Gabriel García Moreno
Gabriel García Moreno nace en Guayaquil, Ecuador, en 1821, esto es, cuando nuestro país libraba los últimos combates para conseguir la independencia política de España. De padre español y madre ecuatoriana, debe su formación, después de su hogar, primero a Quito y después a Francia;
sin que por esto queramos olvidar que el genio se deba principalmente a
la potencia de su espíritu que muchas veces no solo hace caso omiso del
medio sino que lo modifica o lo destruye.
Sumario
Biografía
Rebelde, demagogo en su juventud, a su madurez se transforma en campeón del orden cristiano.
Siempre fue violentísimo, transformado su impetuosidad destructora
juvenil en actividad constructora, ordenada y creadora. En la oposición
fue irreductible; mordaz; arremetía por igual contra frailes y laicos.
Inicia manifiestamente su reacción ordenadora cuando defiende a los
jesuitas contra Urbina, para convertirse en su madurez en autoritario
que quería ver, dirigir y hacer todo directamente, sometiéndolo al
máximo criterio de disciplina, justicia y rectitud moral. En la plenitud
de su vida llegó a presionarse de la convicción de que sólo el imperio
de la disciplina y de la moral cristianas podían levantar
fundamentalmente a un pueblo anárquico, ignorante, donde la mediocridad
dominaba. Fue revolucionario desde la oposición y desde el poder; todo
quiso crear y culminar en brevísimo tiempo. Adversarios y amigos
coinciden en que es la figura más alta de la historia ecuatoriana. Su
categoría es la de los grandes caudillos españoles; por él hablaba la
voz de la Raza con un acento inconfundible, formidable.
El doctor Agramonte, cubano, influenciado por el doctor Roberto Andrade (uno de los asesinos de GGM) y el colombiano
Vargas Vila le consideran como un monstruo extraordinario, tirano y
loco; el primero ve amagos de locura y perversidad hasta en la destreza
para los cálculos matemáticos. Montalvo, el que dijo: "Mi pluma lo mató",
le calificaba de hombre nacido para grande hombre, de valor y de fuerza
increíbles, pero con inclinación irremediable hacia lo malo.
Otros le juzgan émulo de Carlomagno, Bolívar, Miranda, Godofredo de Bouillon, Felipe II y Mussolini; entre ellos Menéndez y Pelayo, Luis Veuillot y Manuel Gálvez.
Un sociólogo ecuatoriano de doctrinas opuestas a las de García Moreno, le juzga así: "…
genio cual ningún otro en nuestro país, dominante, impetuoso, tenaz y
violento de carácter… de inteligencia pronta, profunda y hasta amplia en
el saber; desinteresado, exacto y exigente en el deber y movido solo
por grandes pasiones; sus creencias religiosas que llegan hasta el
último límite de la intolerancia, su temperamento despótico, el
sentimiento de su poderosa personalidad, la anarquía
en que estaba sumida la República, la insolencia desorganizada del
militarismo, la indolencia y pasividad de las clases populares, como el
espíritu mezquino y plegadizo de las clases latas, en fin la ruindad y
pequeñez del medio circundante debían haber traído a García Moreno al
convencimiento de que nuestra patria necesitaba a un fuerte educador del
pueblo, un gobierno de rígida disciplina, apoyado en la dirección
intransigente del catolicismo…" "…todo por el orden, nada por la libertad…"… podía ser su lema… "Bajo
el mandato organizador, activo y perentorio de este célebre gobernante
se construyeron la carretera nacional y el ferrocarril central en la
sección de la costa. En ésta demás, se limpiaron y canalizaron los ríos
navegables, se iniciaron vías como las de Pailón y Santo Domingo de los
Colorados (después olvidadas), se inició la explotación del petróleo por
cuenta del Estado; se edificaron se instalaron en el país escuelas,
colegios, universidades, cuarteles, casas de beneficencia; en la capital
de la República una escuela politécnica con maestros europeos y jóvenes
becados de todas las provincias; casa de artes y oficios, de Bellas
Artes y un bien montado observatorio astronómico"…"Un terremoto
trágicamente desastroso asoló la región de Imbabura causando un daño que
se calculó en 10.000 muertos… García Moreno, en persona con una
actividad asombrosa, y haciendo uso de todas sus facultades, inclusive
la de fusilar bandidos, al momento restableció el orden en la región
desolada (1868). Su administración desde el punto de vista financiero y
fiscal es el ejemplo más acabado de rectitud, cumplimiento y honradez…".[1]
Primer gobierno
El primer gobierno de García Moreno (1860-1865), fue la reencarnación
del episodio bíblico (y el similar romano de Cincinato) del empleo del
arado empuñando la espada; pues no solo pasó muchos meses en Guayaquil
fortificándolo para prevenir nuevos asaltos peruanos, los que se habrían
repetido de no mediar el cuerpo diplomático en Lima, sino que sostuvo
dos guerras con Colombia y aplastó una decena de revoluciones, habiendo
sido la más grave la que organizó Urbina apoyado con dinero, armamento y
gente por el Perú,
la que terminó con el combate naval de Jambelí y la persecución de los
derrotados por la provincia de El Oro, hasta el Perú. Al culminar estos
éxitos militares, falleció el general Flores, primer presidente de la
República y jefe del ejército de García Moreno.
