martes, 6 de diciembre de 2016

EDITORIAL-REVISTA CABILDO Nº 119 La cobardía ante un enemigo vigente


Publicado por Revista Cabildo Nº 119
Mes de Noviembre de 2016-3era. Época


EDITORIAL
Antonio CAPONNETTO

La cobardía ante un enemigo vigente

"Llegará el día en que será preciso desenvainar una espada para probar que el pasto es verde"

Chesterton

EL hecho no fue muy comentado, pero como re­viste la estatura de un símbolo trágico, no qui­siéramos que pasara inadvertido.
Sucedió que la promoción nonagésimo séptima del Colegio Militar de la Nación celebró el medio siglo de su egreso, y ofreció a la casa de estudios, como testimonio, una placa en la que se recuerda a los miembros de aque­lla carnada que cayeron en combate contra "la guerri­lla marxista", o que resultaron gravemente heridos. De los muertos mentados, acotemos, se sabe que fueron abatidos en las heroicas jornadas del Operativo Inde­pendencia, librando la más limpia e incuestionable faz de aquella guerra justa.


Considerada "frase política" comprometedora e in­correcta la expresión guerrilla marxista, la placa fue re­chazada y prohibido su emplazamiento por orden ex­presa del Ministerio de Defensa. El macrismo acumula así en su luctuosísimo haber, una muestra más de cobar­día y acojono, de continuismo regiminoso y miseria mo­ral repugnante. Ante hechos de esta índole, no hace fal­ta probar con ninguna lectura lo que centenares de lec­turas nos han enseñado desde siempre: que el liberalis­mo engendra y prohija, encubre y apaña las revolucio­nes de la izquierda, se expresen cultural o políticamente; y que los fondos capitalistas están siempre prontos para respaldar las insurrecciones del bolchevismo, tomando el término en su acepción genérica, casi spengleriana. El peso de lo fáctico nos exime de andar teorizando sobre la corrupción de un sistema, que puede mudar de sem­blantes y de modales pero que sabe conservar su natu­raleza nefanda.

A los pocos días de esta canallada oficialista, la pe­landusca señora Kirchner sostuvo para defenderse este curioso argumento: que si lo de ellos había sido una aso­ciación ilícita, lo de su sucesor era otro tanto, mas con el agravante de serlo para sembrar el terrorismo, identi­ficando al mismo con los tarifazos y las remarcaciones de precios en los supermercados. La guerra semántica completaba así a su más irritativa e insolente trampa. Y esto no porque el terrorismo no se reconozca tam­bién, y peligrosamente, en una economía como la ac­tual, desvinculada del bien común y fregona del Impe­rialismo Internacional del Dinero; sino porque negado el marxismo como el único calificativo apto para las ac­ciones guerrilleras setentistas, el terrorismo -su inheren­te ilegitimidad y su naturaleza homicida- queda reducido


(y a la vez trivializado) al aumento del kilo de papas o del costo del consumo de gas. Prohibida la mención del marxismo, del que son sus socios o sus huestes, para unos la guerrilla es un fenómeno aséptico; para otros, el terrorista es el remarcador de las góndolas.

Sería bueno que esta maldita confusión se disipara, incluso entre los próximos. Nunca hemos predicado ni practicado el anticomunismo vuelto cliché de la burgue­sía; y bien sabemos que ya no vivimos en 1945. Los anacronismos se pagan caros en política, y combatir contra enemigos del pasado sin advertir los presentes sería como volver a librar la batalla de Ayacucho.

Pero en un gravísimo error simétrico incurren aque­llos que no entienden la perennidad sustancial del ene­migo marxista, en cuya misma esencia está la capacidad enredona de transformarse y mimetizarse, no sólo para no ser descubierto, sino para ser exculpado. Sea bajo las máscaras pseudoépicas de los movimientos nacionales y populares, o bajo los rostros académicamente adustos de un Gramsci, de un Foucault, o de la entera Escuela de Frankfurt, el comunismo se las ingenia para sobrevir y pudrirlo todo. Sí; el comunismo. Porque es una dege­nerada forma mentís antes que un modo de gobierno periclitado o un momento ideológico superado.

La revolución marxista es multiforme, dice Ousset; y "aunque hace largo rato que excede los marcos de su vieja expresión soviética, explota todas las formas de contradicción, y es realmente ese odio a todo orden no establecido por el hombre". Como en las meta­morfosis de la Ciudad de Dios, de las que hablara Gilson, hay una infernal metamorfosis de la ciudad del hombre. Y en este proceso de metamorfosear una perversión, cambiando de grado pero no de naturaleza, tanto cum­plen su rol los unos como los otros. Los progresistas de derecha y de izquierda. Lo único que necesitan para vi­vir es la democracia. Y ahí la tienen: trágicamente vivi-ta y coleando.

En cuanto a la placa censurada y escondida, la podrán arrumbar en el rincón más perdido e ignoto de alguno de los burdeles estatales. Lo que en ella se afir­ma, se recuerda y se sostiene, vive en el corazón de los argentinos bien nacidos y memoriosos. Y hay más y mejor espacio en esos pechos honorables, que en los muros que hoy se niegan con vileza al panegírico.

Caídos por Dios y por la Patria en la guerra justa contra la guerrilla marxista: ¡Presentes! •