BALOTAJE
El próximo domingo habrá balotaje en Argentina. ¿Qué decir? Lo mejor es no decir nada, pero hagamos un intento. Licitud moral:
el tema de la licitud moral de concurrir a votar en las elecciones de
la democracia corrupta en la que vivimos, es siempre motivo de discusión
entre algunos queridos amigos. Algunos dicen que es lícito, y que los
católicos deben participar eligiendo el mal menor, al menos para impedir
que gane un mal mayor. Y escriben libros sobre el tema. Otros, en
cambio, afirman que no es moralmente lícito acceder al cuarto oscuro y
depositar el voto en las urnas porque, de ese modo, se está siendo
partícipe de un sistema que, en el fondo, es malo. Y también escriben
libros sobre el tema.
Yo opino que
es gastar energías, inteligencia, tiempo y papel en algo que no tiene
importancia alguna y que, en todo caso, queda librado a la conciencia o a
las ganas de cada uno. Es como si se organizara un congreso, o se
escribieran varios libros, acerca del tipo de agua que debe llevarse a
la Difunta Correa. ¿Debe ser agua potable, o puede ser agua de lluvia?
En caso de que fuera agua potable, ¿debe ser agua de la canilla o debe
ser agua mineral? En caso de que fuera agua mineral, ¿debe ser Villa del
Sur o Villavicencio?
Miré, si
quiere llevarle agua a la Difunta Correa, llévesela en botellas de
plástico o de vidrio; de medio litro o de litro y medio; de la canilla o
del charco, y si quiere romperle todas las botellas que otros devotos
le dejaron, rómpalas. La Difunta Correa no existe. Discutir sobre sus
exvotos es irrelevante.
Mal menor:
Entre los católicos, en general, se opina que Mauricio Macri es el mal
menor frente a Daniel Scioli. La cuestión es elegir entre un frívolo
rodeado de tecnócratas liberales, y un fronterizo rodeado de maoístas.
Es decir, entre vivir en un país liberal o vivir en un país marxista.
Mire, si tengo que vivir en el infierno, prefiero estar en la zona del caldero donde pegue menos el fuego.
El ritual a la Pachamama: Algunos buenos católicos se escandalizaron porque ayer Mauricio Macri participó
en un ritual indígena a la Pachamama en el qué pidió sabiduría para su
gobierno y la hechicera oficiante espantó los malos espíritus para que
no acechen su futuro gobierno.
El
caso sería grave -participar de un ritual pagano- si viviéramos en una
sociedad religiosa. En una sociedad -Macri incluido- que no cree en nada
y que le resulta lo mismo llevar colgada la medalla del Escapulario o
la de Gilda, el rito no tiene importancia alguna o, al menos, no
significa nada en términos religiosos.
Pero
doy un paso más. Supongamos que Macri hubiera invitado ayer a algún
payaso episcopal a que celebrara una Misa como final de su campaña.
Imaginemos que allí hubiese concurrido el cardenal Poli-Grillo, Mons.
Lozano o el pequeño Mons. Taussig, ¿hubiese sido distinto? Sin duda:
hubiese sido peor. Los prelados habrían hablado de la responsabilidad
del futuro presidente por cuidar la democracia, el diálogo, el medio
ambiente y los pobres, pero de Dios no hubiesen dicho nada y, mucho
menos, habrían espantado a los demonios.
Mire,
me siento más cerca de los chamanes diaguitas, que creen en un dios y
que hay espíritus, o ángeles, y demonios, que de los obispos argentinos
que creen solamente en el diálogo, y en el poder.
Durán Barba, el aborto y el Papa: Otros buenos amigos se escandalizaron y alarmaron porque ayer el asesor de Macri, Jaime Durán Barba, habló a favor de legalizar el aborto en Argentina.
Este
hombre, Durán Barba, es un buen especialista en marketing que trabaja
para quien mejor le paga. De hecho, él es una persona de izquierda bien
definida, y trabaja para Macri. Es decir, lo que él dijo es irrelevante
porque lo que a él lo único que le interesa es ganar dinero.
Sobre
el tema en concreto, el ecuatoriano fue desautorizado ayer mismo por el
mismo Macri, quien se definió "a favor de la vida", a diferencia de sus
colaboradoras más cercanas como Gabriela Michetti y María Eugenia Vidal
que se han manifestado abiertamente contrarias al aborto.
Pero
aquí la cuestión es otra. Durán Barba dijo lo que dijo sobre el aborto
en medio de un párrafo en el que la idea principal era que el Papa
Francisco no arrastraba más de diez votos. Es decir, lo que el morocho
hizo fue mojarle oreja a Bergoglio con lo que pudo: su incapacidad de
movilizar gente y un tema emblemático para la Iglesia, como el aborto.
Y, la verdad, yo también quisiera darme el gustito de mojarle la oreja a
Bergoglio.
Los ganadores: El
domingo ganará Macri. Y ganará por una diferencia importante. ¿Quiénes
serán los ganadores? Nadie, por supuesto. Un sistema corrupto nunca
puede dar ganadores. En todo caso, ganará la región porque se truncará
la posibilidad cierta de que Sudamérica se convirtiera en un bloque
marxista.
Los perdedores: El Modelo, la Cámpora y la Viuda Bipolar. No hace abundar en lo evidente.
El gran perdedor:
Francisco, que se jugó desde el inicio mismo de su pontificado por
convertirse en el líder del progresismo en nuestro país y se jugó
decididamente por la continuidad del peronismo en el poder, sin
importarle que el mismo fuera kirchnerista -maoísta, recibiendo en
numerosas ocasiones en el Vaticano a la Viuda Ninfómana con sus efebos
de La Cámpora.
Un mal año para
Bergoglio: perdió en su pretensión de convertirse en garante de la paz
en Tierra Santa, perdió el premio Nobel de la Paz, perdió en el Sínodo,
perdió con la Choaqui y el curita del Opus a quienes puso a controlar
las financias vaticanas, perdió con su simbólico viaje a Lampeduza a fin
de apoyar la inmigración indiscriminada, política que quedó sepultada
la semana pasada en París, y el domingo próximo perderá las elecciones.