LA CONDENA DEL MODERNISMO
(Resumen histórico sobre el modernismo)
En agosto-septiembre de 1907, San Pío X tomó
una decisión dura pero valiente (la condena inapelable del modernismo)
al publicar dos documentos importantes: Lamentabili y Pascendi. El
primero contiene sesenta y cinco proposiciones erróneas extraídas de
los escritos de Loisy y de Tyrrel; el segundo traza un cuadro
monumental sobre los orígenes y la naturaleza de un error escurridizo,
astuto y funesto, que invadiendo todos los ámbitos de la Fe católica
acaba por transformarse en una forma de agnosticismo y de inmanentismo
en materia religiosa que recoge todas las herejías del pasado.El santo
Pontífice había soportado y esperado antes de pronunciar esta condena,
con la esperanza de la conversión de los partidarios del "nuevo
cristianismo"; pero la situación había llegado a un punto en que otro
retraso resultaría fatal.
El golpe mortal propinado con esta
decisión pareció cortar de raíz las pretensiones de los innovadores.
En los años que van de 1920 a 1940, las nuevas generaciones de
seminaristas y profesores de teología no se apercibieron de que la
serpiente presente en numerosas cabezas se había guarecido en los
pliegues de ciertas centrales del error, dispuesta a renacer.
Pío XII,
que ya siendo un joven sacerdote había conocido desde las alturas de
la Curia vaticana las anteriores maniobras clandestinas, se opuso a
ellas en la inmediata posguerra con la encíclica Humani Generis
(1950), quebrando toda veleidad de renacimiento del modernismo; pero
una vez más, la condena no consiguió anularlo. En julio de 1963 Pablo
VI se dirigió a la Iglesia Católica aludiendo abiertamente al modernismo
como un error que, en pleno Concilio Vaticano II, recobraba vigor y
arrogancia.
Había llegado el momento más apropiado para
que los modernistas ocultos se lanzasen a ciertas exigencias
reformistas conciliares para transformarlas en vehículo del antiguo
error. En efecto, treinta años después del Concilio se puede constatar
que el modernismo no solamente ha vuelto a envenenar la teología y la
moral católicas, sino también a rehabilitar a los "héroes" que San
Pío X había excomulgado (1907). Además, las antiguas centrales del
error osaron adueñarse incluso de la historia eclesiástica para
calumniar al mismo San Pío X.
Hoy puede comprenderse por qué en 1949, en
vísperas de la beatificación de San Pío X, los consejeros de la
entonces llamada Congregación de Ritos propusieron al Dicasterio un
suplemento de investigación histórica que, añadido a las pruebas
textuales de los procesos anteriores (1923-1926 y 1943-1946),
disiparía toda duda sobre la honestidad e incluso heroico
comportamiento del Papa Sarto (Pío X) ante la insurrección de la
insidiosa secta. Por brevedad, denominaremos a esta investigación
Disquisitio. Los temores de hace cincuenta años no eran infundados:
hoy, entre los historiadores del Pontificado de San Pío X se
encuentran adversarios declarados del Santo Pontífice. El toque de
salida indirecto para la contestación lo dio en 1965 el Card.
Pellegrino, de Turín, durante la cuarta sesión del Concilio Vaticano II.
Tras rendir un homenaje formal al Santo Padre en plena aula
conciliar, declaró que ese periodo oscuro de la Iglesia no debía
volver a repetirse. En los años siguientes se hicieron eco de su
intervención, en el campo de la historiografía, J. Aubert, S.
Tramontin, J. de Lubac, Émile Poulat, Lorenzo Bedeschi, etc. Este
último fundó en la Universidad de Urbino un Centro para la Historia del
Modernismo; recientemente él mismo ha publicado el ensayo El
modernismo italiano. Voces y rostros (1995). Según él, Pío X habría
detenido a la Iglesia en posiciones retrógradas en materia lit úrgica,
habría animado la piedad católica en detrimento de la libertad de los
espíritus, y habría cerrado la puerta a las que hoy la Iglesia
considera conquistas: la exégesis "histórico-crítica" (p. 202), el
libre examen sobre las Sagradas Escrituras (p. 241), la discusión
sobre la conveniencia del celibato sacerdotal (pp.140-148), la
educación sexual mixta (pp. 176-179), el replanteamiento del culto
mariano (p. 208), etc.
