Crónica del impago de Argentina, “el default más tonto de la historia”
Por Informador Público
Los errores que condujeron a una situación que se podría haber evitado.
Tonta, evitable, heredada, difícil de explicar, crónica… son algunos
de los calificativos que se ha ganado la crisis de la deuda argentina,
sobre la que se ha escrito ya ríos de tinta y hasta libros, como el
recientemente publicado “El default más tonto de la historia argentina”,
de Martín Kanenguiser.
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“Es un default (cese de pagos) tonto porque Argentina cometió una
serie de errores y se podría haber evitado”, explicó a Efe Kanenguiser,
quien trabaja como periodista especializado en economía.
Aunque reconoce que “con el diario del lunes siempre es más fácil
criticar”, para Kanenguiser, la última crisis de la deuda argentina, que
proviene del litigio en Nueva York con un grupo de fondos especulativos
que no aceptan la reestructuración de los bonos estatales, era la
“crónica de una muerte anunciada”.
Un default detrás de otro
En “El default más tonto de la historia argentina”, el escritor
compara la situación de 2014 con los dos últimos ceses de pagos sufridos
por Argentina, una economía en la que la deuda parece una enfermedad
endémica.
“Argentina en las últimas décadas atravesó dos default inevitables.
En los ochenta, Argentina no pagó su deuda porque el país no crecía,
América Latina no crecía (…). En 1992, Argentina vuelve a pagar la
deuda, cuando se reestructuró en el marco del Plan Brady, y el segundo
default inevitable fue en el 2001″, compara el escritor.
De la grave crisis de 2001 datan precisamente los títulos impagados
con los que un grupo de fondos especulativos, que representan a poco más
del 1 % de los acreedores de Argentina, ha puesto contra las cuerdas al
país, tras recibir el fallo a favor del juez neoyorquino Thomas Griesa.
“Los fondos buitre son lo peor que hay en el capitalismo, pero operan
en la legalidad, es así. Son como los tipos a los cuales vas cuando no
tienes plata y no tienes ni un pariente ni un amigo a los cuales
pedirle, son la usura”, apuntó Kanenguiser.
Buenos Aires renegoció la deuda en mora desde 2001 en dos canjes, en
2005 y 2010, con los que sumó una aceptación total del 93% en lo que el
Gobierno define como la reestructuración “más exitosa de la historia”.
Una oferta poco seductora
Sin embargo, en 2005 la aceptación fue del 76%, muy inferior a la
lograda por los otros tres países que en aquel momento atravesaban la
misma situación (Ecuador, Uruguay y Rusia), lo que para Kanenguiser
supone el primer gran error, ya que la oferta poco seductora dio “un
poder muy fuerte a los fondos buitre”.
Para el segundo canje, Argentina había quedado atrapada por otros
errores adicionales: comenzar a “manipular” las estadísticas oficiales
(lo que supuso la pérdida de la confianza y credibilidad internacional),
y no haber dejado abierto el canje como señal de buena voluntad para
que los acreedores pudieran sumarse.
Este último factor, materializado en la “Ley Cerrojo”, fue el
argumento para que en 2013 la Cámara de Apelaciones del Segundo Circuito
de Nueva York considerase que Argentina “discriminaba” a los bonistas
que no habían aceptado a la primera las quitas de la reestructuración y
acercara un paso más al país al precipicio.
La sentencia definitiva llegó en junio de 2014, cuando la Corte
Suprema, última instancia de apelación, dejó en firme el fallo de 2012
favorable a los fondos buitre, al no tomar el caso.
No hubo intento serio de evitarlo
“Pasaron dos años en los que Argentina no hizo ninguna acción
diplomática con Estados Unidos. ¿La presidenta qué hizo? Dijo no vamos a
pagar, amenazó con cambiar la jurisdicción de los bonos… ¿Podría haber
cambiado el fallo? No lo sé, pero no intentó nada serio”, sostuvo
Kanenguiser, quien apunta que el país subestimó la “capacidad de lobby”
de los fondos especulativos.
“Esto es como San Lorenzo-Real Madrid. Era muy difícil que gane pero
con el planteo que fue este San Lorenzo seguro que perdía”, ejemplifica
con una metáfora sobre la final del último Mundial de Clubes.
Como parte de la aplicación del dictamen, Griesa declaró ilegal los
pagos a los tenedores de bonos reestructurados y pese a que Buenos Aires
depositó los montos adeudados, desde el pasado junio se da un cese de
pagos técnico.
Argentina aduce que no puede cumplir la sentencia porque una cláusula
en los contratos de los canjes impide pagar más a otros bonistas que a
los que aceptaron las quitas de la reestructuración.
La vigencia de esa cláusula termina hoy, pero las dudas sobre lo que
ocurrirá con la deuda continúan en el aire de cara a un 2015 que no solo
vendrá marcado por la capacidad de la maltrecha economía argentina para
capear el temporal, sino por la carrera electoral que culminará a
finales de año con la votación de un nuevo presidente. (Nerea González
(EFE) / El Economista / Buenos Aires)