El saber que otros conocen la verdad como es, me hace más feliz que saber que yo la tengo Asistimos a la última etapa de la «guerra integral» en Argentina
Los
medios y periodistas en general vivieron señalando, algunos seriamente,
otros hasta con sorna, que «la cámpora» es una agrupación que
respondería a Máximo Kirchner y que sólo buscaba acopiar dinero a través
de altos y bien remunerados cargos gubernamentales.
Nada más alejado de la realidad. «La
cámpora», que comenzó a armarse en Olivos cuando Kirchner vivía, es
obra del poder entre las sombras, un Rasputín gubernamental: el
manipulador Secretario Legal y Técnico de la Rosada Carlos Alberto
Zannini, próximo vicepresidente.
Máximo Kirchner jamás dirigió a la agrupación así denominada, ni ha participado en el armado de su organización ideológica.
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El
plan de Zannini no fue jamás armar un simple grupo de jóvenes
ambiciosos y, en muchos casos, ya resentidos contra los setentistas,
noventistas y lo que ellos llaman “la corpo”, sino copar el poder
a través de métodos culturales de Antonio Gramsci, que entiende son
mucho más efectivos que la “lucha armada” que encararon los «jóvenes
idealistas de los 70». Esta etapa que se viene, que protagonizan los
hijos de los presuntos desaparecidos de aquella época, participantes de
«las orga» terroristas.
Los
bien remunerados sobresueldos y el componente ideológico setentista son
sólo ingredientes de un plan cuidadosamente elaborado, basado en las
nuevas corrientes del marxismo-leninismo-maoísmo (el pensamiento de Máo
Zédōng Sīxiǎng) -que hoy día bregan por una política gramsciana
aggiornada a la realidad del Siglo XXI- y que busca la transformación
del kirchnerismo en una Nueva Fuerza, totalmente alejada del peronismo y
destinada a gobernar a la Argentina para la eternidad.
Para
Carlos Zannini el maoísmo es el marxismo perfecto, para sus adeptos,
porque Mao no modificó sustancialmente los planteamientos de Lenin, sino
que los desarrolló y adaptó a la revolución china. Considera que Mao
realizó aportes teóricos y prácticos que significaron un desarrollo y
perfeccionamiento sustancial del leninismo puro. Sostiene que hoy es
imposible defender la teoría de Marx y de Lenin sin estudiar y defender
los aportes de Mao y la experiencia de la Revolución China y su
posterior gobierno totalitario en cuanto a la continuación de la lucha
de clases, bajo nuevas formas, en el marco de la construcción de la
sociedad socialista.
El maoísmo
contiene una doctrina militar integral, la cual conecta explícitamente a
la ideología política con la estrategia. Para el maoísmo, el poder nace del fusil (cita
de Mao), y el campesinado puede ser movilizado para participar en
la guerra popular de la lucha armada a través de una guerra de
guerrillas en cuatro fases.
La primera fase consiste en la movilización del campesinado y el establecimiento de la organización.
La segunda fase consiste en el establecimiento de bases rurales y el incremento de la coordinación entre las guerrillas.
La tercera fase consiste en la transición a una guerra convencional.
Y la cuarta fase ~que es la actual~ establece la guerra cultural para efectuar un eficaz revisionismo histórico.
El
maoísmo se centra en la movilización masiva revolucionaria con
industrias independientes creadas a lo largo del país, que provean a la
población china de los recursos necesarios para vivir y de armas. La
organización militar de las masas y el poder económico es necesario para
defender el área revolucionaria de los ataques exteriores, mientras la
centralización previene la corrupción a través de la supervisión y el
control.
Mao era considerado un
brillante estratega militar incluso por aquellos que se oponen a otras
de sus ideas. Sus escritos sobre la guerra de guerrillas y la noción de
guerra popular son ahora considerados generalmente como lectura esencial
para aquellos que desean conducir operaciones de guerrilla y para los
que se oponen a la misma.
Las
ideas militares maoístas parecen haber adquirido más relevancia al
comienzo del siglo XIX en el exterior de China que dentro. Hay un
consenso tanto dentro como fuera del Partido Comunista de China en torno
a que las condiciones del país son muy diferentes a las de la década de
los 30, por lo que existe un debate en torno a cómo podría ser aplicada
la doctrina militar de Mao a las ideas militares del siglo XXI,
especialmente la idea de revolución en asuntos militares.
Un
concepto clave que distingue al maoísmo de otras ideologías comunistas
es la afirmación de que tras la toma del poder subsisten las clases
sociales y por lo tanto continúa la lucha de clases durante el gobierno
socialista (como resultado de la contradicción antagonista fundamental
entre el camino capitalista y el comunista). Incluso cuando el
proletariado ha alcanzado el poder estatal a través de una revolución
socialista, la burguesía tiene la capacidad potencial de restaurar el
capitalismo.
Según el análisis
maoísta, la experiencia soviética mostraba cómo la burocracia enquistada
en el aparato estatal podía convertirse en una burguesía de nuevo
tipo y restaurar el capitalismo. Evitar que esto sucediese en China fue
la principal razón por la que se organizó la revolución cultural,
en la cual Mao llamó a profundizar en el socialismo y desenmascarar a
los revisionistas que se encontraban dentro del partido. Para los
maoístas, fue una enorme lucha por el poder en las condiciones de
la dictadura del proletariado, una lucha entre el camino socialista y el
camino capitalista. Este fue su gran aporte al marxismo-leninismo.
Ya
hace más de doce años que este régimen democrático argentino está
influenciado por los objetivos del “Foro de San Pablo” y sus
derivaciones “bolivarianas”, ingredientes básicos para el armado de este
plan.
En su visita oficial a Beijing en 2010, Cristina Kirchner le dijo al premier chino: “Le
asigno a la visita una gran importancia porque tenemos similitudes y
orígenes comunes entre el peronismo y el maoísmo. Estamos absolutamente
convencidos de que somos complementarios y podemos hacer una muy buena
sinergia”, sostuvo la presidente. Luego, en la cumbre partidaria
peronismo-comunismo que se celebró, casi secretamente, en Buenos Aires,
fue invitado especial Carlos Zannini su mano derecha, ideólogo y el
hombre de más confianza del “modelo”, gestor intelectual que llenó de
contenido al “kircherismo”.
Pero
hoy Zannini entiende que el ciclo de los Kirchner está agotado, y que
hay que lograr imponer un régimen perpetuo, sin intermediarios.
Consecuentemente
con lo expresado más arriba, está convencido que la clase media («el
establishment») que es el principal obstáculo a superar. Pero la
Argentina ya lista para ser dominada y arrasada pues es quizás una de
las naciones más permeables de Latinoamérica al trabajo de demolición
que hace años se está encarando: la clase media es egoísta, poco
patriota, autista e incapaz de reaccionar ante el embate de la fuerza
camporista y la sojuzgación total de esta tierra yerma donde agoniza un
país anómico.
Parece ser que
Zannini y su gente están condenados al éxito. Entonces, “la democracia”
pasará a ser una palabra obsoleta, pues es para ellos un invento burgués
que usarán sólo como un arma para encaramarse en el control de la
Argentina y aplastar lo que queda de la República.
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(Protagonista, testigo impávido y cronista de la historia)
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