LA VISION DE NUEVA UNION CIUDADANA DE MAYO
APOLOGÍA DEL FRACASO
JUAN C. NEVES
En el ámbito de la justicia
existe el concepto de “apología del
delito” definido como el delito que comete quien ensalza o justifica acciones
penalmente reprobables e indirectamente las justifica. Sin caer necesariamente
en el campo delictual, en Argentina asistimos frecuentemente a la falta de
mesura y honestidad con que los funcionarios públicos hacen apología de sus
actos de gobierno, llevados a cabo con dinero proveniente del erario y
frecuentemente exagerados y distorsionados en el afán por querer mostrarse como
eficientes y destacados.
El gobierno “kirchnerista” ha
dado una vuelta más a estas conductas éticamente reprobables incorporando una
práctica tan inconcebible como novedosa. Ellos se permiten hacer apología de
políticas públicas que han fracasado en sus objetivos y propuestas y con ello
han creado el extraño concepto de la “apología del fracaso”.
Los ejemplos de esta conducta
son tan frecuentes como evidentes tanto en hechos menores como en cuestiones
estructurales. Tenemos por ejemplo a Daniel Scioli, gobernador de la Provincia de Buenos Aires,
lugar en que la inseguridad ha llegado a niveles intolerables, montar su propaganda televisiva
en los supuestos éxitos logrados en la transformación de la policía. A Sergio
Berni, Secretario de Seguridad y
precandidato a gobernador, afirmando luego de la bochornosa jornada en que fue
necesario suspender el partido de fútbol entre Boca y River, que el operativo había sido exitoso y que no
se habían utilizado bengalas, mientras en la otra mitad de la pantalla se
mostraban las miles de bengalas encendidas haciendo una muda burla de su
absurda afirmación. Al Ministro Randazzo, precandidato presidencial, que sobre
las ruinas de los ferrocarriles y las víctimas de terribles accidentes como el acaecido en el Once, compra trenes a
China por cifras millonarias burlándose
de las frustradas capacidades de la industria nacional y pretende hacer pasar a
esa miseria como la demostración de una gestión exitosa.
Con una morbosa insistencia,
el gobierno se empeña en destacar justamente todo aquello en lo que más claramente ha fracasado.
La presidente en sus discursos destaca la gestión económica, que ha producido
una inflación sostenida por encima del 20 por ciento anual y que ha terminado
cayendo en la recesión. Perora frecuentemente sobre el desendeudamiento, cuando
al cabo de 12 años y dos canjes todavía
se mantienen los litigios y las
condiciones de default amén de haberse sumado la deuda por la expropiación de
YPF, el pésimo arreglo con el club de París y los masivos préstamos recibidos
de China.
En el afán de dar un contexto
favorable a situaciones penosas, las leyes que pretendían subordinar a la
justicia fueron presentadas como “democratización de la justicia” y los avances
sobre los medios independientes fueron hechos en nombre de la lucha contra los
“monopolios mediáticos”.
Nos acercamos a las elecciones
presidenciales con fracasos evidentes en las áreas más importantes del
funcionamiento de la maquinaria estatal. Objetivamente, se ha perdido el
autoabastecimiento energético, se ha generado un mercado de cambio paralelo, se
vive con un nivel muy alto de inflación, se ha desestabilizado el mercado
inmobiliario, se ha frenado el desarrollo industrial por falta de insumos y se
ha afectado seriamente al campo a través de retenciones exageradas y políticas
anti exportadoras que disminuyeron la cantidad de cabezas de ganado y la
producción de trigo, elementos para los que el país tiene extraordinarias
ventajas competitivas. Se ha afectado seriamente la operatividad de las
Fuerzas Armadas, enturbiado las
relaciones con naciones tradicionalmente amigas y aliadas y complicado el
funcionamiento del MERCOSUR. Todo eso festejado absurdamente como el producto
de la inclusión, la defensa de la soberanía y la lucha contra los “poderes
concentrados”.
En
lo social las distorsiones
son elocuentes. La inseguridad producida por el incremento de delitos
es un flagelo que las encuestas señalan como
una de las preocupaciones básicas de los argentinos. Sin embargo es
justamente
Aníbal Fernández, el Jefe de Gabinete y
precandidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires, lugar en que
la inseguridad está exacerbada, quien ha afirmado que se trata solo de
una
“sensación de inseguridad”. Ese mismo funcionario minimiza el auge del
incremento en el tráfico y consumo de
drogas señalados en todos los estudios realizados al respecto. Asusta
pensar
que si lograra su propósito de alcanzar la gobernación de la Provincia
de Buenos
Aires tendría a su cargo y bajo su control a la policía bonaerense y el
combate
a la droga y la inseguridad en su territorio.
El cuadro general de fracaso
torna inconcebible el tono festivo y apologético con que la presidente aborda
las cadenas nacionales en una clara e inadmisible utilización de ese recurso,
reservado a situaciones extremas, para la
campaña electoral. Se permite hacer la apología de una “educación
inclusiva” cuando los niveles de nuestros estudiantes, medidos con estándares
internacionales muestran preocupantes
falencias. Se ufana de las políticas previsionales mientras los ancianos
jubilados y pensionados fallecen sin
haber cobrado los fallos favorables de la justicia y la ANSES utiliza los
fondos en planes absolutamente ajenos a su función específica. Finalmente, se apasiona
en la mención de su política de derechos humanos que se ha limitado a la
persecución de los uniformados que combatieron a la subversión en la década del
70 y que ha permitido todo tipo de irregularidades en el cobro de
indemnizaciones y una parafernalia de artimañas legales para llevar a la
justicia causas prescriptas y ya juzgadas. No puede dejar de mencionarse que
las condiciones en que se desarrollan los juicios, las condiciones de detención
y la violación de las normas procesales
que sufren cotidianamente los detenidos por causas que se caratulan como de
lesa humanidad son simplemente violatorias de las convenciones de derechos
humanos hasta alcanzar el grado de
calificación de “venganza política”.
Podemos preguntar ¿Qué festeja
señora presidente? ¿Qué festeja el Frente para la Victoria? Se van dejando una
sociedad dividida, empobrecida material y espiritualmente, plagada de
odios y con ansias de revancha,
desafiando y despreciando el consenso hasta el final del mandato y abusando de
todos los resortes del poder hasta los últimos meses de gobierno.
Nos dejan sin resolver la
muerte del fiscal Nisman, nos dejan sin investigar su denuncia y hasta nos
quieren castigar con la pérdida del Juez de la Corte Suprema Carlos Fayt, al
que humillan en forma cotidiana tan solo
por su edad. Ciertamente los días se hacen largos cuando la despedida es una
sucesión de agravios y sinrazones que
parecen esconder la frustración por la pérdida del poder y el temor por la pérdida de la impunidad.
Es lícito pedir que dejen de
hacer apología de su fracaso, que traten humildemente de entregar el poder de
la forma menos traumática posible lo que incluye respetar las condiciones de
una campaña electoral que debería ser ejemplo cívico y que ya ha comenzado a
mancharse con decisiones caprichosas y el abuso desenfadado de la cadena
nacional para hacer campaña oficialista.
Nuestra respuesta es seguir
trabajando para abrir el camino a un nuevo gobierno que sea democrático de
verdad, capaz de resolver los graves problemas que nos aquejan como nación y
como sociedad, idóneo para restablecer la armonía y la paz interior y que, sin
ánimos de revancha, permita que la justicia castigue a los corruptos y sus
cómplices y mida con una misma vara y
sin prejuicios a todos los ofensores de la ley.
Juan Carlos Neves
Primer Secretario General