UN “CATOLICISMO ZOMBI” Y QUE “LA HUMANIDAD VIVE SIN NINGUNA CREENCIA METAFÍSICA", AFIRMA EL “PENSADOR” JUDÍO TODD
Por
Emilio Nazar Kasbo
En
una entrevista publicada en el suplemento de “La Nación” en el suplemento “ADN
Cultura”, el día viernes 5 de junio de 2015, el “pensador” Emmanuel Todd
(Saint-Germanin-en-Laye, 1951), calificado por el periódico capitalino como
“historiador”, se despachó afirmando que la Iglesia vive un “catolicismo
zombi”.
DESCRISTIANIZADOS ZOMBIS
Entre
otras cosas, aseveró la sociedad francesa que marchó bajo el lema “Je
suis Charlie” (Hebdo), a la cual calificó como parte de un “movimiento
oficial y burgués”, muestra lo que Todd denomina el “catolicismo
zombi”. Para este pensador (que no califica ni para filósofo ni para
historiador), “Francois Hollande es el máximo exponente: socialista, hijo de familia
católica descristianizada recientemente y de modelo troncal (tradición del
heredero único) y, por tanto, no igualitaria y autoritaria”. En
definitiva, hace alusión a los resabios de catolicismo en las familias europeas,
en un mundo descristianizado a raíz de graduales renuncias por parte de cada
familia.
El
comunismo actual pretende ser una síntesis de liberalismo económico
(actualmente denominado neoliberalismo) con el comunismo soviético que aporta
el soporte ideológico y cultural a tal economía considerada como un dios, tal
como lo describe Todd. Es importante destacar que Emmanuel Todd fue miembro de
la juventud del partido comunista francés, pero como parte de la izquierda
comunista gramsciana afín a la Escuela de Frankfurt, pronosticó en 1976 la
caída de la Unión Soviética.
Sus
trabajos iniciales se basaron en tratar de relacionar la conformación y
difusión de ideologías políticas y creencias religiosas con los distintos “sistemas
de familias”, lo cual forma parte de su ideología comunista, de base
materialista. Todd vive prediciendo colapsos de sistemas políticos y
económicos, porque también pretende adelantar como primicia la caída de Estados
Unidos como superpotencia y la aparición del BRIC, a la vez que elucubra una
próxima caída del Euro, y avizora no un choque de civilizaciones sino una
convergencia de estilos de vida y valores compartidos en el mundo globalizado
(lo cual involucra la reafirmación del Nuevo Orden Mundial.
RAIGAMBRE CATÓLICA
Emmanuel
Todd, junto a Hervé Le Bras, escribieron un libro llamado “El Misterio francés”, en
el cual buscan resaltar la persistencia de una mentalidad Católica en muchas
regiones de Francia, a pesar de la extinción de sus prácticas religiosas. Este
“Catolicismo
zombi”, revelaría según ellos a sí mismo en diferencias profesionales y
domésticas entre esposos y esposas, la comunidad y activistas provida y
profamilia, y su vitalidad en los colegios privados católicos. Según tal libro,
los partidarios de movimientos de extrema derecha, se encuentran muy ocupados
explotando las manifestaciones provida y profamilia para su propios fines
ideológicos o políticos, en tanto existen a la vez numerosos Católicos zombis
cuya oposición al aborto, manipulación genética, matrimonio homosexual,
eutanasia y demás aberraciones que plantea la sociedad actual se encuentra
basada en valores que fueron una vez dominio de la Iglesia.
Según
estas ideas de Todd y de Hervé Le Bras, existe una ideología y una política
disociadas y desvinculadas totalmente de la Iglesia, y aunque haya católicos
reivindicando el Orden Natural, carecen de sustento teológico en sus
exposiciones, activismos y manifestaciones, pretendiendo además que con ellos
podrán detener el tsunami de imposiciones culturales que por medios masivos de
comunicación se establecen sobre sus víctimas, logrando la aceptación de lo
inaceptable. Además, cada vez que las politiquerías antivida logran un avance,
éste se torna en una “adquisición” que deja de ser
cuestionada, para pasar luego a ser críticos de una nueva imposición.
