martes, 6 de diciembre de 2016

CABILDO-ECLESIALES-La paz según Francisco

Publicado por Revista Cabildo Nº 119
Mes de Noviembre de 2016-3era. Época

ECLESIALES

 Miguel DE LORENZO

 La paz según Francisco

  
Es antigua la obsesión de Bergoglio en quedar bien con el mundo. La demagogia es eso, decir menos la verdad, que lo políticamente correcto. El populista usualmente se las ingenia para adular al que quiere manipular. El hombre en eso es un experto.

Claro que quedar bien, también significa claudicar. Claudicar de las propias convicciones, abandonar nuestras certidumbres adecuándonos a lo que a alguno le gustaría, repetir frente a cámaras, lo que los medios deciden que hay que ver y escuchar.


No es difícil pensar que expresarse de ese modo significa renunciar a la verdad, abrazarse a lo relativo y transitorio: "acomodarse", diríamos en criollo.
Claro que esa plasticidad doctrinaria le da ciertas ventajas, por ejemplo le permite unirse y desunirse con el que sea, contradecirse de un discurso a otro sin sonrojarse, simplemente porque cambió el auditorio, recibir con beneplácito a
 los representantes menos dignos de la sociedad y al rato mandar a alguno de sus voceros a explicarnos que lo hizo, o no, por protocolo... Aunque un auténtico claudicante como Bergoglio no sólo claudica por sus propias causas, sino que hace flamear la bandera claudicante de las causas ajenas.
Esas de las que nadie nunca le pidió que claudicara.
Pero su ímpetu claudicante es tan arrollador, que ahí va él en busca de apuntalar cualquier claudicación que encuentre en el camino o, lo que es peor y realmente grave, instándolos á renunciar a aquellos que permanecen en busca de la ver-dad.
Ahora le tocó al tratado de paz en Colombia. Francisco quiere la paz y se entromete en la vida política de ese país impulsando el sí. ¿De qué se trata esa paz que quiere Bergoglio? Está nombrando a la armonía de un pueblo dentro de un cierto orden, o se trata de paz a secas, la que nos dice que hay que aceptarlo todo con una sonrisa frente a cámaras; la misma que predica en nombre de la paz, no combatir al mal sino aceptarlo y convivir alegremente con el error y los narcoterroristas para que no haya más guerra.
Ya lo hizo en la Argentina, vemos algunos presos, viejos y moribundos, por los que nunca expresó la menor misericordia (más que curioso por ser el año de la misericordia); mientras que para los otros, rosarios y entrevistas y cartas de apoyo. Parecería que para Francisco, las innumerables víctimas de la guerra narcoterrorista en Colombia (como en su momento en nuestro país) no tienen derecho ni siquiera a la justicia. Componendas, parches, y tremebundas claudicaciones salidas de su boca o a través de desastrosos voceros, bien podríamos decir que es casi todo lo que hoy nos llega desde Roma. Bergoglio en estado puro.
Lo que Bergoglio llama la paz en Colombia, no es sino la solicitud de una nueva claudicación, además de una desdichada injerencia en la vida interna de ese país, en la que el jefe de la Iglesia Católica exhorta al pueblo católico de Colombia, y a todo aquel que quiera escucharlo, a claudicar, a renunciar, a ceder, a dejarse arrastrar como en este caso, frente al avance atroz de la droga y la muerte.
Así la paz viene a ser menos, mucho menos la paz de Cristo, que la dudosa paz del mundo, esta vez y de manera inquietante, exaltada nada menos, que por un Papa.
Pero contra viento y marea, los colombianos fueron capaces de rechazar esta paz decadente y equívoca, y dijeron NO. •