LA CEA SOBRE EL PROTOCOLO DE ABORTO DEL GOBIERNO NACIONAL
NOTIVIDA, Año XV, Nº 976, 23 de junio de 2015
LA CEA SOBRE EL PROTOCOLO DE ABORTO DEL GOBIERNO NACIONAL
La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) difundió hoy un comunicado en el que fustiga el “Protocolo para la atención integral de las personas con derecho a la interrupción legal del embarazo” del Gobierno nacional (Vid Notivida Nº 975).
Los
obispos reafirman que no existe el “derecho al aborto” y advierten que
en nuestro país no existe un “aborto legal” y que el Protocolo tiene
vicios de inconstitucionalidad.
Destacan
la multiplicidad de causales de aborto que aneja el concepto de salud
incluido en el Protocolo, las limitaciones a la objeción de conciencia,
el desconocimiento de los idearios de las instituciones de salud y el
avasallamiento de las autonomías provinciales.
Recuerdan
que nunca es lícito someterse a una ley injusta y señalan que es el
propio Gobierno el que desprotege “de este modo la vida humana más
vulnerable” y conculca “deliberadamente derechos humanos básicos”.
A continuación el texto completo del comunicado:
La vida, primer derecho humano
Hace
unos días el Ministerio de Salud de la Nación ha promulgado un
“Protocolo para la atención integral de las personas con derecho a la
interrupción legal del embarazo”, actualización de la “Guía técnica para
la atención integral de los abortos no punibles” editada en el año 2010
por el mismo Ministerio.
1-
Con sorpresa constatamos que, en lugar de procurar caminos de encuentro
para salvar la vida de la madre y su hijo, y de buscar opciones
verdaderamente terapéuticas y alternativas, las autoridades obligan a
impulsar el aborto. El nuevo texto incluye un cambio sustancial respecto
al documento anterior al eliminar el concepto de “abortos no punibles”,
sustituyéndolo por “derecho a la interrupción legal del embarazo
(ILE)”. Esta terminología evade la realidad jurídica de que no existe en
nuestro país un “aborto legal” ni un “derecho al aborto”.
2-
Entre otros cambios en el actual Protocolo se encuentra la ampliación,
de hecho, de la causal derivada del peligro para la vida y la salud de
la madre. No hace referencia a que ese peligro varía en gravedad si
puede o no ser evitado por otros medios y amplía, además, las
posibilidades de afectación a la salud incluyendo “el dolor psicológico
y el sufrimiento mental asociado con la pérdida de la integridad
personal y la autoestima”.
3-
Es muy llamativo que se limite un derecho humano fundamental: la
objeción de conciencia. Se excluye la objeción de conciencia
institucional, siendo que la Ley 25673, creadora del Programa de salud
sexual y procreación responsable (ámbito desde el cual se emite este
Protocolo), la admite expresamente en su artículo 10. En cuanto a la
objeción de conciencia individual, el Protocolo la niega en la práctica
cuando obliga a los médicos objetores a practicar un aborto cuando no
esté disponible ningún otro profesional dispuesto a eliminar dicha vida.
Asimismo, al presentarse como obligatorio para todo el país, el
Protocolo se superpone y conculca las autonomías provinciales en materia
de salud. El Protocolo va más allá de la legislación vigente y con
vicios de inconstitucionalidad.
4-
Al no favorecer la denuncia cuando el aborto es producto de una
violación, la mira del Protocolo parece estar puesto en la eliminación
de la persona por nacer, ignorando la responsabilidad del violador y
favoreciendo el encubrimiento de un delito gravísimo.
Recordamos la sabia advertencia ética de San Juan Pablo II cuando expresó que "en el caso de una ley intrínsecamente injusta, como es la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito someterse a ella". (Evangelium Vitae, 73).
Recordamos la sabia advertencia ética de San Juan Pablo II cuando expresó que "en el caso de una ley intrínsecamente injusta, como es la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito someterse a ella". (Evangelium Vitae, 73).
El
Papa Francisco acaba de hablarnos en su Encíclica Laudato Si, sobre la
ecología integral y humana: “dado que todo está relacionado, tampoco es
compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto.
No parece factible un camino educativo para acoger a los seres débiles
que nos rodean, que a veces son molestos o inoportunos, si no se protege
a un embrión humano aunque su llegada sea causa de molestias y
dificultades”. Y, citando a Benedicto XVI, Francisco nos recuerda que:
“Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva
vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la
vida social” (Laudato Si, 120).
En
una época que se trata de respetar y cuidar la naturaleza y la vida en
todas sus dimensiones, llama la atención que desde el mismo Gobierno se
desproteja de este modo la vida humana más vulnerable y que se
conculquen deliberadamente derechos humanos básicos.
Pidamos a María de Luján que nos enseñe como Nación a cuidar y respetar siempre toda vida humana.
Comisión Ejecutiva
Conferencia Episcopal Argentina
23 de junio de 2015
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NOTIVIDA, Año XV, Nº 976, 23 de junio de 2015
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