Efectivamente, estos “católicos” modernistas, que omiten
el Catolicismo en la vida pública, que buscan el consenso de mayorías a costa
de negar a Jesucristo, estos “católicos zombis”, falsos católicos,
católicos deconstruidos, católicos de nombre, son conducidos como hoja caída
del árbol por los vientos politiqueros y culturales del instante, hasta caer
sistemáticamente derrotados. Pero su primera derrota fue la renuncia a Cristo, que
involucra la negación a proclamarlo en forma pública, sumado al rechazo de la
Providencia por propia voluntad, por lo que sufren aquello que ellos mismos han
buscado.
Según
la visión que comentamos, cuando la agitación y la mutabilidad son parte integrante
de las políticas democráticas, las religiones, son heridas mortalmente al
haberse unido intrínsecamente a las luchas y diferencias de facción, tras haber
relativizado su contenido. Todo esto marca el rotundo fracaso final de haber
traicionado los Papas desde el Beato Juan XXIII en adelante, con su intento de
componenda con el mundo y los organismos internacionales, así como una
imposición “pastoral” convertida en “dogma” para la aceptación de todo
aquello que previamente fue inaceptable. Tras semejantes renuncias, la Iglesia
Católica ha “de”-formado a su feligresía en la debilidad, en la mundanidad y
en un semipelagianismo explícito o implícito que ha llevado a la imposición de
la herejía modernista casi universalmente aceptada. De tal observación debemos
exceptuar el Catolicismo Tradicional que tajantemente sostiene siempre la misma
Verdad de Jesucristo en la vida privada y en la pública sin ocultamiento ni
respeto humano alguno. Puede situarse la “muerte” social del Catolicismo
Tradicional durante el Papado del Beato Juan XXIII, y tras el verdadero colapso
de la inexistente “primavera eclesial” prometida por el Concilio Vaticano II.
Lógicamente, todo el período posterior a Juan XXIII puede denominarse de “Catolicismo
Zombi”, que hace al Catolicismo que logró ser deconstruído por los
autores del Nuevo Orden Mundial mediante la infiltración de agentes comunistas
de la KGB en los Seminarios que llegaron al Vaticano, mediante el
soliviantamiento liberal y el rechazo de la enseñanza Tradicional de la Iglesia
en Liturgia y en Doctrina. Conocida y repetida fue la frase de que con la
Liturgia en Latín nadie iba a Misa porque no entendían lo que se decía, y que
por tanto debía ser sustituida por la lengua vernácula; tras el cambio, no sólo
se vaciaron las iglesias de feligreses, sino también los Seminarios de
seminaristas, sumado a la deserción de miles de sacerdotes.
EL ESTADO CATÓLICO
En
el marco Tradicional, el Estado Católico ha defendido la Fe Católica en el
marco de la tolerancia de cultos y creencias erradas pero que respetaban el
Orden Natural en el margen de la vida pública. La desvinculación total entre la
Iglesia Católica y el Estado involucra una situación de marginación de la vida
de Gracia y de Virtud, para pasar a la imposición de la vida con omisión o
rechazo a la Gracia de Dios, y por tanto de pecados y de vicios.
El
Estado Católico no es una imposición ideológica, sino una vivencia teológica
que no se encuentra sujeta al orden temporal debido a que es Supratemporal. El
Estado Católico no es un Estado que se inmiscuye en cuestiones teológicas, en
debates del Magisterio y del Dogma Tradicional, sino que es un Estado que
respeta la independencia de la Iglesia en el marco de su Gobierno mientras
intrínsecamente promueve el Bien Común (no sólo respecto de los católicos sino
de todos los sujetos a su Gobierno). Asimismo, la Iglesia Católica no tiene
injerencia en el Estado Católico en todo lo que hace al Bien Común temporal, y
a su vez éste no se inmiscuye en el orden de la Iglesia: sus ámbitos de acción
resultan claros.
El
Estado Católico no es una facción que se impone sobre toda la sociedad, sino
que en tanto se trata de un Estado Universal (que eso significa Católico),
ejerce su Gobierno en beneficio de todos. Pero la atrofia del Catolicismo
produce una Fe muerta, y su resabio provoca lo que desde fuera describe
Emmanuel Todd como judío.
