Homenaje a los servidores públicos
por
El cabo de la Policía Federal Alejandro Fabián Villares sufrió un
asalto en la vía pública el 22 de junio de 1999, cuando se dirigía a
cumplir su tarea como adscripto en la División Cuartel Aeroparque. Intentando defenderse se trabó en lucha contra tres personas y fue
baleado y malherido al punto que fue pasado a retiro de la fuerza de
seguridad que, en noviembre de 2009, dictaminó que las lesiones “surgen
como un riesgo específico y exclusivo de la función policial y que no
hubiera podido producirse en otras circunstancias de la vida ciudadana”.
Su vana -aunque lógica- intención de ser resarcido, luego de tantos
años, se desvaneció ante el reciente fallo de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación.
Los ministros Ricardo Lorenzetti, Carlos Fayt y Juan Carlos Maqueda
-con la honrosa disidencia de su colega Elena Highton de Nolasco-
convalidaron en este sentido un fallo de las dos instancias en la
Justicia en lo Contencioso Administrativo Federal que había denegado la
indemnización.
El fallo denegatorio se basa en que el hecho es un “riesgo específico
y exclusivo de la función policial” aunque haya actuado vestido de
civil.
“Un particular puede sufrir un asalto y aún ser herido o muerto
durante el mismo, pero lo que caracteriza y es nota cardinal en la
especie es que el suboficial herido, lejos de afrontar la situación de
manera pasiva, procedió a reprimir el delito en consonancia con sus
deberes”.
Y ya está, los señores Ministros de la Corte han dejado en claro que
quien ejerce el servicio público policial es un ciudadano de segunda.
Como tal sabe que corre riesgos y si corre riesgos no tiene derecho a
indemnización alguna. Conforme el perverso e inentendible criterio de
estos señores, si el cabo se hubiera quedado inmóvil permitiendo que lo
asesinaran, su familia habría sido indemnizada.
Me causan profunda vergüenza estos calienta sillones rentados que no
dudaron en indemnizar con millonarias sumas a los sobrevivientes y/o
familiares de víctimas que se alzaron en armas contra la Nación,
asesinando hombres, mujeres y niños, poniendo bombas en lugares
públicos, secuestrando empresarios para cobrar rescates y luego
fusilarlos, asaltando cuarteles de la Patria asesinando sin piedad
conscriptos, todo en su delirante pretensión de derrocar a un gobierno
constitucional y hacerse del poder.
Y estos calienta sillones rentados los premiaron porque según su
titiritero se trata de una política de estado. En cambio las víctimas de
estos asesinos quedaron fuera del sistema… Dios nos libre de estos
jueces corruptos.
¿De qué política de estado hablan estos prevaricadores compulsivos?
¿De premiar asesinos y humillar a sus víctimas? ¿De justificar la
violencia de unos y castigar, sin pruebas y sin respeto de la ley, a
quienes asumieron la defensa de la sociedad?
Premios, inmunidad penal, honores y cargos públicos para los
traidores a la Patria y prisión perpetua para quienes cumpliendo órdenes
de su Comandante en Jefe, o sea del Presidente de la Nación, repelieron
el intento.
Señores calienta sillones rentados, ustedes dan vergüenza.
Cabo Villares y tantos oficiales y suboficiales de las distintas
policías del país abatidos por las balas de traidores, delincuentes,
rateros, narcotraficantes: USTEDES Y SUS DEUDOS MERECÍAN MEJOR SUERTE,
pero el Forro de San Pablo se aposentó en nuestra querida Patria
tergiversando derechos transformándolos en privilegios.
Honor a sus memorias.