“Gentuza de la curia: hombres por delante y mujeres por detrás”
En tiempos en que nos disponemos a “festejar” los 500 años de la “Reforma” protestante, me dio por releer escritos de Lutero:
“Los cardenales y toda la gentuza de la Curia son hombres
por delante y mujeres por detrás (porque) toda la Iglesia del papa es
una Iglesia de putas y de hermafroditas”[1].
– “¡Vaya heterofobia!” – me dije.
Pero Lutero no fue el único en hablar sobre estos temas. En nuestros
días otro porno-teólogo (por añadidura, ex-¡inquisidor!) nos viene a
decir lo mismo: de cada dos curas, uno es maricón. Pues lamento decepcionarlo padre Charamsa[2]: a muchísimos de nosotros los curas nos encantan las mujeres, pero nos abstenemos por el reino de los Cielos.
Estaba por no traducir la entrevista que le hicieron por la salida de
su nuevo libro, pero caí en la tentación. Aquí va; no es para
indignarse, sino para leer entre líneas algunas verdades que se le
escapan, quizás sin saberlo.
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi
“Un sacerdote de cada dos es homosexual”
Alessandro Milán
(Traducción: P. Javier Olivera Ravasi)
Su salida, en octubre de 2015, hizo temblar no poco al
Vaticano. Se estaba en la víspera del Sínodo sobre las familias y
Krzysztof Charamsa declaró públicamente ser “homosexual, feliz de tener
un compañero”. No es la admisión de un cura cualquiera: Charamsa fue
profesor de la Universidad Pontificia Gregoriana y miembro de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex-Santo Oficio. En síntesis,
un peso pesado en la jerarquía de la iglesia. Siguieron días de pánico
para la Iglesia, dando lugar a acusaciones de que se quería
instrumentalizar el Sínodo, que sería manejado por un lobby gay. Luego
vino la inevitable expulsión con la suspensión a divinis. “Pero hoy más
que ayer – me dice – soy un cura, y un mejor cura. Hoy mi parroquia es
el mundo”. Después del temporal, ahora Charamsa vive en Barcelona
(“Cataluña no es España”) con su compañero Eduard Planas, y contó su
historia en un libro: “La primera piedra” (Rizzoli editor); es la
autobiografía de un cura con problemas, la vida de un hombre obligado
por décadas a suprimir su sexualidad, la denuncia contra una Iglesia
“homofóbica, atrasada, oscurantista”
Sin embargo, el Papa dijo que la Iglesia debe pedir perdón a los homosexuales.
“En realidad, no está claro a partir de documentos oficiales si se
disculpaba con todos los homosexuales, o para un gay específico, lo que
haría mucha diferencia. Luego, para completar, añadió que hay que pedir
perdón a los pobres, los niños explotados. En resumen, se relativiza.
Pero ha habido un progreso modesto en sus palabras”.
¿Cuál?
“Usó el término gay sin hacer muecas en la cara”.
Para la Iglesia, Ud. es un enfermo
“La doctrina dice que la homosexualidad es un trastorno intrínsecamente malo”.
¿Pero los que pertenecen a la Iglesia adhieren a esta postura?
“Lo entiendo, esta pregunta presupone que debería tener esperanzas. Pero es la doctrina lo que que importa. Por esta razón os digo que a los homosexuales: usted no puede quedarse en una ‘sala de torturas’,
donde primero te dicen que eres un desordenado y luego pretenden
confortarte con su compasión. Los homosexuales deben exigir respeto. Yo
lo he hecho y la Iglesia me dio una patada”.
Llegamos a su coming-out en la víspera del Sínodo de las familias. ¿Fue una provocación?
“No, una liberación. Pero también una protesta y una denuncia”.
¿Qué quiso denunciar?
“El sínodo estaba cerrado incluso antes de comenzar. El Papa se
refirió el tema de los divorciados, de la comunión a los vueltos a
casar. No podía crear demasiadas polémicas, debía sacrificar algún tema y ha elegido a los homosexuales, encerrándolos en la condena y en la estigmatización. Él tomó una decisión política, no evangélica”.
