EL DEMONIO MUDO
Es tremendo cómo se despacha el amigo Maurizio Blondet en su estupendo blog:
“Sobre las acusaciones de Monseñor Viganò de que estaba al tanto de
los casos de los cardenales homosexuales, promoviéndolos y
favoreciéndolos, Francisco reaccionó: “No diré una sola palabra”.
Es lo que hizo siempre. No dijo una palabra sobre por qué quiso destruir a los Franciscanos de la Inmaculada, una orden en la que florecían las vocaciones. Una destrucción sin motivo alguno, extrajudicial, sin siquiera acusación formal,
donde los acusados no pudieron defenderse ni supieron de qué se los
acusaba. Su fundador, el Padre Manelli, pidió reiteradamente una
entrevista, pero nunca le dirigió la palabra.
Nunca una palabra a los cardenales que respetuosamente y de manera reservada, le expresaron sus dudas sobre Amoris Laetitia. Y cuando el asunto tomó estado público, dijo-mintiendo descaradamente-que se había enterado por los diarios.
En realidad, Francisco es mudo total. Mudo
sobre la razón de tener a su lado a la arrogante corte de homosexuales
vestidos con la púrpura, tan entusiastas y rápidos en adularlo. Mudo
sobre la enorme devastación moral de Occidente. Mudo sobre la Europa
convertida en prisión de los pueblos. Mudo sobre las generaciones que se
pierden con la masturbación y la pornografía, mudo sobre la peste de
errores y de vicios que intoxican al mundo y a la Iglesia.
Mudo sobre todo. Los antiguos directores espirituales
alertaban contra el Demonio Mudo: el demonio de la soberbia que induce
al silencio sobre los propios pecados”.
Pero como Bergoglio es un soberbio disfrazado de falso
humilde,estamos frente al caso de un soberbio muy herido en el ala, que
procurará vengarse por todos los medios, aún los más retorcidos
Recuérdese lo que decía Santo Tomás,citando a San
Agustín,sobre la falsa humildad: es la que se hace “ sólo con signos
externos y es fingida…es gran soberbia, porque parece que busca la
excelencia de la gloria”.(Summa,II-IIae,q.161).
Y en cuanto a signos externos y fingimientos, Bergoglio no tiene rival.
Nota catapúltica
Por su parte, el gran amigo “Paco Pepe” Fernández de la Cigoña no se queda muy atrás y mete su puntilla hasta el hueso:
“El Papa, locuaz donde los
haya hasta comprometer su propia dignidad pontificia es silenciosísimo
ante cuestiones a las que debería responder: los dubia de
los cuatro cardenales, las acusaciones de Viganó, pero eso como si no
tuvieran que ver con él y sin embargo es lo que de verdad le interpela. Lo
de pedir perdón, habiéndolo hecho ya tropecientas veces parece un
simple ejercicio retórico. Barra de una vez toda la basura que hay en la
Iglesia y si no sabe, no quiere o no puede, váyase”.