A que deben aspirar los nacionalistas (1960) – P. Leonardo Castellani
…la República Argentina nos va a desintegrar
porque ella se está desintegrando, no como un átomo, sino como un tabético; y a
ver qué se puede hacer. Yo no voy a decir lo que dicen tantos, que es un país
de M..., o como dijo Ricardo Rojas un país de loquitos, o como dijo Raymundo
Pardo un país de semisalvajes, o corno dijo Unamuno, un país de cazadores de
pesos o como dijo Baroja un país de cursis; y tampoco que es un gran país, como
dicen por radio: que basta escuchar la radio ahora para ponerlo en duda. Para
mí hay una Argentina que me deja vivir a mí, la cual naturalmente tiene que ser
muy buena; y otra Argentina mala, que no me deja vivir. (No es que tenga
demasiado empeño en vivir). Y ha llegado el momento en que una de las dos
Argentina elimine a la otra, como dijo San Martín; los de AZUL Y BLANCO lo
arreglan muy cómodamente diciendo que una dellas no existe (el “país real”
supone que el otro país es "irreal"). No. Las dos existen; y la que a
mí NO me gusta está ahora arriba; y con todas sus fuerzas procura eliminar a la
otra, como mandó San Martín.
Eliminar ¿cómo? ¿Matando a todos los
liberales? No es ese nuestro sistema, es el sistema dellos. El sistema nuestro
es HACER VERDAD, como dije: durante un siglo entero el nacionalismo en España
estuvo haciendo Verdad: desde el
doctor Filósofo Rancio hasta el mártir Ramiro de Maeztu; cosa que aquí no hemos
tenido sino muy en precario. Pero para hacer Verdad ¿no hay que matar a alguno?
A veces por desgracia hay que matar, sintiéndolo enormemente, a alguno, como lo
hace FRANCO, en defensa propia: la Sociedad o la Autoridad Legítima en defensa
propia; a algún malhechor, como hizo Rosas. En defensa propia MÍA, no hay que
matar a nadie. Nunca he querido tener un arma de fuego, a pesar de que tiro muy
bien revólver, porque en último caso prefiero la muerte de Ramiro de Maeztu
(que me maten por hablar demasiado) antes que matar a algún milico que venga a
llevarme preso como en tiempo de Lonardi. Pero mejor es vivir sin matar a nadie
ni ser muerto: lo cual no sé ya si durará todavía una década en la Argentina.
El nacionalismo debe organizarse férreamente
(cosa de la que me parece incapaz) no para tomar el poder a corto plazo sino
para hacer Verdad a largo plazo
-como hace por ejemplo aquí calladamente el amigo Rego -difundir por todo el
ámbito del país esa verdad terrena y relativa que es la verdad política; pero
ahora la verdad más urgente de todas. La Argentina está dando vueltas sobre
símisma con una lanza clavada en la panza; como si hubiesen puesto un eje polar
en Córdoba y la Argentina estuviese rotando alrededor dése eje en vez de rotar
junto con la Tierra sobre los dos polos y alrededor del Sol. Quiero decir, que
aquí no se podrá hacer nada si no se resuelve antes el problema político, o por
el rosismo o por el comunismo; no se puede resolver ningún otro problema
antes que el problema político; el cual ha llegado a punto crítico por
la desintegración del sistema liberal, que nunca nos sirvió y ahora se ha
convertido en una pudrición y en una payasada. El pueblo no cree ya más en todo
eso. En cuanto a mí, no solo descreo ya en esta farsa, sino que estimo ilícito
coinquinar con ella: de donde hasta el
fin de mi vida votaré (porque hay multa) con un sobre vacío. Y si todos los nacionalistas hicieran lo
mismo...
Ya indiqué al comienzo el error del
nacionalismo: es poner los ojos en el
Poder a corto plazo en vez de ponerlos en la Verdad a largo alcance. Creer
que el fin último de la Política es alcanzar o arrebatar el Poder es un error y
una estupidez: es el error de Maquiavelo y la estupidez de los políticos
baratos y pueriles que nos están moliendo y perdiendo. No se le puede pedir a
un político, pongamos Marcelo Sánchez Sorondo, que aspire al Sufrimiento y a la
Derrota (es decir al Martirio), eso es propio del hombre religioso no del
hombre ético; y un buen político es un hombre ético; no se les debe pedir a los
nacionalistas que no aspiren a la Victoria; pero es menester pedirles que no
pongan su Victoria en la consecución del Poder (por ejemplo, una Embajada) sino
en la difusión triunfante de sus ideas (suponiendo que las tengan). O sea, que
puedan decir como dijo el héroe nacionalista que antes nombré, a sus asesinos:
“Yo
sé por qué muero; y ustedes no saben por qué me matan”; y pudiera haber
añadido: “¡pero MUERO PARA QUE LO SEPAN!”.
Leonardo
Castellani – “Esencia del liberalismo” Ed. Dictio
Nacionalismo Católico San Juan Bautista