REFLEXIONES EN EL LIBRO DEL GÉNESIS
Mientras rezaba el Santo Rosario esta
mañana, vinieron a mi mente algunos pensamientos que deseo compartir con
los lectores de este blog.
En el Primer Libro de las Sagradas
Escrituras –el Libro del Génesis– en el primer capítulo y en los
versículos 1 y 2 dice lo siguiente (voy a usar la Versión de la Biblia
de Jerusalén): “En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad…”
Procedí entonces a consultar otras
versiones de la Biblia e incluso las palabras en el hebreo original, y
descubrí cosas muy interesantes:
► El sustantivo “caos” en algunas versiones aparece como “desorden”.
► El sustantivo “confusión” es la traducción del vocablo hebreo “bojú” que significa “estar vacío”.
► Y “oscuridad” también se traduce en muchos casos como “tinieblas”.
Uniendo todas estas ideas podríamos decir que “en el principio… la tierra era un caos, estaba desordenada, estaba vacía, todo era confusión y tinieblas”.
“Caos, desorden, vacío, confusión y tinieblas…”
Estimado lector, si analizas en este
mismo momento tu vida con toda sinceridad, ¿qué ves? ¿No te sientes
identificado con ese estado primitivo de la tierra? ¿No sientes que tu
vida es un caos y un desorden y que no puedes ponerle proa a tu
embarcación para guiarla hacia un puerto seguro? ¿No te das cuenta del
vacío que hay en tu corazón y que por más que tratas no puedes llenarlo?
¿No te sientes confundido y andas como “a tientas” buscando soluciones y
respuestas que no llegan jamás?
Si ése es tu caso…, prosigue leyendo porque tengo una buena noticia que darte…
Si no es tu caso…, vuelve la página porque la noticia no es para ti…
Pues bien, la buena noticia es que el versículo 2 del capítulo 1 de Génesis tiene una segunda parte y que además existe un versículo 3 en este mismo capítulo.
La segunda parte del versículo 2 y el versículo 3 dicen que:
“… el Espíritu de Dios aleteaba por encima de las aguas. Y dijo Dios: ¡Sea la luz!, y ¡¡¡¡hubo luz!!!”
Si lees el resto del capítulo 1 verás entonces que Dios ordenó el caos, llenó el vacío, aclaró la confusión y alumbró
las tinieblas. Y exactamente eso mismo Dios puede hacer en tu vida
AHORA MISMO… Él puede ordenar tu caos, Él puede llenar tus vacíos, Él
puede iluminar tus tinieblas y tu oscuridad… Pero para ello, tú tienes
que dejarlo obrar en ti.
Si quieres que el relojero componga tu
reloj, debes hacer tiempo y encaminarte a una relojería y no puedes
quedarte con él en la muñeca… Tienes que entregarle el reloj…
Si quieres que te extirpen un tumor,
tienes que dedicar algún tiempo e ir al hospital, y allí, someterte a
una operación donde un facultativo competente hará lo que tenga que
hacer, y para ello, tú tendrás que estarte muy quieto (anestesiado) en
el quirófano.
Y si quieres que Dios ordene tu caos,
llene tus vacíos y alumbre tus tinieblas… ¡tienes que ir a donde Él
está! No puedes pedirle que arregle tu vida si permaneces en el mismo
estado en que te encuentras. Debes acudir a donde Su Espíritu pueda
obrar en ti y donde puedas escuchar Su Palabra que te diga: – ¡Sea la
luz!, y luego, recibir esa misma Palabra en la Sagrada Eucaristía.
Y ese Espíritu y esa Palabra los tienes
de un modo muy especial en la Iglesia, ¡y no cuestan nada! Se te darán
enteramente gratuitos. Pero si insistes en decir que no tienes tiempo
para rezar, ni para leer la Palabra de Dios ni para asistir a la
iglesia…, entonces, tendrás que quedarte con el reloj roto y con el
tumor que se hará cada vez mayor.
En una ocasión, llamaron a San Juan Bosco
para que confesara a un enfermo. Allá fue el santo y le preguntó al
enfermo que cuánto tiempo hacía que no se confesaba.
El enfermo le respondió que hacía CUARENTA años que no recibía ese sacramento.
Después de confesarlo, el enfermo le preguntó si le debía algo y San Juan Bosco le dijo: “Sí, son quince mil liras”. El enfermo se quedó espantado y le respondió: “Pero antes la confesión era gratis”.
Entonces San Juan Bosco lo miró y le dijo: “Y si usted sabía que era gratis, ¿por qué pasó cuarenta años sin confesarse?”
Mi amado lector:
Ése es el maravilloso plan de Dios para ti. El Apóstol San Pablo dice que la “fe es por el oír y el oír por la Palabra de Dios”.
Por tanto, asiste a la iglesia, escucha la Palabra de Dios, conversa
con algún sacerdote, pídele consejo, orientación… Y entonces, Dios podrá
obrar en ti.
¡ALGO MUY IMPORTANTE!, ¡NO LO DEJES PARA MAÑANA!, porque San Pablo dice también que “HOY ES EL DÍA DE LA SALVACIÓN”
Reynaldo