No obstante esta tremenda actividad militar, el país no contrajo
deudas externas y se iniciaron con paso firme las grandes obras
nacionales de reforma del clero, de organización de la educación
pública, creación de un ejército técnico, moralización de la burocracia y construcción de obras públicas de todo género, especialmente viales y para la cultura.
Al cabo de 70 años no obstante el aumento de población y medios
técnicos, no se hace todavía un camino que se acerque a la carretera de
García Moreno de Quito a Cajabamba, ni un centro de alta ciencia como el
observatorio astronómico, ni otro de gran visión y envergadura como la
Politécnica, en que sabios europeos debían formar a técnicos
ecuatorianos en las ciencias experimentales. Y es que García Moreno fue
ante todo una mentalidad elevada y cultivada al extremo de que a los 30
años fue admitido en la sociedad de geología de Francia, previa presentación de D’ Orbigny y Hugard, cuando ningún americano había alcanzado tal honor. La cultura adquirida en Europa quiso implantar en el país aun a la fuerza.
En servicio de la civilización y la defensa territorial, volvió a
encargar las misiones del Oriente a los jesuitas, quienes en el
transcurso de cuatro siglos han demostrado ser los más hábiles
civilizadores de bárbaros y salvajes.
Las guerras con Colombia se desarrollaron así: La primera, en 1861, contra el conservador
Julio Arboleda (uno de los más ilustres americanos: poeta y militar,
político y jurista) llevado por un excesivo concepto de dignidad
nacional, y por su temperamento violento, pues exigió perentoriamente
que se destituyera a un jefe militar colombiano que no intervino en la
agresión de un subalterno a un jefe del destacamento fronterizo
ecuatoriano. Arboleda derrotó a la bisoña tropa ecuatoriana y apresó a
García Moreno cuando, lanza en ristre, atacaba a los colombianos. El
tratado de Tulcán que sobrevino fue fruto de la generosidad de los dos
prohombres.
La segunda guerra se produjo en 1863, de esta manera: Triunfante
en Colombia Tomás Cipriano Mosquera, púsose ansioso de revivir la Gran
Colombia bajo su dirección, apoyado por el liberalismo
anticlerical colombiano; invitó a García Moreno a conferenciar en el
Carchi, mientras se acercaba seguido de batallones aguerridos y lanzaba
insultos contra el gobierno ecuatoriano, irritado sobre todo por la
firma del Concordato entre el Ecuador y el Vaticano. García Moreno ante
tales arrestos de Mosquera, moviliza sus fuerzas ecuatorianas hasta de
10,000 hombres, mientras procuraba sublevar a los conservadores de
Colombia e intrigaba en el Perú para que nos ayudara o al menos
permaneciera neutral; se consiguió la neutralidad, mas no ayuda, ya que
los peruanos no habían olvidado el 24 de septiembre
de 1860; sin embargo tuvo pleno éxito en la reacción de los
conservadores colombianos, sobre todo del Sur, quienes organizaron
batallones para luchar contra Mosquera que había iniciado el terror.
También consiguió García Moreno atraer al simpatía de Chile hacia el Ecuador.
No obstante las ventajas que pudieron obtenerse con la sublevación
conservadora colombiana, se vieron neutralizadas por la de los liberales
ecuatorianos tale como Urbina, Franco y Robles que pedían apoyo a
Mosquera para derrocar a García Moreno y ofrecían recibirle con los
brazos abiertos si entraba en Quito, llamándole émulo y sucesor de
Bolívar.
