Cristina y Macri: la guerra de Olivos
LA NACION
No
habían pasado cinco minutos desde que Macri dejó la residencia de
Olivos, el martes, cuando recibí su WhatsApp: "Llamame ahora". Eso hice,
y lo que me tocó escuchar fue una larga carcajada. Estaba de lo más
divertido con el maltrato que le había propinado Cristina, que antes de
recibirlo se tomó una dosis doble de Cristinol compuesto. Un exceso. La
dosis sencilla de Cristinol la convierte en un soplo de fuego. La doble,
en las entrañas mismas del infierno.
Mauricio no podía creerlo.
No había ido a esperarlo a la puerta de la residencia, como hace
cualquier dueño de casa educado; tampoco lo distinguió con el living,
con un cómodo sillón o con un paseo bajo la añosa arboleda de la quinta
en esa espléndida tarde primaveral.
La reunión fue en una oficina de
trabajo, escritorio de por medio, bien formal, bien fría. Y sin fotos,
claro. A ver si este muchachito cree que se le va a regalar un retrato
para la posteridad sólo por haber sido elegido presidente. Todo habrá
durado 20 minutos, como mucho. Los primeros 10 habló ella sobre el acto
de traspaso de mando en el Congreso y él no pudo meter bocado. Después
siguió el diálogo que reproduzco ahora, en el que la señora desplegó su
odio apenas disimulado, su sed de venganza. Mauricio me contó que
mientras Cristina hablaba, él se entretenía pensando: que no se muerda
la lengua, porque el desparramo de veneno puede hacer estragos.
-Señora, me gustaría hablar también de la transición, de la posibilidad de...
-[Interrumpiéndolo]
...Mauricio, no tan rápido, ¿OK? Hasta el 10 estamos nosotros.
Gobernaré hasta el último día. No voy a permitir ninguna intromisión.
Vos dedicate a lo tuyo y yo, a lo mío. Voy a hablar más que nunca, voy a
seguir haciendo nombramientos, no pienso consultarte nada y di órdenes
al Congreso de sancionar un paquete de más de 100 leyes. No pongas esa
carita. Sí, más de 100, aunque nos cueste una fortuna.
-No sería un buen gesto democrático que...
-
...Ah, lo único que faltaba: que la derecha me dé una clase de
democracia. Mirá, te conozco bien. Lo primero que hiciste ayer [por el
lunes] fue dar una conferencia de prensa, cosa de dejarme en evidencia.
No te lo voy a perdonar. Además, nosotros nos cansamos de dar
conferencias de prensa. Las de Aníbal, todas las mañanas, y las de
Capitanich, que eran tan concurridas. En cuanto a mí, no las hice porque
la gente prefiere escucharme sin que nadie me interrumpa.
-Cristina, hay cosas que yo tengo que conocer. Por ejemplo, con qué nivel de reservas nos vamos a encontrar.
-Vos
sabés mejor que nadie que estamos siendo víctimas de un ataque
especulativo de los mercados, de los buitres, de los poderes
concentrados. Si para defender nuestra soberanía económica hay que
gastar hasta el último dólar, lo haremos. Hoy no lo llamé a Vanoli, pero
alguna monedita de los chinos debe quedar.
-Justamente, quería que habláramos de Vanoli.
-No
hay nada que hablar. Siempre defendimos la autonomía del Banco Central:
Vanoli seguirá respondiendo a las instrucciones que reciba de Máximo y
de Kicillof. Ah, me hiciste acordar. Lo del billete de 500 pesos fue
otro golpe bajo. Y una falacia. Como decía Néstor, cuando se necesita
plata grande hay que pasarse al dólar.
-También te quería hablar de la suba de precios: la Secretaría de Comercio está dejando que se desmadre todo.
-Ahora 12, Mauricio. Ahora 12% de aumento por día... ja ja ja. Así te reciben tus amigos empresarios.
-Insisto: deberíamos buscar una transición ordenada.
-¡Es ordenada! Las órdenes las doy yo.
-Sinceramente, lo del paquete de 100 leyes me parece un desastre. Hablemos de eso. Negociemos.
-Jamás.
Ya bastante estamos negociando con nuestros bloques para que firmen. Lo
bueno es que no van a tener que leer nada: será a libro cerrado.
-Y a billetera abierta, je. Te tengo una sorpresa: me voy a quedar con uno de tus ministros.
-Randazzo,
obvio. Es un traidor, siempre lo fue. Te lo podés quedar: te lo regalo.
Tengo un gabinete de lujo, todos 10 puntos, menos él.
-No es Randazzo, es Barañao.
-¿Barañao? ¿En serio? Otro traidor. Nunca me gustó.
-Cristina,
actuás como si el país no hubiese elegido ya a tu sucesor. ¡Y un
sucesor de la oposición! ¿No se te ocurre pensar que deberías bajar un
cambio, dar un paso al costado, no estar hablando todos los días?
-Qué
poco me conocés... ¿Desaprovechar el tiempo que me queda? ¿Dejarte el
primer plano? ¿Irme en silencio? ¿Achicarme? ¿Parecer una derrotada?
¿Perder la mística? ¿Dejar solos a los míos? Enterate: soy la Presidenta
en ejercicio, con plenos poderes, y al mismo tiempo me estoy
presentando como la líder de la oposición. Enterate: te presto esta casa
por cuatro años. Volveré.
Le pregunté a Mauricio qué había sacado en limpio de la charla.
"Lo único que saqué en limpio es que me va a hacer la guerra sucia."