UNA FE MUERTA
Inmanentizado
el mensaje de Jesucristo portado por la Iglesia Católica, es el orden mundano
inferior el que se convierte en religioso. Así, Todd afirma en la nota
comentada al inicio, que reproduce un artículo publicado en el diario El País
de Madrid por Gabriela Cañas, que “Francia y Europa, que glorificaron la moneda
única, viven una crisis religiosa” y a la vez expresa que “el
laicismo radical es la nueva amenaza a la libertad de creencia”. Es
decir, existe un “laicismo militante”, en el sentido de una política que excluye
completamente a la religión, y en particular a la Fe Católica. Se trata de un “laicismo
dogmático”, que incluso pretende tomarse atributos de burla del llamado
religioso que toda persona posee en su interior, un inocultable llamado al
Absoluto que sólo puede hallarse en Dios. Todd expresa la victoria del
liberalismo: “nuestra cultura liberal está muy viva”, y esta expresión sirve
como polo opuesto al “Catolicismo zombi” que tras haber
muerto continúa con resabios culturales que no han podido ser “aniquilados”.
Entre
otros temas, Todd también dice que el partido socialista “tiene la huella del catolicismo
zombi. El catolicismo ha muerto y es su fantasma el que habita en la izquierda.
Eso es lo que molesta. Porque es verdad”. La frase nos recuerda a
Nietzche sosteniendo que “Dios ha muerto”, y nada más lejos de
la realidad, porque “Dios no muere”. El Catolicismo al
que se refiere Todd como “muerto”, es el catolicismo de los
pasteleros, los que viven la Iglesia como un club donde se sienten bien, o
donde obtienen para sí un poco de tranquilidad, una Iglesia repleta de pseudo-publicanos
con espíritu farisaico para quienes la Liturgia es una reunión donde hay “buena
onda” en medio de unos actos meramente simbólicos que recuerdan un
espíritu de fraternidad y solidaridad humana, y para quienes la Biblia no es
más que un libro de autoayuda. Caro que se trata de la fase final del
modernismo en la Iglesia: la demolición de la Fe, y su sustitución por otro
contenido diametralmente opuesto al de casi dos mil años de prédica y
testimonio por parte de los Santos.
Todd,
de extracción judía, afirma también que “El corazón del proceso liberal-democrático
es la alfabetización, no la caricatura”, y esto significa que la
alfabetización es tomada en el marco de su pensamiento liberal materialista como
un proceso de imposición cultural, en tanto que la blasfemia y “la
caricatura” son eventualmente accesorios que no puede descartarse. Por
eso prosigue concluyendo que “el derecho a caricaturizar y a blasfemar es
sagrado, pero también debe existir el derecho a decir que no vale para nada”.
El derecho a blasfemar es radicalmente satánico, y la caricaturización tiene
esa misma inspiración.
DESPOJOS DEL
CATOLICISMO
Veamos
el análisis que efectúa Todd: “hay dos Francias. Una es la Francia liberal
e igualitaria (dos tercios del país). Está en el corazón de la cuenca de París,
con estructura familiar liberal e igualitaria y que (ya sé que es sorprendente)
se asemeja mucho a Andalucía y la nueva Castilla, donde está el corazón liberal
y un poco anarquista de España. Tolerante y descristianizada. Y ésa es la
Francia de la Revolución y el laicismo. Pero hay otra Francia, la periférica
(al oeste de los Pirineos, el sur y el este de la región central, el Ródano,
Lorena, Alsacia…). Ahí la estructura familiar es troncal, al igual que todo el
arco del norte de España entre Cataluña y Galicia. Esta otra Francia fue
católica hasta hace 50 años, antirrevolucionaria, monárquica, antisemita y
vichista. Ahora domina esta última germanófila, autoritaria y amante del euro y
la austeridad”. Pasando esto a limpio, describe las mayorías discriminando
entre los “liberales e igualitarios” anarquistas, tolerantes hasta de lo
intolerable (y por tanto satánico), y que corresponden a un mundo
descristianizado, enfrentados a otra realidad que hasta hace 50 años fue
católica (y que ya no lo es), pero que ha quedado con un resabio de
autoritarismo (toda autoridad y toda exclusión del anarquismo parece ser
autoritarismo), monarquismo, lo que él denomina antisemitismo y vichismo (es
decir, es tildada de nazi o fascista por sostener el Orden Natural), identificando
además a este último grupo como germanófilo y amante del euro (adorador del
dinero) y la austeridad (se entiende en las políticas públicas y la economía).
