FRANCISCO, COMUNISTA Y EXCOMULGADO
FRANCISCO, COMUNISTA Y EXCOMULGADO
Miles Christi – 03/12/2016
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« Francisco », el actual ocupante del Trono de San Pedro y supuesto Vicario de Cristo, concedió una nueva entrevista el 7 de noviembre pasado a su confidente y portavoz oficioso, el periodista italiano laicista y abortista Eugenio Scalfari, el cual fue publicado, como de costumbre, en el cotidiano izquierdista La Repubblica, del cual Scalfari fuera uno de los fundadores y el primer director. Uno ya ha perdido la cuenta de los reportajes, entrevistas y conferencias de prensa en los que « Francisco » hasembrado
el caos y la confusión entre los católicos con su pseudo magisterio
mediático, y la verdad es que no le quedan ya a uno ni ganas ni energía
para continuar analizándolos y denunciándolos públicamente.
Y esto, por dos motivos principales. En primer lugar,porque se trata sin cesar del mismo discurso naturalistaarchiconocido que busca transformar el catolicismo en una ONG laica y derecho-humanista en conformidad con el objetivo de la masonería. En segundo lugar, porque uno supone que quien todavía no haya abierto los ojos, tras casi cuatro años de aberraciones bergoglianas al por mayor, difícilmente lo hará por leer una enésima crítica de su enésima entrevista. Si, a pesar de esto, me he decidido a hacerlo, es porque en ésta queda establecida sin atenuantes la adhesión de Bergoglio al ideal socialista, por la cual incurre en la excomunión automática –latae sententiae–según declara el decreto de la Congregación del Santo Oficio del 1 de julio de 1949, que citaré más abajo, luego de las palabras de Bergoglio afirmando que « son los comunistas los que piensan como los cristianos »… A continuación transcribo una parte de la entrevista:
Scalfari: Santidad -le pregunté– ¿qué opina de Donald Trump?
Francisco: « Yo no opino sobre las personas ni los políticos, sólo quiero entender qué sufrimientos provocan con su manera de actuar a los pobres y excluidos. »
« Francisco » pretende no opinar sobre los políticos pero,de hecho, los condena de manera tajante por,supuestamente, provocar sufrimiento en « los pobres y los excluídos ». Querer preservar la identidad de un país ycuestionar la doxa multiculturalista e inmigracionista dominante, es objeto del inmisericorde escarnio bergogliano, mientras que reivindicar desvergonzadamente la contranatura, es merecedor de un indulgente y complaciente « ¿quién soy yo para juzgar? ». Recordemos, a este respecto, sus palabras sobre Donald Trump en la conferencia de prensa aérea luego de su visita a México: « Una persona que sólo piensa en hacer muros, sea donde sea, y no construir puentes, no es cristiano. »
No nos detengamos, en aras de la brevedad, en el aspecto desopilante del Mandamiento Nuevo bergogliano (« construir puentes y derribar muros »),
completamente ajeno tanto a la revelación divina como a la doctrina y a
la práctica bimilenarias de la Iglesia, sino en el grado de enjuiciamiento y de condena inapelables que pronuncia contra aquellos que se oponen a las invasiones migratorias en sus países respectivos, a los que recusa, lisa y llanamente, el título de cristianos. Es verdad que, para Bergoglio, el
mundialismo inmigracionista, multiculturalista y ecologista es más
importante que los mandamientos de la ley de Dios y los preceptos de la
Iglesia, sin duda insuficientemente « misericordiosos » e « inclusivos »…
Scalfari: ¿Cuál es pues, en este momento tan difícil, su principal preocupación?
