CARTA AL Dr. MERENGUE
PERDÓN ZAFFARONI…
Sr. Magistrado de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, dependiente de la Organización de Estados Americanos, Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni, le ofrezco humildemente mis disculpas...
Quien escribe estas líneas no ostenta doctorados honoris causae, premios internacionales ni reconocimientos masivos de colegas y alumnos de todos los continentes.
Este humilde abogado se formó con aficionados y principiantes (sus acólitos los llamarían dinosaurios) del Derecho Penal, tales como Sebastián Soler, Ricardo Nuñez, Carlos Fontán Balestra, José Peco, Guillermo Ouviña, Carlos Creus, Ricardo Levene, Jorge Frías Caballero, entre otros, quienes no pudieron ver la luz que Ud. encontró en su prolífica carrera, que hoy se corona ocupando un sillón en el máximo Tribunal de Justicia continental.
Debido a mis severas limitaciones intelectuales nunca pude entender sus sabios postulados respecto del delito como "creación política". Respecto del proceso penal como una "farsa de los poderosos", quienes le quitaron a los particulares el "conflicto" y la posibilidad de resolverlo entre ellos. Respecto de la cárcel, como una institución que "no sirve para nada". Respecto de la situación del Estado, quien no está "legitimado" para imponer sanciones. Respecto de la pena como otro "hecho político" para llenar de pobres e indigentes las "agencias" policiales y penitenciarias, para "saciar" las ansiedades de las clases dominantes frente a la "sensación de inseguridad"... Entre otras de sus genialidades.
Pese a mis denonados esfuerzos, no logré conseguir estampitas de Michel Foucault, de Thomas Mathiesen, de Nils Christie, de Louk Hulsman, para decorar mi despacho, mi portafolios, mi agenda y hasta la funda de mi celular... Seguramente, no concurrí a las tiendas adecuadas.
Debo pedirle perdón, porque cometí el pecado mortal de sumar mi voto a dos campañas de impugnación a su candidatura a la CIDH -la primera en la plataforma "change.org" y la segunda en la presentación internacional que realizó el foro "Usina de Justicia" al que pertenezco-
Debo pedirle perdón, porque dije en innumerables oportunidades que sus teorías son -a mi entender- pseudo doctrinas berretas que han perturbado severamente el juicio crítico de los funcionarios que deben impartir Justicia en nuestro país... Evidentemente, como dicen sus adláteres, no entendí nada!
Debo pedirle perdón, porque sostuve públicamente que muchos de sus maravillosos fallos fueron absurdos. Por ejemplo, en el juicio a un encargado de un edificio que forzó a una niña de 7 años a una “fellatio”, se adujo que la luz apagada era un atenuante. En otro fallo brillante se resolvió que un robo a mano armada perpetrado con un arma blanca no es considerado delito porque “un cuchillo no es un arma”. En otro de sus iluminados fallos se dictaminó que un auto estacionado es una "cosa perdida o abandonada por su dueño" (ya que el propietario no estaba presente) y por ende el delincuente no habría incurrido en robo, sino en "apropiación indebida". Podrían citarse más, pero será el último fallo referenciado el posterior al allanamiento de un laboratorio de droga donde se requisaron elementos probatorios como balanzas, droga, un molino y los dediles, ocasión en que dictaminó que aquel no debía ser considerado un local de venta de droga puesto que no se encontraba en el lugar comprador alguno...
Perdón!!! Me siento tan avergonzado por no comprender estas genialidades, que me moviliza la idea de recursar una y otra vez Derecho Penal, Parte General; Derecho Penal, Parte Especial y Derecho Procesal Penal, y de comprarme todos sus libros, incluyendo el "Derecho Penal Militar" -si logro hallarlo- para aprender como un genio puede cambiar de opinión y, aún así, mantener sus ideales.
Le pido disculpas, oh Maestro! Ojalá mi limitada inteligencia -algún día- pueda comprender su sabiduría y su legado...
Dios quiera que pueda sumarme a la inmensa legión de sus seguidores y adoradores y, finalmente, ver la luz!
Así sea.
Marcelo Carlos Romero -
Fiscal del Ministerio Público de la Provincia de Buenos Aires -
Miembro de Usina de Justicia