viernes, 26 de junio de 2015

Laudato si: de todo, como en botica (2)


Laudato si: de todo, como en botica (2)

Hay una expresión del papa que orienta sobre el valor de LS: “se agrega al Magisterio social de la Iglesia”. Es decir, hay voluntad de que se integre en la DSI, al menos materialmente, por los temas tratados en el documento. Pero esta inclusión no implica, cabe anticiparlo, que se requiera un asentimiento unívoco para todo el documento. Se impone la distinción de sus partes, aunque resulte una tarea tediosa, y un asentimiento diferenciado.
 
Es necesario hacer una aclaración importante. El magisterio de la Iglesia tiene un objeto material, que es aquello sobre lo cual enseña, que puede ser inmediato (fe y moral) y mediato (por su conexión necesaria con el objeto inmediato). La DSI, como parte del magisterio eclesial, también trata sobre su objeto mediato. Pero no tiene competencia sobre lo que podríamos denominar objeto remoto, que cae fuera de los límites de la potestad docente, por no tener conexión necesaria con el objeto inmediato. Así, es legítimo que desde la DSI se emita un juicio moral sobre materias puramente temporales, pero no un juicio de otra naturaleza. Algunos ejemplos pueden ilustrar: el magisterio eclesiástico no es competente para decir si la quimioterapia es eficaz tratamiento de un tumor, porque ese juicio corresponde a la ciencia médica; pero podría dar un juicio moral sobre el uso de quimioterapia en embarazadas, por los efectos del tratamiento sobre los niños por nacer. En un documento de Francisco se dice que las teorías económicas del derrame no se han visto confirmadas por los hechos. Y el pontífice ha querido defender la tesis diciendo en una entrevista que tal cosa no es un juicio técnico, sino que habla desde la DSI, lo cual ha sido generador de más confusión. Porque desde la DSI cabe un juicio moral sobre las teorías económicas del derrame; se puede decir, por ejemplo, que tales teorías son causa de injusticias sociales, pretextos para no ejercitar la caridad con los menesterosos, etc. Pero de ninguna manera la DSI es competente para dar un juicio de orden científico sobre esas teorías, y afirmar o negar su verificación empírica, porque ello es materia ajena al magisterio de la Iglesia. Lo mismo habría que decir si pretendiera dar recetas de cocina, proponer métodos para reparar motores, indicar los mejores colores para pintar paredes, explicar la composición química de un medicamento y un interminable etcétera. Non lo sapevate un corno!, diría Castellani. Por todo ello, es claro que ningún católico tiene obligación de prestar asentimiento a todo lo que LS dice acerca de lo que hemos denominado objeto remoto de naturaleza temporal. El magisterio es incompetente en estas materias y el Espíritu Santo no presta asistencia cuando la potestad docente se ejercita en materias extra-magisteriales. Esperamos que “apologetas bobos”, “teólogos respondones” y “neconservadores eclesiales” no quieran cargar conciencias con puntos que claramente no son vinculantes para los fieles.
Asimismo, cabe anticipar que en el documento hay numerosos elementos de tipo descriptivo del estado de las sociedades, o del medio ambiente, que no requieren una adhesión intelectual. Algunos autores (Ocáriz) piden respeto para estas descripciones, lo cual en nuestra opinión se le debe a la dignidad de quien habla, pero no a la descripción en sí misma, que puede ser acertada, pero también absurda, carente de sustento científico, incoherente, etc. Para que se entienda mejor: si el papa describe un círculo cuadrado, se le debe respeto a su dignidad pontificia, pero no a su descripción.
Otro elemento a tener presente en la lectura del documento son los pasajes carentes de intención magisterial objetiva. Se trata de textos que por el tenor de sus expresiones no quieren imponer un asentimiento a los fieles. Así, si se manifiesta voluntad de opinar, dialogar, proponer temas, ofrecer una respuesta personal pero abierta a la discusión, promover el debate, respetar la diversidad de opiniones, etc.; por los verbos empleados, y por su contexto inmediato, se puede concluir que se está ante una opinión del pontífice. Y las opiniones no son vinculantes; sólo las aserciones que dan certeza moral o equivalente.
La DSI se integra de diversos elementos. Uno, el más abstracto, son los principios del orden social, por ejemplo, primacía del bien común, subsidiariedad del Estado, etc. En este plano, se puede decir LS no agrega nada nuevo. Reitera principios generales ya conocidos aunque a veces con una formulación menos clara que en los predecesores de Francisco, con concesiones al lenguaje políticamente correcto en uso, y contaminada de los defectos de cantidad y calidad que mencionamos en la entrada anterior.
Luego, están los denominados criterios de juicio, que a la luz de los principios pronuncian un juicio sobre situaciones, estructuras y sistemas económicos, sociales y políticos. Se trata de juicios históricos de tipo moral. En este campo, LS presenta novedades respecto de los pontífices precedentes en lo referido al cuidado del medio ambiente. El ejemplo más claro lo tenemos en el ya comentado calentamiento global. Estas novedades resultan al menos problemáticas. Y es previsible que afecten negativamente a la ya muy limitada recepción de la DSI por parte de los fieles.
Otro defecto de LS es el casuismo. En materia moral, el exceso de ejemplos –si no se conjuga con una exposición general muy precisa- conduce a una recepción casuística. Y así aparecen preguntas tales como: “¡¿es verdad que la Iglesia condena el uso acondicionadores de aire?!”
Por último, quedan las directivas de acción que son proposiciones de orden práctico. Y dada la materia considerada, y la cantidad de contenidos de LS, para no enloquecer es imprescindible distinguir entre preceptos y consejos. Además, recordar que los preceptos positivos no obligan siempre y en toda circunstancia. En cuanto a los consejos, se supone que los fieles deben saber que no son obligatorios.
Las reflexiones precedentes, pueden ayudar a quien esté interesado en realizar una descomposición analítica de LS. Nosotros renunciamos a esta tarea de hacer un comentario integral del documento. En la próxima entrada, que será la última dedicada a LS, nos limitaremos a comentar sólo algunos elementos llamativos y extraños.