Francisco: « Los refugiados y los inmigrantes. Sólo una pequeña parte son cristianos, pero esto no cambia la situación en lo que a nosotros
respecta. Sus sufrimientos y sus angustias. Las causas son muchas y
hacemos todo lo posible para eliminarlas. Desgraciadamente, con
frecuencia se trata de medidas rechazadas por la gente que tiene miedo a
perder el trabajo o a que disminuya su salario. El dinero está en
contra de los pobres, y además en contra de los inmigrantes y los
refugiados, pero también están los pobres de los países ricos, que temen
que se acoja a sus similares provenientes de los países pobres. Es un
círculo vicioso que hay que detener. Hay que derribar los muros que
dividen: intentar aumentar el bienestar y hacer que sea más difundido,
pero para lograr esto necesitamos derribar esos muros y construir
puentes que permitan disminuir las desigualdades y aumentar la libertad y
los derechos. Más derechos y mayor libertad. »
Resulta pues que, en un mundo totalmente descristianizado, en el que la violación de la ley de Dios se ha vuelto la norma (aborto, « matrimonio » homosexual, adopción « homoparental », pornografía, divorcio, contracepción, eutanasia, ateísmo e indiferentismo religios masivos, « educación » sexual en las escuelas y
un larguísimo etc.), lo que más preocupa a « Francisco » es que las
corrientes migratorias de masa hacia los países occidentales no sea
interrumpida ni detenida, en perfecta consonancia con los designios
mundialistas y multiculturalistas de las Naciones Unidas. Los calificativos de « grotesco » y « absurdo » se quedan cortos, ya quenadie ofende a Dios ni se condena por buscar regular, y en caso de necesidad, por impedir, el flujo migratorio hacia su país, lo que sí es el caso de las aberraciones morales arriba mencionadas…
Según Bergoglio, entonces, lo más importante es aumentar y difundir el « bienestar », « derribar muros y construir puentes », fomentar indefinidamente la consecución de nuevos « derechos » y « libertades » que
satisfagan los reclamos caprichosos y las reivindicaciones
interminables de una sociedad apóstata e inmoral que no busca sino
satisfacer sus bajos instintos y sus pulsiones más perversas de manera ilimitada y, sobre todo, que puedan hacerlo con total impunidad y tranquilidad de conciencia…
Scalfari: Le
pregunté al papa Francisco si tarde o temprano se acabarían las causas
que obligan a las personas a emigrar. Es difícil comprender por qué un
hombre, una familia, y comunidades y pueblos enteros quieren abandonar
su tierra, los lugares donde nacieron, su idioma. – Usted,
Santidad, a través de los puentes que se construirán facilitará el
reagrupamiento de los desesperados, pero las desigualdades nacen en los
países ricos. Hay leyes que tienden a disminuir esto, pero no tienen
mucho efecto. ¿Nunca va a terminar este fenómeno?
Francisco: « Usted
ha escrito y hablado a menudo sobre este problema. Uno de los fenómenos
que las desigualdades fomentan es el movimiento de muchos pueblos de un
país a otro, de un continente a otro. Después de dos, tres, cuatro generaciones, esos pueblos se integran y su diversidad tiende a desaparecer del todo. »
Scalfari: Yo lo llamo un mestizaje universal, en el sentido positivo del término.
Francisco: « Muy
bien, es la palabra correcta. No sé si será universal, pero será más
generalizado que hoy en día. Lo que queremos es luchar contra las
desigualdades, este es el mayor mal que existe en el mundo. El dinero es
lo que las crea y lo que está en contra de las medidas que tienden a
nivelar el bienestar y favorecer, por lo tanto, la igualdad. »
Búsqueda del « bienestar », supresión de las « desigualdades » sociales, positividad del « mestizaje universal »: nos hallamos ante el falso evangelio bergogliano expuesto en toda su crudeza naturalista y su horizontalidad inmanentista…
Scalfari: Hace tiempo me dijo Usted que el mandamiento « Ama a tu prójimo como a ti mismo » tenía que cambiar debido a los tiempos oscuros que estamos atravesando, y convertirse en « más que a ti mismo. » Así que anhela Usted una sociedad dominada por la igualdad. Como Usted sabe, ése es el programa del socialismo de Marx y después, del comunismo. ¿Piensa, por lo tanto, en una sociedad de tipo marxista?
