SINODO
Cuidado con no tragarse el sapo del Sínodo
Este corto artículo desnuda la ya conocida metodología
eclesiástica de decir una cosa en los documentos y desmentirla en los
hechos concretos, similar a la utilizada en el Concilio Vaticano II, de manera tal de quedar bien con Dios y con su oponente.
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Se han vertido ríos de tinta sobre lo
que pasará en el próximo Sínodo de la Familia. Aprecio que por ambos
lados hay una suma expectación sobre si se autorizará, o no, la Comunión
a los divorciados vueltos a casar –adúlteros y pecadores públicos-.
Parecería como si de sus documentos no saliera una aprobación explícita
sería un “triunfo de Cristo”.
¡Muuucho cuidado! Observemos detenidamente el pasado para aprender la
metodología empleada y no vernos desarmados a la primera de cambio. En
los últimos cincuenta años se han ido implementando prácticas y
doctrinas “extrañas” -por decirlo elegantemente- por una vía de hechos
consumados, más que por la explicitación doctrinal clara y
sistemátizada. Se ha jugado con introducir términos ambiguos explotables
a posteriori, lo que Michael Davies llamaba “bombas de tiempo”. Así
viene operando el modernismo desde el Concilio hasta nuestros días con
notable éxito.
El modernista, como recordaba San Pío X en Pascendi, odia
definir de forma clara su pensamiento, no tiene miedo alguno a herir el
principio de no contradicción, y lo difumina a base de pinceladas por
aquí y por allá, para parecer dubitativo y evitar así las condenas o
reacciones. Un trazo tradicional por este lado, un toque
modernista por el otro. Los más tradicionales que se queden con la
pincelada que les gusta, mientras ellos se quedan con el pincel operando
a su gusto ante la sonrisa complaciente de sus “opositores”.
El que espere en el próximo Sínodo una declaración formal y
fundamentada aprobando el Sacrilegio en la Comunión, se puede quedar
sentado esperando. Lo que quiera que planeen hacer vendrá siempre a
posteriori vía excepciones, comisiones de estudios, delegaciones a las
Conferencias Episcopales…etc., eso sí, todo adornado de doctrina
tradicional para que los posibles opositores puedan aplaudir a rabiar,
condenar a los que lo señalen, y lubricar bien sus gargantas para
tragarse el repugnante sapo, cocinado y dorado a fuego lento durante los
últimos cincuenta años.
Algunos, de tanto ingerir tan indigesto anfibio han terminado por cogerle el gusto. Yo no pienso probarlo.
Miguel Ángel Yáñez
http://www.adelantelafe.com/tragarse-el-sapo-del-sinodo/