Los yihadistas de la OTAN
- La OTAN derrocó a Kadhafi utilizando a al-Qaeda como fuerza terrestre;
- Israel sacó a los “cascos azules” del Golán y los reemplazó por los hombres de al-Nusra; - la coalición internacional contra el Emirato Islámico permitió que los yihadistas tomaran Palmira para perjudicar al gobierno de Siria.
Los yihadistas al servicio del imperialismo
por Thierry Meyssan
Los gobiernos
occidentales ya ni siquiera tratan de esconder el uso de yihadistas.
¿Ejemplos? La OTAN derrocó a Kadhafi utilizando a al-Qaeda como fuerza
terrestre; Israel sacó a los “cascos azules” del Golán y los reemplazó
por los hombres de al-Nusra; la coalición internacional contra el
Emirato Islámico permitió que los yihadistas tomaran Palmira para
perjudicar al gobierno de Siria. Es fácil entender los intereses de las
potencias occidentales, pero resulta menos evidente entender por qué y
de qué manera los yihadistas prestan servicio al Tío Sam en nombre del
Corán.
A menudo nos
preguntamos cómo se las arreglan el Pentágono y la CIA para manipular a
millones de musulmanes y lograr que luchen por los intereses del Tío
Sam. Si bien es cierto que algunos líderes son agentes pagados, también
es verdad que la mayoría de los yihadistas creen que luchan y mueren por
ir al paraíso. La respuesta es extremadamente simple: partiendo de la
retórica de la Hermandad Musulmana es posible apartarse de la realidad
humana y enviarlos a matar a cualquiera, como agitando un trapo rojo
ante un toro.
Jeque Yussuf al-Qaradawi, de la Hermandad Musulmana. Desde la televisión qatarí Al-Jazeera, bendice a los yihadistas que operan en Siria e Irak |
Oficialmente,
el Emirato Islámico se separó de al-Qaeda y no reconoce la autoridad de
Ayman al-Zawahiri. Sin embargo, en muchos lugares, como en la región
siria de Qalamun, es imposible diferenciar a los seguidores del Emirato
Islámico de los de al-Qaeda: los mismos yihadistas utilizan
simultáneamente las dos etiquetas.
Por supuesto,
siempre habrá quien responda que todo no pasa de ser una diferencia de
orden personal surgida simplemente porque Abu Bakr al-Baghdadi quiere
ser jefe en lugar del jefe. Pero el hecho es que el Emirato Islámico y
al-Qaeda, aunque utilizan retóricas muy diferentes, recurren exactamente
a las mismas prácticas.
Tienen en común
las consignas de la Hermandad Musulmana: «Nuestra Constitución es el
Corán», «La solución es el islam». La vida piadosa se hace así
extremadamente simple. No importa que el Creador nos haya hecho
inteligentes, invariablemente y sin importar las circunstancias, hay que
aplicar la palabra divina como si fuésemos máquinas. Y si la situación
no aparece en El Libro… la solución es destruirlo todo. Por supuesto,
los resultados de esa forma de actuar son catastróficos y esas
organizaciones han sido incapaces de instaurar en ningún lugar nada que
se parezca al inicio de la sociedad perfecta que dicen desear.
La diferencia reside en la historia de ambos grupos:
- Desde 1979
hasta 1995, o sea desde la operación de la CIA en Afganistán hasta la
Conferencia Árabe Popular e Islámica de Khartum, los mercenarios de
Osama ben Laden luchaban contra la Unión Soviética con ayuda pública de
Estados Unidos.
- Desde 1995
hasta 2011, o sea desde la Conferencia de Khartum hasta la operación
«Tridente de Neptuno», al-Qaeda exponía una retórica contra «los judíos y
los cruzados» mientras seguía luchando contra Rusia en Yugoslavia y
Chechenia.
- Y a partir de
2011, o sea desde la «primavera árabe», al-Qaeda ha apoyado a la OTAN,
en Libia, y a Israel, en la frontera del Golán ocupado.
Pero la opinión
pública occidental no ha seguido esa evolución. Está convencida del
peligro de un mítico expansionismo ruso, se obstina en atribuir a los
yihadistas los atentados del 11 de septiembre, no ve la realidad sobre
lo sucedido en Libia y en la frontera del Golán ocupado por Israel y se
aferra por ello a la errónea idea que presenta a al-Qaeda como una
organización terrorista antiimperialista. Los árabes, mientras tanto, no
se basan en los hechos sino que eligen –según los casos– la realidad o
la propaganda occidental para inventarse así una narración romántica
sobre al-Qaeda.
El Emirato
Islámico, por su parte, se aleja del Corán y se acerca a los
neoconservadores. Asegura que los principales enemigos son… otros
musulmanes: los chiitas y sus aliados. Prefiere olvidar la época de la
guerra en Bosnia, donde la Legión Árabe de ben Laden gozaba del respaldo
simultaneo de Estados Unidos, Arabia Saudita e Irán. Pero, ¿quiénes son
los aliados de los chiitas? La República Árabe Siria (Estado laico) y
la Yihad Islámica palestina (sunnita). En otras palabras, el Emirato
Islámico lucha prioritariamente contra el Eje de la Resistencia, que se
opone al imperialismo. De hecho, el Emirato Islámico asume su papel como
aliado objetivo de Estados Unidos y de Israel en el «Medio Oriente
ampliado», aunque dice ser –teóricamente– enemigo de ambos.
La maleabilidad
de ambas organizaciones reside en su ideología de base, que es la de la
Hermandad Musulmana. Por eso resulta lógico el hecho que casi todos los
jefes yihadistas han sido miembros en algún momento de alguna rama de
la Hermandad Musulmana. Por eso es también totalmente lógico el hecho
que la CIA ha respaldado no sólo la Hermandad Musulmana egipcia, desde
que esta fue recibida en la Casa Blanca por el presidente Eisenhower –en
1955–, sino también todas sus ramas extranjeras y todos sus grupos
disidentes. En definitiva, el califato que soñaba Hassan el-Bana, el
mismo que dicen querer Ayman al-Zawahiri y Abu Bakr al-Baghdadi, no
busca volver a la Edad de Oro del Islam sino instaurar el reino del
oscurantismo.
Así lo
confirmó, el ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Laurent
Fabius, en 2012 –o sea antes de la escisión entre al-Qaeda y el Emirato
Islámico– cuando declaraba: «En el terreno, ¡están haciendo un buen
trabajo!»
Fuente: Voltairenet