Las operaciones se iniciaron victoriosamente para las armas
ecuatorianas dirigidas por el Gral. Juan José Flores; sin embargo en
Cuaspud nos aplastaron, matando cerca de 500 hombres.
Entre las causas de esta derrota anotaremos:
1) Indisciplina y acaso traición de algunos jefes, oficiales y soldados ecuatorianos, minados por loe enemigos de García Moreno.
2) Ineficacia de la débil legislación penal militar.
3) Superioridad de las veteranas tropas de Mosquera sobre as bisoñas de nuestro país.
4) Ya en el campo de la táctica militar, el General Flores
tropezó con la desgraciada circunstancia del estancamiento de su
caballería en unos pantanos, bajo el fuego enemigo.
El tratado de Pinsaquí que siguió a la derrota, fue un triunfo
diplomático para el Ecuador, ya que en él renuncio Mosquera a sus
pretensiones políticas, se comprometió no inmiscuirse en la política
interna del Ecuador
y ofreció su amistad a García Moreno. La generosidad de Mosquera se
debió en buena parte a que las gestiones de García Moreno habían surtido
efecto ya que los conservadores de Colombia
se sublevaron y amenazaban a Mosquera por la espalda. Este disuadió
también a Urbina y sus amigos que siguieran esperanzados en una
intervención neogranadina.
El yankee Richard Patee (actualmente alto funcionario en
Washington –el texto es de 1944), sintetiza así la situación que tuvo
que afrontar el Presidente, en especial durante la primera
administración[2]: "Si
tuvo importancia la oposición liberal de Pedro Carbo, el Dr. Vega y los
Borrero, más peligro representaba la constante agitación bélica de que
fue víctima el país durante la primera administración. Con monótona
frecuencia se sucedían rebeliones, conspiraciones, sublevaciones e
incursiones. Los movimientos revolucionarios, ora internos, ora
promovidos en el exterior, mantenían al Estado en sobresalto, impidiendo
la realización del florecimiento nacional, tan ambicionada por García
Moreno. Tratemos de dar un esquema de estos movimientos, indicativos
todos del malestar crónico que padecía el Ecuador. El militarismo
brotaba de la sangre de la República, el caudillismo se manifestaba
espontáneamente por cualquier descontento pueril y el virus
revolucionario debilitaba la resistencia popular. El cuerpo social y
político estaba minado, plagado del espíritu insurrecto, irreflexivo e
irresponsable."
"Gabriel García Moreno procedió contra revolucionarios y
conspiradores con una severidad rara vez suavizada por clemencia o
compasión. Su temperamento colérico y violento veía en estas
manifestaciones de irresponsabilidad y mala fe, una amenaza siempre
presente para el Ecuador. Para que el país progresara, había necesidad
absoluta de paz y sosiego. La libertad para hacer libremente lo que
viniera en gana no cuadraba en un país socialmente atrasado como el
Ecuador. Había que edificar, estructurar el Estado y completar la
rehabilitación global y material de la nación. García Moreno procedía
con mano férrea contra todos aquellos que perturbaban el orden que la
República apenas comenzaba a gozar. Adviértase que como hizo García
Moreno, lo han hecho todos los hombres fuertes ecuatorianos: Vicente
Rocafuerte y más tarde Eloy Alfaro. Es completamente ilógico
horrorizarse ante los supuestos desmanes de un García Moreno y relatar
complacientemente las hazañas análogas de un Rocafuerte o un Alfaro, que
con igual motivo y en parecidas circunstancias han cometido los mismos
excesos. Nuestro criterio ha de estar a tono con la realidad que vivía
el Ecuador del siglo pasado. Recordemos que estamos describiendo la
evolución de una República que jamás había conocido la seguridad social y
el orden político que consideramos los fundamentos de toda sociedad en
marcha hacia el progreso. Recordemos también que circunstancias
diferentes requieren diferentes soluciones. La condenación total, sin
matices de juicio, no cabe en el crítico histórico. Que la finalidad
mayor: la felicidad del pueblo ecuatoriano, haya justificado o por lo
menos atenuado la severidad de los métodos empleados, lo dejaremos al
lector que juzgue."
Terminado el primer período presidencial, en 1865, le sucedieron,
hasta 1869, dos candidatos suyos, D. Jerónimo Carrión y D. Javier
Espinosa. El primero, débil, fracasó y cayó a los dos años; el segundo,
plenamente democrático, fue remplazado por García Moreno por su golpe de
Estado, pocos días antes de que terminara el período constitucional.
