miércoles, 27 de noviembre de 2013

EVANGELII GAUDIUM: LA FABULA DEL DINERO

Evangelii gaudium: la fábula del dinero


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“La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano!” (n. 55).
Quien lea esta basura intelectual se dará cuenta que todo el problema en el anticristo Francisco está en su pensamiento humano. Y, por eso, no es capaz de ponerse en la Verdad cuando trata los diferentes temas.
La crisis financiera es por el pecado de avaricia de los hombres. Punto y final. Ese pecado trae muchas consecuencias en el mundo, muchos problemas, muchos otros pecados, muchas soluciones que son igualmente otros pecados para, al final, no hacer nada, porque no se va a la raíz del problema: el pecado.
El anticristo Francisco no tiene en su pensamiento el pecado. y, por tanto, sólo ve que se niega al hombre en la cuestión monetaria. No ha comprendido nada del problema financiero. Ahí se ve su nulidad intelectual.
“Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano” (n. 55).
Francisco no ha comprendido que el dinero no tiene un rostro y un objetivo humano, sino en contra del hombre, de su dignidad, de su moral, de su ética.
No se puede pedir que el hombre, buscando el dinero, ame a los hombres y les dé a ellos una caridad. Es imposible. Porque el hombre avaricioso sólo ama su dinero, no puede amar a los hombres, no puede valorar a los hombres y, mucho menos, a los pobres. Y el hombre avaricioso hace de su dinero la plataforma para usar a todos los hombres y para odiar a todos los hombres.
Nunca el dinero hace ser más humano, más entrañable con los hombres, más acogedor de los hombres, de sus vidas, de sus obras, sino todo lo contrario.
Esto es lo que no le entra al anticristo Francisco. No le cabe en su estúpida cabeza.
“¡El dinero debe servir y no gobernar! “ (n. 58)
El dinero no sirve para nada. Sólo sirve para expiar el pecado. Luego, el dinero no sirve al hombre, no sirve a su vida, no sirve a su inteligencia, no sirve a sus obras humanas. El dinero no sirve al hombre, por eso, Jesús no se preocupó del dinero, porque Dios no ha inventado el dinero. Es el hombre el inventor del dinero. Es el hombre el que quiere una utilidad que Dios no la ha puesto.
Dios da la riqueza a los hombres, pero no manda hacer un negocio de la riqueza natural. Son los hombres, porque nacen en pecado y viven pecado, los que buscan hacer de la vida gratis que Dios da, el negocio para sus vidas.
El anticristo Francisco, porque es un avaro, porque no lucha contra su pecado de avaricia, porque le gusta el dinero, como a todos los hombres, se desvive para que los hombres le den dinero a él en su negocio en la Iglesia.
Y quien no tome estas palabras de esta manera, no comprende cómo un Obispo, ciego por el dinero, no ve la raíz de todos los males del hombre en el pecado y en su autor, el demonio.
“El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos” (n. 58).
Un Papa verdadero nunca cae en esta estupidez de decir que los ricos deben ayudar a los pobres.
Si todo fuera tan sencillo como eso, entonces, los gobernantes del mundo que se pongan a fabricar billetes y que de un buen fajo de billetes, cada mes, a todos los hombres del mundo y se acabó la crisis financiera.
¿Qué hombre en el mundo puede seguir el pensamiento de este necio gobernante, como es Francisco? Nadie lo sigue en el mundo, porque no hay un rico en el mundo que dé su dinero a los pobres. No hay gobierno en el mundo que saque de la pobreza a los pobres. Nadie. Es una ilusión lo que está diciendo aquí ese anticristo. Una fábula, un cuento para llenar páginas de tonterías.
Un Papa verdadero ataca el pecado de avaricia de los ricos, como lo hizo Jesús: “Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Lucas 18:25).
Porque, quitando el pecado de avaricia, se quitan los problemas financieros.
Pero dar dinero a los pobres es un fábula del anticristo Francisco que no se la cree ni él.
No se quita el pecado de avaricia con otro pecado: dar dinero a los pobres. Porque Jesús no manda dar dinero a nadie, no manda sacar de la pobreza a nadie, porque: “pobres siempre tendréis”. No está en eso la salvación de los pobres. Está sólo en quitar el pecado de avaricia.
Pero para quitarlo, es necesario quitar el pecado de soberbia y de orgullo, que son la raíz de la avaricia. Y eso no se hace dando dinero a nadie.
Un anticristo sólo cuenta fábulas en la Iglesia, es decir, cuentos que nadie puede realizar en la práctica de la vida, pero que suenan muy bien en las palabras bellas que el anticristo dice.
¿Qué hombre sabio en el mundo no se le había ocurrido que para salir de las crisis financieras los ricos tenían que dar dinero a los pobres? A ningún sabio en el mundo, porque la sabiduría mundana sólo quiere la avaricia del dinero y le importa muy poco los pobres.
Y un Obispo que enseñe a dar dinero a los pobres enseña un pecado: el pecado de lujuria de la vida. Quiere hacer que el pobre viva bien humanamente, que esté feliz en su vida humana, que no esté preocupado porque no tiene dinero.
Y enseñar un pecado es ir en contra de la doctrina de Cristo en la Iglesia.
A los ricos hay que enseñarles el camino para salir de su avaricia, para expiar su pecado de avaricia, para que comprendan lo que significa el amor de Dios y el amor al prójimo.
Al anticristo Francisco no le interesa este punto en la Iglesia: expiar el pecado, porque ha anulado la Obra de la Redención de Cristo. Y ya Cristo es sólo un Resucitado, pero no uno que sigue sufriendo por los malditos pecados de todos los miembros de la Iglesia. Al anticristo Francisco sólo le interesa promocionar a los pobres de dinero, pero no predicar la pobreza de espíritu, que tanto ricos como pobres tiene que tener.
Si se le da al pobre dinero ya no es pobre de espíritu. Ya se le hace creer que lo más importante en la vida es el dinero, no la conquista del cielo. Así piensan todos los Obispos y sacerdotes comunistas, como el anticristo Francisco.
No existe una ética en la cuestión financiera, porque las crisis financieras son por el pecado de muchos, que quieren sólo el dinero. Y en el pecado no hay ética, no hay moral. En el pecado no hay amor de Dios.
El anticristo Francisco sólo enseña su fábula del dinero, que no la puede seguir nadie en la práctica, ni en la Iglesia ni en el mundo.
¡Cuánta gente rica hay en la Iglesia, por su posición social, y no practican nada cuando dan limosnas!
¡Cuánta gente católica que echa su dinero en las ofrendas y sólo echa lo que le sobra!
Porque el problema no está en el dinero, sino en el pecado de avaricia que hace del dinero un dios, un ídolo. No hay que atacar el dinero, sino el pecado. No hay que atacar la riqueza, sino el apego a la riqueza, que sólo se puede quitar practicando las virtudes cristianas, no dando dinero a nadie.
Esto es lo que no enseña el anticristo Francisco, porque no sabe de la vida espiritual. Está metido en su obsesión: el maldito dinero. Y no le interesa el maldito pecado de avaricia en los hombres y cómo expiarlo, cómo cargar con él.
Es muy fácil tumbar al anticristo Francisco. Porque no tiene inteligencia. Es un necio que cuenta fábulas en la Iglesia. Y nada más. En la práctica hay que resolver los asuntos por otros caminos.
Y es lo que va a pasar dentro de poco.
¿Quién puede seguir al bobo de Francisco en la fábula del dinero?
Y habrá sacerdotes y Obispos que prediquen esto mismo en la Iglesia y no se habrán dado cuenta de la estupidez que dicen.