríamos, o de una Corte
Suprema vuelta oficialista.
Buenos Aires, 26 de Noviembre de 2013.
Arq. José M. García Rozado
MPJIRucci – LIGA FEDERAL –
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