San Pío X frente al modernismo: nuevos documentos (1949)
No podemos callar ante estas iniciativas
"históricas". Mejor dicho, la cuestión que se plantea es si una
evaluación de la conducta del Papa Sarto sería más objetiva si se
basase sobre el análisis de "nuevos" historiadores que sobre la
documentación objetivamente ponderada de las nuevas actas del proceso
(1949-1950). Para responderla hay que recordar que la congregación de
Ritos poseía un Summarium, es decir, un notable resumen de
declaraciones juradas sobre las virtudes heroicas de aquel gran Papa;
pero ciertos consultores (como he recordado), previendo tal vez
tiempos tristes, pidieron y obtuvieron que el dicasterio nombrase una
comisión histórica para ilustrar con eventuales nuevos documentos esa
conducta santa y sin tacha. El relator, el franciscano Antonelli,
planteó el problema en estos términos: no se cuestiona la condena del
modernismo, sino los métodos, medios y personas que se utilizaron para
destruir el modernismo. Para gran sorpresa suya, en 1949 descubrió en
los archivos de la Congregación del Consistorio un anaquel lleno de
documentos que habían escapado a los dos precedentes procesos canónicos.
Con ellos habría sido posible responder sobradamente a las dudas del
Promotor de la Fe (también denominado "abogado del diablo"), Mons.
Salvatore Natucci, y de algunos consultores que planteaban justamente
la duda de saber si la forma de actuar del Papa había sido aclarada
favorablemente, si no debía deplorarse un cierto "encarnizamiento"
contra los modernistas, y si no había sobrepasado los límites de la
prudencia y de la justicia (Summarium Additionale, pp. 14-17) al
favorecer a grupos de personas imprudentes y no prohibir la existencia
de instituciones u órganos secretos de policía "intransigente".
Los documentos de la estantería podían dividirse en dos partes.
-
1)Documentos que habrían podido corregir o
modificar las deposiciones del proceso ya juzgadas: por ejemplo, las
del Card. Gasparri, muy severo sobre el Sodalitium Pianum dirigido por
Mons. Benigni, que funcionó en toda Europa como organismo secreto de
información. El Card. Gasparri se había servido de un estudio de N.
Fontaine (Saint Siège, Action Française et Catholiques Intégraux). De
ahí venía la acusación de que las responsabilidades de ese Sodalitium
recaerían sobre San Pío X. Ahora bien, los archivos de la Congregación
del Consistorio demuestran que la declaración del Card. Gasparri en el
proceso es insostenible.
-
2) La segunda parte contiene documentos absolutamente nuevos, repartidos en seis secciones:
-
a) Milán. Controversia sobre las
acusaciones de modernismo vertidas contra el seminario diocesano por
el semanario La Riscossa (que dirigían dos conocidos hermanos,
Monseñores Andrea y Gottardo Scotton, de Breganze-Vicenza), cuya
finalidad era atacar al modernismo en todos los frentes.
-
b) Milán-Pisa. El modernismo político, con referencias al Card. Maffi.
-
c) Roma. La Pía Asociación, o Liga de San Pío V (se trata del Sodalitium Pianum al que ya hemos hecho alusión).
-
d) Roma. Modernismo: periódicos, personas, organizaciones, etc.
-
e) Génova. El medio liberal y modernista,
con abundante material sobre el rechazo del gobierno italiano al
Exsequatur contra Mons. Caron, nombrado arzobispo de Génova. Este
dossier concierne también al P. Semeria y al "semerianismo" genovés.
- f) Perugia: los modernistas.
A partir de estos documentos y de otros
escritos del Siervo de Dios Pío X, el P. Antonelli pudo construir el
Summarium adicional, es decir, una nueva documentación extraprocesal de
extremo interés y valor probatorio para destruir las objeciones y
acusaciones lanzadas por el Promotor General de la Fe, y para destruir
hoy las extrañas y malintencionadas reconstrucciones del Pontificado
de San Pío X, incluido lo concerniente a su conducta contra el
modernismo.
Resultados del Summarium adicional
El cuadro de este estudio no permite exponer
(ni siquiera resumir) los copiosísimos materiales del Summarium
adicional, descubiertos en los archivos mencionados antes y
presentados de forma organizada por el relator, el P. Antonelli. Basta
remitirse a los puntos expuestos anteriormente, tomando como
principio hermenéutico la divisa que Mons. Sarto eligió cuando era
obispo de Mantua y que conservó también durante su Pontificado: "Instaurare omnia in Christo"
[instaurarlo todo en Cristo]. Todas las decisiones de Pío X estaban
guiadas por un elevadísimo sentimiento de fe. En cuanto a la segunda
parte de los documentos, examinemos cuatro puntos principales.