Segundo gobierno
Se inicia así la segunda administración garciana; la que se rige por
la constitución de 1869 inspirada por García Moreno, autoritaria, a la
manera como la concibieron los prohombres de la independencia y
sostenedora de la condición de ser católico entre las requeridas para la
ciudadanía.
Esta disposición, no puede ser comprendida por la generalidad de
las gentes, de que medio siglo de dominación liberal radical en nuestro
país ha cambiado su fisionomía espiritual. Pero entonces, hace cerca de
un siglo, no sólo respondió a la concepción que de la realidad nacional
tuvo García Moreno, sino al sentir general ecuatoriano de esa época.
En esta administración, libre ya García Moreno de las revueltas,
se lanza a la obra constructiva y civilizadora más grande que conoce la
historia del Ecuador; de este período datan las grandes realizaciones a
que se refiere Belisario Quevedo.
Asesinado
Terminado este segundo período, en medio de la paz y el progreso y
después de haber sido elegido por tercera vez a la presidencia por
23,000 votos, fue asesinado el 6 de agosto de 1875, primer viernes, a los 54 años de edad.
Entre las cusas de su asesinato debemos mencionar:
1. Su política autoritaria que chocaba con el espíritu anárquico en que había vivido el país;
2. Su política opuesta al revolucionarismo liberal. 3. El
indomable afán de culturizar y civilizar al país a pasos agigantados,
que chocó con la mediocridad del medio; 4. Su política de orden y rígida
honradez que no se compadecía ni con la vagancia ni con la inmoralidad.
Algunos jóvenes románticos liberales libertarios, encarnaron la
conspiración liberal; Faustino Rayo encarnaba la conspiración del robo
cohibido y de la miseria moral desterrada.
Consecuencias: La acción creadora y disciplinadora quedó trunca;
muchas obras gigantescas languidecieron o se agotaron o paralizaron
hasta el presente; el país volvió en la década siguiente, a rodar entre
la debilidad, la anarquía y la represión brutal del militarismo.
Opiniones
El argentino Gálvez sintetiza el juicio mundial sobre García Moreno en estas palabras: "En
los últimos años del siglo XIX, dos corrientes de opinión se formaron
sobre García Moreno; la primera, cuyo vocero principal es Roberto
Andrade y en al que están la masonería
y el sectarismo anticatólico, le considera asesino, tirano, uxoricida,
degenerado, mentiroso, farsante, ateo y traidor; la otra, en la que
están los liberales auténticos, los católicos y muchos serenos espíritus
que no son ni lo uno ni lo otro, exaltan su obra y genio".
Un biógrafo ecuatoriano que es liberal, dice: "A los ojos de las generaciones futuras tiene que aparecer como una figura inmensa". El español Marcelino Menéndez y Pelayo transcribe versos suyos en su antología de poetas americanos y termina su juicio así: "La
República que produjo tal hombre puede ser pobre, oscura y olvidada,
pero con él tiene bastante para vivir honradamente en la historia". Uno de los más grandes prosistas franceses Luis Veuillot, escribe a raíz de su muerte: "Fue el más antiguo de los modernos; un hombre que hacía honor al hombre"; agrega que solo fue un héroe de Plutarco, que esto no bastaría, sino un hombre de Jesucristo en la vida pública, un hombre de Dios. Otro francés interesante, historiador y pensador que ha estudiado a Simón Bolívar, Marius André, dice de García Moreno: "Figura de la más admirable de toda la América y una de las mayores de la historia". Para el argentino Carlos O. Bunge, como puede leerse en su libro "Nuestra América",
García Moreno es uno de los más conspicuos gobernantes criollos; su
gobierno le parece el único en la historia contemporánea, pues no existe
otro en que la acción se haya amoldado tan estrictamente a los
principios de la Iglesia Católica;
cree que si Godofredo de Bouillon resucitase, gobernaría como García
Moreno y lo presenta como un fantasma de los viejos tiempos llevando en
una mando la espada del Cid y en la otra la cruz de Gregorio VII y
además en la oreja la pluma de Santo Tomás. Y un peruano eminente,
Francisco García Calderón, para quien es García Moreno una de las más
grandes individualidades americanas, asegura que representa grandes
principios civilizadores en la democracia ecuatoriana y que Carlyle le
habría clasificado en su galería de héroes.[3]
Notas
- Manuel Gálvez: "Vida de Don Gabriel García Moreno". Buenos Aires, 1942.
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