Quitado el Catolicismo, lo demás es una cáscara vacía que ha perdido su núcleo
vital.
Continúa
afirmando Todd que “tanta reivindicación de la laicidad demuestra que atravesamos una
crisis metafísica, religiosa. La reacción a los atentados de enero (de 2015
contra la revista Charlie Hebdo) fue inmensa, lo que sobrerrepresentó el
fenómeno terrorista. Pero el problema no es el islam, sino la crisis terminal
del catolicismo. Francia vive en la ilusión de que es racional y moderna, que
progresa en libertad y valores positivos (emancipación de la mujer, matrimonio
homosexual…), pero detrás de toda esa satisfacción hay una angustia subterránea
porque por primera vez la humanidad vive sin ninguna creencia metafísica”.
El primer error es considerar a la Metafísica como una creencia y no como parte
de la Filosofía, que es una Ciencia. La crisis metafísica daña la concepción
religiosa, porque la crisis metafísica implica un extravío de la razón natural,
de la sindéresis y del mismo sentido común, lo cual provoca una cosmovisión en
que la Religión, por más que pretenda sustentarse racionalmente, no podrá
lograrlo. La falta de Metafísica produce cínicos y escépticos, los cuales basan
su actitud en el burlón rechazo de las evidencias. Efectivamente, al no poder
dar razones de la Fe como lo expresaba San Pablo, debido a que la razón se
halla extraviada, se acaba teniendo una Fe sin raíces. Hoy nadie sabe que el
ser católico se debe exclusivamente a la Gracia de Dios y no a un esfuerzo
humano, a una cultura o a una imposición familiar, por ejemplo. Asimismo, Todd
describe que a pesar del denominado “progreso” en avances propios del desorden
antinatural, existe una angustia por la carencia de sentido en la vida, tras
haber abandonado la Vocación impuesta por Dios en la persona para cumplir la
Misión encomendada, cual hijos pródigos. La angustia existencial individual de
los pensadores y escritores europeos del Siglo XX, se ha transformado en una
angustia existencial social que claramente lleva a las consecuencias que hoy
vemos y que fácilmente se pueden proyectar para el futuro. Efectivamente, todo
esto hace a tal crisis metafísica y religiosa.
“La
gente no puede vivir sin una creencia colectiva. El individuo es otra cosa. El
neoliberalismo es para mí una concepción religiosa sobre el mercado absoluto.
El fracaso económico, el fracaso del mercado y del euro ha producido una crisis
metafísica”, proclama Todd. Dañada la Tradición de la Iglesia Católica,
deformada, sólo queda el inmanentismo como sentido de la vida, y lo más
importante del inmanentismo es la inseguridad que el mismo produce, que
pretende ser saciada mediante el dinero, ya que éste provee una seguridad con
la cual se podrá conseguir poder, tratamientos de salud, bienestar económico y…
¿amor? creyendo que de tal modo el futuro se encuentra “asegurado”. Por ello,
el neoliberalismo, que es idéntico que el liberalismo pero formulado en la
actualidad, se constituye en una concepción religiosa en que el mercado es
convertido en un absoluto, y si esa adoración del dinero es religiosa, la
prosperidad ofrecerá un simulacro de sensación de bienestar, y el fracaso
material una “crisis metafísica” o una “crisis religiosa” en que Dios siempre
se halla ausente, tanto en uno como en otro caso, ya que no es planteado ni
siquiera como alternativa a vidas y sociedades vacías de sentido.
