Violando mi privacidad
Escapando de
la furia y los peligros de la selva de cemento, me encierro en mi domicilio. Aseguro
puertas y ventanas, porque la inseguridad que nuestros políticos nos brindan, me obliga a tomar mis propias
medidas de seguridad.
En la
tranquilidad del hogar, quiero disfrutar de un rato de TV que me brinda un
servicio de cable, que me cobra bastante caro y encima ahora también pasa
publicidad en los canales de cable, pero es lo que hay…
Tras mirar
un rato los canales de información, mi esposa me pide que cambie para mirar su
novela favorita. Accedo porque yo también me “enganché” con el dramón, por el
solo hecho de estar junto a mi amada; y en un momento crucial de la novela,
aparece la señal de que va a haber una transmisión por cadena nacional.
El Artículo
75 de la Ley de Servicios de Comunicación audio visual establece: Cadena nacional o provincial. El Poder Ejecutivo nacional y los poderes
ejecutivos provinciales podrán, en situaciones graves, excepcionales o de
trascendencia institucional, disponer la integración de la cadena de
radiodifusión nacional o provincial, según el caso, que será obligatoria para
todos los licenciatarios.
¿Qué
situación grave, excepcional o de trascendencia institucional habrá ocurrido?
Nada
importante. Nuestra verborrágica presidente que deseando lucir sus defectos
como histriónica, sale a hacer anuncios que los puede hacer cualquier
funcionario de baja categoría, informándolo a la prensa. Pero ella tiene que
lucir sus costosos vestidos y carteras, ante millones de pobres y desocupados.
También quiere mostrar que tiene una multitud de seguidores que la acompañan en
cada una de sus presentaciones.
En su
paranoia no advierte que todos nos damos cuenta que esas personas que la acompañan,
si tuvieran un empleo, no podrían estar allí. Que todos sabemos que son
desocupados arreados como ganado bajo amenaza de quitarles los “planes” y
sobornados con el “chiri, la birra y el porro”.
Nos perdimos
una trama de la novela y debemos apagar el televisor, hartos de tanto relato y
nulos hechos que sirvan para lograr el bienestar general del pueblo argentino.
Ponemos un
CD de música, mientras nos preparamos a tomar unos mates. Pongo la pava al
fuego, al rato suena el teléfono; supongo que será alguno de mis hijos para
saludar. Corro al teléfono, atiendo con el consabido –Hola- y del otro lado de
la línea una voz me dice: Hola, soy Sergio Massa… Se me escapa un “Andá a la pu…”
y corto. Se hirvió el agua. La vuelco y pongo a calentar agua de nuevo.
Tomamos unos
mates, molestos por la cadena nacional injustificada, por un Sergio Massa que
no me conoce ni le di mi número de teléfono para que me llame; y sin embargo, irrespetuosamente viene a
perturbar mi tranquilidad con un llamado inoportuno y sin permiso mío.
Luego de los
mates, mi esposa sale a hacer unas compras, voy a ducharme. Cuando estoy bajo
la ducha vuelve a sonar el teléfono, no ha quedado nadie en casa. ¿Quién será?
¿No habrá habido alguna desgracia? Salgo de la ducha chorreando agua y corro a
atender el teléfono. Al levantar el tubo, una voz me dice: “Hola, soy Julian
Dominguez…”. Ya no tengo ganas ni de putear. Vuelvo al baño y termino de
ducharme para luego secar el chiquero que hice al salir mojado del baño para
atender a un Julian Dominguez que al
igual que el otro irrespetuoso, no me permiten intercambiar un diálogo, porque
a su mensajito lo mandan desde una grabación.
Entonces me
pregunto: ¿Son tan inútiles? Parece que sí. No les basta con ensuciar la ciudad
con pegatinas de afiches que nadie
regala y que se pagan con dineros de los contribuyentes. Colgar pasacalles que
a los pocos días quedan como hilachas al viento. La exitosa abogada que no
patrocinó en ningún juicio, sin motivo justificado se mete en mi casa por el
aparato de radio o por la pantalla del televisor. Y estos otros exitosos no sé
qué, me molestan con llamadas inoportunas, pretendiendo obligarme a escuchar su
mensaje, sin darme la posibilidad de entablar un diálogo.
Si alguien
los quiere votar, allá él.
Yo, a estos
irrespetuosos que usan el dinero de mis impuestos para perturbarme en la
privacidad de mi hogar, no los voy a votar