Manteros, trapitos y limpiavidrios
Antes que me lo pregunte, le cuento que no tengo comercio ni coche.
¡No; tampoco compro mercaderías a la venta en la vía pública, ya que de
esa manera estaría avalando una contravención, lo que no implica que
detrás de ella, funcione una asociación ilícita que constituye delito.
Días pasados, y a través de la tele, tuve oportunidad de ver y
escuchar una nota que le hacían a un comerciante del Barrio de
Caballito. Dicho comerciante deslizó una frase que constituye a mi
juicio la síntesis perfecta de lo que ocurre, (sic): “antes la gente
caminaba por la avenida mirando vidrieras; ahora lo hace mirando al
piso”. Tal cual. Porque convengamos en que lo único que falta es que una
mina se compre un corpiño y se lo pruebe poniéndose en bolas a la vista
y consideración de todos.
Respecto de los trapitos, vale la pena aclarar que hay personas que
cumplen con el oficio, debidamente identificados, para lo que cuentan
con un talonario horario que habitualmente no usan, remitiéndose a
recibir lo que el circunstancial conductor les entregue a modo de
propina. Con ésta gente, la ventaja consiste en que raramente Ud. pueda
tener algún inconveniente. El “trapito”, en cambio, le impondrá una
tarifa que Ud. bien puede abonar o no, a riesgo de no encontrar su coche
en el lugar donde le dejó estacionado, o le encuentre rayado o con el
faltante de alguna de sus cubiertas. El trapito es en consecuencia, una
suerte de contra-delincuente, excepciones hechas al margen, lo que de
modo alguno le exime de constituir una actividad ilícita.
El limpiavidrios o limpiaparabrisas, en cambio, actúa en grupos de
dos o tres muchachones quienes aprovechando la luz roja del semáforo que
le obliga a detenerse, sin mediar palabra le arrojan lo que se supone
detergente sobre el parabrisas limpio o sucio, completando el trabajo
con un secador de mano, circunstancia que le coloca en la supuesta
obligación de entregarle unas monedas, así haya hecho lavar su coche
instantes antes. La variable la llevan a cabo aquellos que valiéndose de
un descuido, le meten la mano por la ventanilla, arrebatándole el
teléfono celular, la cartera de la dama o el caballero, etc. ¡Esto
ocurre en lugares como la Avenida 9 de Julio, Avenida Bullrich, entre
las de Santa Fe y Del Libertador, esquina Cerviño, etc.
Me pregunta cómo es posible que me caliente, cuando carezco de
comercio y de coche, siendo que el problema no me incumbe de manera
directa. ¡No esperaba otra reflexión de su parte!. Por algo estamos como
estamos; por algo vivimos como vivimos. Repare en lo siguiente: no va
ser la primera ni la última vez, que un automovilista, o el titular de
un comercio, acuda en ayuda de un peatón que acaba de ser robado y
golpeado en la vía pública por un forajido o grupo de forajidos, o en
todo caso por los ya tristemente célebres motochorros. Me dice que en
más de una oportunidad le ocurrió la cita del ejemplo, y nadie movió un
dedo por Ud. ¡Seguramente! ¿Cómo no le voy a creer? Ocurre sencillamente
que de la manera que piensa y procede Ud., piensa y procede la mayoría
de la gente. ¡Que te maten en tanto la bala no me roce!, sería la
lectura. Me dice que toco los extremos. Le digo que los extremos los han
tocado muchos funcionarios, hoy amparados por fueros especiales, con la
sustancial diferencia que éstos fueron artífices del mayor baño de
sangre que registre nuestra remendada historia. Le digo más; algunos que
se presentaban como verdaderos machotes, hoy acuden a los medios,
temerosos por lo que les pudiera pasar a ellos o a algún miembro de su
familia; otros, ahora devenidos en una suerte de “viejos chotos”,
haciendo causa común con “el curro de los Derechos Humanos”, como tan
bien les calificara el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad.
Pero como tengo para todos, a éste último me dirijo para pedirle que
restablezca el orden en la Ciudad, poniéndole punto final a toda esta
lacra. ¡Y esto se lo pido como para comenzar por algún lado, ya que
nobleza obliga, debo reconocer como Ud. bien dice, que posiblemente se
trate de actividades reñidas con la ley, pero que le van en zaga a otras
que están a la vista y consideración del gobierno nacional, así la que
“le jedi”, toda vez que cacha la Cadena, lo haga para preservar su
pellejo y el de su entorno familiar, victimizándose ante la acotada
platea de consecuentes, oportunistas beneficiados por un cargo público,
tipos que piensan como Ud. o no piensan, quienes siquiera reparan en que
todo forro, una vez usado, se tira.
¡Feliz Nochebuena!