1) La conducta de Pío X hacia el seminario de Milán
Dirigido hasta 1894 por el Card. Ferrari,
hombre muy piadoso y activo (hoy bienaventurado) (cfr. Disquisitio,
pp.157-218). Se había convertido en arzobispo de Milán el mismo año en
que Mons. Sarto era elegido Patriarca de Venecia. En Milán las raíces
del modernismo eran más profundas de lo que pensaba el cardenal. El
Card. Sarto había debido alejar de una parroquia de la ciudad al
barnabita P. Gazzola. En Milán, Fogazzaro había fundado un centro de
modernistas, entre ellos Alfieri, Casati y Gallarati-Scotti. Éstos
fundaron un periódico, "Il Rinnovamento", que a pesar de la
denuncia de Roma en 1907 continuó apareciendo hasta 1909. En Milán se
reunieron a menudo los jefes del modernismo europeo: Loisy, Sabatier,
Murri. En 1908 fue fundado el periódico L'Unione, que lejos de
combatir el modernismo, le era favorable.
Menospreciarme a mí,
menospreciar a nadie, menospreciar al mundo
y menospreciar el ser menospreciado.
San Luis Beltrán
menospreciar a nadie, menospreciar al mundo
y menospreciar el ser menospreciado.
San Luis Beltrán
Mientras a Roma todo esto le
preocupaba, el Card. Ferrari lo minimizaba hasta el punto de creer que
en Milán no existía ni sombra de modernismo.Entonces intervino el
periódico "La Riscossa" de los hermanos Scotton, en los años
posteriores a 1907. La intervención irónica de este periódico iba
dirigida contra el seminario, e indirectamente contra el arzobispo,
que se quejó de ello en múltiples ocasiones al Card. De Lai, prefecto
de la Congregación del Consistorio. Finalmente Roma impuso silencio a
los hermanos Scotton. La polémica duró unos tres años. El Card.
Ferrari fue a Roma en el verano de 1911 para visitar al Papa, quien le
acogió amablemente. Pero el piadoso cardenal volvió conturbado a
Milán, y manifestó su amargura al Papa, quien le escribió: «vuestros
sufrimientos me duelen: ¡como si yo no supiera la estima que merece la
archidiócesis de Milán y no apreciase el celo de Vuestra Eminencia!
Por caridad, no prestéis atención a quienes os hablan en nombre del
Papa alegando palabras dichas por él, según sus deseos y su imaginación»
(ibid. p. 218).
¿Dónde está la imprudencia de
San Pío X? ¿No debería admirarse más bien la paciencia del Papa, que
sabiendo muy bien que Milán estaba infestada de modernismo, no perdió
su confianza en el arzobispo? ¿Dónde está el "encarnizamiento" contra
los partidarios del modernismo?
2) Pisa y el Card. Maffi (pp. 87-154).
Se trata del periódico L'Unità
Cattolica, de tendencia antimodernista, imprimido en Florencia (y
aprobado por el Card. De Lai de acuerdo con Pío X) y que se oponía al
periodismo católico de orientación opuesta: la denominada "prensa de
penetración", cuyo centro se encontraba en Milán. Tenía ésta unas
consecuencias funestas, pues aunque su intención era insertar el
espíritu católico en la prensa liberal, provocaba confusión de ideas
en los creyentes.
Pío X favoreció el periodismo estrictamente católico, como "La Riscossa" de los hermanos Scotton y "L'Unità Cattolica", "La Liguria Cattolica", "Verona Fedele", "Il Berico"
(Vicenza), y otros diez semanarios de Turín y de Nápoles. Pero el
Card. Maffi apoyaba una prensa más abierta, menos "de sacristía",
aunque siempre fiel a los principios católicos. El Card. De Lai no
compartía esta opinión, porque además de su déficit financiero, esta
"prensa de penetración" creaba una atmósfera muelle, favorable a las
novedades anticristianas.
