RECLINATORIO NAVIDEÑO
“Y
llegándose a él un escriba,le dijo:
te seguiré adonde quiera que
fueres.
Jesús le respondió:
Las zorras tienen cuevas y las aves
del cielo nidos;
mas el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la
cabeza”
Mt. VIII,18-20
Te jura un escriba –que en tu comitiva- donde fueres, marcha,
al llano o al monte –o en el horizonte- con piedra y escarcha.
Le das la respuesta –toda sangre y gesta- duro sacrificio:
seguirte es la serie –de sed e intemperie- sin nunca armisticio.
Hay nidal y hay grutas –las visibles rutas- con raposas y aves,
pero Tú no tienes -ni acaso lo ordenes- refugios o naves.
Como en el comienzo –apenas un lienzo- sobre paja y heno,
para que celebre –tu gloria un pesebre- mi Dios nazareno.
No hubo un cabezal –en aquel portal- ni camastro alguno,
tu madre fue lecho –yacija su pecho- tu pan el ayuno.
Pasaron centurias –con arduas penurias- de adviento y de espera,
ni en la misma Roma –ya sin la Paloma- aman tu testera.
¿Reclinas en dónde – si la Fe se esconde- si el Pastor va errante?
¿en qué sitio afincas –cuando el alma hincas- en ruego abrasante?
Tu pequeña grey –como hiciera el buey- quiere darte abrigo,
ladéate Niño –que espada me ciño- por ser tu testigo.
Inclina esa frente –de siervo doliente- bendita cimera,
aquí en esta cuna –donde el tiempo aúna- la edad postrimera.
Tu cabeza escora –llegada es la hora- lo anuncia la luz,
te doy mi litera –mi antigua bandera- ¡Ven Señor Jesús!
ANTONIO CAPONNETTO