TIEMPOS DEL CONCILIO
VATICANO II
Todd
nació en 1951, y recuerda que “El laicismo radical no es laicidad. Cuando
yo era niño, en la escuela laica había capellanes católicos y los viernes se
comía pescado aunque nadie supiera por qué. Era una escuela relajada respecto al
hecho religioso. Porque la laicidad no es una creencia negativa. Es más bien
indiferencia”. Para relatar una experiencia semejante, Todd, de quien
debemos recordar nuevamente que es judío, aborda el Catolicismo cuando él
tendría unos 10 años, mientras comenzaban a soplar fuertemente los vientos del
Concilio Vaticano II. Para el mismo, cuando él ya era niño la religiosidad
católica fue debilitada, se predicó sin explicaciones una especie de
fariseísmo, y la Religión no fue tomada en serio, sino que fue relativizada y
mundanizada. A su vez, busca reivindicar la indiferencia ante Cristo, ante la
Encarnación del Verbo y ante la Redención y Salvación por Cristo que nos da la
oportunidad por Gracia de Dios de que nos salvemos. Indiferencia ante la
salvación del alma propia es lo que busca “predicar” Todd, es decir, que no
tenga importancia si el alma se salva o no. Lamentablemente, quien espere a la
muerte para saberlo no tendrá vuelta atrás, ni regreso, ni alternativa alguna
más que su destino dispuesto por Dios por los Siglos de los Siglos de modo
perdurable. Ser indiferente a la Gracia de Dios, al llamado de la Vocación que
Dios infunde en cada uno, indiferencia ante la Felicidad que sólo Dios puede
proveer en forma absoluta. Y lógicamente, sólo existe un solo beneficiario de
esta indiferencia, y no es precisamente Dios.
También
Todd dice que el corazón de Europa “es Alemania… Alemania en su estructura
fundamental familiar es troncal y un tercio es católico, así que un tercio es
católico zombi [recientemente descristianizado]. Esa parte es la que
instintivamente defiende la austeridad, la autoridad y la disciplina. Yo diría
que el catolicismo zombi es el fundamento ideológico de la eurozona”. Una
Nación con un tercio de la población católica descristianizada, defiende la
austeridad, la autoridad y la disciplina en sí, pero sin Fe, sin sustento
espiritual Sobrenatural, y por tanto sujetas a gravísimas desviaciones que
ocasionan daños sociales a corto, mediano y largo plazo. Asimismo, el orden
económico elevado a una religión, según Todd, resulta el fundamento de la
eurozona. El dinero por sobre la Fe Católica, aceptado por los propios “católicos
zombis”, que podrían ser calificados como verdaderos goim en el sentido
sionista del término. Una pátina católica que traiciona su origen, y que sella
su impronta en una sociedad desquiciada, es el resultado de la “misericordina”
post-Concilio Vaticano II, a la cual se sumó la pastoral del antianatema y de
la tolerancia intraeclesial de la herejía con permiso de su difusión.
Esto
lo aclara Todd diciendo que la eurozona “vive una mezcla de crisis económica y
religiosa porque el euro es el nuevo dios. En el vacío de creencias hay que
inscribir también los movimientos secesionistas de Escocia y Cataluña. Es el
intento de reconstruir la identidad en esa nación periférica. Hubo un sueño
europeo, pero en 2015 tenemos ya la certeza absoluta de que el euro es un
fracaso monstruoso, aunque sigue siendo, todavía, una religión. Continuamos
haciendo sacrificios. Es una crisis religiosa en la crisis religiosa”. Desplazado
el Catolicismo Tradicional, que continúa tan vivo como siempre, el resto queda
desarmado y merced a condicionamientos políticos y económicos, y por tanto el
nacionalismo sin Catolicismo deviene en un peligroso chauvinismo xenófobo y
destructivo, sumado a un sistema económico carente de Caridad verdadera. El
intento de reconstruir la identidad en las naciones de Europa al margen del
Catolicismo no es más que el intento de continuar un sistemático luto alrededor
del “catolicismo zombi” del cual ningún fruto positivo se puede esperar. Es
decir, lo que mantiene “vivos” a los “católicos zombis” europeos, es la
expectativa de la eurozona…
Continúa
Todd expresando que “La posguerra europea, como la transición española,
nos hicieron perder la noción de la historia. Estamos viviendo la continuidad.
Mire, a mí me trastornó especialmente la matanza en el supermercado judío, el
Hyper Cacher. Resistí la tentación tras las matanzas antisemitas anteriores.
