Ser católico, hoy
Huelga
decir que tenemos enormes diferencias con Gabriel Zanotti. Y que no
podemos compartir su liberalismo. Pero en esta entrada dice verdades y lo hace de un
modo comprensible para muchos. Razón suficiente para reproducir el texto en
nuestra bitácora.
SER CATÓLICO, HOY
Comencemos diciendo lo obvio: no
es fácil.
Pero, please, no lo hagamos más
difícil.
Si el lector cree que ahora viene
una larga lista de peticiones a la carta, para un Catolicismo a mi medida, no,
no es eso.
Lo que quiero decir es que las
circunstancias culturales actuales demandan más apologética y más
convencimiento de quien se dice católico.
De manera totalmente comprensible
(y no me quejo por ello) el Catolicismo es hoy, para muchos, el símbolo de lo
absurdo. Y generalmente quienes lo dicen lo hacen con toda sinceridad,
realmente convencidos, con argumentos importantes.
¿Pero cómo nos encuentra, en
general, esa situación?
Con un Catolicismo asumido
simplemente como una tradición y nada más. El catecismo de la infancia, mal
dado en general; el colegio católico, peor, no por católico, sino por
“escuela”; y ello queda como un vago recuerdo que tiene tanto de Fe auténtica
como yo puedo tener de jugador de futbol. Los sacramentos se pierden, pero
luego, claro, queremos casarnos por Iglesia, por la ceremonia, la fiesta, etc.;
luego bautizamos a nuestros hijos, sin saber por qué; luego aparecen los reales
problemas de la existencia y entonces viene el “soy católico PERO”……… Y nos
convertimos de repente en maestros de teología, opinando de temas muy difíciles
que jamás hemos profundizado, más que repetir de memoria la catequesis del
colegio.
O sea: católicos, nuestra
formación intelectual es un desastre, o un desastre, del cual seguro sabemos
más que de Jesucristo.
Esto no es intelectualismo, ni
pelagianismo, ni una visión aristocrática de la Fe. Claro que la Gracia lo da
todo. Claro que la gracia produce la santidad, claro que ha habido santos
analfabetos, claro que ha habido santos/as que sin humanos doctorados han sido
declarados doctores de la Iglesia. Claro que la anciana que me enseñó, en una
misión, a respetar la imagen de la Virgen, tenía más sabiduría que toda mi
humana preparación.
Ese no es, por ende, el punto. La
cuestión es la relación entre naturaleza y Gracia. Un católico no presupone que
si fuma como una bestia, entonces necesariamente la Gracia lo protegerá de los
problemas pulmonares. Un católico, si está enfermo, va al médico, no sólo reza.
O sea, un católico es consciente de que la naturaleza humana implica una
prudencia que evite todo milagrerismo fideísta y temerario. Que la Gracia puede
sanarnos si no vamos al médico, desde luego, pero un católico no desafía a Dios
de ese modo. Si la Gracia sana, agradecemos, pero si no, y no hicimos nada,
será el mismo Dios el que nos tirará de los pelos (suavemente J) por no haber
respetado el orden natural por El mismo creado.
Pero el ser humano no es cuerpo
“más” alma. El ser humano es una unidad, es un cuerpo sentiente, inteligente y
libre, afectado todo ello por el pecado original pero no por ello
imposibilitado de que los remedios naturales actúen, SIEMPRE en concurrencia con
la Gracia de Dios y de Su voluntad.
Por ende, así como es prudente ir
al médico, es prudente formarnos intelectualmente. Así como hay medicina
preventiva e higiene, debe haber formación preventiva e higiene mental. No
quiere decir que ello sea condición suficiente; ni siquiera es necesaria porque
la Gracia puede producir un milagro completo en cualquier intelecto; pero
presumir que ese milagro nos va a pasar es, nuevamente, como presumir,
temerariamente, que no debemos recurrir a la medicina porque Dios nos curará
directamente.
Por lo tanto, gente, a estudiar.
Ser católico no es como ser descendiente de italianos. Ser católico es creer
verdaderamente, y para ese “verdaderamente” es prudente formarse. Hay que tomar
el Catecismo, que los pobres Juan Pablo II y Ratzinger se mataron para
redactar, y leerlo preguntando el por qué de cada cosa. Y el profesor de
Teología no es el que repite el Catecismo y exige luego que se lo repita de
memoria, sino el que va a contestar, con calma, todas las preguntas e inquietudes
de ese tipo de lectura.
Pero el problema va más allá de
los laicos. Realmente no sé qué tienen o no los obispos en su cabeza cuando
dejan la formación de los seminarios como está. No se estudia en serio a Santo
Tomás de Aquino, (y cuando se lo estudia, es desde pésimos manuales), se
desprecia la Teología Dogmática, se contrapone todo ello, de modo dialéctico, a
la pastoral y a las Sagradas Escrituras, y lo que logran es que se ordenen
sacerdotes nominalmente católicos con mentalidad protestante (que, si fueran
protestantes, nada de qué quejarse, desde luego). Los fines de semana, en vez
de quedarse estudiando 30 hs por día, como debe ser, salen a las actividades
pastorales, porque un activismo impropio de “Marta, Marta, te ocupas de muchas
cosas” ha convencido a muchos de que si no, no hay caridad; y no tienen jamás
tiempo de estudiar en serio. Claro, vuelvo a decir, Dios puede hacer milagros,
pero no es bueno desafiarlo de ese modo…
Y esos sacerdotes serán los que
luego serán obispos y cardenales…..
Por supuesto, muchos sacerdotes,
obispos y cardenales sentirán que esto es injusto, que "ellos no".
Por supuesto. Estamos describiendo una situación general y predominante en la
formación intelectual católica actual que deriva de haber mezclado a la Teología
con corrientes post-modernas escépticas. Si NO es así, ¿por qué Benedicto XVI
tuvo que dar su discurso en Ratisbona, refutando, con toda amabilidad, el
latigillo de la "helenización" del Cristianismo por la escolástica?
Piensen en eso: el discurso está casi totalmente dedicado a esa cuestión.
¿Estaba Benedicto perdiendo su tiempo en banalidades?
Y cuando en los seminarios
estudian hermenéutica, no se dan cuenta de que una hermenéutica sin
fenomenología cae en un relativismo incompatible con la articulación de razón y
fe de Santo Tomás. Por eso los seminaristas pasan de un tomismo mal enseñado y
mal estudiado a una hermenéutica sin asidero en la armonía razón-fe. La
hermenéutica fenomenológica, armonizada con Santo Tomás, está hecha, la
sistematizó Francisco Leocata con casi total perfección pero, claro, siempre
queda mejor leer a un escéptico, pero francés,
que a alguien que publica en Argentina, no? Y eso SI estudian
algo........
Así que, sí: la Iglesia, hoy más
que nunca, la Fe, el Catolicismo, es ridiculizado y seriamente atacado por los
no creyentes, pero, claro, qué fácil es hacer eso ante supuestos creyentes que
en el fondo no creen en nada o en cualquier cosa. El pecado original, la
redención, el pecado, la participación en la cruz, la Trinidad, la Encarnación,
están fuera del horizonte de aquellos que conciben a la Iglesia en primer lugar
como una ONG de acción pastoral. Por eso casi todos ellos odiaron y odian a
Benedicto XVI, porque fue la encarnación viviente de todo lo contrario.
Puertas para adentro, gente,
puertas para adentro. Allí está el problema. Por supuesto, la Iglesia
sobrevivirá porque las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella, pero
mientras tanto las puertas de nuestra estupidez y desidia darán la impresión de
lo contrario.
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