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LOS NUEVOS
MOTIVOS
DEL LOBO
Amigos:
En las famosas Florecillas de San Francisco, el santo relata el caso del lobo de
Gubbio; esto es de la ciudad italiana sita en la actual provincia de Perugia.
Según el relato,el animal era un depredador al que sólo sosegó la intervención
taumatúrgica del varón de Asís.
El tema fue abordado literariamente por
diversos artistas, siendo una de las composiciones más famosas al respecto, el
vigoroso poema “Los motivos del lobo”, escrito por Rubén Darío, y publicado en
1913. Hay un sinfín de ediciones gráficas y recitadas, y el interesado podrá
consultar,por ejemplo, la siguiente versión digital: http://www.poemas-del-alma.com/los-motivos-del-lobo.htm
En estos días de junio de 2015 pidieron mi
cooperación para publicar una antología de textos críticos sobre el Pontificado
de Francisco. Dicho texto saldrá, Dios mediante, en la tercera semana de julio,
bajo el título: Francisco: la amenaza del
sincretismo.
Tras terminar de ofrecer mi ayuda
bibliográfica, me venía a la mente, una y repetidas veces, el notable poema de
Rubén Darío. Y a la par, algunas aventuras satírico-trágicas del Padre
Castellani cuando traducía o acomodaba a su gusto un poema. Y hasta memoré la Antología Apócrifa de Conrado
Nalé Roxlo,llena de humor y de lirismo.
Animado por estos precedentes, y consciente de
que es aconsejable imitar lo bueno, aunque con las inevitables e insalvables
distancias que tal imitación suponen en mi caso, escribí la siguiente versión
de Los motivos del lobo del precitado
Darío. He hecho el intento de respetar la métrica,el ritmo,el lenguaje y el
tono. Sólo reduje su extensión para no agobiar al lector.
Va con un par de salvedades, por las dudas. La
primera, para los mojigatos: no está abolido y nos es lícito practicar el castigat ridendo mores.La segunda para
los prosaicos de todas las internas eclesiales:no se puede leer un poema como
quien lee la Summa. Por eso el
Aquinate, además de su portentosa manualística racional nos regaló su poemario
eucarístico.
Antonio Caponnetto
LOS NUEVOS
MOTIVOS DEL LOBO
El pastor que
cuida de un inmenso aprisco,
pleno de
ternura, de olor rebañal,
el humilde
argento, el Papa Francisco
está con un
fiero y extinto animal.
Peor que
aquellos canes de la policía
que hincaban
sus fauces en el criminal,
el lobo de
Trento que al infiel rugía
celoso ha
asolado las calles de Roma
reclamando el
Credo,latines, sotana,
aullando a los
gritos, que incluso una coma
pedía San
Mateo que fuese cristiana.
Duros
cancerberos de la Nostra Aetate
fueron engullidos.En
crueles dentadas
tragábase
frailes, nuncios y un abate
que diera
herejías por normas sentadas.
Francisco
salió,
al lobo buscó
en las
catacumbas.
Lo halló de
rodillas al pie de las tumbas
de mártires,
santos,insignes caídos.
Viendo la
amenaza le habló a los oídos,
sandwich en la
mano
al salvaje
ofrece: una silla, hermano
lobo. El
preconciliar
oyó un verbo
nuevo: misericordiar;
ya no levantisco
cesó el
agresivo rezo del rosario
y dijo: está bien, fratello Francisco.
¡¿Cómo?!, dijo el Papa,
¿eres reaccionario,
restauracionista,
cara-vinagrista,
un príncipe acaso de la Iglesia regia
que se cree egregia.
De las periferias temor y temblor,
del maestro Kasper eres desertor,
sigues empeñado con el Vetus Ordo,
vienes de Nicea,
quién te ha convencido que hay que dar pelea
al hereje a bordo?
Algún tiempo
el lobo dejó sus desdoros
sin juzgar
manfloros.
Amaba a
gurúes,imanes,deicidas
y al besar a
todos dando bienvenidas
aprendió a
hacer lío, a ahorrar combustible,
supo que ni
Cristo fue tan infalible,
puesto que
aquel cuento de peces y panes,
no lo creen
Tucho Fernández ni Manes.
Un día
Francisco fue a la sinagoga,
y el lobo sin
riñas, sin cepos ni soga
se
encolerizó,llegó a Santa Marta
y en feraz
embiste a todos aparta.
Corrió a los
masones, los pentecostales,
los mil
fariseos infestos de males,
los
ecumenistas de saber hediondo
y mordió las
tabas de Sanchez Sorondo.
De nada
servían los buenos modales
pues el
cavernario
no retrocedía
de furia jamás,
era un
emisario:
la espada de
Pablo, la luz de Tomás.
Jorge Mario
entonces se puso severo.
Volvió a Santa
Marta
a retar al
lobo por camandulero.
Lo halló y de
ternezas por poco lo ensarta.
¡En nombre de Gea, la tierra divina
conmínote, digo,a no usar naftalina.
No sabes acaso que el hermano piojo,
la hermana polilla…!
Lo interrumpe
brusco el lobo y un ojo
le clava en la
cara cual punzante abrojo:
¡Ay Papa
Francisco!,cuida tu mejilla,
no me llamo
Kiko ni Skorka o Cristina
no me doy la
paz,
heredé del Tata
esta carabina
y soy
montaráz.
Me eduqué en
la escuela de fiel obediencia
y si te hice
caso por no ser audaz,
hoy el
Catecismo y la Sacra Ciencia
me indican el
riesgo de ser tu secuaz.
¡Ay Papa
Francisco! Te apartaste mucho
de las
tradiciones y la Ceremonia
central de la Fe,
del misterio
expuesto allá en Calcedonia
piensas que ya fue.
No nos
canonices a felones rojos,
nunca de
insensatos tengas el tupé
que no te
bendigan herejes,de hinojos.
Palos me da el
mundo si amo a Cristo Rey,
ese mundo que
unges con sus embelecos,
el de tus
obispos, más necios que un buey
casi tan
hebreos que kipá con flecos.
No soporto el
vicio de estos recovecos
vaticanos. Ni
soporto aquí
la guaranguería
junto al plebeyismo,
la Evangelii gaudium, la Laudato si.
Déjame en el
templo, el caliz y el solio,
déjame el
breviario, el coro,el altar
vuelto hacia
el Oriente, hermano Bergoglio
déjanos del
monje saber contemplar.
El lobo de
Trento no dijo más nada.
Como un
hesicasta bajó su celada
de paz
silenciosa, de cielo y de luz.
Rezó cual si
fuera la última odisea
Rezó con los
fieles de Laodicea:
No tardes, Dios mío. ¡Ven Señor Jesús!
Antonio
Caponnetto