APORTES PARA UNA HISTORIADEL CINISMOApenas unas pocas semanas atrás, Francisco concedió una entrevista a Scalfari, director del diario marxista italiano, Repubblica.No es la primera, seguramente no será la última, habida cuenta de su manifiesto fervor por el ideario socialista.Ahí con cierto tono solemne declaró: “Las instituciones políticas son laicas por definición y obran en esferas independientes”. “Ya le he dicho que la Iglesia no se ocupará de la política…al menos hasta que yo esté aquí”.Hoy cuando la tinta de la Repubblica recién estaba secando, leemos en el diario Clarín: “Lanzan un espacio político con apoyo del Papa, RIEL ‒red de industriales y emprendedores laudatistas– en la presentación los socialistas de siempre Vera-Pino Solanas-Daer-un grupo de jueces laudatistas etc etc” y por su alguno dudaba, hasta tendremos la presencia el mandadero papal, Sánchez Sorondo.
Así como existe una historia
universal de la infamia, deberíamos crear otra sobre la historia universal del cinismo.
Sospecho que en ella, Bergoglio no debería estar ausente.
Casi sin solución de
continuidad en otro medio pudimos leer: “el pueblo tiene tendencia a la coprofagia”.
Curiosa frase, porque es
difícil negar que precisamente desde Roma se origina parte de la “copro” información.
Nosotros, intentando atenuar la inmoderada expresión, optamos por llamarla información
basura.
¡Un Papa populista,
izquierdoso, turbiamente demagogo, afirma que al pueblo le gusta la basura!
Los días siguientes
esperamos algún comentario de los medios, pero no pasó nada, ni una palabra, a
los periodistas siempre tan ocupados del pueblo y su circunstancia, parecería
no llamarles la atención que un papa tuviera esa idea desastrada, no ya de la
masa, sino del pueblo.
Qué raro, pensé, si la
escatológica-observación, hubiera tenido origen en el bando de Putin o de
Trump, en ese momento ‒los sobrevivientes‒ asistirían al estallido de los
medios de todo el sistema solar y los contornos.
Pero no, nadie dijo nada.
Parece innecesario aclarar
que, ninguno desconce el comprometido papel de la prensa en el armado y
difusión y tergiversación de información basura, pero, como no tomar en cuenta
la decisiva contribución de Bergoglio a tarvés de entevistas y declaraciones en
la propagación de tal confusión, como entender que sea Roma el ariete del
error; como justificarlo; sería aceptable hacer como si nada pasara y no
señalar a quien después de generar el daño y entregar esa información equívoca
como alimento al pueblo, se queje de que el mismo pueblo la consuma.
Lamentablemente la
entrevista fue más larga y hubo más declaraciones. Bergoglio: “Y lo repito.
Cada uno de nosostros tiene su propia idea del bien y del mal y debe elegir
seguir el bien y combatir el mal como el lo concibe. Bastaría eso para cambiar
el mundo”.
Daría la impresión que no se
ha dado cuenta de que eso es, precisamente lo que ocurre en el mundo
contemporaneo, en el que cada uno, despreocupado de la verdad ‒tanto como
parecería estar Bergoglio‒ hace lo que le parece, hace lo que cada uno decide
que esta bien, a secas. Porque eso sería lo que según él “bastaría para cambiar
el mundo”.
¡El mundo ya está cambiado
Bergoglio y advierta el resultado! Su propuesta llega tarde y mal, por el
contario habría que ensayar, no con el socialismo, sino con lo único que usted
no ha probado, con la verdad.
Frente a esto el Papa
Ratzinger: “La conciencia no constituye una facultad independiente e infalible;
es un acto de jucio moral que se refiere a una opción responsable. La
conciencia recta es una conciencia debidamente ilumnida por la fe y por la ley
moral y objetiva, y supone igualmente la rectitud de la voluntad en el
seguimiento del verdadero bien”.
“Oponer un magisterio supremo
de la conciencia, al Magisterio de la Iglesia constituye la admisión del
principio del libre examen, incompatible con la economía de la Revelación y de
su trasmisión en la Iglesia” (Instrucción sobre la vocación eclesial del
teólogo mayo 1990).
Además, en el discurso ante
el IV Consistorio Teologal Extraordinario 1991: “En la concepción propia de
toda la tradición cristiana, la conciencia es la capacidad de abrirse al
llamamniento de la verdad objetiva, unversal e igual, para todos los que pueden
y deben buscar”.
“En cambio en la concepción
innovadora, de clara ascendencia kantiana, la conciencia es separada de su
relación constitutiva con un contenido de verdad moral y reducida a una mera
condición formal de moralidad, de esta forma la conciencia no es otra cosa que
la subjetividad, elevada a criterio último del obrar”.
A La prolija y evidente
similitud entre lo que Ratzinger denomina la concepción innovadora de la
conciencia y la idea expresada por Bergoglio no podríamos agregar una coma.