Ésta es la primera vez que escribo un libro como judío. Porque es verdad que
hay antisemitismo en los barrios y, sobre todo, en los medios islamistas, pero
soy historiador y sé que el único continente que ha masacrado a los judíos es
Europa. Jamás ha habido algo parecido en el mundo árabe. En mi libro trato de
demostrar esa interacción perversa entre la islamofobia y el antisemitismo. Más
islamofobia traerá más antisemitismo. Es una trampa de la neorrepública, en la
que los débiles luchan unos contra otros. El catolicismo zombi en el poder
desciende de los antisemitas”. Resulta clara la identidad de judaísmo e
islamismo que realiza el dueño de tales palabras. El “enemigo” de Todd no sólo
son los “antisemitas” (Católicos Tradicionales), sino también los “católicos
zombis” porque descienden de los “antisemitas”.
LA RESPUESTA
“Por
sus frutos los conoceréis”, ha dicho Jesucristo, quien fue rechazado como
Mesías por los judíos de su tiempo que no se convirtieron, y ello hasta el
presente.
El
Catolicismo que entra en componendas con la herejía por “caridad” con los
herejes, daña la prédica y la pastoral, convertida en un acertijo de la
ambigüedad, y extravía a la feligresía e incluso a los sacerdotes. La falta de
una prédica clara entorpece la Evangelización, y sólo la Gracia de Dios es la
que permite que el Catolicismo (Tradicional) no se extinga en forma absoluta.
El
Catolicismo Tradicional es una especie de “enemigo” de Emmanuel Todd, y por eso
le adjudica el mote de “antisemita” cuando en realidad los primeros
predicadores de Jesucristo, que fueron sus apóstoles, eran judíos, incluyendo
al fariseo “matacristianos” que luego se convirtió en San Pablo.
Una
pastoral vacía, una pastoral del “marketing”, un Catolicismo que es colocado en
la góndola del “supermercado de las religiones”, donde se pretende que el
convencimiento de la persona por el motivo que sea le habilita a tener la
creencia que quiera, verdadera o falsa, buena o mala, pero siempre excluyendo
al Catolicismo Tradicional. Un pelagianismo en que la persona por su propio
esfuerzo puede alcanzar los Misterios de Dios, o que coloca a Dios a su nivel
para sentirse “cocreador” o “aportente de esfuerzo personal” para la actuación
de la Gracia en un “miti-miti” (mitad y mitad) con Dios, por lo cual o Dios es
rebajado o el hombre es endiosado… acaba en un mal puerto.
Según
Todd, la izquierda aun vive en el Catolicismo, que significa que éste
actualmente tiene el sustento de una ideología social denominada
"solidaridad" o "caridad", pero que no es más que una acción social
inmanentista materialista. Una Fe donde ahora lo importante no es
Jesucristo ni el Evangelio, sino convertir las piedras en panes tomado
como un simbolismo al igual que la multiplicación de los panes y peces,
como sustento del comunismo. Teología de la Liberación rehabilitada con
sus desvaríos mediante la apertura de procesos de canonización de
sacerdotes y obispos que predicaron el inmanentismo e incluso la
violencia armada. ¿Qué es esto?
Dios
puede hacer de las piedras hijos de Abrahám… y también católicos. De nada sirve
el esfuerzo humano si la Gracia no ilumina la acción. Activistas católicos que
efectúan los mayores esfuerzos humanos hasta su límite para logros que
pretendidamente evangelizarán a numerosos grupos de personas, y que luego
comprueban la esterilidad de semejante esfuerzo… porque es meramente humano, tratando
las religiones como si se tratara de equipos deportivos rivales por omitir la
Gracia de Dios. ¿Las consecuencias? A la vista. ¿La salida? Ayuno, limosna,
oración y vida ascética, renuncia al mundo y sus tentaciones, renuncia a la
carne y sus tentaciones… y renuncia fundamental al demonio y sus tentaciones,
para intentar vivir una vida en la Gracia que permite desarrollar las virtudes
conforme el Plan de Dios, y siempre confiando en la Divina Providencia. Dios
obra milagros, y cosecha donde no ha sembrado. Dios también puede volver a la vida a los "católicos zombis"...