El mismo Papa compartía esta convicción, habida cuenta de los frutos que se desprendían de ella. En Rom se difundía "Il Corriere d'Italia",
arquetipo de una prensa popular opuesta a las directrices
pontificias. Pío X escribió a este respecto al preboste de
Casalpusterlengo, quejándose de que bajo una presentación y una
tipografía atrayentes, esos diarios elogiasen ampliamente los errores
propagados en libros de dudosa moralidad, e incensasen a los ídolos de
moda. "Es una utopía creer -escribía-
que cediendo en puntos capitales de la fe y de la moral (con grave
daño para las almas y para la Iglesia) podremos convertir a nuestros
adversarios a las convicciones católicas. Es grave que sacerdotes y
prelados apoyen estas estrategias: el católico es leal con sus enemigos,
pero no oculta su fe" (p. 25).
No se sigue de ahí que Pío X
compartiese todos los excesos de la prensa "intransigente". Él se lo
advertía al Card. Mistrangelo, de Florencia, rogándole que vigilase "L'Unità Cattolica",
a fin de que no publicase noticias de adversarios hipócritas (p. 134)
ni atacase a personas respetables, o por el contrario callase sobre
personas eminentes.
En cuanto a los hermanos
Scotton, ya se ha visto que en la áspera controversia con el Card.
Ferrari, se les impuso silencio (p. 199). En conclusión, San Pío X
animaba a la prensa católica, pero corregía sus excesos, al igual que
deploraba la "prensa de penetración" como todavía más perjudicial.
3) El Sodalitium Pianum y la figura de Mons. Benigni (1862-1934).
Los nuevos "historiadores" del
pontificado de San Pío X dirigen contra él sus flechas preferidas.
Basta recordar a Smidlin (Papstgeschichte, III, pp. 162-169), Poulat,
el citado Bedeschi , Tramontin, etc. Sobre la figura de este prelado y
sobre su obra se han vertido torrentes de tinta. Yo me atengo a la
obra que está en mi poder, que describe dos periodos en su actividad
como coordinador de informaciones sobre personas sospechosas o
reconocidas como culpables de modernismo: de 1900 a 1914 (año de la
muerte del papa Pío X), y de 1914 a 1921 (año en que el Sodalitium fue
suprimido).
Benigni conocía el alemán
(había vivido en Berlín para completar sus estudios de historia
eclesiástica), y estuvo en la Biblioteca Vaticana bajo el pontificado
de León XIII. De vuelta de Berlín, se convirtió en profesor de
historia eclesiástica en el Apollinare, en la Universidad Urbaniana y
en la Academia Eclesiástica.
Esto le permitió conocer a
numerosas personalidades en toda la Iglesia. En 1906 entró en la
Secretaría de Estado, en la sección de Asuntos Eclesiásticos
Extraordinarios, y se trasladó al Vaticano en 1911. Al ocuparse del
servicio de prensa, quedó impresionado por el progreso en Europa del
socialismo y del modernismo, que (como había notado mucho antes de su
condena en 1907) ya no se constituía solamente en una nueva teología,
sino en una nueva visión del mundo (en el ámbito social, político,
literario, artístico) para "modernizar" el catolicismo. Su aversión
hacia los dos movimientos le hizo conocer a Pío X. Se ha dicho que las
encíclicas Lamentabili y Pascendi de 1907 fueron elaboradas por él;
no está demostrado, pero seguramente participó en idearlas y
redactarlas (p. 223).
Una cosa es cierta: el 23 de
mayo de 1907 (antes de la condena pontificia) fundó el semanario
Corrispondenza Romana, designado por las siglas S.P. (Sodalitium
Pianum), que se convirtió en una especie de agencia de información
internacional sobre los peligros del modernismo. El S.P. se convirtió
en un órgano que sostenía la acción de San Pío X, sus alocuciones y
sus intervenciones. En Francia, el S.P. comenzó a alarmar tanto a los
políticos masones que A. Briand pidió a Roma su disolución.
El Card. Gasparri se enemistó
con Benigni y llamó en su lugar a Mons. Pacelli en marzo de 1911.
Mons. Benigni, libre así de compromisos en la Curia, se dedicó
totalmente a su actividad de informador, que intensificó. A pesar de
las censuras que llovían desde Baviera contra el S.P., en julio el Papa
envió al inteligente prelado una elogiosa carta; ésta impulsó a Mons.
