lunes, 23 de noviembre de 2015

LOS HEREJES DE BERGOGLIO DELIBERAN


LOS HEREJES DE BERGOGLIO DELIBERAN



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Herejes deliberando

EL cardenal Erdö presentó la “relatio post disceptationem”; los homosexuales pueden dar un «apoyo precioso» a su pareja y tienen «dones y cualidades que ofrecer a la comunidad»


Iacopo Scaramuzzi
Ciudad del vaticano
Aprovechar los «elementos positivos» presentes incluso en las «formas imperfectas» de familia. Volver a descubrir, en la encíclica “Humanae Vitae” de Pablo VI «necesidad de respetar la dignidad de la persona en la evaluación moral de los métodos de regulación de la natalidad». Son algunos de los puntos afrontados en la “Relatio post disceptationem”, la relación intermedia pronunciada esta mañana por el cardenal relator Peter Erdö durante la apertura de la segunda semana del Sínodo extraordinario sobre la familia (5-19 de octubre), en la que los “circuli minores” trabajarán para enmendar el texto en vista de una “relatio synodi”, que será sometida a votación entre los padres sinodales el próximo 18 de octubre. 


En cuanto a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, el arzobispo de Budapest subrayó que existe un debate abierto entre los que niegan y los que admiten el acceso a la comunión, que, de cualquier manera, sería concedida tras un camino penitencial. Lenguaje abierto, además, en relación con los homosexuales, que tienen «dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana» y que dan un «valioso soporte para la vida de las parejas».  

En la primera parte de la “relatio”, el presidente de la Conferencia Episcopal de Hungría indicó una serie de cuestiones relacionadas con la familia tanto desde el interior como desde el exterior: el individualismo, la soledad, la inmadurez afectiva, la poligamia, los matrimonios mixtos, las madres solteras, el aumento de los divorcios, la violencia doméstica contra las mujeres, la fragilidad de los niños, las migraciones, las guerras.  

En la segunda parte, Erdö recordó que «Jesús mismo, refiriéndose al plan original sobre la pareja humana, reafirma la unión indisoluble entre el hombre y la mujer», y también estableció un paralelismo (sugerido por el arzobisp de Viena Christoph Schönborn) entre el documento del Concilio Vaticano II sobre la libertad religiosa “Lumen Gentium”, que reconoce que también fuera de la Iglesia católica existen «diversos elementos de santificación y de verdad» y la posibilidad de «reconocer elementos positivos también en las formas imperfectas que se encuentran fuera de tal realidad nupcial, a ella de todos modos ordenada». El cardenal subrayó que la Iglesia «la Iglesia debe acompañar con atención y cuidado a sus hijos más frágiles, marcados por el amor herido y perdido, dándoles confianza y esperanza, como la luz del faro de un puerto o una antorcha llevada en medio de la gente para iluminar a aquellos que han perdido la dirección o se encuentran en medio de la tempestad». 

La tercera parte del documento afronta las «instancias pastorales más urgentes» que el diálogo sinodal encomienda a «las Iglesias locales particulares, en comunión cum Petro et sub Petro». Una «nueva sensibilidad» de la pastoral actual, dijo Erdö, «consiste en captar la realidad de los matrimonios civiles y, hechas las debidas diferencias, también de las convivencias». El arzobispo de Budapest subrayó, por ejemplo, que en algunos países «las uniones “de hecho” son muy numerosas, no por motivo del rechazo de los valores cristianos sobre la familia y el matrimonio; sino sobre todo por el hecho de que casarse es un lujo, de modo que la miseria material empuja a vivir en uniones “de hecho”».

Al afrontar el argumento del cuidado que merece la familia herida (los separados, los divorciados y los divorciados que han contraído segundas nupcias), Erdö se afirmó que «en el Sínodo ha resonado la clara necesidad de opciones pastorales valientes. Reconfirmando con fuerza la fidelidad al Evangelio de la familia, los Padres sinodales, han advertido la urgencia de nuevos caminos pastorales, que partan de la efectiva realidad de las fragilidades familiares, reconociendo que estas, la mayoría de las veces, han sido “sufridas” más que elegidas en plena libertad». El purpurado húngaro recordó que han sido muchos los padres sinodales que han pedido una agilización en los procedimientos para las causas de nulidad matrimonial. En cuanto a la posibilidad de «acceder a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucarística, algunos han argumentado a favor de la disciplina actual en virtud de su fundamento teológico, otros se han expresado por una mayor apertura a las condiciones bien precisas cuando se trata de situaciones que no pueden ser disueltas sin determinar nuevas injusticias y sufrimientos. Para algunos, el eventual acceso a los sacramentos debe ir precedido de un camino penitencial –bajo la responsabilidad del obispo diocesano-, y con un compromiso claro a favor de los hijos. Se trataría de una posibilidad no generalizada, fruto de un discernimiento actuado caso por caso, según una ley de la gradualidad, que tenga presente la distinción entre el estado de pecado, estado de gracia y circunstancias atenuantes. Sugerir de limitarse a la sola “comunión espiritual” para no pocos Padres sinodales plantea algunas preguntas: ¿si es posible la comunión espiritual, por qué no es posible acceder a la sacramental?».


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