viernes, 22 de mayo de 2015

LA VISION DE NUEVA UNION CIUDADANA DE MAYO




LA VISION DE NUEVA UNION CIUDADANA DE MAYO

 APOLOGÍA DEL FRACASO


JUAN C. NEVES


 
En el ámbito de la justicia existe el concepto de  “apología del delito” definido como el delito que comete quien ensalza o justifica acciones penalmente reprobables e indirectamente las justifica. Sin caer necesariamente en el campo delictual, en Argentina asistimos frecuentemente a la falta de mesura y honestidad con que los funcionarios públicos hacen apología de sus actos de gobierno, llevados a cabo con dinero proveniente del erario y frecuentemente exagerados y distorsionados en el afán por querer mostrarse como eficientes y destacados.
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 El gobierno “kirchnerista” ha dado una vuelta más a estas conductas éticamente reprobables incorporando una práctica tan inconcebible como novedosa. Ellos se permiten hacer apología de políticas públicas que han fracasado en sus objetivos y propuestas y con ello han creado el extraño concepto de la “apología del fracaso”.
 Los ejemplos de esta conducta son tan frecuentes como evidentes tanto en hechos menores como en cuestiones estructurales. Tenemos por ejemplo a Daniel Scioli,  gobernador de la Provincia de Buenos Aires, lugar en que la inseguridad ha llegado a niveles  intolerables, montar su propaganda televisiva en los supuestos éxitos logrados en la transformación de la policía. A Sergio Berni,  Secretario de Seguridad y precandidato a gobernador, afirmando luego de la bochornosa jornada en que fue necesario suspender el partido de fútbol entre Boca y River,  que el operativo había sido exitoso y que no se habían utilizado bengalas, mientras en la otra mitad de la pantalla se mostraban las miles de bengalas encendidas haciendo una muda burla de su absurda afirmación. Al Ministro Randazzo, precandidato presidencial, que sobre las ruinas de los ferrocarriles y las víctimas de  terribles accidentes  como el acaecido en el Once, compra trenes a China  por cifras millonarias burlándose de las frustradas capacidades de la industria nacional y pretende hacer pasar a esa miseria como la demostración de una gestión exitosa.
 Con una morbosa insistencia, el gobierno se empeña en destacar justamente todo  aquello en lo que más claramente ha fracasado. La presidente en sus discursos destaca la gestión económica, que ha producido una inflación sostenida por encima del 20 por ciento anual y que ha terminado cayendo en la recesión. Perora frecuentemente sobre el desendeudamiento, cuando al cabo de 12 años  y dos canjes todavía se mantienen los litigios  y las condiciones de default amén de haberse sumado la deuda por la expropiación de YPF, el pésimo arreglo con el club de París y los masivos préstamos recibidos de  China.
En el afán de dar un contexto favorable a situaciones penosas, las leyes que pretendían subordinar a la justicia fueron presentadas como “democratización de la justicia” y los avances sobre los medios independientes fueron hechos en nombre de la lucha contra los “monopolios mediáticos”.
 Nos acercamos a las elecciones presidenciales con fracasos evidentes en las áreas más importantes del funcionamiento de la maquinaria estatal. Objetivamente, se ha perdido el autoabastecimiento energético, se ha generado un mercado de cambio paralelo, se vive con un nivel muy alto de inflación, se ha desestabilizado el mercado inmobiliario, se ha frenado el desarrollo industrial por falta de insumos y se ha afectado seriamente al campo a través de retenciones exageradas y políticas anti exportadoras que disminuyeron la cantidad de cabezas de ganado y la producción de trigo, elementos para los que el país tiene extraordinarias ventajas competitivas. Se ha afectado seriamente la operatividad de las Fuerzas  Armadas, enturbiado las relaciones con naciones tradicionalmente amigas y aliadas y complicado el funcionamiento del MERCOSUR. Todo eso festejado absurdamente como el producto de la inclusión, la defensa de la soberanía y la lucha contra los “poderes concentrados”.
 En lo social las distorsiones son elocuentes. La inseguridad producida por el incremento de delitos  es un flagelo que las encuestas señalan como una de las preocupaciones básicas de los argentinos. Sin embargo es justamente Aníbal Fernández,  el Jefe de Gabinete y precandidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires, lugar en que  la inseguridad está exacerbada,  quien ha afirmado que se trata solo de una “sensación de inseguridad”. Ese mismo funcionario minimiza el auge del incremento en el  tráfico y consumo de drogas señalados en todos los estudios realizados al respecto. Asusta pensar que si lograra su propósito de alcanzar la gobernación de la Provincia de Buenos Aires tendría a su cargo y bajo su control a la policía bonaerense y el combate a la droga y la inseguridad en su territorio.
 El cuadro general de fracaso torna inconcebible el tono festivo y apologético con que la presidente aborda las cadenas nacionales en una clara e inadmisible utilización de ese recurso, reservado a situaciones extremas, para la  campaña electoral. Se permite hacer la apología de una “educación inclusiva” cuando los niveles de nuestros estudiantes, medidos con estándares internacionales muestran  preocupantes falencias. Se ufana de las políticas previsionales mientras los ancianos jubilados  y pensionados fallecen sin haber cobrado los fallos favorables de la justicia y la ANSES utiliza los fondos en planes absolutamente ajenos a  su función específica. Finalmente, se apasiona en la mención de su política de derechos humanos que se ha limitado a la persecución de los uniformados que combatieron a la subversión en la década del 70 y que ha permitido todo tipo de irregularidades en el cobro de indemnizaciones y una parafernalia de artimañas legales para llevar a la justicia causas prescriptas y ya juzgadas. No puede dejar de mencionarse que las condiciones en que se desarrollan los juicios, las condiciones de detención y la violación de las  normas procesales que sufren cotidianamente los detenidos por causas que se caratulan como de lesa humanidad son simplemente violatorias de las convenciones de derechos humanos hasta alcanzar  el grado de calificación  de “venganza política”.
 Podemos preguntar ¿Qué festeja señora presidente? ¿Qué festeja el Frente para la Victoria? Se van dejando una sociedad dividida, empobrecida material y espiritualmente, plagada de odios  y con ansias de revancha, desafiando y despreciando el consenso hasta el final del mandato y abusando de todos los resortes del poder hasta los últimos meses de gobierno.
 Nos dejan sin resolver la muerte del fiscal Nisman, nos dejan sin investigar su denuncia y hasta nos quieren castigar con la pérdida del Juez de la Corte Suprema Carlos Fayt, al que humillan en forma cotidiana  tan solo por su edad. Ciertamente los días se hacen largos cuando la despedida es una sucesión de agravios  y sinrazones que parecen esconder la frustración por la pérdida del poder  y el temor por la pérdida de la impunidad.
 Es lícito pedir que dejen de hacer apología de su fracaso, que traten humildemente de entregar el poder de la forma menos traumática posible lo que incluye respetar las condiciones de una campaña electoral que debería ser ejemplo cívico y que ya ha comenzado a mancharse con decisiones caprichosas y el abuso desenfadado de la cadena nacional para hacer campaña oficialista.
 Nuestra respuesta es seguir trabajando para abrir el camino a un nuevo gobierno que sea democrático de verdad, capaz de resolver los graves problemas que nos aquejan como nación y como sociedad, idóneo para restablecer la armonía y la paz interior y que, sin ánimos de revancha, permita que la justicia castigue a los corruptos y sus cómplices  y mida con una misma vara y sin prejuicios a todos los ofensores de la ley.
 Juan  Carlos Neves
Primer Secretario General