Benigni a poner en pie un órgano más eficaz: la Agenzia Internazionale
Roma. El Papa envió otra carta al prelado en 1912; una tercera y
última carta de alabanza le fue remitida en 1914. En 1920 quedó bajo
protección del Card. De Lai, y se desplazó de la Via Arno a la Via
Salaria. En 1921 se descubrió en Gante (Bélgica) una carpeta del S.P.
que suscitó violentas polémicas; pero Benigni continuó y concluyó su
Historia social de la Iglesia; sin embargo, ese año el Sodalitium fue
suprimido.
Para un juicio sobre el
Sodalitium (compuesto de un director, una "dieta" y un secretariado, y
con servicios ordinarios y extraordinarios en Roma y en los centros
afiliados en toda Europa mediante la utilización de un código) hay que
observar que el Sodalitium obtuvo de la Santa Sede una aprobación
general, y que el Card. De Lai lo recomendó con una carta de Pío X
(eso explica el envío de tres misivas de elogio por parte del Papa).
Las eventuales imprudencias o
intemperancias de lenguaje no son imputables al Card. De Lai, y menos
todavía al Papa. Hasta 1914 el S.P. mantuvo su tono combativo, a veces
incluso violento, para defenderse contra diversos enemigos en toda
Europa. Después de 1914 la actividad del Sodalitium disminuyó, en
parte a causa de la guerra, y el resurgir de 1918 resultó efímero. Fue
disuelto en 1920, pero ya desde 1914 Mons. Benigni se había dejado
llevar a expresiones e invectivas a veces desagradables.
En fin, el Sodalitium, a pesar
de distintas tentativas de Mons. Benigni, no obtuvo jamás la
aprobación de sus estatutos, sino solamente una declaración general de
satisfacción por la obra realizada de 1907 a 1911. Por tanto, no
puede identificarse la acción del Sodalitium con el gobierno de la
Iglesia por el Papa, tanto más cuanto que el Card. Gasparri, secretario
de Estado, había alejado a Mons. Benigni de su cargo.
4) La conducta de Pío X con los sacerdotes modernistas.
Pío X estuvo siempre atento a
los sacerdotes en peligro de caer en el modernismo, o que se habían
embarcado en el modernismo. En 1908, al recibir en el Vaticano al
obispo de Chalons, le recomendó que tratase con bondad a Loisy, que
había vuelto espontáneamente al estado laico (aunque había perdido la
fe desde 1887). Con el P. Semeria fue paciente; fueron los superiores de
Génova quienes actuaron contra el célebre barnabita y le obligaron a
leer una declaración pública de adhesión a la encíclica Pascendi. En
1930, el P. Semeria mismo reconoció la obra providencial de Pío X en
la lucha contra el modernismo (p. 30). El P. Genocchi, superior de los
Misioneros del Sagrado Corazón, era conocido como filomodernista; en
su Instituto de la Via della Sapienza acogía en su biblioteca a
modernistas como el P. Menocchi, Murri o Bonaiuti; además, mantenía
contactos con Losiy y Sabatier. Pío X estaba informado de todo, pero no
empleó contra el P. Genocchi la virga ferrea [vara de hierro]. El 28
de diciembre de 1907, respondiendo a su felicitación de Navidad,
recomendó al religioso que no faltase a sus deberes de Superior y de
sacerdote, y le aseguró su afecto. Esta longanimidad de San Pío X
hacia los desobedientes podría extenderse (como se lee en el Summarium
adicional) a muchos otros casos. Y esto basta para medir la caridad y
la prudencia del gran Papa. El "encarnizamiento" sólo puede
atribuirse a los historiadores postconciliares.
Conclusión
El historiador debe estar
guiado por la razón, y no por el sentimiento. No se puede estudiar el
modernismo implicando a algunos "integristas" en la acción prudente,
sabia, paciente y caritativa de un gran Papa. Además, todo el periodo
histórico del cual hemos trazado algunas líneas debe ser tratado con
la absoluta objetividad que proviene de los documentos. Y los que
hemos citado del Summarium adicional constituyen una fuente esencial y
de primera importancia; por tanto, no puede añadirse, a las
imprudencias de algunos antimodernistas que apoyaron a San Pío X, el
rencor póstumo de los "nuevos historiadores" de su Pontificado. Éstos
renuevan un modernismo ya superado y desacreditado por la Iglesia y
por el sentido común de los fieles.
Darío Composta
Darío Composta