Actualidad del antimodernismo de San Pío X
La encíclica Pascendi Dominici Gregis del
Papa San Pío X continúa actualísima a pesar de que hayan transcurrido
más de cien años. El historiador y catedrático Roberto de Mattei así se
expresó en una conferencia en la Pontificia Universidad Santo Tomás, en
Roma: “Trabajando en estrecha simbiosis con el Secretario de Estado
Vaticano, el Cardenal Merry del Val, se rodeó de pocos y fieles
colaboradores en el ámbito curial, atrayendo una notable hostilidad de
una parte del mundo católico”.
“Desde el comienzo de su pontificado trabajó en cuatro objetivos
importantes: el nuevo Catecismo; el nuevo Código de Derecho Canónico; el
estímulo a la Comunión frecuente de los fieles; la lucha contra el
modernismo. En este último punto hubo un desarrollo significativo con la
publicación del decreto Lamentabili,, una especie de nuevo Syllabus, en el cual citaba 65 errores de la nueva doctrina”.
“Ese Decreto fue seguido por la Pascendi, publicada en una
época en la cual el Catolicismo tenía ya, además de los enemigos
declarados, muchos adversarios ocultos que operaban dentro de la
Iglesia. Estos, eran obviamente ocultos y peligrosos, porque tenían un
conocimiento directo de la Iglesia. Su objetivo era el de transformar la
Iglesia desde dentro, dejando intacta su apariencia estructural”.
“La
lucha contra el modernismo se concretizó esencialmente en los
siguientes puntos: un retorno a la doctrina tomista; un mayor control
sobre los seminarios, con una relativa suspensión de los profesores que
estuvieran ‘infectados de modernismo'; la prohibición de lecturas
inmorales en la prensa; la institución de ‘censores eclesiásticos';
prohibición de congresos para sacerdotes no autorizados por los Obispos;
institución del ‘consejo de vigilancia’ para el clero; obligación de
parte de los Obispos de informar a la Santa Sede al respecto de estos
puntos anteriores”.
“Con el decreto del 1 de septiembre de 1907, el Papa impuso el
‘juramento anti-modernista': fue un golpe mortal a esta corriente de
pensamiento que, caída en el olvido por otros 50 años, reaparece como un
río a caballo del Concilio Vaticano II”, continuó.
“Fue en esos años que Jacques Maritain afirmó: ‘el modernismo
histórico fue una modesta fiebre de heno, si lo comparamos con la actual
fiebre modernista’. Pocos años después, en 1972, el papa Pablo VI,
lanzó la célebre alarma sobre ‘el humo de su Satanás’ que entonces había
‘entrado en el templo de Dios'”.
“A la distancia de un siglo -concluyó de Mattei- la Pascendi Dominici Gregis,
con su condenación al modernismo como una ‘síntesis de todas las
herejías’ es aún actualísima y es deseable que los católicos la
redescubran para oponerse al modernismo actual, mucho más nocivo que el
del pasado, ya sea por sus métodos intelectuales más pérfidos y
sofisticados, ya porque repite errores que ya están condenados”.
“Las consecuencias deteriorantes del modernismo son la atribución del
mismo valor a todas las religiones, la reducción de la caridad a una
mera filantropía, la reducción de la razón a meras opiniones hasta
llegar, en último análisis, al indiferentismo axiológico y al
agnosticismo”.