Francisco: « Se ha dicho a menudo y mi respuesta siempre ha sido que, en todo caso, son los comunistas los que piensan como los cristianos. Cristo habló de una sociedad donde fueran los pobres, los débiles, los marginados, quienes decidieran [???]. No los demagogos, no los Barrabás, sino el pueblo, los pobres, independientemente de que tengan o no fe en el Dios trascendente, es a ellos a los que debemos ayudar para que logren la igualdad y la libertad. »
Bergoglio, afirmando que los comunistas piensan como los cristianos, contradice formalmente el magisterio eclesial en la materia, legitima esta ideología anticristiana y antinatural y hace pública profesión de fe comunista al reivindicar su ideal utópico y revolucionario de una sociedad igualitaria, sin que importe en lo más mínimo que sus miembros « tengan o no fe en el Dios trascendente »[!!!]…
Estamos hablando de la sociedad sin clases marxista, del « paraíso en la tierra » comunista, de la utopía revolucionaria bolchevique, laica e internacionalista, sin religión ni fronteras, al estilo de la célebre y subversiva canción Imagine de John Lennon : « Imagina
que no hay países, no es difícil hacerlo. Nada por lo que matar o
morir, ni tampoco religión. Imagina a toda el mundo viviendo en paz […]
Imagina que no hay posesiones, […] una hermandad de hombres. »
Ése es el ideal bergogliano, el de un mundo unificado, sin distinción de clases y exento de desigualdades sociales, un falso paraíso terrestre de una humanidad supuestamente « reconciliada » y « fraterna », viviendo en paz, sin que nada le falte a nadie, pero huérfana de Dios y construída por el esfuerzo humano, de un modo puramente natural e inmanente, mediante la « cultura del encuentro », la « inclusión » y el « diálogo », el « construir puentes » y el « derribar muros » y la integración social de las « periferias existenciales »...
El ideal de « Francisco » coincide perfectamente con el de Karl Marx y de John Lennon, situándose en las antípodas de la revelación divina y del magisterio de la Iglesia, los cuales nos enseñan, por un lado, que la paz y la fraternidad humana son utópicas, falaces y perversas si se persiguen prescindiendo de Dios, y, por el otro, que la Jerusalén Celeste, en la que ya no habrá más « lágrimas y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor » (Ap. 21, 4), es un don gratuito y sobrenatural recibido directamente de manos Dios a través de su intervención personal y manifiesta en el desarrollo de la humanidad…
Cito ahora el decreto del Santo Oficio de 1949 declarando la excomunión automática de los adherentes a la doctrina comunista, y muy principalmente, de quienes la difunden:
« A
esta Suprema Sagrada Congregación le ha sido preguntado lo siguiente:
[…] Cuarto: los fieles que profesan la doctrina comunista y
principalmente los que la defienden y propagan, ¿incurren ipso facto en
la excomunión reservada especialmente a la Sede Apostólica, como
apóstatas de la fe católica? Contestación de la Congregación del Santo
Oficio: Sí. »
Con lo cual queda claro que « Francisco » no profesa la fe católica, dado que, en virtud de sus doctrina heterodoxa en relación al comunismo, ha incurrido en excomunión latae sententiae, es decir, automática, sin que se requiera la declaración previa de una autoridad eclesiástica para que se haga efectiva.
Me apresuro a aclarar que, en realidad, este nuevo episodio en la lista interminable de herejías bergoglianas no añade ninguna información substancial ni modifica enabsolutamente nada su situación eclesial, harto conocida por quienes seguían con atención su escandalosa trayectoria en la Argentina y también, desde hace casi cuatro años, en el Vaticano. No, ésta no es sino una más de las innumerables pruebas de la no catolicidad de Bergoglio, la cual es, por cierto, muy anterior a su elección al pontificado en 2013, pero que, no obstante, considero útil destacar, pues podría ayudar a que algunos desprevenidos pudieran por fin abrir los ojos con respecto al falso profeta argentino…
[…] Scalfari: Nos despedimos con un abrazo muy cariñoso. Le dije que descansara de vez en cuando, y él me contestó: « Usted también tiene que descansar porque un no creyente como usted tiene que mantenerse lo más lejos posible de ‘‘la muerte corporal’’. »
La impiedad de esta última frase es sencillamente incalificable. En vez de preocuparse por la salvación eterna de su impío interlocutor, en lugar de invitar al ateoScalfari a convertirse a Jesucristo, realizando una verdadera obra de misericordia espiritual, Bergoglio, dando muestras de un cinismo a toda prueba y de un humor negro que produce escalofríos, simplemente lo incita a diferir lo más posible el instante de su muerte y, por consiguiente, el de su condenación eterna. Estas palabras, saliendo de la boca de un supuesto Sucesor de San Pedro y Vicario de Nuestro Señor Jesucristo en la tierra, son, lisa y llanamente, diabólicas…