Se dice que fue manipulado.
“Por favor….”.
¿Detrás suyo había un lobby?
“Pero no. Detrás mío sólo tenía sólo a Eduard, mi pareja.
Todo lo que hice fue gracias a Dios y a dos amigos que conocí dos días
antes. Dos homosexuales ingleses, cristianos, católicos que se
encontraban en Roma para una especie de contra-sínodo. No tenía ninguna
organización detrás mío”.
Pero, ¿cuántos son los sacerdotes homosexuales?
“Es uno de los secretos mejor guardados en el Vaticano”.
¿En su opinión?
“Por experiencia diría que el 50 %de los que se encuentra”.
¿Uno de cada dos?
“De acuerdo con un autor americano son aún mayores, el 60%, según sus investigaciones acerca del clero norteamericano.”
Una cifra increíble
“La Iglesia es un refugio para los homosexuales.
Y en ellos se desarrolla una homofobia interiorizada. Estas personas
son, por un lado ‘salvados’, pero al mismo tiempo son dominados y
reprimidos en un un elemento fundamental de su responsabilidad: la
sexualidad”.
Entre los homosexuales hay también son cardenales
“El tema abarca a todos, desde papas a los diáconos”.
¿Inclusive los Papas?
“No me importa dar nombres, pero hay fuentes que hablan de la homosexualidad de uno u otro Papa. Pero es un tema tabú”.
¿Hay sacerdotes homosexuales que lo contactan?
“Muchísimos. Y es sorprendente el hecho de que la mayoría de ellos me
escriben con su nombre y apellido. Yo sé lo que esto significa para un
cura”.
¿Qué?
“Ellos confían su vida a mis manos. Es como si dijeran: ‘Quédate un
poco aquí, escúchame. Quizás no resolvamos nada, pero tengo que
abrirme’.
Cuando ud. se reveló públicamente, agregó: ‘Salí del closet’. Pero nadie lo había obligado a entrar allí:¿Por qué se hizo cura?
“Fui sometido al martilleo ideológico de la Doctrina, convencido de
que la homosexualidad era un mal, una perversión, una patología; y la
rechazaba. Se había creado en mí un estado psicológico casi
esquizofrénico: dentro sientes algo pero te niegas a aceptarte. La huida
más difícil y dolorosa es la que va hacia tí mismo; un proceso que,
para mí, ha durado años. Luego está la liberación con los amigos más
íntimos y, luego, frente a todos”.
Ud. afirma que nunca han faltado a la promesa de celibato
porque nunca se ha acostado con una mujer. La paradoja da risa, pues ud.
ha vivido durante años en pecado.
“No, disculpe. Yo durante la mayor parte de mi vida no he tenido
relaciones sexuales. Los que leen el libro podrán hacer sus cálculos.
Han escrito que conocía a Eduard desde que estaba en el seminario, o que
he sido homosexual durante 16 años. Esto sería en verdad hipocresía y
fariseísmo. Yo he hecho esto en el transcurso de pocos años”.
¿Por cuánto tiempo ha vivido pecando en la Iglesia?
“Nunca, porque no acepto que el sea considerado pecado”.
Según lo que prescribe la Doctrina, no según ud…
“No tanto tiempo como para ser considerado un hipócrita
desprejuiciado, como a veces son muchos de aquellos que permanecen en el
Vaticano y tienen relaciones sexuales. Pero he vivido lo suficiente
como para poder decir que estoy enamorado de esta persona y con él
quiero vivir toda la vida. Agrego que con Eduard jamás pensé poder
continuar una relación clandestina. Sin embargo podía hacerlo y, al
mismo tiempo, como cura, hacer carrera.
En el libro tiene duras palabras para el Papa Ratzinger
“También tengo buenas palabras para él. Lo considero un genio desde un punto de vista intelectual”.
No sólo, sin embargo
“Siento un gran respeto por Ratzinger, pero también compasión y
sufrimiento. Él no pudo superar el prejuicio y la fobia hacia el mundo
gay. Tenía todos los medios intelectuales para enfrentar este desafío.
