martes, 23 de diciembre de 2014

Manteros, trapitos y limpiavidrios

Manteros, trapitos y limpiavidrios

diciembre 23, 2014
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Antes que me lo pregunte, le cuento que no tengo comercio ni coche. ¡No; tampoco compro mercaderías a la venta en la vía pública, ya que de esa manera estaría avalando una contravención, lo que no implica que detrás de ella, funcione una asociación ilícita que constituye delito.
Días pasados, y a través de la tele, tuve oportunidad de ver y escuchar una nota que le hacían a un comerciante del Barrio de Caballito. Dicho comerciante deslizó una frase que constituye a mi juicio la síntesis perfecta de lo que ocurre, (sic): “antes la gente caminaba por la avenida mirando vidrieras; ahora lo hace mirando al piso”. Tal cual. Porque convengamos en que lo único que falta es que una mina se compre un corpiño y se lo pruebe poniéndose en bolas a la vista y consideración de todos.
Respecto de los trapitos, vale la pena aclarar que hay personas que cumplen con el oficio, debidamente identificados, para lo que cuentan con un talonario horario que habitualmente no usan, remitiéndose a recibir lo que el circunstancial conductor les entregue a modo de propina. Con ésta gente, la ventaja consiste en que raramente Ud. pueda tener algún inconveniente. El “trapito”, en cambio, le impondrá una tarifa que Ud. bien puede abonar o no, a riesgo de no encontrar su coche en el lugar donde le dejó estacionado, o le encuentre rayado o con el faltante de alguna de sus cubiertas. El trapito es en consecuencia, una suerte de contra-delincuente, excepciones hechas al margen, lo que de modo alguno le exime de constituir una actividad ilícita.
El limpiavidrios o limpiaparabrisas, en cambio, actúa en grupos de dos o tres muchachones quienes aprovechando la luz roja del semáforo que le obliga a detenerse, sin mediar palabra le arrojan lo que se supone detergente sobre el parabrisas limpio o sucio, completando el trabajo con un secador de mano, circunstancia que le coloca en la supuesta obligación de entregarle unas monedas, así haya hecho lavar su coche instantes antes. La variable la llevan a cabo aquellos que valiéndose de un descuido, le meten la mano por la ventanilla, arrebatándole el teléfono celular, la cartera de la dama o el caballero, etc. ¡Esto ocurre en lugares como la Avenida 9 de Julio, Avenida Bullrich, entre las de Santa Fe y Del Libertador, esquina Cerviño, etc.
Me pregunta cómo es posible que me caliente, cuando carezco de comercio y de coche, siendo que el problema no me incumbe de manera directa. ¡No esperaba otra reflexión de su parte!. Por algo estamos como estamos; por algo vivimos como vivimos. Repare en lo siguiente: no va ser la primera ni la última vez, que un automovilista, o el titular de un comercio, acuda en ayuda de un peatón que acaba de ser robado y golpeado en la vía pública por un forajido o grupo de forajidos, o en todo caso por los ya tristemente célebres motochorros. Me dice que en más de una oportunidad le ocurrió la cita del ejemplo, y nadie movió un dedo por Ud. ¡Seguramente! ¿Cómo no le voy a creer? Ocurre sencillamente que de la manera que piensa y procede Ud., piensa y procede la mayoría de la gente. ¡Que te maten en tanto la bala no me roce!, sería la lectura. Me dice que toco los extremos. Le digo que los extremos los han tocado muchos funcionarios, hoy amparados por fueros especiales, con la sustancial diferencia que éstos fueron artífices del mayor baño de sangre que registre nuestra remendada historia. Le digo más; algunos que se presentaban como verdaderos machotes, hoy acuden a los medios, temerosos por lo que les pudiera pasar a ellos o a algún miembro de su familia; otros, ahora devenidos en una suerte de “viejos chotos”, haciendo causa común con “el curro de los Derechos Humanos”, como tan bien les calificara el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad.
Ricardo Pareja2Pero como tengo para todos, a éste último me dirijo para pedirle que restablezca el orden en la Ciudad, poniéndole punto final a toda esta lacra. ¡Y esto se lo pido como para comenzar por algún lado, ya que nobleza obliga, debo reconocer como Ud. bien dice, que posiblemente se trate de actividades reñidas con la ley, pero que le van en zaga a otras que están a la vista y consideración del gobierno nacional, así la que “le jedi”, toda vez que cacha la Cadena, lo haga para preservar su pellejo y el de su entorno familiar, victimizándose ante la acotada platea de consecuentes, oportunistas beneficiados por un cargo público, tipos que piensan como Ud. o no piensan, quienes siquiera reparan en que todo forro, una vez usado, se tira.
¡Feliz Nochebuena!