También s. Juan Pablo II
muestra su preocupación por esta cuestión fundamental en el II Congreso de
Teología Moral: “…Ha sido puesta en discusión la misma doctrina cristiana de la
conciencia moral, aceptando la idea de la conciencia creadora de la norma
moral. De ese modo ha sido radicalmente barrido aquel vínculo de obediencia a
la santa voluntad del Creador, en que consiste la misma dignidad del hombre”.
En el mismo sentido el
filósofo A.Lobato O.P. “El sujetivismo autonómico de la propia conciencia,
desvinculado de la verdad ojetiva y de toda fundamentación trascendente, tiende
a la propia deificación, presentándose como oráculo infalible, no de la ley
eterna, sino de su perosnal autosuficiencia”.
Llamativamente el Concilio
Vaticano II, tan nombrado para justificar cualquier cosa, como poco leído, dice
en la constitución Gaudium et Spes: “No pocas veces sucede que la conciencia
yerra por ignorancia invencible, sin que por eso pierda su dignidad, lo cual no
se puede decir, cuando el hombre no se preocupa gran cosa por conocer la verdad
y el bien, y la concienciencia se pone así al borde de la ceguera por la
costumbre del pecado”.
Verdaderamente preocupado lo
vuelve a aclarar s.Juan Pablo II insistiendo en que “Este punto merece hoy
atención especial. No os asimiléis –enseña el Apóstol– a la mentalidad de este
mundo, sino renovaos por la transformación de la mente” (Rom. 12, 2). En los
juicios de nuestra conciencia anida siempre la posibilidad de errar.
“La consecuencia que se
deduce de tal error es muy seria; cuando el hombre sigue su propia conciencia
equivocada, su acción no es recta, no pone en acto objetivamente lo que está
bien para la persona humana, y ello por el mero hecho de que el juicio de la
conciencia no es la última instancia moral”.
“Por tanto no es suficiente
decir al hombre: “sigue siempre tu conciencia”. Es necesario añadir enseguida y
siempre: pregúntate si tu conciencia dice la verdad, o falsedad, y trata de
conocer la verdad incansablemente”.
Podríamos prolongar las
citas sin otro sentido que la fatiga, ya que en este caso, a través de los Papas, el Concilio V II y
autores citados, la doctrina católica queda
clara y suficientemente expuesta.
Tal vez Francisco no haya
frecuentado suficientemente la doctrina, tal vez no la comparta, tal vez su pensamiento
sea otro, tal vez no piense solo actue de acuerdo a su postura descalificadora
de la inteligencia, tal vez crea que es justa esta subtitución fraudulenta de
la verdad, no lo sabemos y probablemente no lo sepamos nunca, porque
difícilmete lo explique, y porque hoy puede decir esto y mañana aquello,
cambiando o inventando palabras de acuerdo a lo que le parezca o convenga.
Por lo mismo después de
alguna de sus conversaciones, y entrevistas surgen como de la nada
“aclaradores”, voceros ad hoc, que explican “que fue mal interpretado”, “que no
es lo quiso decir” etc. De hecho ya apareció alguno diciendo que el director
del diario italiano fue a la entrevista sin grabador y que además no tomó notas
(¿ ? ) por lo cual puede haber errores en la trascripción…
Pero vayamos más allá y
admitamos, no sin esfuerzo, que Scalfari además de marxista, como reportero es
desastroso, y no anota, ni graba, ni tiene memoria. Pero la autoridad verdadera
no necsita aclaración. Porque la autoridad define, pone límites a lo impreciso,
a lo ilimitado.
Otro punto que destaca en la
entrevista, es el referido al “proselitismo” porque así parece que el Papa
llama a la evangelización. Proselitismo vendria a ser en el diccionario
Bergoliano, trasmitir el mensaje de Cristo y en su opinión: “el proselitismo es
una solemne tontería”.
En lugar de eso propone: “es
necesario conocerse y hacer crecer el conocimiento del mundo que nos rodea. La
escucha de los deseos, de las desilusiones, de la angustia, de la esperanza”.
Naturalmente el periodista no repreguntó a que esperanza se refería, ¿esperanza
en qué? ¿En los bosques del amazonas? ¿En evitar el calentamiento global? ¿En el
ecumenismo? Vaya uno a saber…
Hay más, hay demasiado, pero
para terminar valga esta dudosa joya: “este es el inicio de esa Iglesia con una
organización no vertical, sino horizontal”.
Fue entonces, cuando como en
una pesadilla, creí entrever hacia donde
iban las cosas, incansable, desmañadamente arrastradas por Bergoglio hacia el
caos. Alimentados solo de error y confusión, enmarañados en “enlodamientos
igualitarios ‒clamaba C Peguy‒ para que nadir sobresalga”, un verdadero
infierno habitado por hombres incapaces de pensar, un mundo, sin virtudes, con
una Iglesia que se ocuparía de todo menos de Cristo y de la salvación,
atribulada más por la extinción de los panda, que por la extinción de los
católicos, una Iglesia horizontal, nivelada
bien a ras del suelo.
Miguel
De Lorenzo