En lugar lo ha descartado de una manera horrible, como Prefecto de la
Congregación de la Doctrina de la Fe, a través de los documentos que no dudo en definir como anti-cristianos, anti-evangélicos, contra los derechos humanos. Él ha endurecido la homofobia en la Iglesia Católica, dotándola de una doctrina falsa y corrupta”.
Sin embargo, ud. quiso con todas sus fuerzas entrar justamente en la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¿Por qué?
“La imaginaba como una institución en la cual habría podido trabajar
como teólogo,; pensaba que habría podido hacer frente a las dudas,
responder a las preguntas de los creyentes”.
¿Y en cambio?
“He encontrado un ambiente alucinante; allí está el corazón de la homofobia de la Iglesia.
Si quiere, es incluso un ambiente divertido; es absurdo. En el sentido
en que, al final, uno ríe para no llorar o volverse cínico. En el Santo
Oficio eres un instrumento al servicio del inmovilismo intelectual.
Ud. ha escrito al papa Francisco, pero no le ha respondido. ¿Se siente defraudado?
“Sí, por supuesto. Pero no soy tan presuntuoso como para pensar que
me debía responderme a mí. Tenía la esperanza de que el Papa respondiera
al angustiante grito de la comunidad homosexual de los creyentes,
aquella que ha fundado ‘Dignity’ en los Estados Unidos o ‘Soho Masses’
en Inglaterra. Yo desde hace años, en la Oficina del Santo Oficio, he
trabajado para destruir a esta gente, y me avergüenzo de ello. Exigía al
‘Papa de la Misericordia’, una respuesta a una comunidad de hombres,
mujeres, que se sienten ofendidos en su dignidad”.
¿Pero cree posible que el Papa responda sobre estos temas?
“No soy un idealista, no creo que la Iglesia vaya a cambiar de un día
para el otro, sin embargo, él (Francisco) ni siquiera se ha acercado a
la cuestión. El Sínodo debía servir para esto, en
cambio, se ha usado la lengua de los nazis. El cardenal Sarah ha llamado
a los homosexuales “diabólicos” y Francisco lo ha promovido a un
estrecho colaborador. A propósito de África…”
¿Qué?
“El cardenal Sarah es de Guinea, en muchos estados del continente
negro la homosexualidad es perseguida. Soy testigo de lo que hacía el
Vaticano frente a estas leyes persecutorias. Exijo del Papa Francisco la
apertura de los archivos, de lo contrario, alguno lo ayudará desde a
fuera y le pedirá explicaciones”.
Suena como una amenaza. Mire, en el libro hay un pasaje
doloroso: ud. habla acerca de un cura que intentó molestar a uno de sus
familiares cercanos. Sucesivamente molestó a otros muchachos, pero Ud.,
que sabía, cerró los ojos. ¿Por qué?
“Pensé en la imposibilidad de denunciar en una Iglesia en la cual estaba prisionero”.
Explíquese mejor
“Por primera vez me di cuenta el límite de una mentalidad patriarcal,
machista, que produce estos monstruos y luego los oculta. He palpado
con la mano cómo en el clero nos tapamos mutuamente, como una
corporación. Está bien…, también sucede entre los médicos y abogados,
pero el Evangelio dice otra cosa. Sea como fuere, responderé de eso ante
Dios”.
¿Usted querría tener un hijo?
“Buena pregunta… Sí”.
¿Qué opina acerca del alquiler de vientres?
Es un modo de dar la vida de acuerdo al tiempo en que vivimos. Dar la
vida es siempre amor; aquel amor puede ser ayudado por el don de una
mujer”.
¿El suyo es un deseo o un proyecto?
“Son grandes decisiones que debemos tomar de a dos. Puedo decirle que ese no me es extraño; es motivo de reflexión”.
Alessandro Milán
(Traducción: P. Javier Olivera Ravasi)
[1] Alfredo Sáenz, La Nave y las tempestades, Gladius, Buenos Aires 2005, 239.
[2] Las negritas de las respuestas pertenecen a la traducción.