lunes, 3 de agosto de 2015

La ley del número Por Vicente CADENAS

Publicado por Revista Cabildo Nº 113
Mes de Mayo/Junio 2015-3era.Época
 DOCTRINALES
 
Vicente CADENAS
 
La ley del número
 
ALGO debo agradecer al fandango mediático desencadenado por el período preelectoral, y es la tranquilidad que me ha dado acerca del estado de mis coronarias, al no haberme infartado, y acerca de que conservo cierta cordura, salvo mejor opinión de familiares y amigos, al no haber roto a martillazos la pantalla del televisor, ambas cosas podían desatarse por la indignación debida a lo que veía u oía.

Otra cosa rescatable es la manifestación o confesión de Daniel Scioli, en el sentido de que lo que le interesa es llegar a la presidencia, aunque lo que quede por debajo de él, empezando por el vicepresidente, pueda ser cualquiera.
Esto puede interpretarse como: a) si él puede ser secundado por cualquiera significa que él también lo es; b) que la Argentina puede ser gobernada y/o representada, aunque sea transitoriamente por cualquiera. Gracias, Daniel, por lo que nos toca. Te ganaste el Premio Felpudo del Año.
Esta confesión corre paralela con la de Menem en su momento: "si yo decía lo que pensaba hacer, no me votaba nadie". Ambas definen a la democracia como un sistema en que cualquiera puede gobernar, en tanto pueda embaucar eficientemente a la masa de votantes. Esto es equivalente al hecho de que si alguien que debe ser sometido a una operación pregunta si conocen a un buen cirujano, le contestan: "dale, que te opere cualquiera; total, si tipos como vos se encuentran por docenas en cada esquina".
También resulta interesante lo que se dijo respecto al recuento de los votos en la ajustada elección de Santa Fe: que era muy importante esclarecer cuál de los partidos había ganado aunque fuera por una diferencia mínima de votos, ya que eso le daría legitimidad y credibilidad. Así que yo voy a creer en alguien que no conozco porque alguien que tampoco lo conoce haya apostado por él. ¡Ah, la ley del número!
Bueno, ya quedó definida la democracia por sus actores: un sistema en el que cualquiera puede ser gobierno, siempre que muchos embaucados apuesten por él.
Veamos lo que dicen sus propulsores. En un artículo anterior se habló del imperialismo y su modus operandi: apoderarse de las raiquezas de una nación, a cambio de una deuda externa fraudulenta, fraguada en su casi totalidad. Para los que creen que eso es una fábula, valga destacar una carta del secretario de Estado Bryan al presidente Willson, de 1913: "Si Estados Unidos se ofrece a prestarles su crédito (se refiere a las naciones latinoamericanas), en el grado que ese crédito sea seguro, podría hacerse que ese crédito resultara para ellas una economía inmediata. La segunda ventaja sería que el plan daría a nuestro país una influencia tal sobre ellas que podríamos impedir las revoluciones, fomentarla instrucción (es decir, colonización pedagógica), y estimular la implantación de gobiernos justos y estables". Recordemos que ya en 1912 el presidente Roosevelt manifestó: "Creo que la asimilación de los países latinoamericanos a los Estados Unidos será larga y difícil mientras esos países sigan siendo católicos".
Vale la penar recordar también que una de las primeras medidas adoptadas por Alfonsín al asumir la presidencia, fue suprimir la palabra Excelentísimo de la fórmula de tratamiento al presidente; y tenía razón, porque no cualquiera merece esa distinción, empezando por él. •