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HAY BALOTAJE
Es importante destacar la influencia de lo que sucedió en Tucumán en las elecciones nacionales del domingo 25 de Octubre. La toma de conciencia de que el fraude era repetida y sistemáticamente usado por el kirchnerismo se tradujo en una serie de medidas efectivas para neutralizarlo. La Cámara Nacional Electoral tomó cartas en el asunto (como hace mucho tiempo debió haberlo hecho) y los partidos políticos asumieron que no podían seguir mirando al costado y protestando sin jugarse y plantarse ante la evidencia del fraude.
Los dos o tres puntos que casi como un hecho
folklórico se sumaban al oficialismo y otros tantos que se “robaban” a la
oposición eran poco significativos cuando las diferencias eran amplias pero
resultaban decisorios en elecciones cerradas. Sin embargo, el fraude debería
haber sido denunciado y combatido aun cuando no modificara el resultado final
de la elección por un problema de principios, concepto muy poco valorado
en la política utilitaria y pragmática que predomina lamentablemente en nuestro
presente.
De todos modos, esta vez se tomaron medidas serias
con los telegramas y con el Correo y se logró, al menos en la Provincia de
Buenos Aires y los grandes centros urbanos, neutralizar la práctica fraudulenta.
En otras circunstancias, los tres puntos robados a la oposición y sumados al
oficialismo le hubieran dado al kirchnerismo los ocho puntos de diferencia que
auguraban las encuestas. Casi podemos pensar que las encuestadoras sumaban a
sus datos ese “imponderable” que luego atribuían a “el reparto de los
indecisos” o a “cambios inesperados” cuando en realidad era el producto del
robo histórico de votos.
El resultado efectivo fue que, sin fraude, el
kirchnerismo de Aníbal Fernandez perdió en la provincia por cinco puntos y que
Daniel Scioli ganó por apenas dos puntos y medio en todo el país. El triunfo de
la transparencia permitió que la voluntad de los ciudadanos fuera respetada
pero ese triunfo no vino de regalo. Hubo que ganarlo fiscalizando, protestando
y logrando que los jueces y funcionarios dejaran de hacerse los distraídos y se
vieran forzados a enfrentar la práctica fraudulenta.
Como en tantos otros aspectos de la política y de la
vida, el problema más grave lo encontramos en el campo de la ética y solo
podemos superarlo con compromiso y firmeza. Aún falta una vuelta, el balotaje,
y hay que mantener las defensas altas y no aflojar hasta el final. Lo menos que
podemos aspirar es que la voluntad del pueblo soberano se respete tal cual se
expresa en las urnas sin mañas ni fraude.
Gracias, hermanos tucumanos.
Juan Carlos Neves
Primer Secretario General