La sucesión política
Alberto
Buela (*)
El tema de la
sucesión política ha sido desde siempre el desvelo de los que están obligados a
dejarlo. Son contados los casos en la historia política del mundo de aquellos
que han dejado el poder motu proprio. En este año
2015 Cristina Fernández de Kirchner tiene que dejarlo y , considerando como una
posibilidad que gane su candidato, lo deja en manos de un liberal como el
gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, pero con un
vicepresidente como reaseguro, el maoísta Carlos Zannini, quien asegura la
continuidad del proyecto político del kirchnerismo, esto es, un progresismo
socialdemócrata.
La historia
como magíster vitae, como maestra de
la vida según afirmara Cicerón nos enseña que casi todas las sucesiones
políticas fueron traidoras a sus mandantes. Los ejemplos más recientes en
Argentina son la traición de Alvear a Yrigoyen, la traición de Cámpora a Perón,
la traición de Kirchner a Duhalde para poner solo ejemplos de presidentes.[1] En el
orden internacional la traición de Juan Carlos a Franco.
Nadie puede
asegurar la traición de su delfín, porque una vez en uso del poder, y sobre
todo en un régimen presidencial como el nuestro, el que lo tiene hace lo que le
indica su “real gana”. Además como lo hace notar el gran constitucionalista
mendocino, Dardo Pérez Ghilou, la figura del vicepresidente es totalmente
ambigua y sin peso político propio. Véase la de los dos últimos: Cleto Cobos y
Amado Boudou.
Si a ellos
sumamos la posición política oscilante del candidato a presidente Scioli, quien
fue sucesivamente liberal, menemista, duhaldista y kirchnerista, lo más
probable es que termine siendo sciolista cuando le toque gobernar el país. Pues
es un hombre que mostró a lo largo de esto años no tener un proyecto político
sino solo ambiciones personales.
No hay que
olvidar que los hombres menores cuando llegan al poder no escuchan a nadie
porque se conforman y están satisfechos con lo que ya saben. En una palabra, no
aprenden nada más de ningún otro. Como afirma Descartes al comienzo de sus Meditaciones Metafísicas “el hombre vulgar está satisfecho con su
sentido común y ninguno de ellos reniega de él”.
Es sabido por
el relato de la caja de Pandora que al hombre le está prohibido hacer
prognósis, ver el futuro, porque esta y no la esperanza como mal se traduce,
fue la que quedó encerrada. Pero, lo más probable es que Cristina Fernández se
maneje con total soltura los primeros tiempos y luego su figura de desvanezca
lentamente. Y entonces, pensará como Heidegger cuando estaban entrando los
rusos en Berlín: que el final (de Scioli)
no se demore.
[1] Un caso emblemático de
traición política le sucedió a Vicente Joga a la sazón gobernador de la
provincia de Formosa. Nos reuníamos asiduamente siendo gobernador en el Fogón de la Utopía junto con Tucho
Methol Ferré, Manuel Figueroa, Abel Posse, Miguel Lamber, Mario Casalla y
tantos otros para armar todo el norte
del país en contra de Menem. Concurría sumisamente su vicegobernador Gildo
Infrán a quien, juramentado, puso de gobernador para sucederlo. Gildo es
gobernador desde hace 20 años y nunca más lo recibió.